Iglesia de Santa Anna de Barcelona: "la sala de oración al Santísimo se ha convertido en el comedor"
Siento ser el que vaya contra corriente, pero servidor es así, y lo que pienso lo digo. Supongo que las redes sociales se llenarán de ¡oh! ¡ah! y exclamaciones de júbilo evidentemente en catalán al contemplar la iglesia de Santa Anna, en Barcelona, abierta para que no pasen frío en la calle los sin techo. Qué buenos y misericordiosos, qué caritativos y solidarios, qué chachi guay esa gente tan estupenda y comprometida con los pobres.
Vale. A mí me parece una barbaridad por muchos motivos.

Lo de la Amoris Laetitia se está convirtiendo no sé si en un escándalo de enormes proporciones o directamente en un cachondeo, pero lo que llevamos visto desde su publicación me parece del todo inaceptable. Nueve meses en la calle y ya hemos leído de todo.
Nadie es billete de cien euros que a todos viene bien. Los curas no somos una excepción. A unos les caemos bien, a otros mal, y para otros somos del todo indiferentes. Para la inmensa mayoría de los fieles no pasamos de ser sus sacerdotes, con nuestras pequeñas o grandes manías, pero que, salvo casos extremos, son perfectamente soportables.
Algo estamos haciendo al revés desde hace mucho tiempo. Mis compañeros sacerdotes son trabajadores. Muy trabajadores en general, salvando las excepciones que sean salvables. Una gran mayoría de sacerdotes se pasan el día haciendo cosas: misas, encuentros, reuniones, grupos, papeles, más reuniones, formación. Yo no llamo por teléfono a un compañero antes de las diez de la noche. Incluso comer juntos no es fácil.
Es lo que tiene el famoseo, que un día sales en un papel, otro en una tertulia, de repente dices un par de cosas llamativas de puro sensatas, y mira por donde fama para toda la vida. Algo de esto le ha pasado a la señora Rafaela. Que si un día asomó en un antiguo blog que servidor mantenía en wordpress, de ahí a Infocatólica, alguna fugaz aparición en un libro y salto a la fama.





