Amar al enemigo no es tan sencillo
Vamos a ser sensatos, si es posible. Está muy bien la teoría y los curas lo predicamos estupendamente. El problema es cuando la cosa se va a lo concreto y es preciso enseñar a la gente a vivir.
Ejemplos inventados pero que podrían ser reales sin problemas. María sufrió las malas artes de sus hermanos que, con triquiñuelas y la colaboración de un abogado sin escrúpulos, le privaron de la herencia de sus tíos, que no era cualquier cosa. Juan sabe que a su padre lo detuvieron y fusilaron porque su vecino descubrió dónde lo ocultaban. Loli sufrió de niña los abusos de su tío Paco. A Carolina le hizo un bombo el señorito, que no quiso saber nada de la criatura y encima la echaron de casa por estar embarazada.
En misa el señor cura explica lo de amar a los enemigos hasta dar la vida por ellos. Y entonces María, Juan, Loli y Carolina se hacen preguntas. Y piden respuestas. No la teoría, sino una respuesta real para el día a día.
Yo suelo decir algunas cosas:
- La primera, que hay que aprender a no odiar, porque el odio nos hace mal a nosotros en primer lugar. El odio nos mata día a día, nos destroza.
- No desear ni hacer el mal. Cuando me dicen que no pueden amar, que no han llegado a esa perfección, sugiero que, al menos, no les deseen mal, no les hagan ninguna mala faena.
- Es duro llegar a perdonar. Hay que intentarlo. Tampoco se pueden olvidar las cosas. Sí está en nuestras manos tratar de que nos vayan afectando lo menos posible.
- Dando otro paso, si necesitan un favor, si se les puede ayudar en algo, ahí debemos estar.
Una de estas personas que han sufrido, y mucho, me decía que hasta aquí lo podía intentar, pero que si lo que se le pedía era amistad con los que le destrozaron la vida, que por ahí no.
- Mire usted, ni deseo mal ni se lo haré, y si un día me necesitan, pueden contar conmigo, pero amistad no quiero.
No es la perfección cristiana en grado heroico, pero no está nada mal.
51 comentarios
La novia de un compañero de clase, que es lo peor de lo peor, le pide a mi hijo apuntes para su novio porque nadie le deja. Mi hijo, que ha cerrado toda relacion con aquel, le dice que nones... ¿ Qué le puedo decir yo ?¿ Que le deberia haber dejado lo que tuviera ? Estuvimos hablando lo de amar al enemigo... pero ¿ Darle apuntes al que no da, hacer aprecio del que hace desprecio constantemente de todos?
El perdón automático por el simple hecho de perdonar no tiene sentido.
No puedes causar un mal y exigir sin más que el otro te perdone.
No veo yo a Jesucristo en ningún pasaje bíblico amando a Satanás, ni a Caifás, ni a Anás, ni siquiera a los mercaderes del templo.
Porque no es lo mismo enemigo que malvado.
Y no se trata de fomentar el odio, pero no se puede ir por la vida haciendo el primo, el mal existe y los malvados también.
Me parece que no se debe meter todo en el mismo saco, porque esto nos lleva a acabar abrazados con el mundo, el demonio y la carne, una tendencia que se asemeja bastante a la actitud de la Iglesia tras el CV II. Y que yo sepa, la Iglesia ha sido siempre militante, por lo tanto, habrá que entender que habrá enemigos a los que se puede amar pero también otros a los que se debe combatir. Así ha sido siempre. Y si no combatimos a quienes debemos combatir pues acabamos haciendo comuniones conjuntas blasfemas con los luteranos o condecorando a asesinas como Emma Bonino, dando la comunión sacrílega a asesinos abortistas como Biden y Pelosi, o empujando al infierno a muchos invertidos por engañarlos con la falsa misericordia.
Amar a los enemigos no significa barra libre.
