La JMJ en mi parroquia. Así lo vivimos
Es apenas una pincelada. Pero las grandes historias se componen muchas veces de pequeñísimos detalles. Hoy, cuando estamos recordando el primer aniversario de ese acontecimiento de gracia que fue la JMJ Madrid 2011, quiero dejar en el blog una cosilla que escribí justo hace ahora un año, narrando la JMJ tal y como se vivía en la parroquia. Tuvimos la suerte de poder acoger a cientos de jóvenes y ser además sede para catequesis de obispos.
Esta era la pequeña crónica de una mañana en la JMJ justo hace ahora un año:
MIL COMUNIONES DIARIAS

Hoy, en lugar de un obispo dos. El encargado de la catequesis fue Monseñor Giancarlo Vecerrica, obispo de Fabriano. Pero vinieron dos. Bendito sea Dios.

Seguro que más de una vez han escuchado una cosa así. Una pareja que acude a una iglesia a solicitar fecha para su enlace matrimonial y la iglesia que les pide una cantidad como señal por dejar cerrada la fecha. Como es natural, horror, terror y pavor: la Iglesia pesetera, siempre pidiendo dinero, dificultades para todo…
Me parece una frase que denota más que una enorme soberbia, una solemne estupidez. Tratar de solucionar una cuestión o aclarar sus términos apelando a lo que Jesucristo hubiera dicho o hecho se convierte en una mezcla de incultura, vagancia, prepotencia y falta del sentido del ridículo. Hay que estar muy sobrado para saber exactamente lo que Cristo diría, haría, condenaría o recibiría con aplausos en cada momento existencial.
¡Cuán denostada ha sido en los pasados años la religiosidad popular! Lo que se nos había enseñado es que vaya religiosidad, que va un día a la procesión, a la novena o a la fiesta del santo patrón y hasta el año que viene sin pisar una iglesia. No es fácil de explicar. Gente que no tiene relación con la vida ordinaria de la iglesia pero que acude generosamente llena de fe al encuentro con el Señor, con la Virgen, con los santos. ¿Tiene esto sentido, nos hemos preguntado mil veces?
Nota previa: Esta entrada fue publicada en mi blog





