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8.10.11

Beata Ana María Janer: La caridad hecha sonrisa

Como presbítero de la Diócesis de Urgell creo que es obligado escribir hoy en mi blog una breve crónica sobre el gran acontecimiento que hemos vivido en la capital de nuestra diócesis. Su Eminencia el Cardenal Angelo Amato, en nombre y representación del Santo Padre, ha presidido la solemne Santa Misa y Beatificación de esta nueva Beata.

El día 11 de enero de 1885, en Talarn, histórica Villa situada junto a la Ciudad de Tremp, Ana María Janer Anglarill, poco antes de entregar su alma a Dios, expresó su último deseo de morir sobre el desnudo suelo como penitente por amor a Cristo. Culminaba así una trayectoria vital de probada santidad: de correspondencia fiel al Amor de Dios.

Ana María, la nueva beata, había nacido el 18 de diciembre de 1800 en Cervera. Entró como Hermana de la Caridad en el hospital de Cervera donde se entregó al cuidado de los enfermos y a la educación de las niñas, en momentos especialmente difíciles marcados por las llamadas guerras carlistas y civiles que ensangrentaron la historia de España en el siglo XIX. En 1836 el gobierno liberal decretó la supresión de las órdenes religiosas, la confiscación de los bienes eclesiásticos y la expulsión de las comunidades religiosas de las obras sociales y educativas que hasta entonces sostenían. Nuestra historia es rica en tropelías de éste género.

Acabada la guerra Ana María conoció el exilio en Francia hasta 1844. En 1849 Ana María se ofrece como voluntaria para trabajar como Hermana en la institución de caridad en la casa de Misericordia de Cervera. Durante diez años atendió amorosamente a los huérfanos de aquella casa, a los niños de familias muy pobres, a los jóvenes discapacitados sin esperanza y a los ancianos. En su entrega hacía realidad esta presencia constante de la Iglesia de Jesucristo en la vida de los más pobres.

El gran obispo de Urgell que fue Josep Caixal llamó a Ana María en 1958 para hacerse cargo de la dirección del hospital de la Seu d’Urgell. Allí fundará un año más tarde su propio Instituto y en 1860 recibe la aprobación diocesana del nuevo Instituto dedicado a la asistencia de pobres y enfermos y a la enseñanza de la infancia y de la juventud marginada. Ana María, en una actividad incansable, fundó colegios, hospitales y casa de caridad en las diócesis de Urgell, Solsona y Barcelona.

El período revolucionario comprendido entre 1868 y 1975 representó un duro golpe para las obras de Ana María. Entre 1874 y 1880 afrontó también Ana María otro tipo de luchas y pruebas en las que manifestó su gran sentido de Iglesia, su silencio y obediencia. En 1879, Mons. Casañas, nuevo Obispo de Urgell y posteriormente creado Cardenal, reorganizó la vida del Instituto de Ana María y ésta, a sus ochenta años, en merecido reconocimiento, es nombrada primera superiora general. Pasa sus últimos años en la casa de Talarn siendo ejemplo de luminosa caridad.

El Cardenal Amato, en su hermosa homilía, ha presentado a la nueva Beata como “brújula poderosa que nos orienta hacía Dios” y ha alentado a sus hijas, las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell, a seguir su estela luminosa y a saber dar respuesta a las nuevas pobrezas inspirándose en la vida ejemplar de su Fundadora.

La Eucaristía, el amor y la contemplación del Misterio del Corazón Traspasado de Cristo en la Cruz y el amor filial a la Virgen María alimentaban a la Sierva de Dios, hoy nueva Beata de la Iglesia, y sostenían su fe. Una fe fundada en la esperanza y sustentada por su caridad heroica hacia los más pobres y abandonados, y también por la práctica de las virtudes de la virginidad consagrada, la obediencia eclesial, la pobreza evangélica y la humildad y amabilidad de corazón.

Un momento profundamente emotivo de la histórica celebración que hemos vivido hoy en la Seu d’Urgell ha sido cuando se ha descubierto el retrato de la nueva Beata. En su rostro aflora una dulce sonrisa, serena y profunda que brota de la profundidad de un corazón que se ha identificado y configurado totalmente con el Corazón de Cristo. La caridad hecha sonrisa.