Otro que también se llamaba Jorge, ni más ni menos que Jorge Luis Borges, decía que el cristianismo cambió la ética occidental. Antes del cristianismo, por el ojo por ojo, cuando alguien recibía un daño, lo correcto era que se vengara. Todos esperaban que lo hiciera y, si no lo hacía, actuaba incorrectamente. Después del cristianismo, si alguien recibía una afrenta debía perdonarlo, todos esperaban que lo hiciera y, si no lo hacía, actuaba incorrectamente.
Pero, decía Borges, existe una tercera opción. Hay personas que han sufrido daños, que ni los vengan ni los perdonan sino que, a la larga los olvidan. Llega el ofensor a pedirles perdón por algo que les hicieron y ellos ni siquiera lo recordaban. Remataba Borges diciendo que tal vez esa es la vía más lograda, porque el olvido es la mejor venganza y el mejor perdón.
De los once mandamientos, el más difícil de cumplir fue el que añadió Cristo al decálogo. Que nos amemos todos como El nos amó. Es decir, hasta el punto de sacrificarnos por cualquier otro. Menuda tarea! Aun sin odio, sin rencor y sin resentimientos, es difícil estar dispuesto a hacer un sacrificio personal a favor de fulanito que fue el que me hizo un daño que ni vengué, ni he perdonado, ni he olvidado. Los cristianos debemos llegar a ese punto, pero que es difícil, es difícil.
Saulo, el perseguidor de los cristianos, cuando quedó ciego, debió pedirles ayuda a los mismos cristianos que perseguía. Y ellos lo acogieron. Pudo más el amor basado en Cristo que la desconfianza basada en la experiencia.
Es duro imaginar que el enemigo llegue a la casa de uno a tocar la puerta, no para pedir perdón, sino para pedir un favor. En ese momento es cuando uno debe recordar que fue bautizado.
Pero, como usted bien dice, toda la prédica debe adaptarse también a las situaciones prácticas y particulares. La Iglesia enseña que el matrimonio es para toda la vida y que, mientras ambos cónyuges estén vivos, el vínculo que los une es válido y sagrado. Pero ante situaciones concretas, usted lo sabe bien como confesor, si ha habido casos graves, repetidos y constantes de maltrato, abuso y violencia, lo mejor es que, sin cuestionar la validez del vínculo, no solo que vivan aparte, sino que procuren no tener ni el más mínimo contacto el uno con el otro.
Los curas, incluso los más piadosos, correctos y fieles a la doctrina (los más rígidos, como decía el adorador de la Pachamama), no dicen lo mismo en el púlpito que en el confesonario. El predicador predica el Evangelio a todos y los llama a la perfección que deben aspirar a alcanzar. El confesor, conociendo hasta los más mínimos detalles de una situación muy particular, sabrá aconsejar lo mejor para que una persona sane sus heridas y tenga paz espiritual y emocional.
Rezo su Ave María.
Con sinceridad, sin una buena dosis de olvido, no hay perdón autentico.
Cuantas mujeres a poco de discutir con su esposo le empiezan a sacar los trapos sucios de hace cinco u ocho años. En fin, una pena
El perdón no impide alejarnos cuando sea necesario.
Caridad es amar por amor a Dios. Y por amor a Dios, sí puedo perdonar al que me hace mal, porque con el mal que esa persona me hace, está poniendo en peligro la salvación de su alma. Y creo que en eso está lo que Dios nos pide, "rogar por los enemigos", como Cristo hizo en la cruz.
Tener amistad?... eso es otra cosa. Amistad es amor entres dos que se aman por igual.
