En respuesta a carta abierta de anciana de 85 años a Mons. Munilla
María Victoria Gómez ha escrito una carta abierta dirigida a Mons. Munilla que ha sido publicada en Redes Cristianas: http://www.redescristianas.net/2011/07/28/carta-a-munillamaria-victoria-gomez/
(la misma que se ha unido al boicot contra la visita del Papa a España para la JMJ bajo el lema “De mis impuestos, el Papa cero”), en la cual, en medio de un respetuoso reproche, menciona lo siguiente:
“Deseo recordarle lo que el Foro de Curas de Madrid escribió a propósito de su nombramiento: “La elección de los obispos, según la Tradición de la Iglesia, era hecha con la presencia y participación de presbíteros, los obispos más cercanos y, sobre todo, del pueblo cristiano, ya que éste era quien más y mejor podía conocer la conducta del candidato y así poder aceptarlo o repudiarlo. Este protagonismo del Pueblo de Dios era considerado de tal importancia que se llegaba a decir: “Elegir sin el pueblo, es elegir sin contar con Dios”. “Nadie sea dado como obispo a quienes no lo quieran. Búsquese el deseo y el consentimiento del clero, del pueblo y de los hombres públicos (ordinis )” (Papa Celestino I). • “No se imponga al pueblo un obispo no deseado ” (San Cipriano, obispo de Cartago, Carta 57.3.2). (18 de Diciembre de 2009) .”
No es la primera vez que se menciona la elección episcopal en los primeros siglos del cristianismo, otros autores han utilizado los mismos argumentos y dicen que la Iglesia nombra hoy a sus obispos “en contra de la Tradición de la Iglesia”. Es en ese sentido que esta afirmación requiere de una clarificación del contexto histórico.
La recomendación de Cipriano, Celestino I, y otros, tiene como base la recomendación de San Pablo en la primera epístola a Timoteo (1 Timoteo 3):
“Si alguno desea el episcopado, buena obra desea: pero es preciso que el obispo sea:
- irreprensible
- marido de una sola mujer
- sobrio
- sensato
- educado
- hospitalario
- capaz de enseñar
- ni bebedor ni pendenciero, sino indulgente
- enemigo de querellas
- no amigo del dinero
- que sepa gobernar bien su propia casa, que tenga los hijos en sujeción pues - quien no sabe gobernar su casa, ¿cómo va a cuidar de la Iglesia de Dios?
- Que no sea un neófito, no sea que, hinchado, venga a incurrir en la condenación del diablo
- Conviene asimismo que tenga buena reputación ante los de fuera, porque no caiga en descrédito y en las redes del diablo”
Por eso la elección de los obispos se hacía con “la presencia y participación de presbíteros, los obispos más cercanos, y el pueblo cristiano”, porque, siguiendo el consejo del apóstol, el candidato a obispo debe ser una persona irreprensible, es decir, de conducta moralmente intachable, y el pueblo podía conocer, como dice la Sra. Gómez, más y mejor “la conducta del candidato y así poder aceptarlo o repudiarlo”.