No os quiero buenos, os quiero santos
Cada semana ofrecemos a los fieles una hojita litúrgica en las celebraciones dominicales. En ella pueden encontrar las lecturas bíblicas del domingo, los cantos para la celebración, una pequeña reflexión de un servidor y las noticias más destacadas de la semana.
Creo que la hojita, para que sea útil, debe decir las cosas claras y aportar ideas concretas para crecer en la vida cristiana. Digo yo que una hojita semanal para dedicarse a hablar de alteridad, corazón abierto a las miserias del universo y la necesidad de sumergirse en la infinitud de lo alto no dejaría de ser una memez y una pérdida de tiempo.

Tan raras, pero tanto, que hasta me ha dicho un pajarito -noticia aún por confirmar- que incluso pudiera ser que creyeran en Dios. Tan raras, pero tan raras, que todos los días rezan juntas una barbaridad de cosas: Laudes cantadas, Eucaristía, Oración, Nona, Oficio de lectura, Vísperas cantadas, y hasta exposición del Santísimo todo el día.
Sale la cosa de cuando en cuando entre curas y laicos, y no es para nada sencilla la solución. Lo cierto es que los curas cambiamos de parroquia y no está de más plantearse si podría haber un tiempo más o menos razonable tras el cual el sacerdote deje su parroquia anterior y marche a un nuevo destino pastoral. Evidentemente quien decide cambios, nombramientos, ceses, remociones y traslados es el obispo. Yo me limito a decir cómo lo veo.
La primera lectura de ayer domingo anda que no clarifica cosas:
Cuánto hemos disfrutado, la verdad.