2. Alguien que tiene un puesto de trabajo en una parroquia, no pocas veces llora al conocer noticias del sufrimiento que hay en su país, Venezuela. Y más cuando habla por teléfono con su familia que están allí y le describen lo que están viendo delante de sus ventanas: “diablos negros” en moto, el de atrás armado... son mercenarios de Cuba, para que no flaqueen los policias y soldados a las órdenes del régimen dictatorial de Venezuela. Cuando el párroco le recuerda a Jesús que frena la espada de Pedro y pone la mano en la oreja herida del enemigo, para sanarlo, sabe que es así y que así debe ser... pero humanamente, ¡qué dificil cuando precisamente ESTÁ sucediendo! No es el pasado, sino el presente y muy previsible futuro. Y ahí una muy importante aclaración: amar al enemigo no significa, evidentemente, amar “lo que el enimigo hace”, sino precisamente “odiar lo que hace” y “amar al que lo hace”. Y el mayor amor al enemigo que peca al serlo, es orar para que deje de hacer ese mal. Es, como dice san Pablo, vencer el mal con el bien, con el bien de la oración por la conversión y arrepentimiento. Una escena de la película Gandhi (no importa ahora si es histórica o si Gandhi es como “lo pintan”), para enfrentarse a un abuso de autoridad del régimen racista de Sudáfrica unos ciudadanos indios gritan llenos de odio que para evitar ese abuso están dispuestos a matar... Gandhi dice que él también está absolutamente en contra, y que para luchar contra el abuso... él está dispuesto a morir. El sacrificio de la propia vida para combatir el mal y amar al enemigo es lo que sucedió, hace mucho, sobre el monte Calvario...
Tal como yo lo veo, amar es desear lo mejor para el prójimo. Como lo mejor, sin duda, es la salvación del alma, eso les deseo a los que se han comportado como enemigos míos, que se arrepientan, pidan perdón, se confiesen y tengan propósito firme de enmendarse.
No es culpa mía si no lo hacen. Yo rezo por ellos.
Pero colaborar con el enemigo no, claro está.
El amor que se pide para el enemigo desconocido, no es ni puede ser el mismo que el que siente una ejemplar madre por su hijo. Esto sería un sinsentido. Pienso que el amor que se pide por el enemigo, es un amor general, el de la caridad que no desea mal, que quiere lo mejor para cualquiera, que no guarda rencor a nadie. Esto ya es una heroicidad. Es el amor que Dios prodiga a todo el género humano (enviando su lluvia sobre justos e injustos)... pero Dios no ama de igual modo a los pecadores que a sus santos, a los que prodiga un especial afecto, según el grado de cercanía que tienen con Él en el Cielo.
En suma, creo que meter todo en el mismo cajón es un despropósito, y una experiencia frustrante para el que quiera hacer "tabula rasa".
En el NT se utilizan diversas expresiones griegas para el amor...Philia,
Ágape, Storge....
Por otra parte, estamos obligados a guardar ciertas distancias con gente malvada. Perdonar sí, pero desde zona segura, a ser posible. De otro modo colaboramos en el pecado ajeno. Y cometemos pecado contra nosotros mismos (no hablo aquí de los supuestos del martirio, de las penurias de los misioneros, etc.)
Una rápida lectura de vidas de Santos nos dará una primera apreciación... de santos de los de antes, con muchos milagros, devociones populares masivas y vida heroica e intachable llena de Amor a Dios y a Él en el prójimo.
En primer lugar hay que tener presente que en la persona que te hace un mal ó incluso que te odia, ó que te hace una faena terrible, a tí ó a otros, también HAY un alma que debe ser salvada, porque hasta la muerte nos podemos arrepentir y convertirnos. Nosotros mismos tuvimos un momento de conversión, con muchas Gracias de arriba, inmerecidas... ellos, nuestros enemigos, también pueden pedirlas, recibirlas y decidir arrepentirse y convertirse, porque tenemos LIBRE ALBEDRÍO hasta el final, unos y otros, porque los buenos también pueden estropearse.
