“Así será el pueblo como así sean sus sacerdotes” SICUT POPULUS, SIC SACERDOS

En medio de una gravísima crisis de la postmodernidad, con el relativismo desatado a modo de lepra contagiosa, no todo está perdido. Se puede recuperar la salud de las almas mientras haya católicos dispuestos a vivir la santidad. Se necesitan almas que se jueguen su tiempo, su seguridad, su prestigio y su vida por Cristo y su Reinado Social. Los seglares también estamos llamados al combate en pos de la santidad, pero necesitamos sacerdotes santos, fieles a la tradición que nos muestren el camino del cielo.
Igualmente, la iglesia necesita religiosos y religiosas que inmolen su vida en un claustro en una vida de silencio, de profunda oración, expiar los pecados propios y los de la humanidad y hacer propicio el rostro de Dios.
Muchos seminarios de antaño formaban santos sacerdotes con disciplina militar y en un ambiente monacal. El seminarista se curtía en las virtudes cristianas recias con una vida ascética dirigida hacia la mística y entregada con corazón indiviso a Dios.
Carlos Fernando María Bellmont Pastor (Agnus Dei Prod.) ha escrito una sencilla obra de teatro, “ELEGIDOS PARA SU GLORIA” (SND Editores) donde recrea el ambiente de un seminario celoso de los primeros jesuitas.



Doy infinitas gracias a Dios por el don de la Fe, que es lo más grande que tenemos y requisito indispensable, junto con las buenas obras, para alcanzar la vida eterna. cuando la muerte llamó a su puerta: “Me voy a la nada”. ¡Qué profunda tristeza!. Me parece desgarrador que alguien pueda pensar que va a la nada, al no ser, un viaje sin retorno a ninguna parte. Y absurdo el argumento del ateo de que no se va a enterar. Precisamente eso es lo terrible. El que ama la vida anhela la inmortalidad.