Contemplando la vida extraordinariamente ordinaria de esta religiosa buena, humilde y fiel, podemos entender lo que la Iglesia ha plasmado en un gran documento que debe inspirar constantemente la renovación de la vida consagrada en nuestros tiempos: la exhortación apostólica Vita Consecrata.

La nueva Beata es un regalo de Dios. En primer lugar para el Instituto por ella fundado. Ana María es un referente constante de fidelidad y renovación. Pero también es una regalo para la Iglesia de Urgell en particular y para toda la Iglesia en general. Allí donde pasan los santos la vida cristiana se renueva.

La celebración ha sido espléndida. Una inmensa carpa ha sido hoy prolongación de la antigua y bellísima Catedral románica de Urgell, incapaz de albergar los cerca de cinco mil asistentes. El Arzobispo Obispo de Urgell, Mons. Joan Enric Vives, con casi veinte obispos, entre ellos el Nuncio Apostólico en España y todos los de las diócesis de Catalunya, y más de doscientos sacerdotes, presidiendo la Eucaristía Mons. Amato que ha hablado en un perfecto catalán y español, son una buena muestra del acontecimiento vivido en esta pequeña y humilde, pero rica en historia, tradición y santidad, diócesis de los Pirineos.

A Ana María Janer le tocó vivir tiempos muy difíciles y tuvo que superar todo tipo de dificultades. En los difíciles tiempos que nos toca vivir también a nosotros el ejemplo de vida de la nueva Beata nos da coraje y esperanza y nos recuerda que si nos mantenemos fieles al Amor de Dios todo lo superaremos.

Beata Ana María Janer, ¡ruega por nosotros! Y haz que como tu, sepamos “amar y servir a Jesucristo siempre y en todo”.

Una muy cordial felicitación a las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell, muy especialmente a las que trabajan en el Principado de Andorra.

Dr. Joan Antoni Mateo Garcia
Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Urgell

20.09.11

Retorno (urgente) a la Doctrina

La última consulta que he recibido para la sección de El Consultorio del semanario Cataluña Cristiana me la envía una simpática abuela que está preocupada por la ignorancia doctrinal que manifiestan hoy muchos católicos. Mi último post sobre las desafortunadas doctrinas de Teresa Forcades provocó una auténtica tempestad mediática en el Principado de Andorra. Artículos, cartas… La verdad es que he quedado maravillado que mi escrito desde este humilde sitio en la red haya tenido tanta repercusión mediática. Me enviaron unos amigos recortes de prensa sobre el debate suscitado y confieso que he quedado perplejo de leer tantas estupideces sobre temas de fe y de moral. Un “periodista” , por haber defendido principios fundamentales de la fe católica, me calificaba como “guardián (rancio) de la fe (rancia)". Ignora que lo único “rancio” que me gusta es el buen vino rancio y que con mucha probabilidad su estilo periodístico sí que es “rancio": tendencioso y manipulador de la verdad.
Ciertamente, la formación doctrinal es más urgente que nunca. Dicho esto ofrezco a los lectores la pregunta y respuesta sobre el tema.

DOCTRINA

Me gustan mucho sus respuestas porque nos da doctrina de forma amena. Yo no sé si estoy pasada de moda pero encuentro mucho a faltar la formación doctrinal. En los sermones y en la catequesis creo que se da poca doctrina. Tengo un nieto que se prepara para la confirmación y alguna vez le pregunto cosas muy elementales del catecismo como qué hay que hacer para realizar una buena confesión y la verdad es que se queda en blanco. ¿No cree que nuestros jóvenes necesitan una mayor formación doctrinal?

No sólo lo cree usted y yo, sino que ésta es una preocupación de la Iglesia. Y no sólo para los jóvenes, sino para todos. Una experiencia cristiana que quisiera prescindir de una sólida formación doctrinal estaría abocada al fracaso. Hay una gran ignorancia religiosa. Muchos católicos resbalan en cuestiones fundamentales de fe y de moral y quedan descolocados en debates de gran actualidad e importancia. Se impone seriamente el retorno de la doctrina. En la catequesis, en la predicación hay que exponer de manera pedagógica los grandes contenidos de la fe y las exigencias de una vida cristiana en todas sus dimensiones. Hace muy poco, el Papa Benedicto XVI, en el prólogo que ha hecho al Youcat (Catecismo para los jóvenes) escribía: “Tenéis que saber qué es lo qué creéis. Tenéis que conocer vuestra fe de forma tan precisa como un especialista en informática conoce el sistema operativo de su ordenador, como un buen músico conoce su pieza musical. Sí, tenéis que estar más profundamente enraizados en la fe que la generación de vuestros padres para poder enfrentaros a los retos y tentaciones de este tiempo con fuerza y decisión…Por eso os pido: ¡estudiad el Catecismo con pasión y constancia! ¡Dedicadle tiempo!”. Sería muy provechoso para todos acoger esta invitación del Santo Padre. El texto del Youcat me parece precioso para la formación doctrinal seria y con garantías de nuestros jóvenes y de la mayoría de adultos.

