Axioma, corolarios y espíritu del concilio
No hay nada que más moleste a un progre eclesial laico o, sobre todo, cura, que le suelten un por qué. Ataque de nervios sicalíptico, perdida de la color, vahído, y luego desmayo general o ataque desaforado contra todo el que ose preguntar. Esto último, mayormente.
Partiendo de que me joroba andar con divisiones en la Iglesia entre carcas y progres, conservadores y progresistas, Iglesia en salida o caverna recalcitrante, lo cierto es que los denominados carcas y cavernícolas tienen la mala costumbre de leer e informarse, y cuando afirman algo los tíos, te sacuden con dos citas de los padres de la Iglesia, la Suma Teológica, un canon de Trento y los escritos de santa Catalina de Siena, para rematar faena con dos textos del Vaticano II y un adorno final del Catecismo de la Iglesia.

Esta mañana he celebrado la misa de las 11.30 h., en la que suele darse una mayor afluencia de familias y niños de catequesis. Hago esta introducción para que comprendan el tono de la homilía.
Inicio hoy una sección que pretendo sea una aproximación, siempre desde el divertimento, a tantas frases hechas, solemnes, grandilocuentes, que escuchamos de vez en cuando con voz grave y seria, como si fueran el no va más de la profundidad y la sabiduría, y no son más que una tomadura de pelo y un engañabobos para ingenuos que todo se lo creen y, lo que es peor, encima lo imitan.
El pasado 19 de agosto falleció en Madrid, a los noventa y seis años, el sacerdote diocesano D. Miguel Alfayate Nistal.
Fue en el primer domingo del pasado adviento cuando comenzamos a celebrar la primera misa dominical de la parroquia “ad orientem”. Es decir, que han pasado nueve meses. Algunos lectores me preguntan que si seguimos celebrando esa misa “ad orientem”, la de las 9:30 de domingos y festivos, o si aquello acabó, como tantas cosas, en simples buenas intenciones.





