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12.12.13

La mujer en la Iglesia

Mulieris dignitatem, y VI.

La mujer fue la primera que vio el sepulcro vacío, la primera en escuchar de los ángeles la noticia de la Resurrección, la primera que divulgó la noticia del triunfo de Cristo. Jesús la escogió, prefiriéndola a los varones, hasta a los Apóstoles mismos.

Inmensa la importancia que dio Jesús a la mujer en aspectos importantes de su vida y, su Misión salvadora, ya que la constituye como discípula, como a la samaritana, pecadora, que se convierte en predicadora de Cristo: es éste un acontecimiento insólito si se tiene en cuenta el modo usual con que trataban a las mujeres los que enseriaban en Israel puntualiza Juan Pablo II (15). Conocer a Jesús, admirar sus prodigios, recibir sus confidencias, desear su triunfo en las personas, defender los intereses divinos, propagar la bondad de Jesús que anhela salvar a todos: son etapas de la actuación de la discípula de Jesús que puede ser la más humilde y despreciada mujer.

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29.11.13

Respeto por toda mujer

Mulieris dignitatem, V

Es una autentica revolución social la forma respetuosa en que Jesús tra­ta a toda mujer. Sí que hubo en la historia mujeres que destacaron por su poder, su talento y su dominio, pero fueron escasas excepciones, ya que el gé­nero femenino en general fue relegado a trabajos serviles.

En la Mulieris dignitatem, Juan Pablo II subraya: En las enseñanzas de Jesús, así como en su modo de comportarse, no se encuentra nada que refleje la habitual discriminación de la mujer, propia del tiempo; por el contrario, sus palabras y sus obras expre­san siempre el respeto y el honor debidos a la mujer. La mujer encorvada es llamada “hija de Abraham” mientras en toda la Biblia el título de“hijo de Abraham” se refiere solo a los hombres. Recorriendo la vía dolorosa hacia el Gólgota, Jesús dirá a las mujeres: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí". Este modo de hablar sobre las mujeres y a las mujeres, y el modo de tratarlas, constituye una clara “novedad” respecto a las costumbres dominantes en­tonces (13).

tenía Jesús en su mismo hogar, y como madre suya, a una mujer ín­tegra, que era toda la ley puesta en práctica, y en la que había leído, al abrir sus ojos infantiles ,la grandeza de espíritu de una criatura que se po­nía voluntaria y exclusivamente al servicio de los designios divinos.

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22.11.13

Preferencia por la mujer

Mulieris dignitatem, IV

La impronta pontificia de Juan Pablo Magno la sintetiza su lema mariano-montfortiano: «Totus Tuus» («Soy todo tuyo María»), consecuentemente, todo lo que escribió y dijo de la mujer lo expresó con la mirada puesta en María.

Las más bellas páginas de intimidad de Jesús son con la mujer. No conocemos los detalles de su relación con su Madre, que, conocidos a los dos en su inigualable santidad, se verificaría en un clima de admiración mutua, de respeto extremo, de cariño desbordante, de fidelidad ejemplar.

Son muchas las mujeres relacionadas con Jesús, a las que trata como no era usual en su época, y no solo en privado sino en público, porque desea introducir una nueva conducta respecto a la mujer, aún contra las tradiciones seculares de su Pueblo de Dios.

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30.10.13

Maternidad, el mayor tesoro

Mulieris dignitatem (III)

Juan Pablo II recordó en la Mulieris dignitatem II varios documentos, entre los que destacan la «Pacem in terris» de Juan XXIII y fragmentos del Concilio Vaticano II; es Pablo VI quien creo una «Comisión para la promoción y responsabilidad de las mujeres», fundado en su afirmación: En efecto, en el cristianismo, más que en cualquier otra religión, la mujer tiene desde los orígenes un estatuto especial de dignidad, del cual el Nuevo Testamento da testimonio en no pocos de sus importantes aspectos; es evidente que la mujer está llamada a formar parte de la estructura viva y operante del Cristianismo de un modo tan prominente que acaso no se hayan todavía puesto en evidencia sus virtualidades.

Juan Pablo II hace suyas dichas citas y afirmaciones. Y desea ir más adelante en el descubrimiento y en la exaltación de las virtualidades femeninas.

Todas las religiones prestigiosas y hasta filósofos independientes se han preguntado sobre el destino del hombre en la tierra. La respuesta es el envío del Salvador, cuya venida y obra constituye el punto culminante y definitivo de la autorrevelación de Dios a la humanidad. Y el Salvador, Dios, es “nacido de mujer” (3).

Y esa mujer que se halla en el corazón mismo de este acontecimiento salvífico acepta su misión, noble y dolorosa; en ese momento, por su voluntaria respuesta, Dios mismo sale al encuentro de las inquietudes del corazón humano. En el acontecimiento, verificado en la oscuridad y soledad de un desconocido recinto de Nazaret, María alcanza tal unión con Dios que supera todas las expectativas del espíritu humano. Supera incluso las expectativas de todo Israel y, en particular, de las hijas del pueblo elegido, las cuales, basándose en la promesa, podían esperar que una de ellas llegaría a ser un día madre del Mesías. Sin embargo, ¿quién podía suponer que el Mesías prometido sería el «Hijo del Altísimo»? Esto era algo difícilmente imaginable según la fe monoteísta del Antiguo Testamento. Solamente en virtud del Espíritu Santo, que «extendió su sombra» sobre ella, María pudo aceptar lo que era «imposible para los hombres, pero posible para Dios» (3).

Ahí queda la dignidad femenina exaltada hasta lo inverosímil.

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23.10.13

Alteza de la Mujer


Mulieris dignitatem (II)

El 1 de septiembre de 2010, Benedicto XVI citando la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem de 1988 de su antecesor Juan Pablo II, exaltó el «genio femenino» al referirse a las virtudes de santa Hildegarda de Bingen, religiosa benedictina y mística alemana, y el ejemplo que las mujeres han dado en la obra apostólica de la Iglesia.

Juan Pablo Magno, empleó el término «genio femenino» por primera vez en la Mulieres Dignitatem.María es el prototipo de la Mujer, ve en ella «la» mujer y en Ella se encarna perfectamente el genio femenino.

Ninguno ignora que en la tradición bíblica -exceptuando la figura excepcional del Salvador, que no admite comparaciones- María, como mujer, es el personaje más venerado, como ha sido la persona más esperada entre; los siglos que median del pecado del paraíso terrenal a la restauración en la Cruz y en la Resurrección.

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