País de misión, pueblos de misión y una postdata sobre lo de San José
Somos país de misión le pese a quien le pese. Tan de misión que en España, nuestra España, no se bautizan ni la mitad de los niños nacidos. Tan de misión que los mismos católicos no conocen prácticamente nada de la doctrina, reducida en muchiiiiiiisimos casos a que Jesucristo era un revolucionario, que hay que compartir y que lo del sexo ya no es pecado.
Intentamos salvar los muebles a base de seguir movilizando fieles, de acontecimientos extraordinarios, encuentros y proyectos que digan algo todavía en los medios. Me da que cosa bastante inútil. Los fieles cada vez asisten menos a estas cosas, desde Roma a la última aldea, y socialmente no pintamos nada. Lo único que se dice de la Iglesia es que está llena de pederastas y homosexuales activos en el clero y desde muy arriba.

Lo mejor y más peculiar de este blog consiste en el hecho de que se va constituyendo en algo así como parroquia virtual, de modo que los lectores no solo leen y comentan, que es su función principal, sino que, especialmente desde que comencé mi ministerio pastoral en estos tres pueblitos de la sierra madrileña, se han convertido en feligreses a distancia que conocen, sienten y aman las tres parroquias, participan de su vida espiritual desde una entrañable comunión de los santos a la que aportan sus oraciones y sacrificios, y hasta de cuando en cuando se pasan por los pueblos para vivir en vivo y en directo la fe con estas buenas gentes.
Cada cual es dueño de tener sus devociones especiales. Mis debilidades dentro de la corte celestial se las llevan San Isidro y San José.
Es pregunta que me hacen de vez en cuando, entre otros, algunos compañeros sacerdotes. Viene, yo creo, esta pregunta, porque estamos contagiados de una mentalidad mundana según la cual todo se valora en clave de eficacia, y de una mentalidad eclesiástica inclinada a valorar el trabajo del sacerdote en clave de misas, confesiones, reuniones, papeles, asambleas, coordinaciones y mucha puesta en común. Con estas claves, evidentemente no es fácil comprender el trabajo pastoral en pueblos de pocos habitantes.
Estando en la parroquia de la Beata Mogas, en Tres Olivos, en Madrid, teníamos la costumbre de celebrar la primera misa del domingo “ad orientem”. En su momento expliqué en el blog el





