5.10.13

Francisco: perplejidad y entusiasmo. Y sobre todo, tranquilidad

Vaya la que lió Rafaela el otro día con su llamada de teléfono. La pobre no comprendía algunas cosas y simplemente intentaba aclarar sus dudas. La ingente cantidad de lecturas del post y los 135 comentarios a estas horas, dan prueba de ello.

Hay un hecho incuestionable. Y es que a día de hoy el papa Francisco es siempre noticia de primera página en todo tipo de medios, sean del tipo que sean (religiosos, generalistas, políticos) o de la tendencia que fuere. El papa está en la cabecera y sus palabras son leídas, pensadas, comentadas más de lo que nunca fueron las de cualquier otro papa.

Y hay otro hecho incuestionable: la cantidad de católicos que se sienten “perplejos” ante unas formas y un modo de expresarse del santo padre que les resulta extraño. Puedo decir que no pasa día en el que no se me acerque gente a comentar que no entiende algunas cosas, que otras le causan extrañeza, que se pierden, que están algo confusos. Sobre todo laicos, pero también sacerdotes y religiosos. También cada día encuentro personas entusiasmadas con el papa Francisco y que consideran que su llegada es por fin una señal de esperanza y vuelta al evangelio. Nada que objetar. Pero es lo que hay.

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4.10.13

Lampedusa: una verguenza y complicada solución

“Es una vergüenza”. Así se expresaba el papa Francisco I ante la tragedia de Lampedusa. Es lo menos que puede decirse cuando los muertos se cuentan por centenares y además existen testimonios de náufragos según los cuales hubo barcos que, viendo la tragedia, parece que no ayudaron. Cada día ocurren cosas parecidas en Lampedusa, Ceuta, Melilla o la salida de Cuba. Personas que mueren en el intento de alcanzar la libertad y un porvenir donde les sea permitido alimentarse cada día. Mala cosa que acabemos acostumbrándonos.

Hemos visto el rostro de la muerte y el dolor. Lo juzgamos como una tragedia que nos saca los colores y encoge el alma. Con el papa Francisco gritamos “vergüenza” y rezamos por las víctimas. Pero seamos claros, ¿qué se puede hacer?

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1.10.13

Rafaela, mujer, yo creo que lo que el papa ha querido decir...

Tiempo sin saber de Rafaela. Hasta que hace un rato, el teléfono. Un torbellino esta mujer, te saluda y rápido comienza a soltar todo lo que tiene dentro.

Mira, te llamo porque me tienes que explicar algunas cosas que me parece que no estoy entendiendo bien. Cosas del papa Francisco que no acabo de comprender, y he pensado que tú lo mismo podías explicarme algo. Te llamo por lo de la entrevista esta última que ha salido esta mañana. Me la he leído unas cuantas veces y tengo que preguntarte algunas cosas.

Mujer, no sé, yo lo que pueda…

Es facilito. Yo te cuento mis dudas y tú me explicas. ¿Te parece? Bueno, lo intentamos…
Por ejemplo, eso de que “cada uno de nosotros tiene una visión del Bien y del Mal. Nosotros debemos animar a dirigirse a lo que uno piensa que es el Bien". ¿Eso quiere decir que vale lo de cada uno? Es que si es eso me estáis tomando el pelo. Mujer, yo creo que quiere decir que hay que respetar a todos…

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30.09.13

Enseñar al que no sabe: iglesias cristianas y mezquitas

Las obras de misericordia no están abolidas, derogadas ni pasadas de moda. Y una de ellas, la primera de las espirituales, es “enseñar a que no sabe”. ¿Enseñar el qué? Pues a conocer a Dios, a respetar, a comportarse como una persona de bien, ser educado, tolerante con los que piensan distinto. Una señora obra de misericordia.

Otro problema es la metodología, diferente como es natural dependiendo del destinatario. Con el niño de año y medio empeñado en meter sus deditos recién chupados en cada enchufe de la casa suele funcionar muy bien lo del cachete en la mano. Hay personas que aceptan muy bien el razonamiento, y otros, según el bueno de D. Camilo, necesitan un par de coscorrones para que se les pongan en orden las ideas. Decía el rey Alfonso X de Castilla que los que se hacen los tontos, con el castigo se vuelven cuerdos. Cosa de la metodología, como se ve.

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29.09.13

Señores obispos: aunque solo fuera por espíritu de cuerpo

Una de las cosas más gratas que he vivido con mis compañeros curas es la fraternidad y el apoyo mutuo en todo momento y especialmente cuando ha surgido algún problema.

Sé lo que es ser acusado de adúltero en un pueblo y al día siguiente tener a media docena de compañeros paseando por el pueblo y comiendo conmigo. Más aún: gente hubo en mi pueblo que, ante estas acusaciones, y jugándose su negocio, echaron de su bar a personas por hablar mal del párroco. Simplemente dijeron que no lo consentían. Eso es dar la cara y jugársela por alguien.

Los curas podemos hablar cosas, discutir, reconvenir a un compañero si hace falta, pero no acepto, y mis compañeros jamás han aceptado, que nos venga alguien a poner verde a un hermano sacerdote. Una cosa es aceptar y acoger una queja propia o del otro que puede ser merecida, y presentada con respeto, y otra la ofensa. Más aún, cuando se ha producido algún hecho, aunque fuera aislado, de ataques inmerecidos al compañero, hemos hecho piña y hemos sabido estar con él, no dándole razón como a los tontos, sino analizando, reconociendo errores si los ha habido, pero con él, como hermanos, como presbíteros. Nunca entendería estar, colaborar, sonreír, dar palmadas allá donde un sacerdote es calumniado y vituperado, allá donde la Iglesia es puesta en solfa.

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