La vida parroquial es una cosa muy simple
Quizá es que en la medida que uno va cumpliendo sus años las cosas se terminan haciendo cada vez más simples. O que uno se va haciendo cómodo, que también pudiera ser. Pasaron, a mí se me pasaron, los años en que todo el objetivo de la parroquia era hacer cosas, muchas cosas, mil actividades, cien grupos, movimiento, todo el día estresados, todo el día a carreras. Ya saben lo que es eso: de la catequesis a los scouts, de los jóvenes al grupo de manualidades, de la vida ascendente al grupo de liturgia, de la revista al reparto de alimentos, del teatro al ensayo, del ensayo a la misa.
Parroquias con mil actividades, doscientos grupos y creativas. Sobre todo, creativas y participativas. Comisiones, consejos. De junta en junta, de reunión en reunión.
Hoy cada vez me importan menos los grupos y tengo hecho un voto privado -perdón por la broma- de acudir a las menos reuniones posibles. Mis treinta y tantos años de cura me han conducido a dedicarme a cuatro cosas que entiendo básicas y a poner en ellas el acento. El resto se nos dará por añadidura.

Está siendo noticia estos días la persecución contra D. Claudio Ballester por una homilía de hace algunas fechas. Para nada voy a meterme en el contenido de la misma, pero sí necesito reflexionar sobre algo que tenemos ya sobre la mesa. Se trata de qué hacer cuando se produce un conflicto abierto entre la doctrina de la Iglesia y la ley civil.
Me cuenta un pajarito que, desde la tarde del jueves, y especialmente la mañana del viernes, ha habido “movida” en la basílica de Jesús de Medinaceli.
Ayer me llegaba la foto que ustedes pueden contemplar. Difusora bíblica franciscana. Tienda ubicada en los locales de la Basílica de Jesús de Medinaceli. Dos banderas del orgullo gay bien visibles. Creí que era una broma, un montaje. Gente de mi total confianza hizo una llamada a la parroquia y a la librería. No. No es ningún montaje. Las banderas están colocadas “porque para Jesús todos somos iguales y él no discrimina a nadie”. Palabras textuales de la persona que atendió el teléfono.
En estos días de madrileño jolgorio color arco iris, uno no va a perder la oportunidad de recordar algunas cosas a sus siempre pacientes lectores.





