Dios perdona CON CONDICIONES
Si es que la cosa es de cajón de madera de pino, y lo entienden los niños estupendamente.
Hace no mucho hablaba un servidor con los niños sobre el pecado, la reconciliación y las condiciones para el perdón. Les ponía un ejemplo claro que puede suceder perfectamente en casa. Los niños que se ponen a jugar con el balón dentro de casa. Que no, que eso no, y los críos que siguen… hasta que, como era de esperar, el balón toma vida propia y decide hacer añicos un cristal de la vitrina y parte de su contenido.
¿Qué pasa a partir de ahora? Uf, respondieron los críos. Que te la has cargado… ¿Papá y mamá perdonan? Sí, pero te la has cargado…
Imaginaos, les digo, que tras romper el cristal decís a papá y mamá que os da igual y que pensáis seguir jugando al balón en casa. ¿Así os van a perdonar? Entonces sí que te la cargas…


El gran error de la liturgia de estos últimos años ha sido el de olvidarse del culto a Dios para reconvertirse en cuchipanda fraterna. A partir de ahí, todo deviene en invento para fomentar la fraternidad y hacer el encuentro lo más ameno posible.
Las palabras se queman, y una vez quemadas producen un cierto empacho. Servidor ha decidido vacunarse en la medida de lo posible, y he decidido, por la cosa de la salud verbal, que en los próximos meses voy a intentar evitar en la medida de lo posible dos palabras, una por lo civil y otra por lo eclesiástico.





