Estoy deseando que me echen la bronca
Bueno, aunque tanto como deseando… Lo cierto es que me haría una enorme ilusión que mis feligreses me echaran por lo menos una bronca diaria. Es lo mínimo que uno se puede pedir. Sería, de verdad, el cura más feliz del mundo. Así como se lo cuento. Sería una locura que al menos una vez al día alguien me echara una bronca por apercibimiento de carta al arzobispo en caso de no enmendarme, por cosas como:
No preparar la predicación
Faltar a la doctrina de la Iglesia en predicación o catequesis
Celebrar la misa de cualquier modo
Dar de comulgar sin avisar de las condiciones
Dedicar escaso tiempo al confesionario