Replantearse la formación de niños y jóvenes
Sé que es algo muy duro, porque cuando uno lleva veinte, treinta, cuarenta años haciendo una cosa, de repente replantearse todo lo que ha hecho es tarea de titanes. Y si esto es a nivel individual, yéndonos a la Iglesia universal, o al menos la española, se convierte en algo insufrible. Sin embargo, vamos a tener que hacerlo. No hay más cáscaras.
Nos puede obnubilar el pensamiento el hecho de que en la JMJ de Lisboa se hayan dado cita más de 75.000 jóvernes españoles. Por favor, no perdamos la cabeza ni nos mostremos tan felices. En España, datos sociológicos, tenemos aproximadamente 7.500.000 jóvenes entre 15 y 29 años. Pero es que, además, y son datos que se encuentran sin mayor problema en la red, apenas un tercio de los jóvenes españoles se declaran católicos. Ojo. Se declaran, no que vayan a misa alguna vez. En el año 1990, jóvenes españoles que se declarasen católicos eran casi el 80 %. En 30 años nos hemos dejado cincuenta puntos por el camino.

La eclesial primavera primaveral tiene menos futuro que el Alcoyano en la Champions. Leo estos días que el teólogo Andrés Torres Queiruga va a ser uno de los ponentes en las jornadas de teología de Santiago de Compostela. Hace no mucho me hablaban de otras jornadas de teología con Marciano Vidal como gran invitado. Religión Digital, adalid de la primavera más primaveral, tiene como teólogos de cabecera a José María Castillo y Antonio Aradillas. 
Quise enfocar la liturgia de la transfiguración partiendo de una frase del evangelio que leímos en la misa, cuando tras haber contemplado a Cristo transfigurado y escuchar la voz de Padre “los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto".