Ni ecología ni refugiados
Pero es a lo que nos dedicamos.
En esta santa madre Iglesia, como en los demás ámbitos, las cosas van, aunque parezca absurdo, por modas. Ahora, por ejemplo, es moda lo ecológico. En la Iglesia y en el mundo. No hay producto, alimento, edificio o industria que no inicie su presentación con la etiqueta de respeto al medio ambiente. Que me parece perfecto. No solo perfecto, sino necesario e incluso imprescindible.
En esta santa madre Iglesia, como en los demás ámbitos, al lado de lo ecológico surge la reivindicación de una acogida total hacia el inmigrante, independientemente de sus circunstancias de entrada en la Unión Europea a través de España, es decir, con papeles, en patera, con salto de valla o aeropuerto común. Que evidentemente son personas con unos derechos humanos inalienables.

He de reconocer que tengo unos horarios de misas de lo más peculiar. Cada día, uno distinto, cada pueblo, una necesidad.
La libertad de expresión ya se sabe que depende. Si eres de los míos, es decir, progre y más de pata negra, no es que tengas absoluta libertad de expresión, es que además entrarás en la categoría de profeta de hoy. Pero, amigo, si no eres de los míos, serás carca, conservador, mala persona, siniestro, desleal y algunas cosas más que iré recordando. La libertad de expresión es para todos aquellos que dicen lo que yo decido que deben decir, que eso es democracia.
Se puede ser creyente o no, eso es cosa de la gracia de Dios y de la libre respuesta del hombre. Lo que no se puede ser es analfabeto y encima, como se dice vulgarmente, no cortarse un pelo.
O me preocupa o me… lo que sea. El caso es que pasado mañana martes, si Dios no lo remedia, tendremos en España un nuevo gobierno. Por primera vez, desde los años treinta del siglo pasado, tendremos un gobierno de coalición socialistas - comunistas, apoyados por lo mejor de cada casa: independentismo radical y terrorismo etarra.