El lío nos lo están haciendo a nosotros
A un servidor que Rafaela, Joaquina y el señor Manolo tengan sus discrepancias, le trae al fresco. Al resto de la parroquia y a la Iglesia universal se pueden hacer una idea. La verdad es que sus discrepancias no pasan de los horarios de la misas, si les cae mejor D. Jesús de paisano o D. Antonio, siempre de sotana rigurosa, o si los donativos de las fiestas deben emplearse en Cáritas. Como ven, poco asunto.
Más preocupante es cuando las discrepancias son en la cúpula y en temas que uno podría entender perfectamente clarificados.
Hemos conocido hace unos días una entrevista al cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y Relator General del Sínodo. Ya se sabe que si uno quiere que la entrevista tenga éxito no queda más remedio que provocar respuestas que den sonoros titulares. Hoy arrancar cualquier disidencia, por mínima que sea, en el asunto del sacerdocio de la mujer, siempre es noticia. Por ello le preguntan, y su respuesta es lo que no debería ser: no digo nada pero quién sabe.

Tanto Sacrosanctum concilium: “
La historia nos lleva a los años 50 del pasado siglo. Tras una tarde de triunfo en la plaza de toros de Madrid, el matador y la cuadrilla se dirigen a la estación de Atocha para tomar el tren expreso camino de Andalucía. Al llegar al andén, la máquina a vapor, preparada y a punto para el viaje, resopla manifestando su poder y su fuerza a la vez que pita con entusiasmo. En ese momento un banderillero pequeñito, mientras acomoda los esportones en el departamento lo mejor que puede, exclama: “esos humos los quiero yo en Despeñaperros".
Cuando ayer a primera hora de la mañana recibí la carta y el dossier a través de los cuales las clarisas de Belorado se situaban voluntariamente fuera de la Iglesia católica y se ponían bajo la autoridad de un supuesto obispo excomulgado hace años, bien pensé que era una de esas noticias falsas fabricadas con inteligencia artificial.