Hay conciencias muertas

El mundo sufre porque tiene que hacer frente a una doble angustia:

La angustia humana con múltiples rostros, que cada día nos estremece en los informativos televisivos por su naturaleza inhumana.

La angustia moral, el sufrimiento de los que ya no saben por qué viven, y, en ocasiones, ponen fin a una existencia que, a sus ojos, ya no tiene razón de ser.

Están los indigentes que carecen de medios para vivir, y los indigentes que se suicidan porque ya no tienen razón alguna para vivir.

¿Dónde estás? Preguntó Dios en el Paraíso al primer hombre. No porque lo ignorase, sino para significar que no le conocía, desfigurado como estaba por la culpa. ¡No te hice yo así. Extraordinariamente más hermoso te hice yo!

La belleza es orden, proporción, colorido. En cambio la fealdad es desorden, desproporción y oscuridad. El desorden consiste en que cada parte no ocupe el lugar propio, la desproporción en que las partes no guarden relación conveniente de tamaño y la oscuridad en la falta de color conveniente.

En la fealdad espiritual:

Desorden; arriba los sentidos y abajo la inteligencia.

Desproporción; un superdesarrollo de lo material y un raquitismo espiritual.

Oscuridad: siendo el hombre razón, donde ésta no brilla no hay hombre sino bestia.

La malicia consiste en que todo esto es voluntariamente querido.

Dice San Pedro Crisólogo:

«En cuanto se aparta el alma sobrevienen al cuerpo el hedor, la corrupción, la podredumbre, los gusanos y tantas cosas horribles a la vista. En cuanto se aparta de Dios inmediatamente entran en el alma, el hedor de los pecados, la corrupción de los crímenes, la podredumbre de los vicios, el gusano de la conciencia, la ceniza de las vanidades, el horror de la infidelidad y en el sepulcro vivo del cuerpo se realizan los funerales del alma» (Sermón 19, MG 52, 252, ss.).

El apostolado brinda la oportunidad de entablar un contacto directo, de alma a alma, de corazón a corazón. Curiosa esta persona que conversando sobre su vida personal repitió varias veces su estribillo: «A mí no me remuerde mi conciencia».

A los fariseos y escribas, a los que tan gravemente condenó Jesús, no les remordía la conciencia tampoco. El señalado interlocutor siguió diciendo: «A mí no me remuerde la conciencia», y podría ser verdad, porque de tanto desoír la voz de la conciencia, puede morir, como voz de Dios en el interior.

La conciencia es la presencia de Dios en el alma, va inspirando lo que cada uno debe practicar en todo momento, señala los peligros para que se aparte de ellos a tiempo, invita a la práctica de las buenas obras, condena las malas dando a las personas una sensación de dolor, de vergüenza y de insatisfacción. Pero las personas pueden acostumbrarse a no hacer caso a su conciencia, a tomar por quimera sus advertencias, a manifestarse a sí mismos que más tarde hará caso a las protestas de su interior.

De tanto despreciar la voz de la conciencia, ésta muere, desaparece. Mi interlocutor era alcohólico, un desastre como familiar, un incompetente en su profesión, un mujeriego, y a pesar de todo salía siempre con el mismo sonsonete: «A mí, no me remuerde la conciencia».

Se le podría finalmente contestar: «Es que Usted ya no tiene conciencia la ha asesinado». El desprecio de la voz de la conciencia, produce la ceguera espiritual, que supone la privación de la luz divina y una perversión positiva del juicio. Dos elementos necesarios para constituir este triste estado del alma:

Primero, vuelve a la inteligencia inepta para recibir las verdades, o al menos para percibirlas de una manera útil, una vez así, ya no saca ningún provecho de los sermones, conversaciones, o lecturas piadosas. Se vuelve impermeable.