12.08.11

Teresa Forcades: una activista con hábito... ¡y de mucho cuidado!

Teresa Forcades, una activista con hábito

A inicios de esta semana estuve un par de días por el Principado de Andorra, concretamente en Escaldes-Engordany, donde inicié mi ministerio sacerdotal y permanecí durante ocho años. Me hospedé en casa de una familia con quien mantengo una gran amistad. Durante la cena me comentaron un programa que acababan de ver en TV3, la televisión catalana. Se trataba de una larga entrevista de casi una hora a Teresa Forcades, monja benedictina de Montserrat.

Aquella familia, buenos andorranos y buenos católicos, quedaron muy perplejos, diría escandalizados, por las declaraciones de Forcades. Me dijeron: ¿Y esta monja es la que va a venir para la conferencia con motivo del XC aniversario de la coronación de la Virgen de Meritxell? Pues sí, esta buena monja que ama de las delicias de la clausura también va a tener que ir a Andorra, invitada por el Rector del Santuario de Meritxell, a impartir su sabiduría teológica y espiritual.
¡Mira que hay teólogos serios especialistas en mariología en España! Pues hay que buscar el último grito del momento, el espectáculo que vende, no lo que realmente edifica la fe y la unidad de la Iglesia. ¡Qué la Verge de Meritxell conceda sensatez!

Dejemos de lado estas cuestiones y vayamos al grano del asunto. Miré el archivo correspondiente de la entrevista en la web de TV3 y la seguí con atención. Los lectores pacientes pueden ver esta entrevista en el siguiente enlace: http://www.tv3.cat/videos/1313539/Teresa-Forcades-una-activista-amb-habit. Me recordaba mucho otra entrevista de la que me ocupé en su momento en un artículo muy visitado en este blog. Me pregunto si era la misma entrevista que la habían repuesto. El caso es que el programa fue visto por una gran audiencia y ha sembrado la consiguiente confusión.

Una gran parte de la entrevista se centra en temas médicos y farmacéuticos que no me corresponde analizar. Lo dejo a la comunidad científica correspondiente. Otra parte, al final, se centra en disquisiciones de teología feminista, de las que tampoco me voy a ocupar.

Me voy a centrar en dos temas que se trataron en medio del diálogo y sobre los que Forcades vertió opiniones de extrema gravedad y en abierto contraste con la enseñanza del Magisterio de la Iglesia.

Fue preguntada en primer lugar por la píldora del día después. Dijo Forcades que en el hospital donde ella trabajaba en EEUU esta píldora se daba sistemáticamente sin decirlo después del caso de una violación. Según Forcades con este protocolo “la atención médica procuraba que el posible óvulo fecundado como consecuencia de la relación sexual forzada no pudiera anidarse y continuar el embarazo”. Reconoce pues Forcades el mecanismo abortivo que puede tener la píldora. Con todo, le parece “una práctica basada en criterios humanitarios” y que es este caso cree plenamente justificada.

El disenso con la doctrina católica no puede ser más evidente. No cabe ninguna excepción en la consideración moral del aborto. Nunca es lícito, recuerda la Evangelium Vitae, atentar de manera directa contra la vida de un ser humano inocente. Y no se corta Teresa Forcades al decir que, en este caso, la píldora del día después “es una posibilidad que yo quisiera que fuera conocida por todas las mujeres y que estuviera al alcance de todas ellas”. ¡Hermana, se expresa usted con meridiana claridad!