Entonces pensar en los demás como almas que necesitan salvarse, y meditar sobre lo terrible que es el infierno por toda la eternidad, con su desesperación irrecuperable y sus tormentos perpetuos, insoportables y terribles, nos hace también desear la salvación incluso al más malvado de los que han optado por el mal y por servir al demonio. Hay que rezar por su conversión, para que con lágrimas de sangre y pagando una dura penitencia puedan arrepentirse de corazón, amar profundamente a Dios y ayudar al prójimo, sobre todo en lo espiritual, a la vez que en lo material.
Luego a su vez, pensando lo difícil que es devolver bien por mal, sin sentirse vencido y humillado por la maldad, como aceptando la aparente victoria del mal tontamente, con el rechazo racional y personal que eso conlleva, NECESITAMOS recurrir a nuestra Santísima Madre, ella que es pura bondad siendo criatura, que es la mejor intercesora para con su Hijo. Por su Amor perdonemos, con su ejemplo.
No odiando al pecador, que arriesga seriamente su alma, sino odiando el pecado y sus consecuencias, luchando activamente contra él pero sin odio.
Recordemos la frase del "ángel del Alcázar" (sí, defensor del Alcázar de Toledo), "disparad, pero disparad SIN ODIO". Luchemos contra el mal pero sin odio, sabiendo que los que hacen caso al demonio y a sus pasiones también están llamados a salvarse y convertirse, y quizás ellos después de nuestro perdón se conviertan en los servidores más leales a Jesucristo, el mismísimo Dios hecho hombre, la segunda Persona del único que existe, Dios nuestro Señor.
Cojamos nuestra Cruz y llevémosla imitando a nuestro Señor Jesucristo, porque si Él pidió el perdón al Padre para sus asesinos, nosotros también debemos rechazar el odio y amar a las almas, diciendo las propias palabras de Jesús. Recordemos a los mártires de la cruzada del 36-39 perdonando a los milicianos de izquierdas que los asesinaban, miembros del PSOE, de ERC, del PC, y de los sindicatos anarquistas, y muchos se convirtieron después por la sangre de los mártires a los que mataron y que les perdonaron, como pasó con Azaña y con la Pasionaria, que murieron convertidos.
Los únicos post buenos, verdaderamente buenos, muy buenos, son los del Padre Jorge.
¿Cómo amar a mi párroco?
Respuesta:
Aceptando que es una cruz.
Bueno... yo voy a dar unos consejitos por si acaso alguien, en fin... ya me entienden.
Lo primero es tomar distancia... hay que alejarse un poco y cambiar de aire una temporada que si puede ser larga, mejor. Nos tranquilizamos, nos relajamos, vemos el mundo desde otra óptica, y luego si tenemos que volver, volvemos, pero ya volvemos con otro talante. Tomar distancia es muy importante. Dios nos ha pedido que nos amemos, no que empaticemos. Amar no es sinónimo de caerse bien, ni siquiera de estar de acuerdo, si esto fuera amar, sería imposible que todos nos amaramos.
"Preparas una mesa ante mí en frente de mis enemigos" (Salmo 22)
¿Nos vamos a sentar juntos a la mesa?
No, simplemente es que tu enemigo, cuando hayas tomado distancia y cuando posteriormente hayas rezado por él, no es que deje de ser tu enemigo, es que ya no lo verás cómo enemigo.
A hilo de mis comentarios anteriores, hace unos días me encontré con una persona que tiene una paciencia como Job, y me dijo que había discutido con el párroco, ¿con el párroco? Si, le he dicho: bla bla bla. Que casualidad porque yo también he discutido con el párroco, también le he dicho: bla, bla, bla... Pero oiga, ¿con ustedes no se puede hablar? El párroco siempre lleva razón, y si no lleva razón se le aplica el artículo primero que dice que el párroco siempre lleva razón. Bienvenidos a la asociación de seglares que discuten con su párroco, S.A.
