Conferencia episcopal japonesa: humor amarillo
Desgraciadamente, los católicos en Japón son la nada, en torno a quinientos mil, que no llegan ni siquiera al 0,5 % de la población. Dieciséis diócesis y supongo que una veintena de obispos, entre residenciales y eméritos. La situación de la Iglesia católica nada floreciente. Incluso disminuyendo el número de fieles. Pues trabajo tienen los obispos.
Tienen, o deberían tener. Porque me da que sus excelencias reverendísimas están bien ociosos, bien despistados, desganados o con ganas de titular. Eso sí, humor, a raudales.
Acaba de publicar la conferencia episcopal japonesa un mensaje dirigido, nada menos, que “a todos los pueblos del mundo, habitantes de la casa común de nuestro planeta”. Una revolución mundial comenzando por Estados Unidos y Rusia, que ha provocado una conferencia por teléfono directo entre Putin y Trump que han quedado impresionados. Creo que en Krakatoa no salen de su asombro y en la selva amazónica han parado hasta las más humildes barcas de pesca para escuchar tan solemne proclama.

Amenaza. A eso ha sonado lo que ayer mismo monseñor Pío Vito Pinto, Decano de la Rota Romana, máxima autoridad de la Iglesia católica en procesos de nulidad, afirmó en su conferencia en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid. De manera enérgica y empleando un tono fuerte, ha dicho que los cuatro cardenales que han escrito al Papa Francisco, pidiendo que aclare algunas dudas sobre su exhortación apostólica Amoris Laetitia, han incurrido en un grave escándalo al hacer pública esta carta a través de los medios de comunicación. Nos lo cuenta
El día en que anuncié que comenzábamos una misa semanal ad orientem en la parroquia, no faltaron comentaristas que me pidieron que hiciera el favor de contar cómo había ido. Pues encantadísimo de hacerles llegar noticias del evento.
Tan tranquila estaba sor Visitación de la Santísima Trinidad junto al torno, repasando unos purificadores mientras rezaba sus consabidos padrenuestros por las ánimas del purgatorio e incluso daba una cabezadita de cuando en cuando. Invierno, braserito a la antigua, silencio… y hasta el gato ronroneando.