22.12.22

Onésimo García habla de Las reglas del soldado de Cristo, basadas en el espíritu ignaciano y el castrense

Onésimo García. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria por motivos laborales se trasladó a Madrid donde actualmente trabaja y reside.

Habiendo recibido una oferta de Círculo Rojo para publicar un libro se animó a ofrecer el que tenía escrito que vio podría ser útil a no pocas almas. De ahí nació el trabajo de transcribirlo y adaptarlo al público para que llegando a manos del lector le fuese ameno, instructivo y edificante. Y así se dio a luz el libro Las Reglas del soldado de Cristo.

¿Por qué decidió escribir un libro sobre las reglas del soldado de Cristo?

Si bien este libro fue escrito para ciertas personas a nivel particular, no obstante, ante un ofrecimiento de la editorial Círculo Rojo para publicar un libro presenté el mío, viendo que su contenido podría ser útil a otras personas.

Realmente está compuesto por cuatro, que se escribió en distintos momentos y dirigido a distintas personas. Y fue en el proceso de corrección y adaptación al público cuando se añadió cosas novedosas que enriquecieron su contenido.

Si bien al escribirlo no seguí un ideario, no obstante, al juntarlos vi que se complementaban ya que se ofrecía: un principio y fundamento en la vida espiritual para servir a Dios. El de San Ignacio de Loyola; un decálogo inspirado en las enseñanzas evangélicas y los decálogos de la Legión y de la Infantería de Marina; unos hábitos espirituales a seguir que ayudan a ser constante en sus prácticas piadosas de su día a dia; una forma para dedicarse más a la vida de oración y entrega a Dios; un modo para recobrar la fe y confianza en Dios a los que la perdieron.

Es decir, se ofrece lo que a todo soldado que aspira a entrar en un Ejército desea: un motivo por el que luchar y sacrificarse. Todo por la Patria; unos hábitos u orden del día o cosas que le ayuden a mantener los quehaceres y régimen de disciplina interna; unos ejercicios de adiestramiento para capacitarlo para la batalla; y fomentar una confianza en el líder para que obedezca con convicción, prontitud y lealtad.

¿A quien considera soldado de Cristo?

Realmente toda persona, siga o no a Cristo, milita en la tierra por la lucha en seguir los rectos juicios de la razón, o conciencia, o voz de Dios, como bien nos lo declara el Santo Job: Militia est vita hominis super terram.

La característica especial del soldado de Cristo que los diferencia de los que solo se guían por la ley natural, la conciencia o voz de Dios en el alma es que, conociendo su doctrina y Gracia de Redención la aceptan y reciben. Y se esfuerzan en guardar su enseñanzas y se honran en sufrir por su Nombre. Es decir, implica: imitar sus hábitos para mejor asemejarnos a Él; seguir sus enseñanzas evangélicas, como son, guardar los Mandamientos Divinos según los perfeccionó, las Bienaventuranzas, el ejercitar la caridad y el perdón con los que nos ofenden, seguir sus directrices cuando oramos y hacemos penitencia, la confianza en su Divina Providencia y otros consejos declarados en el Sermón de la Montaña y en sus predicaciones. Y, como no, recibir los Sacramentos cuando está en su mano recibirlos.

¿Por qué los católicos debemos tener una actitud militante?

Todo aquel que empieza a servir a Dios lleva como consecuencia el demostrar con obras su fe. Esto llevará dos grandes beneficios: por una parte mereceremos más para la vida eterna; y por otra ayudaremos a encaminar al bien a otras almas al ver nuestra caridad y rectitud de vida.

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21.12.22

Ramón Rosal analiza su obra 7 memorias históricas silenciadas o distorsionadas

Ramón Rosal Cortés (Barcelona, 1932), es Doctor en Psicología y licenciado en Filosofía y Psicología. Co-fundador, en 1979, del Instituto Erich Fromm de Psicoterapia Integradora Humanista, en el que ha ejercido muchos años como docente de postgrado y psicoterapeuta individual y grupal. Ha publicado 24 libros, de temática psicológica, filosófica, de espiritualidad y religión. Tras su jubilación, se ha centrado en la investigación sobre psicología de la espiritualidad, de los valores éticos y de la religión. Es clérigo, incardinado desde 1974 en la Ciudad Condal. En esta entrevista analiza su libro  7 memorias históricas silenciadas o distorsionadas.

¿Por qué escribió este libro sobre algunas memorias históricas silenciadas o distorsionadas?

Porque, en ocasión de haber ampliado, durante los últimos veinte años, mi información sobre la historia, en especial la de España, pude darme cuenta del total desconocimiento, por parte de la mayoría de jóvenes y adultos, de acontecimientos históricos del pasado. Desconocimiento que reconocí también por mi parte.

Eran acontecimientos que implicaban graves errores o injusticias cometidas en el pasado; o, por el contrario, actuaciones especialmente valiosas y meritorias llevadas a cabo por ciudadanos cristianos.