Viene muy bien que recordemos las veces que nosotros hemos hecho mal las cosas, las veces que hemos ofendido al Señor, seguro que la persona a la que tanto nos cuesta perdonar es mucho mejor que nosotros, ¿por qué tenemos tan mala memoria para recordar nuestros propios pecados y gozamos de una memoria formidable para recordar las ofensas ajenas?
Si nos acostumbramos a ver al "otro" a "ése", como nuestro hermano, seguro que de la mitad de las ofensas no nos enteramos, pasarían desapercibidas. Ése que vemos como el otro, no es tu enemigo, es tu hermano, de igual a igual.
Yo alucino de la dificultad que tienen las personas para perdonar pequeños alfilerazos. Personas de misa diaria... de Rosario diario... Personas que te dicen: "estoy indignado". ¿Qué estás qué? ¿Cuántas veces te confiesas de los mismos pecados, y qué tal si el Señor te dijera: "mira, vete a la porra, porque me tienes harto". ¿Qué tal? Y otra cosa, empieza a quitarte esa "indignación" que tiene vuestra señoría, porque en el Cielo no se entra ni con heridas ni con cicatrices, y como te sorprenda la muerte ya sabes dónde vas a hacer escala ¿verdad?
Esto es un caso real, no hace mucho se lo dije a una persona tal cual lo he contado y mano de santo, se olvidó del asunto ipso facto, y es que eso de hacer escala en el Purgatorio no nos gusta nada. Vamos... perdonamos antes a mil enemigos.
Lo han hecho siempre los mártires, los mártires han perdonado ipso facto a las personas que les han quitado la vida, y es nada más y nada menos que la vida, y han perdonado, se verdad, se puede hacer.
Podemos hacer una terapia: No sólo le vamos a perdonar ipso facto antes que nos pida perdón, vamos a rezar por él, y además le vamos a hacer un regalo, un regalo de verdad. Nos vamos a acercar a esa persona y le vamos a regalar nuestra sonrisa, y si tenemos un regalo material también, esto que les propongo es un antídoto, es como si nos muerde una serpiente venenosa y alguien nos dice, mira ponte 4 gotas de leche condensada en la picadura y quedas curado, puesto esto es igual, nos ponemos 4 gotas de leche condensada en la herida y queda curada y sin cicatrices en el acto. Hagan la prueba.
Para un perdón completo, una vuelta a la amistad auténtica, hace falta según la Iglesia:
Dolor de los pecados
Propósito de enmienda
Decir los pecados al confesor (¡pedir perdón!)
Cumplir la penitencia (satisfacer algo de la deuda, aunque quede mitigada y atenuada).
Si un amigo te hace una faena inaceptable, le ofreces el perdón y él no te acepta la mano y te vuelve a hacer un daño terrible... ¿ese perdón sirve para algo? ¿queda perdonado? ¿volvéis a ser amigos?. Nuestra obligación es intentarlo, pero para que perdonar sea una realidad la persona tiene que estar mínimamente arrepentida, ó al menos no quererlo volver a hacer, si es consciente del daño hecho (que muchas veces todos piensan que tienen razón, por eso hay que intentar también entender al otro).
Creo que para un perdón auténtico hace falta que la persona que te ha hecho mal se arrepienta... así como lloraba postrado en el suelo suplicando piedad el que debía al rey 5.000 talentos. Pero también es necesario que nosotros perdonemos la deuda al que nos debe 10 talentos, siempre y cuando nos diga arrepentido "ten paciencia que yo te los pagaré", y entonces se los perdonamos.
Puedes renunciar a la venganza, renunciar al rencor, rezar por el alma del malvado, buscar su salvación, no odiar, quererle y creer en él, amar su alma en lo que tiene de imagen de Dios, estar siempre abierto al perdón cuando se den las condiciones, buscar su bien, buscar la reconciliación en todo lo posible y pedirle a la Virgen María que te ayude a olvidar la ofensa en el sentido de no tener rencor en tu corazón, porque Dios nos ha perdonado tantas cosas sin merecerlo que estamos más que obligados a no albergar odio y a perdonar. Pero creo que para poder perdonar de manera completa hace falta que el que hizo mal se arrepienta y que esté dispuesto a pedir perdón. Y aún así si un asesino pide perdón, se le perdona, pero debe cumplir condena, debe haber justicia humana, debe cumplir una penitencia, aunque sea en parte mitigada ó reducida.