Asombra igualmente la justificación teológico-feminista que hace Forcades del aborto. Es algo inaudito que llega a superar la mismísima última y perversa ley que erige el aborto en un “derecho” de la mujer. Aquí hace Forcades un razonamiento de lo más tortuoso que nunca he visto. Según ella, la consideración de aborto en cuanto que supone la eliminación de una vida humana no es comparable con ninguna otra situación en que se dé esta triste realidad de quitar la vida a un ser humano. ¿Por qué? Según esta inefable benedictina la relación que se establece entre el feto y la madre es una relación única porque la vida del feto depende de tal forma de la madre que podemos entender que Dios ha puesto la supervivencia del feto en manos de la madre hasta que éste no es viable. Y de ahí concluye que nadie puede quitarle este derecho. Si la madre decide interrumpir esta relación con su hijo quitándole la vida, dado que es un caso especialísimo no comparable a ningún otro, hay que respetar, hay que callar. ¡Qué descansada te has quedado hija mía! Si toda tu sabiduría conduce a esta aberración, apaga y vámonos.

Quiero citar un comentario a la entrevista que aparece en la misma web de TV3. Dice así: “Poco dura esa de monja. Cuando uno tiene ideas personales que no coinciden con alguna ideología como la católica, se marcha uno para vivir y agarrar fama por su cuenta No implica a nadie en su rumbo. Lo de la farmacéutica está bien y no choca contra nada Lo del aborto es herejía, y ya se puede ir cuando quiera o que la echen Decir que un niño es de la madre mientras permanece dependiendo de ella, es como decir que se le puede matar con tres años porque depende aun de ella. Un sofisma y una exhibición de personalismo y vanidad”. ¡Qué bien ha visto el percal este televidente! Por cierto, en los planteamientos de Forcades parece que la mujer engendra sin concurso de varón. ¿No le parece hermana que el padre también tiene algo que decir?

Una observación final: Cuando el entrevistador le pregunta a Forcades si no la “riñen” por decir estas cosas que van de forma tan evidente contra la doctrina católica, Forcades nos sorprende nuevamente. Dice que como todo esto lo afirma a título de opinión personal, y no tiene responsabilidades docentes y pastorales (¡A Dios gracias!) pues puede estar tranquila. ¡Por Dios! ¿Y su condición de católica y religiosa que debe aceptar la enseñanza de la Iglesia y más en materia tan grave? Teresa Forcades, sepa que estas opiniones no sólo son incompatibles con responsabilidades docentes y pastorales en la Iglesia, sino con la misma identidad católica más elemental.

¿Es posible que no se dé cuenta esta monja del mal que está haciendo a la causa de la vida? ¿Se cree Teresa Forcades que la invitarían a estos programas si no fuera monja benedictina? Tal vez sin serlo ni pretenderlo se esté convirtiendo en un paladín, en un apóstol de esta realidad tan oscura y sórdida que es la cultura de la muerte.

El título de este post es el que figura literalmente en el programa televisivo en cuestión: una activista con hábito. ¿A qué causa sirve?

9.07.11

JMJ: Los jóvenes son evangelizados

JMJ: LOS JÓVENES SON EVANGELIZADOS
Breves reflexiones sobre pastoral juvenil

A las puertas de la inminente JMJ que se celebrará en Madrid me gustaría compartir con los lectores del blog algunas reflexiones sobre la evangelización de los jóvenes que es, sin duda, el objetivo fundamental de la pastoral juvenil.

Recuerdo que en las conferencias de Puebla y Medellín se habló de dos opciones preferenciales (que no exclusivas) en la acción pastoral: los pobres y los jóvenes. Parece que pocos se tomaron en serio, durante muchos años, la opción preferencial por los jóvenes.

A nivel de Iglesia Universal, el Beato Juan Pablo II, se tomó muy en serio la opción por los jóvenes y articuló este extraordinario instrumento de pastoral juvenil que es la JMJ. Con razón se ha dicho que estas jornadas han configurado toda una generación de jóvenes en la Iglesia y los frutos son extraordinarios. Puedo comprender muy bien la desazón del enemigo ante el inminente evento y su afán por sembrar cizaña. Me cuesta más comprender la miopía de algunos católicos ante esta espléndida realidad.

Veo la JMJ como una gran misión juvenil donde los protagonistas, instrumentos de la Gracia, son los mismos jóvenes. Los jóvenes que evangelizan y los jóvenes que son evangelizados. JMJ podría muy bien significar “Jóvenes Misioneros de Jesucristo”.

