Chinos, muchos; pandas, pocos
Así lo contaba un guía de turismo en Shangai explicando las paradojas de la China comunista: “Si matas chino, cárcel; si matas oso panda, pena de muerte. Fácil. Chinos, muchos; pandas, pocos.”
Cuando estamos aun recordando la jornada por la vida que celebrábamos ayer, me han venido a la cabeza las palabras de aquel guía. Como también el estremecimiento que me produce alguna vez que he visto abrir un noticiario televisivo con la noticia de la muerte de un lince ibérico.
Tenemos tan trastocados los valores que no es que consideremos al animal a la misma altura que el hombre, y aquel famoso proyecto gran simio lo demuestra, sino que hoy importa más cualquier bichejo que un ser humano.


Anda que no tiene que cansar eso de levantarse cada mañana a ver cómo le sacudes una patada en los mismísimos a aquellos que piensan de una manera diferente, y sobre todo hacerlo para que ese supuesto rival, al que encima le importas un bledo, aprenda tolerancia, democracia y moderación, amos, moderancia que decía uno de mi pueblo.
Es que vienen días muy cargaditos de cosas. Desde hoy, y hasta el domingo de pascua de resurrección, en cada parroquia andamos medio locos preparando la liturgia sin reparar en detalles. En apenas doce días tenemos por delante qué menos que una celebración penitencial, domingo de ramos, triduo pascual con sus oficios propios más otras devociones como el via crucis o la hora santa, muy probablemente rezo comunitario de la liturgia de las horas, amén de otras peculiaridades de cada parroquia o comunidad como procesiones o actos propios de culto.
Sé que mi gran amigo, el agustino José María Torrijos, se va a tronchar de risa al ver este título que nos retrotrae a los años noventa.