Dice San Esteban antes de morir «Señor, no les tomes en cuenta este pecado», imitando a Jesucristo... ¿cómo se entiende ésto si no hay arrepentimiento de los que le asesinan? ¿es porque la sangre de los mártires limpia todo? ¿porque a través de ese crimen el mártir va al Cielo y su sangre convierte a muchos? ¿para que con su muerte se de testimonio de Jesús y se conviertan sus asesinos?. Jesús hace lo mismo, le pide al Padre que les perdone por un atenuante: no saben que Él es Dios hecho hombre. Otro misterio, no les perdona Él, sino que se lo pide al Padre (¡qué castigo no les esperaría después de lo que hicieron!).
Un gran misterio... hace falta mucha humildad para perdonar, para no tener en cuenta en absoluto el daño, la ofensa, a uno mismo y a sus seres queridos. Hace falta Santidad... supongo que el amor a todas las almas buscando su salvación es el secreto, no importa que opten por el mal, el amor no cambia.
Aunque por otro lado la falta de arrepentimiento hace que no puedan optar por el perdón de Dios, porque Su Misericordia infinita y Su Justicia infinita se cruzan exactamente en un corazón contrito y humillado, y para eso lo mejor con mucha diferencia es la confesión bien hecha, el perdón de Dios objetivo. Si alguien se muere con un pecado mortal sin arrepentirse, se va al infierno, y para él no hay perdón, pues ya tuvo todas la oportunidades que un Dios lleno de Amor y Misericordia le dio en vida en la tierra.
Todo un tema, que creo que se resuelve por el amor a Dios y al prójimo, a todas las almas, y que el objetivo para con ellas es que se conviertan y que se salven, para que puedan ir al Cielo por toda la eternidad, y eviten el terrible infierno, porque la mayor Caridad es ayudar a otro a salvarse, y una vez muertos ya sólo queda el juicio, y lo hecho en la vida ya no se puede cambiar.
Eso ya es un paso hacia lo que puede ser casi imposible para algunos en ciertos casos: PONER LA OTRA MEJILLA y SER TOTALMENTE GENEROSOS EN PERDONAR
Su madre cruzaba un paso de peatones y le atropelló un coche y la mató en el acto. El coche iba conducido por un muchacho joven que no había visto el paso de peatones. La religiosa se encargó de localizar a la madre del muchacho y la llamó por teléfono, y le dijo: "no se preocupe, no voy a denunciar a su hijo". La madre del muchacho le dijo: "muchas gracias porque mi marido es alcohólico y está en la cárcel y el trabajo de mi hijo es el único dinero que entra en casa". Es un caso real de perdón.
Puedo desear la muerte del tirano, porque es bueno y justo. Lo que no puedo desear es su condena eterna. Sugiero consultarlo en "Teología moral para seglares", de Royo Marín.
Y no confundamos lo moralmente obligatorio y lo opcional de acuerdo con las posibles inspiraciones divinas.
No hay que dejar de lado el principio de Justicia que debe presidir las acciones de los hombres. Tampoco la corrección fraterna. Ejercitar la legitima defensa es válido.
Si es posible que Dios tenga enemigos y que los ame.
Amar al enemigo es una Gracia que hay que pedir para presentarnos ante Dios con la cara limpia.
Exacto, exacto, exacto, ahí está la clave.
