Las iglesias más feas de Madrid
Belleza o fealdad son ideas muy particulares. Hay categorías mensurables y las hay que naranjas de la China, que solo entran en el apartado gustos personales, que es una sección muy particular sobre la que, ya saben ustedes, no hay nada escrito.
Hace algún tiempo recuerdo que se publicó en un creo portal de arquitectura, el ranking de las iglesias más feas de Madrid. Tengo mis discrepancias, muchas, quizá porque uno de arte entiende lo justo. Lo que sí puedo afirmar es que hay templos, capillas, lugares de culto, que es entrar y sentirte tan a tu gusto que te quedarías horas y horas. Otros espacios, sin embargo, es que te echan. Es como una desazón que te manda a la calle.

Pues sí. Y se pueden rasgar las vestiduras con las manos y los pies, vestirse de saco y ceniza y comenzar las cuarenta horas en desagravio. Por mí como si quieren lanzar una campaña en las redes contra ese cura infocatólico que dice cosas tan raras. A mí plin.
Todo un bombazo la carta que han hecho pública hace unos días los cardenales Burke, Brandmuller, Cafarra y Meisner. Según cuentan ellos mismos, preocupados por la confusión que observan en el pueblo de Dios tras la publicación de “Amoris Laetitia”, se han dirigido al santo padre pidiendo aclaración para las cuestiones más controvertidas, especialmente el capítulo octavo de la exhortación apostólica. Tras dos meses de esperar respuesta en vano, decidieron trasladar la carta al pueblo de Dios.
Es mi impresión, y como tal lo cuento. Servidor, como toda persona de bien, acepta las sentencias judiciales y las acata, no como otros que cuando algo no les agrada salen a la calle y la arman. Pero una cosa es acatarlas y otra que todo me parezca perfecto. El último derecho que estoy dispuesto a perder es el del pataleo, aunque sea un pataleo pacífico.