Es un espectáculo conmovedor ver un millón de jóvenes reunidos en torno del sucesor de Pedro, con sus Pastores, rezando, celebrando la Santa Misa, adorando a Cristo Eucaristía, confesándose, compartiendo amistad y experiencias. Se trata de todo un ambiente, es decir, un ámbito vital necesario, para que los jóvenes puedan madurar en su experiencia de fe. Cuando estos chicos y chicas regresan a sus casas, a sus comunidades, muchos se convierten en fermento evangelizador, en auténticos apóstoles para sus jóvenes hermanos. La gracia que Dios concede a la Iglesia y al mundo en estas Jornadas Mundiales de la Juventud es extraordinaria. Un motivo de alegría y esperanza para toda la Iglesia.

Es aleccionador para una pastoral juvenil realista y eficaz constatar algunas realidades que se experimentan en las JMJ: El Papa habla claro y directo, proponiendo toda la grandeza, belleza y exigencia del Evangelio. No se hacen concesiones a la galería y la fe cristiana es expuesta con toda nitidez. Las celebraciones de la Misa y los sacramentos se realizan con todos sus requisitos, sin extravagancias ni arbitrariedades. ¡Cómo contrasta esto con algunas experiencias de pseudopastoral juvenil con doctrina cristiana, moral y celebraciones “a la carta”, según los gustos y conveniencias de los animadores!

No hay duda que en estas JMJ, un elemento decisivo es el grupo de jóvenes que “están preparados”. Normalmente proceden de movimientos y grupos que realizan habitualmente una pastoral juvenil seria y eficaz. Estos jóvenes se reúnen periódicamente para recibir formación católica integral, para celebrar la Santa Misa y los sacramentos y reciben una atención espiritual personalizada. Se les nota. Y su testimonio impacta a otros jóvenes. Recuerdo el testimonio de un grupo de chicos que se acercaron a una JMJ un poco por curiosidad, por ver lo que pasaba, y quedaron asombrados al ver una multitud de jóvenes como ellos rezando en silencio y acudiendo a la confesión. Su estancia en la JMJ marcó un antes y un después en su vida.

Esta reflexión nos hace ver la necesidad de poner unos sólidos fundamentos en la acción pastoral con los jóvenes. Hace poco, un joven obispo, decía que nos tocaría hacer mucha pastoral “sanitaria”, recogiendo tantos jóvenes tirados en la cuneta de la vida, y mirando de hacerles revivir la esperanza de Cristo. Esto es cierto, si bien, muchas veces, lo que se halla tirado en la cuneta es bastante irrecuperable. Sin negar esto, mejor sería apostar por una pastoral “preventiva”, al estilo de Don Bosco. Mejor prevenir que curar. Y para ello tenemos en la vida de la Iglesia y en su experiencia pastoral unos instrumentos que, renovados y puestos a punto, podrían ser la base de una pastoral juvenil digna de este nombre.

Leía hace un par de años en un informe que los chicos y chicas españoles pierden la fe a los trece años como promedio. Habría que matizar esta afirmación. Tal vez nunca han tenido en realidad esta fe y lo que sucede es que se distancian de una vivencia cristiana que no es significativa en sus vidas. Otras veces, es el ambiente que los devora, como aquellos tiernos brotes que son ahogados por las espinas, según la parábola del Señor. Lo cierto es que en muchos ambientes, cuando chicos y chicas empiezan la enseñanza secundaria, desaparecen de la celebración de la Eucaristía y éste es un indicador importante. También sucede que en otros ambientes, estos mismos chicos y chicas perseveran en la fe, en la formación y celebración. Y todo esto no sucede por casualidad.

Allí donde hay una familia cristiana en la que los padres viven con gozo y testimonian con naturalidad su pertenencia a Cristo, con muchas probabilidades se realizará la transmisión de la fe que es la suprema misión de unos padres cristianos: pasar la antorcha de la fe a los hijos. Esto nos hace ver la importancia capital de poder organizar una verdadera pastoral familiar para que las familias reciban la ayuda necesaria para su difícil y apasionante misión. Juan Pablo II dijo en una ocasión: “La pastoral familiar es la quintaesencia de toda pastoral”.
Esta pastoral familiar puede muy bien articularse en torno a los momentos decisivos para la construcción de una familia y la iniciación cristiana de los hijos. La preparación seria al matrimonio, el acompañamiento pastoral del mismo y unos sacramentos de iniciación cristiana que realmente inicien a la vida cristiana son elementos imprescindibles en lo que podemos llamar “pastoral juvenil remota”.