El segundo elemento: falsea el juicio sobre las cosas concernientes a la salvación, se atiene a lo falso por verdadero, el mal por bien, la oscuridad por la luz, la duda por la certeza. De la ceguera llega el endurecimiento en la voluntad. Lo mismo que la luz divina excita en la voluntad una cierta disposición para seguir las inspiraciones de Dios, la ceguera espiritual produce el endurecimiento, la obstinación en el mal, de donde se sigue que la voluntad del pecador no se doblega ni por las advertencias venidas del exterior, ni por las inspiraciones internas, ni por las amenazas de Dios.

Muerta la conciencia, no tiene Dios más que el milagro para sacudir y convertir al alma.

 

14 comentarios

  
Roque
Exactamente. Oigo a mucha gente, sobre todo de cierta edad, decir: "Pues lo vivido, vivido está, (hasta ahí estamos de acuerdo), yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida". Realmente a mí me asombra esta forma de expresarse, y siempre digo: "Pues yo, al contrario, tengo tantas cosas de qué arrepentirme!". Supongo que serán formas de hablar, no sé. De esas cosas de las que me arrepiento, algunas fueron errores cometidos por inexperiencia, simples malos cálculos pero otras implicaron decisiones éticas y de esas cosas, (hablemos claro: Pecados), claro que me arrepiento. No sería cristiano si no me arrepintiera, (y lo que me queda, probable y desgraciadamente, de tenerme que arrepentir). Como humano pecador que soy, a mí sí que me remuerde la conciencia y me arrepiento de todos mis pecados aunque espero que el Señor me perdone en su infinita misericordia. Eso creemos los cristianos, eso creemos los católicos. Felicitaciones por el artículo, Germán, estupendo como siempre. Saludos y bendiciones.
03/06/13 10:57 AM
  
Ricardo de Argentina
Excelente artículo que engarza de maravillas con el artículo de humor de Giacomo Biffi de la Revista "FE Y RAZÓN"(ver blog de Daniel Iglesias). La conciencia, que innatamente trae grabada por Dios la Ley Natural, debe FORMARSE, más aún, debe CON-FORMARSE a la Ley Revelada, que la perfecciona y la sublima. Llegado a este punto es entonces una guía (bastante) segura para nuestra conducta. Que no obstante debe someterse en última unstancia a la guía de la Iglesia, que es madre y maestra.
03/06/13 2:31 PM
  
Ricardo de Argentina
Roque, mi párroco - al que considero un excelente sacerdote- comienza sus misas diciendo "Siempre ofendemos a Dios". Y antes solía decirse que los santos ofendían a Dios siete veces al día, ¡cuánto más quienes no lo somos!.
En cambio la conciencia del hombre moderno está DE-FORMADA por la falaz filosofía kantiano-hegeliana, que le susurra que debe ser "auténtico", esto es, que debe moverse por sus instintos animales, los cuales justificarían "per-se" todo lo que haga.
Desde los berrinches consentidos al chiquilín caprichoso, hasta la promoción del gaymonio, del aborto, del cabio de sexo, etc., todo está IN-FORMADO por esa falaz filosofía de corte netamente diabólico.
03/06/13 2:45 PM
  
Franco
Roque, otra cosa bastante curiosa que ocurre, y tiene que ver con lo de no arrepentirse, es cuando a un anciano se le dice que se confiese pero este dice que ya esta viejo para eso, y he conocido un par de casos, crease o no.
03/06/13 3:51 PM
  
Ricardo de Argentina
Franco, más grave aún, yo he sabido de un sacerdote que afirmaba que los niños y los ancianos eran impecables.
En cambio otro buen sacerdote confesaba a los niños desde los 5 años de edad.
En cuanto a los ancianos, su pecado más frecuente es el de la desobediencia, el de la insumisión. Así como el de los adultos es el de la codicia y el de los jóvenes, la lujuria.
Pero los ancianos, además, suelen magnificar en su edad provecta todos los vicios que han arrastrado sin adecuada remisión a lo largo de su vida.
De carne somos.
03/06/13 4:17 PM
  
Luiscar
Por la inclinacion natural del pecado,las personas enterramos la conciencia en la memoria del olvido y echamos paladas y paladas de desden para acallar su voz y no oir su clamor.Por eso la moral se vuelve relativa,relativa al grado de corrupcion de la conciencia.Asi pues,ha de venir Cristo,mediante SU Espiritu Santo,a lavar nuestra conciencia de obras muertas,con SU preciosisima sangre(Hebreos;9;14).
Es la Luz admirable,que nos llama de las tinieblas abismales(1ª de Pedro 2;9),y nos abre los cielos de la Comunion perdida,para Santificacion;"porque sin santidad,nadie vera a Dios"(Hebreos;12;14).

