Elucubraciones sabatinas sobre el lavatorio de los pies del papa Francisco
Francisco es el papa de los gestos sorprendentes. Entre otros, desde el primer año de su pontificado quiso realizar el gesto del lavatorio de los pies del jueves santo en lugares de especial sufrimiento, como ha sido este año la cárcel Regina Coeli, donde lavó los pies a doce detenidos, entre los cuales un ortodoxo, un budista y dos musulmanes.
Acostumbrados al gesto del lavatorio en San Juan de Letrán donde los elegidos solían ser sacerdotes ancianos, no cabe duda de que el gesto remueve.

No es fácil realizar el signo del lavatorio en la misa “in coena Domini” cuando celebras en una pequeñísima parroquia, creo que ayer no llegamos a las cuarenta personas en La Serna, y cuando, además, resulta que hacía años que no se realizaba el rito. No me vengan ahora los puristas con especialísimas exigencias.
Dicen que en qué se entretiene un cura de pueblo. Pues, por ejemplo, en leerse los libros sacramentales, especialmente los de difuntos.
Esta mañana, domingo de ramos, he celebrado tres misas con su correspondiente bendición de ramos en cada una de ellas. Además, he presidido a primera hora de la mañana el entierro de un vecino. Cosas normales.
Por supuesto que esto no es un blog de política y mucho menos de políticos, aunque tendrán que reconocerme que hasta de la política aprende uno cosas para la vida, los principios y hasta la fe.