La catequesis y la clase de religión en todos sus niveles pueden ser elementos determinantes para construir una personalidad cristiana o para dejar el campo sembrado de sal. Todo depende cómo se haga. Algunos Obispos españoles han reclamado últimamente la atención sobre la clase de religión en la escuela recordando elementos tan importantes como la competencia e idoneidad del profesorado y la clara identidad católica de sus contenidos. Este es un campo en que nos jugamos mucho y sabemos que el enemigo no cesa de hacer su siembra siniestra y eficaz en los corazones más jóvenes ante la alarmante pasividad de muchos padres y educadores.

Hay mucho por hacer y hay que hacerlo lo mejor posible. La JMJ que se celebrará en nuestro país va a ser, sin duda, para la Iglesia en España y en el mundo entero, un momento de gracia para la acción pastoral con los jóvenes. El Papa nos va a dejar una hoja de ruta segura para el trabajo pastoral. ¡Qué sepamos aprovecharlo!

10.05.11

La cruz que me bendijo Juan Pablo II. Breve evocación personal

La cruz que me bendijo Juan Pablo II. Breve evocación personal

Tengo siempre sobre mi escritorio una cruz de bronce que posee un gran valor para mí: El Papa Juan Pablo II me la bendijo personalmente hace ya años al final de la visita Ad Limina de mi Obispo, Mons. Juan Martí. Al final de la audiencia pude saludar al Papa y le pedí que me bendijera la cruz. Me puso su mano sobre mi hombro mientras yo le presentaba la cruz y la bendecía. Era un hombre que irradiaba a Cristo. Siempre tengo en la memoria aquel inicio de pontificado cuando el nuevo Papa venido de Polonia gritaba: “No tengáis miedo, abrid las puertas a Jesucristo”. Luego, en 1984, tuve mi primer encuentro personal con él. Yo era entonces seminarista y estaba iniciando mis estudios de licenciatura en teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Aquel mes de noviembre tenía lugar un gran acontecimiento: un sacerdote de mi pueblo, de Tremp, iba a ser proclamado beato. Se trataba de José Manyanet, hoy San José Manyanet, fundador de dos congregaciones (Hijos e Hijas de la Sagrada familia) y gran inspirador de Gaudí para construir el espléndido templo de la Sagrada Familia de Barcelona. En aquella ocasión tuve la alegría de ejercer de acólito en la ceremonia de beatificación. Su saludo era siempre cálido y muy personal, aunque tuviera que hacerlo a centenares de personas. Luego, ya ordenado sacerdote, puede concelebrar la Santa Misa con el Papa en diversas ocasiones. Algunas muy íntimas como las de su Capilla privada, en la Misa de diario, donde estábamos pocas personas. Otras veces, en San Pedro u otra gran basílica romana. Siempre me impresionó la piedad y devoción de Juan Pablo II celebrando la Santa Misa. Con su gesto personal y con su rico magisterio a los sacerdotes, el Papa nos enseñaba que la Santa Misa está en el mismo corazón del sacerdocio católico y que celebrarla con fe, devoción y piedad, los sacerdotes podemos ejercer nuestro mayor servicio al Pueblo de Dios.
Recuerdo su capacidad de comunicarse y empatizar con todos: jóvenes, niños, ancianos. Todo brotaba de la autenticidad de su corazón.
Recuerdo su gran espíritu de oración. Nos impresionaba llegar a su capilla del Palazzo Apostólico y verle arrodillado ante el sagrario preparándose para la Santa Misa. Después de la sagrada comunión, otra vez una intensa oración y de nuevo al finalizar, una sentida acción de gracias. ¡Vaya catequesis que nos dio a los sacerdotes con su ejemplo! Y ¡la que se montó el día en que se puso en el confesionario de la Basílica Vaticana!
Magisterio firme, claro, valiente, sin concesiones a la galería. Líder moral mundial indiscutible. Acogedor y animador de los nuevos carismas que el Espíritu ha suscitado y que han rejuvenecido la Iglesia.
Heroico en el cumplimiento del deber y de la misión encomendada, hasta el final.
Cada día beso con reverencia esta preciosa cruz bendecida por un beato y le encomiendo mis apostolados sacerdotales. No tengo ninguna duda sobre su santidad y confío que esta cruz será un día una cruz bendecida por un Santo.