Periodistas pro papa Francisco. Con estos, ni a por una herencia.
Hace unos días se ha reunido pomposamente un grupo de personas en una cosa llamada I encuentro de periodistas pro papa Francisco. Como pueden comprender, por mí como si se reúne la asociación de vendedores de gominolas pro consumo razonable de azúcar o las pilinguis del madrileño polígono Marconi reivindicando la figura de la Tacones. Viva la libertad y viva el derecho de reunión. Me fijo en este encuentro porque uno es cura, aunque de pueblo, y las cosas de la Iglesia me interesan.


Dentro de todo lo que supone el esperpento catalán, el último capítulo ha consistido en enterarnos de que en las listas de esa cosa o candidatura que encabeza el huido Puigdemont, aparecen dos personalidades del mundo eclesial catalán como son el padre Manel Pousa, aquel del que se dijo que pagó algún aborto y que después se desdijo de lo dicho que no sé si de lo hecho, y la teresiana sor Vicky Molins.
No se lo creían. Tocaron a misa como cada tarde con el convencimiento de que irían los de siempre: tres o cuatro ancianas y quién sabe si algún que otro despistado. Pero fue comenzar la misa y de repente las puertas de los templos se abrieron para dar cabida a una riada de fieles como jamás hubieran podido imaginar ni siquiera en un domingo especial. Y era jueves, jueves corriente, jueves sin más, jueves ordinario.