Criar hijos para el cielo
Un tanto al hilo de los dos últimos post, hoy recordaba esa tradicional doctrina sobre el matrimonio y la familia que colocaba como uno de sus fines el de “criar hijos para el cielo”.
Tal vez hoy fura día para recordar estas cosas. Porque quién más y quién menos comprende que la familia es escuela de convivencia, de aprendizaje de valores humanos, de formación como personas. Otra cosa es que seamos igualmente conscientes de su finalidad especialísima de criar hijos para el cielo. Es decir, la familia escuela y aprendizaje de santidad.

Gracias a la sagacidad de Yolanda, que levantó la liebre, y a los buenos oficios de Juanjo Romero, hemos podido conocer el contenido de un comunicado hecho público ayer por la Asamblea Pastoral Conjunta Intradiocesana sobre los sucesos de Zas, y que esta mañana misteriosamente había desaparecido de la web de la Delegación para el Clero de la diócesis compostelana. Por su enorme interés, la reproducimos a continuación:
Mucho me temía yo que la cosa iría por otros derroteros. Porque cuando leí que se había producido un conflicto por las catequesis de primera comunión en una parroquia gallega, servidor –de ilusión también se vive- llegó a pensar que lo mismo los padres exigían que se hablara claramente a los niños de pecado, redención y gracia, de la necesidad de participar en la eucaristía dominical, de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, de sacrificio, de entrega, de oración. Pues no. Justamente todo lo contrario.
Me resisto a ese fatalista ¿y qué vamos a hacer? Sí. Nos indignamos un rato ante alguna injusticia, lloramos en solitario o en pandilla, y las cosas retornan a su ser y aquí no ha pasado nada.
La entrada que hice hace unos días sobre la soledad del sacerdote ha traído cola. En comentarios, que los hubo, y en forma de correos privados a un servidor.