Cuando comprobé este desconocimiento, tanto de graves errores o injusticias, como de importantes logros, sentí tristeza, o también indignación. Y me sentí con la obligación moral de contribuir –dentro de mis posibilidades- a escribir algo para reparar esta injusta desmemoria histórica. De haberme despreocupado, habría tenido un sentimiento de culpa por un pecado de omisión ante estos sucesos de nuestro pasado histórico, silenciados o distorsionados.

De todas las mentiras de la historia, ¿cuál ha sido el criterio para seleccionar las 7 del libro?

En realidad, no son solo siete, sino alrededor de cuarenta las memorias históricas a las que me refiero. He agrupado en siete capítulos las que tuvieron lugar en diferentes etapas de nuestra historia. Informo sobre sucesos ocurridos en la Edad Moderna, durante el Renacimiento, o en la Edad Contemporánea, desde la Segunda República. En el capítulo primero, sobre el descubrimiento y colonización de América, aparecen unas diez memorias históricas silenciadas o distorsionadas por la “Leyenda Negra”.

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20.12.22

La tradición navideña en Hispania: Solsticio de invierno, Dickens y el legado nórdico precristiano

Les ofrecemos la entrevista a Antonio J. Candado Aguado, grado en Filología Hispánica y en Estudios Clásicos, sobre los elementos culturales nórdicos en torno a la Navidad que ha recuperado y purificado el cristianismo.

A menudo, se suele hacer mención sin profundizar demasiado en festividades paganas celebradas en estas fechas de diciembre, antes del nacimiento de Jesús, que ya eran un suceso de gran importancia para la humanidad. En el artículo que publicas en el último número de la revista Laus Deo, ahondas en la cultura nórdica para datar y explicar con precisión esta festividad, ¿Nos podrías contar en qué consistía?

Efectivamente, la celebración en cuestión es la del Solsticio de Invierno. Una tradición tan arraigada, como bien comentáis, a los albores de la humanidad como la propia deificación del sol, la luna y el resto de los astros. En el caso de los pueblos nórdicos, la fiesta solsticial era conocida como el Yuletide, o el tiempo de Yule. Esta tradición, fuertemente arraigada a su folklore, se comenzaba a festejar desde el sexto día de Yule, nombre que recibe el mes de diciembre. Ese sexto día era el dedicado a Odín, o Wotan y que, con posterioridad será el día de San Nicolás de Bari. El Yule se extendía hasta el sexto día de Hornung, nombre del mes de enero y día de Frida; la esposa de Odín y reina de los dioses del panteón nórdico, los Æsir y cuyos tributos son los de la fertilidad, el amor, el hogar, el matrimonio, la maternidad, la previsión y la sabiduría. Frida mantuvo un vínculo muy fuerte con la diosa griega Hera, madre de los dioses, cuando las culturas nórdicas y germánicas entraron en contacto con el panteón helénico y romano.

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19.12.22

De la muerte a la Vida. Testimonios de perdón y caridad de los sacerdotes en la Cruzada Nacional

En la Guerra civil española, entre el gran número de sacerdotes que se refugiaron en las sedes diplomáticas, todos de alguna forma, se encargaron de levantar el espíritu abatido de sus compañeros de cautiverio, incluso se permitió celebrar la Santa Misa, utilizando para ello como altar, una silla, una maleta o un mueble. Por cáliz se empleaba un vaso de cristal, repartiéndose los fieles en grupos reducidos, pero el culto, pese a las coacciones no se interrumpió. Todas estas manifestaciones religiosas, las plasma y desarrolla en este libro nuestro sacerdote y profesor, Teodoro Cuesta, describiendo con todo detalle cómo se celebraban y de paso, dando un gran número de nombres de personas refugiadas como él en el Liceo Francés. Entrevistamos a José Manuel de Ezpeleta Arias, revisor del libro y prologuista del mismo, un trabajo de la editorial San Román.

¿Qué supone para usted contribuir a la edición del libro del P. Teodoro Cuesta?

Principalmente, supone ayudar y colaborar a difundir unas historias ocultas en el tiempo, para que puedan ser conocidas por el gran público.

¿Ha sido complicado confeccionar las notas a pie de página?

No ha sido complicado, debido a mi extensa base de datos elaborada durante años, de las personas que durante la guerra civil fueron perseguidas y detenidas, y miles de ellas, asesinadas.

¿Por qué era importante sacar a la luz el heroico testimonio de los sacerdotes refugiados en las sedes diplomáticas?

No sólo es importante sacar a la luz todos los sacerdotes, religiosos y religiosas que padecieron persecución durante la guerra civil española, sino que es de suma importancia, saber cómo vivieron la religión y su fe en sus respectivos refugios, embajadas o legaciones diplomáticas, sin contar los oratorios en casas particulares.

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16.12.22