Por qué aburrimos tanto en las homilías
Tanto tanto que la gente desconecta. Gente conozco, y no poca, que me confirman que durante la homilía directamente se abstraen de todo estímulo exterior y se ponen a pensar en lo suyo.
Algunas razones que contribuyen a ello y en las que no pocas veces caemos todos:
- La duración (y no es lo peor). Cinco, siete, diez minutos se aguantan razonablemente bien. Superar ese tiempo, salvo rarísimas excepciones de predicadores especialmente dotados y homilías muy bien construidas, es pérdida de tiempo. Hoy, cuando nos movemos a golpe de twitter y whatssap no hay quien aguante una escucha de un cuarto de hora.

Ya me extrañaba a mí. Porque Rafaela, en cuanto que hay algo polémico o alguna cosa de iglesia sale en la televisión, con cualquier disculpa coge el teléfono y me llama. Aparentemente nada, que si cómo estás, y qué tal tus sobrinos, para, a continuación, ese consabido “por cierto, yo quería preguntarte una cosa…” Y ahí es donde la cosa se complica.
Te meten el dedo en la boca y es que no paran. Tenía hecho el propósito de no decir ni palabra de la