Lo que mejor funciona en la parroquia lo hace sin apenas reuniones
Es lo que hay, aunque haya gente que no se lo crea.
En la parroquia donde trabaja este su seguro servidor, hay dos cosas que son privilegio, lujo, gracia de Dios y las grandes joyas de la corona. Son, por este orden, la capilla de adoración perpetua y el economato solidario de Cáritas.
Curiosamente, son las dos obras parroquiales que exigen menos reuniones. La capilla de la adoración perpetua lleva funcionando desde hace cuatro años y medio sin que el Santísimo haya estado solo NI UN INSTANTE. El grueso de su funcionamiento lo llevan cuatro coordinadores de turnos que llevarán sin una reunión formal más de un año. Están en continua comunicación por medio de correo, teléfono y WhatsApp y lo mismo conmigo. Eso sí, hablamos bastante porque nos vemos, nos encontramos. Pero reuniones oficiales, un año sin tenerlas.

Ante todo, que no tiemble vuestro corazón, amigos y hermanos curas del arciprestazgo, porque con la fama que tengo, algunos se habrán puesto de los nervios al descubrir que hoy escribo de los curas de mi zona.
Estoy convencido de que la capilla de adoración perpetua de la parroquia es lo mejor que tenemos, con mucha diferencia, y lo que está dando y dará grandes frutos.
Me decía Rafaela que hay gente que vive haciendo lo que le da la gana gracias a la educación y la prudencia de los demás. Por eso me llaman deslenguada, me decía, por no callarme como el resto, que encima nos toman por tontos.
Sé que voy a rozar lo prohibido y tocar el ultimo tótem, porque en este mundo eclesial nuestro hay cosas y personajes que han adquirido el estatus de la intangibilidad, la infalibilidad, la altura de la santidad ya en este mundo y la garantía de que nadie cuestione su vida y su obra. A ver quién tiene las narices, por ejemplo, no de decir una palabra, sino de hacer siquiera un levísimo gesto de desagrado ante el P. Ángel. No digamos si encima está de visita a don Pedro Casaldáliga. No digamos si además todo esto lo hace acompañado por José Manuel Vidal. Los intocables.





