Cosas que uno aprende del prosés
Por supuesto que esto no es un blog de política y mucho menos de políticos, aunque tendrán que reconocerme que hasta de la política aprende uno cosas para la vida, los principios y hasta la fe.
Una de las cosas más sorprendentes de todo el proceso este que todos conocen por el “prosés” es el poco convencimiento que tienen del mismo sus principales impulsores y, sobre todo, la incapacidad de sacrificarse ni un mínimo por aquello en lo que creen en conciencia. Ha bastado ver la prisión en lontananza y los más aparentemente comprometidos han sido los primeros en bajarse las calzas, masculinas o femeninas, renunciar a sus actas, desdecirse de lo dicho y largarse fuera de España.

De cuando en cuando les voy contando mis avatares por estos pueblos de Dios. Estoy bien y contento, y haciendo lo que buenamente se puede.
Hoy es para mí una mañana triste. Triste porque quiero a mi Iglesia y me duele mi Iglesia, y estos días de atrás, especialmente el de ayer, son de esos que te dejan tocado.
Es lo que siempre ha habido y sigue habiendo. Parto de mí mismo. Parto del hecho de que nos encantan los palmeros y nos rodeamos de palmeros, mientras que dejamos de escuchar toda voz medianamente crítica a la que tachamos de mala voluntad.