Danos temor de Dios,Señor,que allana los senderos de la recta conciencia.
03/06/13 5:19 PM
  
Franco
Ricardo eso no es nada. Cuando hice mi primera comunion, en la parroquia habia un sacerdote con el que ningun niño queria confesarse. Y habia otro con el que todos se querian confesar(es una forma de decir, aqui en Las Heras no se confiesa mucha gente).
03/06/13 9:27 PM
  
Ricardo de Argentina
"De tanto despreciar la voz de la conciencia, ésta muere, desaparece"

Efectivamente así es. Incluso hay quienes recurren al lavado de conciencias llamado "Psicoanálisis" creado por Freud, a fin de borrar la culpa que resulta de una conducta desordenada, mediante la pulverización de la conciencia.

Pero hay algo que me preocupa mucho más y es lo siguiente: la INCONCIENCIA de muchos sedicentes católicos, parroquianos consetudinarios y amigos de curas. Es un espanto. Y para que se me entienda voy a comentar una conversación que tuve con un conocido feligrés que responde ese perfil mencionado, hace tan poco como hora y media:

_¿Sabías que mi hija, la menor, está noviando desde hace dos años?
_ No, no me había enterado.
_Sí, y me acaba de decir que se quería juntar.¿Te das cuenta? ¡La que le armé! ¡Me tuvo que escuchar! ¿Sabés lo que le dije?

(Aquí yo -que soy un iluso- esperaba algo así como "Te vas a condenar" o "No podrás comulgar" o "¿Cómo te atreves a ofender a Dios de esa manera?".)

_ No, pero me lo imagino._ le respondí.
_ ¡Le dije que no podía ser que nos hiciera eso a nosotros, que somos una familia católica que hemos estado siempre en la parroquia! Le dije que para qué la habíamos mandado tantísimo tiempo a la Iglesia y a una escuela católica, si ahora ella nos salía con esto. ¿Y sabés lo mque me respondió?
_ Bueno, la verdad es que ni me lo imagino.
_ Me dijo que bueno, que se casaba, pero solamente para complacernos y por la fiesta...

¿Qué tal?

Escribo esto todavía conmocionado. Este "católico" de misa casi diaria, un ícono de su parroquia, tiene 72 años, o sea que su conciencia se formó (es una manera de decir) entre las décadas del '40 y del '50, mucho antes de la crisis conciliar. En una época que muchos nostálgicos añoran como muy "tradicional".

Hace unos años yo me asombraba de la "apostasía silenciosa", o sea del abandono masivo de fieles que sufrió la Iglesia en el Siglo XX.
Ahora me asombra que no haya sucedido antes y en mayor medida.
04/06/13 4:02 AM
  
rastri
¿Que si hay conciencia muertas? Y tanto que las hay.

-Y las hay quienes como simiente de cizaña ya nacen muertas, y nuca vivirán. Pueblos, naciones enteras poblando este planeta Tierra, para quienes la conciencia de un Dios vivo creador, judeocristiano carece de sentido

-Son un subproducto en multiplicidad de movimiento genético, estos, los que como cizaña en la noche de los tiempos fueran genéticamente preprogramado e implantado en este campo de trigo llamado planeta Tierra. Para que hasta nuestro días, ellos, creciendo y multiplicándose, con el politeísmo de sus filosofías de reencarnacimiento animal temporal sembraran la duda de la resurrección al verdadero trigo de la Tierra que es el hombre hijo de Dios propiamente dicho.