¿Qué nos ha dicho Jesús? Nos ha dicho: "yo soy el camino, la verdad, y la vida". Yo soy el camino por donde tenéis que andar para llegar a la verdad y así obtener la vida. Y también nos ha dicho: "aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y obtendréis vuestro descanso". Y también: "venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré, porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera". ¿Luego cuál es el camino por donde tenemos que andar? San Bernardo de Claraval nos dice que el camino es la humildad y la mansedumbre. Luego el camino por donde tenemos que andar es el camino de la humildad y la mansedumbre. De la humildad santa Teresa de Jesús dijo que es el conocimiento de la verdad, si nos conociéramos a nosotros mismos, a parte de salir corriendo, seríamos humildes. Si si... reíros, pero si nos viéramos como nos ve Jesús... perdonaríamos hasta la vecina del piso de arriba que nos ha estropeado el traje de Adolfo Domínguez con su manía de meter los manteles en lejía y luego tenderlos.
Y el amor con el que tenemos que amar al prójimo tiene que ser ágape, como sea eros estamos estamos muertos.
"Mire usted, ni deseo mal ni se lo haré, y si un día me necesitan, pueden contar conmigo, pero amistad no quiero.
No es la perfección cristiana en grado heroico, pero no está nada mal"
En mi opinión son propias de un cura, de un cura de almas. De alguien que de profesión es cura. Que ayuda a que el enfermo mejore poco a poco, lo más rápido posible, con paciencia
Quien pretende curar estaría fuera de lugar si estuviera entre personas de una saluz excelente.
Quien pretende curar no se aleja de quien esta muy enfermo, difícilmente le dasaucia.
¿Y tampoco de aquellas personas que su comportamiento enfermo repugna al personal?
¿Y si están tan enfermos que están en pecado mortal ?
Me imagino que muchos lo tendrán muy claro: Al enfermo, sobre todo con algún tipo fe enfermedad más grave, hay que aparte, alejarle por impuro. ¡impuro!... ¡impuro!
La ley de toda la vida debe ser aplicada pero ¿por un cura?
Creo que estas líneas deben hacer reflexionar: ¿Puede el amor de un cura estar por encima de la aplicación de la ley pura y dura?
Se debe huir de la demagogia barata.
La palabra demagogia debe aplicarse con prudencia.
"Cortar por lo sano" también.
Un escrito siempre dice lo mismo. Aunque se entiende de diferente manera si se lee desde la ley que si se lee desde el Amor.
Me parece.
Hay que empezar primero con la contención del odio, aquél que pudiendo vengarse no lo hace, el que consigue no alegrarse de su mal, ya le ama lo suficiente.
Así que no siempre existe una razón para que alguien se considere tu enemigo.
Le rezo su Avemaría.
Un primer paso que me ha funcionado es evitar a la persona, mientras lucho conmigo mismo y suplico la gracia para semejante tarea.
34 Pero los fariseos, al oír que había tapado la boca a los saduceos, vinieron a reunirse junto a Él; 35 y uno de ellos, doctor de la Ley, le propuso esta cuestión para tentarlo: 36 “Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?” 37 Respondió Él: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu. 38 Éste es el mayor y primer mandamiento. 39 El segundo le es semejante: “Amarás a tu prójimo [amigo o enemigo] como a ti mismo”. 40 De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas”.
2. Esto es, que la perfección de la vida en la santidad es por la perfección de la Caridad, que es algo sobrenatural = la virtud de la devoción viva y verdadera, que no lo es por nuestras propias fuerzas, pues presupone el Amor de Dios primero actuando en nuestro corazón.
3. Así, pues, es preciso aclarar que no es virtud del corazón humano, no somos nosotros por las propias fuerzas, el que lo hace bueno y sensible, sino que es caridad sobrenatural en su principio y objeto.
4. El Primer Amor es de Dios que cuando embellece nuestra alma para hacerla agradable a Su Divina Majestad se llama Gracia; cuando ese Amor de Dios nos da fuerza para obrar bien se llama Caridad; y cuando el Amor de Dios en nuestro corazón llega a cierto grado de perfección, que no solamente nos hace obrar bien, sino, además, con cuidado, frecuencia y prontitud, entonces se llama devoción.
