El politono de misa de 11
No, no se me confundan. Yo sé que con los teléfonos de última generación, los llamados Smartphone, uno lleva en el bolsillo el mundo entero. Me falta uno que haga café y que lleve incorporado el cajero automático. Todo se andará.
Una de las cosas “diver” de estos artilugios es la posibilidad de elegir el “politono”, creo que se dice así, que consiste en que cada cual puede elegir un soniquete para las llamadas entrantes, con la posibilidad incluso de que sea politono cambiante depende de quién te llame. Imaginen: Suspiros de España si llama la abuela, la Internacional para el tío Paco, rojo de siempre; Bob Esponja si es un nieto, algo de Serrat para hijos, yernos y nueras, Tantum ergo si se trata del párroco y la marcha nupcial de Wagner si es algo relacionado con la boda de la niña.
Les prometo que todos esos politonos los he escuchado yo en alguna misa.

No lo sé, ni creo que nadie pueda saberlo. No hay ninguna revelación pública sobre el número de condenados y las penas del infierno.
No conozco la nueva teoría, pero pudiera ser que a servidor la teología de siempre se le haya quedado obsoleta y que el Catecismo haya sufrido alguna corrección fundamental que esté replanteando algunas cosas. Puede ser.
Hacía tiempo que no me emocionaba en la acogida de Cáritas. Pero la historia de Manoli me superó. Llegó a España de allende los mares ilusionada con un nuevo Dorado esta vez en el camino inverso. El principio no fue malo a pesar de no tener “papeles”. Todavía atrapó los últimos coletazos de tiempos buenos, pero pronto se torció todo.
Pues es algo que me vengo preguntando desde hace tiempo. Porque de cuando en cuando aparecen por ahí escritos y reflexiones que saca una autodenominada “iglesia de base” protestando por todo y quejándose de todo. Sea por lo que sea. ¿Se acuerdan aún de lo que pasó con la JMJ de Madrid? Gritos, lamentaciones y rasgamiento de vestiduras. Es como si todos fuéramos por el camino errado excepto un pequeño resto de Israel, investidos de especial pureza de visión y conciencia, constituidos a sí mismos como nuevos profetas del Reino de Dios, que se autoproclaman la iglesia de base y nos hacen el gran regalo de iluminar nuestras mentes pecadoras con sus sesudas y meditadas reflexiones.