05/06/13 10:34 AM
  
DavidQ
Quisiera creer que las conciencias no están muertas, sino dormidas y que todavía pueden despertar (¡quiera Dios!).

Todos nosotros, en algún momento de la vida, dejamos dormitar a la conciencia a ratos. Incluso cuando pecamos y nos arrepentimos, estamos tan dolidos del pecado grave cometido, que se nos escapan pecadillos "insignificantes" de los que nos damos cuenta hasta que nos reconciliamos otra vez. La única diferencia entre nuestras conciencias "vivas" y las otras "muertas" viene a ser el grado de vigilia que tiene una contra la otra.

Así que yo creo -espero- que esas conciencias muertas no estén muertas, sino dormidas -como Lázaro- y que una buena llamada de atención pueda hacerlas despertar.
05/06/13 11:38 AM
  
Ricardo de Argentina
Davidq, me parece que el problema no es tanto cuantitativo como cualitativo. Porque conciencia tenemos todos los seres mentalmente sanos, pero varía esencialmente el temor que mueve a una y otras.
Una conciencia católica bien formada tendrá temor de Dios, y en consecuencia tratará de acomodar su conducta a lo que Él manda. Pero una conciencia mundana tendrá respeto por el Mundo y por el Ego. Se cuidará muy bien de no perjudicarse a sí mismo y de no provocar el rechazo, el ridículo o la condenación del Mundo.
Estas conciencias son las "muertas" para Dios, porque sólo pueden redimirse por milagro, como bien acota Germán.
05/06/13 2:07 PM
  
Alf_3
Muy buen artículo y también la mayoría de los comentarios.
La conciencia requiere 'educación' constante. Creo Luis Fernando mencionaba hace poco en otro blog, acerca de 'casuística'. En mi juventud recuerdo que a veces nos reuníamos varios 'cuates' y analizábamos situaciones reales o inventadas. Recuerdo específicamente haberle dado vueltas al sonado caso del avión caído en los Andes, que incluía al equipo de FutBol de la Universidad Católica de Chile. Y varias veces le dimos vuelta al asunto del aborto. Era fin de los años 50's e inicios de los 60's.
Entre los participantes de tales ejercicios ha sido útil en nuestras conciencias, según confirmo al re-encontrar a algunos de ellos y percibir su actitud ahora más cercana a la muerte y/o, ya viudos algunos.
05/06/13 5:18 PM
  
Germán
Una falsa moralidad que proviene de la "completa autonomía de la razón", como denunciara magistralmente el Beato Juan Pablo Magno en la Veritatis Splendor.
No es una moral nueva, no es moral porque sus normas no son rectas ni justas, y no es nueva porque supone la ambición latente de toda persona de querer ser "tanto como Dios", que fue el pecado de origen.
05/06/13 6:51 PM
  
Ricardo de Argentina
Lo interesante y paradójico del caso, Germán, es que la "autonomía de la razón" se produce luego de que la mismísima "razón" (o un pobre resto de ella, si hemos de ser rigurosos) decidiera autolimitarse a lo material y autoexcluirse de poder conocer más allá de más Física, de poder acceder a los conocimientos de la Metafísica. Ése fue el trabajo de Kant: decidir dogmáticamente que la razón no puede conocer "la cosa en sí" sino sólo "fenómenos", excluyendo dogmáticamente el poder conocer los entes metafísicos, como las esencias o los universales.
Los postulados de Kant fueron prolijamente impuestos en el pensamiento occidental, de manera de constituirse en la última instancia intelectual y fuente de una supuesta "moralidad laica". En eso estamos.

La paradoja es que ha sido necesario amputar caprichosamente las capacidades de la razón para llegar a concluir que la razón es autónoma.
Y ello es así porque la Razón -con mayúsculas- es capaz del conocimiento metafísico y mediante el mismo, es capaz de conocer la existencia de Dios. De lo que se deduce inmediatamente que la Razón de la Criatura no es ni puede ser autónoma frente a su Creador.
05/06/13 9:21 PM

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