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13.02.14

Esa tolerancia ante el aborto que se nos va colando...

Dos cosas que no me resisto a comentar, porque me duelen en el alma y me desgarran por dentro.

La primera es la aprobación en Bélgica de la eutanasia a menores sin más requisito que la petición del menor y el visto bueno de los padres.

No salgo de mi asombro. Un menor, por ley, no puede votar hasta los dieciocho años, tiene su responsabilidad penal muy limitada hasta los dieciséis, no puede contraer matrimonio hasta determinada edad, su emancipación antes de la mayoría de edad requiere un complejo procedimiento. Eso sí, puede decidir poner fin a su vida siempre y cuando un psiquiatra infantil declare su madurez y sentido común. Un psiquiatra infantil que seguro no es difícil de encontrar “bondadoso, complaciente y misericordioso” de esos que para sufrir mejor que se muera el niño.

Pues ya lo ven. Un menor, incapaz de gobernar sus bienes, casarse, emanciparse o tomarse unas copas libremente, parece ser que para decidir morirse tiene perfecta lucidez mental, supongo que acrecentada por esa libertad y serenidad de espíritu que dan el dolor, la angustia y el ver a tus padres y hermanos pendientes de ti. UNA BARBARIDAD Y DE LAS GORDAS.

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11.02.14

10.02.14

Grupos de presión en las parroquias

Abundan más de lo que se supone, y ya se supone mucho. Son esos grupos de parroquia que, poco a poco, abusando de la buena voluntad de un sacerdote, han ido atrapando parcelas de poder hasta convertirse en los grandes tiranos de la parroquia por encima del resto de los laicos, los sacerdotes y el obispo si se tercia.

Y el caso es que comenzaron bien. Aquel coro, lleno de gente buena, colaboradora, amable, parroquial, en perfecta sintonía con el párroco, llega un día en que se ha transmutado en un conjunto de sospechas, reivindicaciones, condicionantes y agresividad que no hay quien se atreva a cuestionar. ¿Qué ha pasado? Pues un poco de todo: dejadez del buen cura que confía porque no llega a todo, la incorporación de Manoli y Moncho, no creyentes pero buena gente, una llave que se les facilitó de los locales con lo que ensayan cuando quieren y hacen lo que les da la gana y finalmente no querer ver la situación. Gente que antes participaba en el consejo parroquial hoy es agresiva, individualista, canta lo que quiere y Dios te libre de lo contrario.

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8.02.14

Mucho buenismo y pocas soluciones

Debe ser que hoy me he levantado “masoca” porque sé que con esta entrada me van a caer más palos que a una estera. Qué le vamos a hacer, la vida es así, no la he inventado yo…

Alguna vez he hablado de lo que un servidor llama “buenismo” y que me parece no solo inútil sino peligrosísimo. Qué quieren que les diga. Que una cosa es la caridad cristiana y otra muy distinta la inconsciencia y el no saber dónde estamos, y además que lo mejor demasiadas veces es un cruel enemigo de lo bueno.

Más aún, el buenismo –insisto que en la forma de verlo un servidor- peca constantemente de ofrecer sueños sin concretar soluciones, lo cual es aún más nefasto. No hay un solo buenista que ofrezca una alternativa real. Y para buenas palabras, frases grandilocuentes e idealismos varios, valemos todos.

Vamos a por ejemplos.

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6.02.14

Pederastia: a ver si aprendemos

En plural: aprendemos, en plural, porque uno es miembro de la Iglesia y además sacerdote. Como tal, lo que le pasa a la Iglesia, lo bueno, lo malo, entra en la comunión de los santos y me afecta. Y ahora pasamos al asunto.

Lo que ayer ha dicho la ONU por encima de matices y reconociendo que en los últimos años, gracias especialmente al papa Benedicto XVI y ahora al papa Francisco, se ha hecho mucha limpieza, es algo que todos vemos como real. Alguna vez ya he dicho que en pederastia un solo caso ya es una barbaridad, pero también hay que decir que allá donde hay niños hay abusadores, sean sacerdotes, entrenadores deportivos, monitores o maestros, aunque en el caso de un sacerdote, a quien se supone una especial fuerza moral, la gravedad llega al límite.

Los sacerdotes somos pecadores como todo mortal. Para ir venciendo esa condición de pecadores están los sacramentos, especialmente el de la reconciliación, la oración, la penitencia personal y los auxilios de la gracia. Hasta ahí nada más que decir, y el resto es cosa entre el propio sacerdote, su confesor y Dios.

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