El valiente Novell y el malvado Rouco
Los de más edad recordarán las cosas que se le dijeron al entonces obispo de Cuenca, D. José Guerra Campos, por su opción de pasar olímpicamente de la conferencia episcopal. Los de menos, seguro que han leído mil veces, sobre todo en algunos postales de información religiosa, la importancia de la conferencia episcopal, la necesidad de que los obispos no vayan por libre, la opción por una pastoral colegiada y consensuada. Tan importante la conferencia que a la elección de secretario y luego de presidente se han dedicado páginas y páginas, rumores y más rumores. Algo así como “ningún obispo por libre”, “todo a través de la conferencia”.
A monseñor Rouco, al que algunos tienen una tirria que algún buen psiquiatra podría analizar, anda que no le han dicho cosas parecidas, que contaba poco con el resto de los obispos y por ahí. Pues vale. Debe ser que para algunos lo de actuar siempre en consonancia con el resto de los obispos ha sido elevado a artículo de fe y axioma teológico fundamental.

Como el algodón en los azulejos de la cocina de la señora Rafaela. Porque de palabras andamos todos más que sobrados, de intenciones hasta arriba y, para qué vamos a engañarnos, el comunicado final del congreso de teología despierta menos interés que una comparecencia pública de Cayo Lara.
Hay ciertos supuestos axiomas que yo no sé cómo la gente no se ruboriza al repetirlos una vez más después de cuarenta años. Por ejemplo eso de que lo fundamental es la opción por los pobres. Porque claro, te val al evangelio, te lees el inicio de la predicación del bautista y de Jesús y mira por donde lo que dicen es que se ha cumplido el plazo, convertíos y creed la Buena Noticia. Pero es que te val al final del evangelio y lo que dice Jesús a los apóstoles es eso de “id y haced discípulos, bautizando y enseñando”.
Tenemos que replantearnos eso de las “peceras” en los templos parroquiales. Hubo un momento, quizá seguimos en él, en el que se veía como algo útil para papás con niños pequeños el habilitar en los templos unas zonas acristaladas e insonorizadas, pero con buena megafonía, desde las cuales los papás con niños pequeños pudieran participar de la santa misa sin miedo a molestar al resto de los fieles.





