Mala cosa cuando el comercial se avergüenza de su producto
Mala cosa encontrarte un comercial que no confía en su producto. Peor un comercial que disfruta como un loco con productos de la competencia.
Nos pasa en la Iglesia. A veces tengo la impresión de que no confiamos en nuestro producto, de que andamos como si lo nuestro fuera algo tolerable, pero en cualquier caso de segunda, tercera o vigésimo sexta calidad. Más aún, como si lo nuestro no solo no fuera bueno, sino que consistiera en un conjunto de axiomas, normas y principios hoy del todo intolerables y que nos da una cierta vergüenza proclamar.

Hoy domingo la Iglesia católica celebra la II Jornada mundial de los pobres, impulsada por el Papa Francisco al final del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Hace unos días nos han llegado materiales y carteles. Estas jornadas son pródigas en gestos que estoy seguro reflejarán los medios de comunicación a lo largo de la jornada.
Los casos de abusos con niños y jovencitos nos llevan revolviendo meses o incluso años. El historial que se ha ido conociendo desde hace años, sobre todo en Estados Unidos, es terrible. Diócesis arruinadas, muchos sacerdotes implicados, y hasta obispos y todo un cardenal, McCarrick, que, en gesto del todo inusual, ha renunciado a su dignidad de príncipe de la Iglesia.
De mis tres pueblos, y consiguientemente de mis tres parroquias, mis lectores conocen sobre todo Braojos. Pero La Serna y Gascones también existen.





