Canon: una investigación que demuestra la verdad histórica de los Evangelios
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Entrevista con LAUREANO BENÍTEZ GRANDE-CABALLERO, autor del libro.
En estos tiempos en los que se habla tanto de la inicua «memoria histórica», con la que la ideología neomarxista quiere manipular nuestra historia reciente para borrar las huellas de los crímenes marxistas de la República, utilizando las más sofisticadas estrategias de la ingeniería social para imponer totalitariamente su «Himalaya de mentiras», hay otra memoria que también se quiere tergiversar, una historia que se quiere desnaturalizar para que encaje en los falsos postulados de la ideología modernista: la de la veracidad histórica de los Evangelios Canónicos.
El movimiento modernista que se ha inoculado en la Iglesia desde el laicismo, ha producido una corriente exegética que pone en duda el valor histórico de los Evangelios, a los que el criticismo considera una colección de fábulas, de mitos, de leyendas, de historias cuyo contenido apologético les priva de su veracidad.
Desmontar estas corrientes laicistas sobre el Canon, demostrando su verdad histórica, es el objetivo de la investigación que Laureano Benítez Grande-Caballero acomete en su nuevo libro, al cual entrevistamos:


Doy infinitas gracias a Dios por el don de la Fe, que es lo más grande que tenemos y requisito indispensable, junto con las buenas obras, para alcanzar la vida eterna. cuando la muerte llamó a su puerta: “Me voy a la nada”. ¡Qué profunda tristeza!. Me parece desgarrador que alguien pueda pensar que va a la nada, al no ser, un viaje sin retorno a ninguna parte. Y absurdo el argumento del ateo de que no se va a enterar. Precisamente eso es lo terrible. El que ama la vida anhela la inmortalidad.
Muchos católicos, probablemente de buena fe, tienen una idea sincretista del ecumenismo, algo que no es recto, pues en el sincretismo hay un claro y grave menoscabo para la religión verdadera. De manera sutil se sitúa al mismo nivel a la Iglesia Católica y a las falsas creencias, un grandísimo agravio para la verdadera Iglesia de Cristo. En la práctica es bajar penosamente el listón, claudicar miserablemente ante la mentira, convivir con la falsedad, callar cobardemente aquellos puntos de la doctrina verdadera que puedan escandalizar a los que están en el error. Pareciera incluso que la Iglesia Católica se avergüenza de ser la única verdadera e incluso parece pedir perdón por existir.