5. El proceso de conversión hacia la virtud de la devoción sobrenatural no es el mismo en cada uno en el tiempo y ruta que nos ha dado la Providencia.
6. El principio de la conversión procede del Amor mismo de Dios por Gracia, pues el amor divino no solamente ordena el amor del prójimo, sino que además produce la fuerza en el fondo del corazón, como imagen y semejanza Suya; y en su objeto, porque Dios mismo y Jesucristo Su Hijo, son lo que vemos y amamos en todos los hombres.
7. Por tanto, los pecadores no vuelan hacia Dios por sus buenas acciones, porque son mundanos, terreros y rastreros como serpientes; las personas buenas, pero que todavía no han alcanzado la devoción, vuelan hacia Dios por las buenas oraciones, pero poco, lenta y pesadamente; las personas devotas vuelan hacia Dios con frecuencia, con prontitud y por las alturas. San Francisco de Sales nos dice en cuanto al amor al prójimo: "Me parece que no amo nada en todo más que a Dios y a todos los hombres por Dios, y que todo lo que no es Dios o por Dios, es para mí nada.
¡Oh! ¿Cuándo veremos al prójimo en el pecho del Salvador? El que le mira fuera de ese lugar, corre riesgo de no amarle pura, constante e igualmente. Pero allí, ¿quién no le amará? ¿Quién no le soportará? ¿Quién no sufrirá sus imperfecciones? ¿Quién le encontrará con poca gracia o fastidioso, cuando se le ve en este pecho sagrado como objeto tan amado y tan amable, que el Dios Salvador muere de amor por él? A la manera que el coral, mientras que está en el mar, es un arbusto verdoso y sin belleza, pero al sacarlo de él y ponerlo al sol, encanta por su color encendido y su brillo, del mismo modo, mientras el amor del prójimo se contiene en los límites de la naturaleza, no tiene bondad ni hermosura, pero cuando es expuesto al Sol del Amor de Dios y santificado con Su Espíritu, que es Caridad, se manifiesta en toda su perfección, ayudando al prójimo con palabras, obras y ejemplos, proveyendo a todas sus necesidades cuanto puede, alegrándose de su dicha, sobre todo de su progreso espiritual, deseándole los bienes de la Gracia y procurándoselos con grande afecto, pero sin turbación de espíritu y sin indignarse ante los acontecimientos contrarios".
Dios nos ama pero nos pide pedir perdón y arrepentirnos del mal causado, reparando si es posible el mal causado, si no es así no nos otorga el perdón. De otra forma todos van al cielo como ahora algunos propugnan.
¿Se nos pide ser mas "buenos" que Dios? Creo que no, El nos mueve al arrepentimiento, nos llama pero...podemos resistirnos y no arrepentirnos.
Cuando se habla de perdonar siempre, es que siempre debemos estar siempre dispuestos a perdonar, evitando así además el odio que reconcome. Pero perdonar a tontas y a locas no parece que sea el mandato de Dios.
Y ante la angustia y el cumplimiento del mandato, decía muy bien un jesuita al que le llegaban casos de esos como a tantos sacerdotes, inquietando la conciencia: ¿si vd. viera a esa persona en necesidad extrema o peligro, estaría dispuesto a ayudarle? Si la respuesta era sí, entonces bastaba.
¿Heroico amar en algunos casos? Yo creo que ningún buen cristiano si alguien le pide perdón cumplidamente, siga no dándolo. Otra cuestión es el posible resentimiento psicológico al que no hay que dar pábulo ni hacer caso.
Si sólo reconociéramos que no podemos salvarnos porque no podemos cumplir con el Evangelio que nos supera en todo lo que nos pide y que sólo Nuestro Señor Jesucristo nos salva.
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