Parroquia o "traperos de Emaús"
Bolsas de ropa. Así me las he encontrado esta mañana cuando sacaba a pasear al perro. No es la primera vez. Ropa y cualquier otra cosa. Para la parroquia, todo vale.
La gente en general es muy buena y generosa. Pero de verdad que no se hacen idea las cosas que nos traen con el pensamiento de que serán útiles en la parroquia o para alguna persona necesitada. ¿No lo han pensado? Pues vamos a ello. Además, por “lotes”.
ROPA. Lo más abundante y con diferencia. Especialmente en otoño y primavera que es cuando se impone cambio de vestuario y el espacio en cada armario se convierte en artículo de primera necesidad. Uno no llega a entender de dónde se ha sacado la gente que en todas las parroquias del universo existen inmensos roperos atendidos por legiones de voluntarios para vestir al desnudo. Un ropero exige muchísimo espacio y un ejército de voluntarios para clasificar, recoger, lavar, planchar. No en todas las parroquias se puede tener ni es necesario. Pues nada, sin preguntar: bolsas y bolsas. Y cuando dices que en la parroquia no se recoge ropa te dicen que es igual, que te la dejan ahí y que tú sabrás que hacer con ella… Y eso, si preguntan, que demasiadas veces pasa lo de hoy: ahí queda eso.

Vaya la que lió Rafaela el otro día con su llamada de teléfono. La pobre no comprendía algunas cosas y simplemente intentaba aclarar sus dudas. La ingente cantidad de lecturas del post y los 135 comentarios a estas horas, dan prueba de ello.
“Es una vergüenza”. Así se expresaba el papa Francisco I ante la tragedia de Lampedusa. Es lo menos que puede decirse cuando los muertos se cuentan por centenares y además existen testimonios de náufragos según los cuales hubo barcos que, viendo la tragedia, parece que no ayudaron. Cada día ocurren cosas parecidas en Lampedusa, Ceuta, Melilla o la salida de Cuba. Personas que mueren en el intento de alcanzar la libertad y un porvenir donde les sea permitido alimentarse cada día. Mala cosa que acabemos acostumbrándonos.
Tiempo sin saber de Rafaela. Hasta que hace un rato, el teléfono. Un torbellino esta mujer, te saluda y rápido comienza a soltar todo lo que tiene dentro.
Las obras de misericordia no están abolidas, derogadas ni pasadas de moda. Y una de ellas, la primera de las espirituales, es “enseñar a que no sabe”. ¿Enseñar el qué? Pues a conocer a Dios, a respetar, a comportarse como una persona de bien, ser educado, tolerante con los que piensan distinto. Una señora obra de misericordia.





