Espero que no se escandalicen por esto. Eso sí, lean hasta el final
Dios es Padre. Mejor, padre – madre, fecundidad, amor enternecido, misericordia, cercanía y compasión. Año jubilar para empaparnos de una nueva sensación en la gratuidad del abrazo definitivo que nos llega de lo alto.
Año de la misericordia en un mundo siempre en crisis donde el dolor, la miseria y la injusticia siguen presentes de manera sangrante en esta tierra que Dios ha creado para todos. Año jubilar para re-crear en el interior de cada hombre y cada mujer un corazón de carne capaz de sangrar ante el dolor de todo ser humano que sufre en su interior el drama de un mundo deshecho por la injusticia y la opresión de tantos que viven de explotar al hermano.

Hace años imprescindibles, después más cuestionadas, el caso es que parece que vuelven a tomar auge las procesiones. El hecho es que constituyen y han constituido una forma de expresar una devoción y un sentimiento muy arraigada en el pueblo cristiano. En cada sitio con su peculiaridad, en cada lugar a su modo, lo cierto es que es un medio muy especial de mover al pueblo de Dios, de manera especial en la semana santa.
Interesante comprobar que justo las cosas a las que damos más importancia, son las que realmente más escaso valor tienen. Por ejemplo, el tema de los padrinos en el bautismo que no es ni siquiera obligatorio.
Era un buen tipo el tal Pelagio. Monje irlandés, tenía fama de hombre culto y austero, y denunciaba ya en su época (siglos IV –V) el abandono del auténtico cristianismo en la misma Roma. Nihil novum sub solis.