La otra lista
Hace unos días, a sugerencia de una feligresa, nos hemos decidido a colocar en uno de los paneles de la entrada del templo, la lista con actividades y recursos de la parroquia. Tiene razón en que, si no colocamos nada, nos puede suceder que llegue una persona al templo y no sepa ni qué actividades tenemos o si en alguna pudiera ubicarse. Tampoco tenemos tantas, así que la cosa se resolvió en un periquete.
Las hemos ubicado en una especie de tríptico en el que mostramos la vida de la parroquia en sus tres pilares fundamentales: evangelización (formación, catequesis), liturgia (misas, confesiones, oración…) y vida común (consejos parroquiales, Cáritas, despacho, revista…). El caso es que lo ves en el mural y hasta parece que hacemos algo. No mucho, pero algo.

Ayer domingo, algunos comentaristas, tras su aportación y en casos felicitación a este su servidor, preguntaban insistentemente por una cosa denominada paella, inquiriendo por el resultado de su elaboración. Supongo que no habrán faltado sagaces lectores que anden elucubrando por el asunto, sobre todo, preguntándose de donde habrán sacado lo de la paella algunos, porque si fuera uno solo, un despiste lo tiene cualquiera, pero ya dos… la cosa huele… eso, a paella.
Ayer viernes se inauguró en Madrid una excelente e impactante exposición, creo que con el título
Está bien lo de la libertad de expresión, pero… además de existir la libertad de expresión, también lo hacen el derecho al honor y el respeto a las creencias religiosas, y eso hace que, en ocasiones, se pueda dar algún conflicto. No pasa nada. Para eso están los jueces, para solucionar y dirimir.
Ganas de condicionar la vida de todo el mundo. Con lo fácil que es dejar que el personal haga lo que le parezca oportuno mientras no jorobe la vida a los demás. Pues no hay forma. Parece que se quiere reinventar una especie de gran hermano según la cual alguien, por encima de nosotros, decide hasta los más mínimos detalles de nuestra vida y el uso de la propia libertad.