El día en que este servidor faltó a clase en el seminario
Siempre he dicho que los mayores conflictos parroquiales nunca vienen ni por temas de dogmática, ni mucho menos de moral. Hoy nadie discute con su vecino o con su párroco por la conveniencia o no de proclamar a María corredentora, ni se va a hacer problema de si tal cosa es pecado o no. Hemos llegado a un estatus de cómodo relativismo según el cual cada uno es cada uno y tiene, piensa y vive sus peculiares cadaunadas.
Tampoco hay problema en la cosa de la liturgia. Salvo algún cascarrabias que se cabrea cuando el celebrante pasa del misal, o algún iluminado que pide liturgia alternativa, nada de nada. De nuevo un pacífico relativismo, un sencillo conformar y aquí paz y después gloria.
Los conflictos más espinosos que servidor recuerda en su ya dilatada experiencia pastoral han sido siempre por cuestiones no digo menores, sino ínfimas, pero que tocan el amor propio, la tradición recién inventada, la costumbre de cuatro y el ego de dos.

Creo que uno de los varios encontronazos que en alguna ocasión tuve con monseñor Agrelo fue cuando en una de sus infinitas llamadas a derribar todo tipo de fronteras le pregunté que si tenía llave en su casa, porque uno entiende que la puerta y la cerradura son la frontera de cada cual, y que cada cual abre y cierra su casa a quien le parece oportuno, y que si eso hacemos en casa, con más razón en las fronteras de las naciones.
Desde que llegó a la parroquia la nueva edición del misal romano, allá por diciembre, he de decir que lo he venido leyendo y hojeando con mucha frecuencia para conocer esta edición, familiarizarme con los textos y repasar las rúbricas.
Es que, verán ustedes, me acabo de releer la
Mala cosa esa sensación de vivir bajo la ley del embudo, según la cual algunos tienen patente de corso no solo para hacer lo que les venga en gana, sino para cachondearse abiertamente de las cosas más santas de cada uno, eso sí, dejando claro que lo hacen únicamente por pura libertad de expresión y dejando claro que si alguien se burla de tu madre y tú protestas, eso es únicamente por tu falta de talante democrático amén de fruto de tu desfasada ideología fascista que te lleva a la intolerancia.





