7.12.21

Fructífero Retiro de NSC-España en Ávila de la mano de Santa Teresa, la gran maestra de oración

Como pórtico y antesala del camarín de la Inmaculada y en los lindes de su tradicional puente tuvo lugar en Ávila el Retiro de Adviento de Nuestra Señora de la Cristiandad -España, predicado magistralmente por el P. José Manuel González Alfaya. El padre, ataviado de bonete español y sotana azabache, bajó a la tierra, en bandeja de plata, el celestial saber de Santa Teresa, dejando nuestra casa sosegada. Libando en lo más granado de tan egregia maestra desmenuzó su seráfica doctrina, degustada suavemente por los paladares estragados. Aderezada en los recios pucheros del alma fue manjar para las personas hambrientas de Dios que huyen del mundanal ruido y de la frenética vorágine secular para vacar a lo sagrado y tratar de amistad con Dios.

Un anticipo de las primicias celestes que se evaporó en cuatro días. Dios, murmullo de suave brisa, destiló rocío en tierra fértil, un tetragrama de melodía deleitosa en la sintonía divina, que esperemos rente en copiosos dividendos espirituales y cotice al alza en las mansiones eternas. Dios quiera que en la planicie abulense, aterida de frío glacial, mitigado al calor del retiro y al ígneo abrigo teresiano, germine alguna vocación. No obstante, fue un revulsivo para las almas que buscan santidad, la mejor manera de instaurar el Reinado Social de Cristo, la Cristiandad.

Con más de 50 participantes de todas las edades y muchos jóvenes, el retiro se engalanó de una impronta litúrgica y monástica. Además de la Santa Misa tradicional, revestida cual lirio en todo su esplendor y de la fragancia virginiana del Santo Rosario, la casa de retiro, de flores esmaltada por la liturgia, se trocó en monasterio, pues se rezaron cada día en latín con usanza primorosa las horas de prima, vísperas y completas. La colación material se inundó de haces lumínicos con las sabias lecciones de la carmelita castellana y su homónima francesa, Teresita, que envolvían con pétalos de áurea mística el vil yantar, la cena que recrea y enamora del otro gran místico español, San Juan de la Cruz. El retiro, emanación de aroma teresiano, no podía tener marco más propicio que la amurallada Ávila, emblema de la recia santa y de su castillo interior.

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3.12.21

Federico Catani habla de la Santa Casa de Loreto como el mayor santuario mariano de la cristiandad

Federico Catani es periodista y graduado en ciencias políticas y ciencias religiosas. Miembro de la TFP, Publicó otro libro junto con Florian Kolfhaus: Il Cuore che non ha mai smesso di battere, defendiendo la tesis que Nuestra Señora no habría muerto. En esta entrevista nos habla de su libro El milagro de la Santa Casa de Loreto.

¿Por qué un libro sobre la casa de Loreto, según la tradición la casa de la Santísima Virgen?

Durante siglos, Loreto fue el santuario mariano más importante de la cristiandad. En los últimos tiempos, por desgracia, ha caído un poco en el olvido, con una notable reducción del número de peregrinos. Por eso decidí escribir este libro, porque la Santa Casa de Loreto es la casa de la Virgen, o mejor dicho, de nuestra Madre, y por eso es también un poco la casa de todos nosotros, sus hijos. Allí comenzó nuestra redención: la Encarnación del Verbo.

Y precisamente porque es nuestra casa, es más que nunca nuestro deber defender su autenticidad y sobre todo la verdad histórica de su milagrosa Traslación, negada desde hace más de treinta años por quienes deberían preservar su memoria.

El libro ha sido concebido como una guía para peregrinos y, por tanto, ofrece una visión general, desde la historia y la demostración de los traslados milagrosos de la Santa Casa (hubo cinco entre 1291 y 1296), hasta los milagros que tuvieron lugar entre sus muros, pasando por las historias de los santos y los grandes hombres que la visitaron y mucho más.

Una casa que llama la atención que no tiene cimientos…

Pues sí, en efecto, ésta es una de las características más llamativas de la Casa Santa. Consta de tres muros (el cuarto era en realidad una cueva, que todavía está en Nazaret) que no tienen cimientos. Tanto es así que los lugareños, temiendo no poder sostenerse, construyeron un muro a su alrededor, pero milagrosamente, como atestiguan las crónicas, el muro se desprendió de las paredes, como indicando una vez más el milagro vivo de la morada de la Virgen.

¿Por qué podemos afirmar con certeza que realmente es la casa de la Virgen?

En primer lugar, las piedras de la Casa Santa proceden de Palestina y se remontan a la época de la Sagrada Familia. En segundo lugar, las medidas de las tres paredes y el espesor de los muros coinciden con los basamentos de la casa en Nazaret. Luego no podemos olvidar todos los milagros, tanto físicos como espirituales, que han tenido lugar en la Santa Casa de Loreto, dando testimonio de que ésta no era una casa más entre otras. En varias revelaciones privadas la propia Virgen ha afirmado que ésta es la casa donde fue concebida, nació y recibió el anuncio del Arcángel Gabriel cuando concibió a Jesús en su seno.

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1.12.21

Javier R. Portella analiza su libro El PSOE y la II República: ¿democracia o comunismo?

Javier R. Portella, escritor y editor, es director del periódico digital ElManifiesto.com. Como escritor ha publicado diversas novelas y ensayos, destacando entre estos últimos títulos como Los esclavos felices de la libertad y El abismo democrático, ambos traducidos al francés. En esta ocasión le entrevistamos con motivo de la publicación de su libro El PSOE y la II República: ¿democracia o comunismo?

¿Por qué un libro para cuestionar el carácter democrático del PSOE y la República?

Por una sencilla razón. Está incrustado en nuestro imaginario colectivo una idea tan poderosa como falsa: la Segunda República constituyó un régimen democrático al que, como máximo, se le reconocen algunos errores de detalle. ¡Un régimen democrático, cielo santo!… Un régimen democrático cuando, desde el comienzo —y ya de forma manifiesta, sin tapujos ni caretas, desde la Revolución de Octubre de 1934—, todo lo que hacían sus principales fuerzas, y en primer lugar, el PSOE, era encaminarse a la instauración de un régimen bolchevique: esa “República soviética” de la que hablaba Largo Caballero.

Sobre semejante falacia es sobre la que se sostiene el imaginario colectivo que lo falsifica y pervierte todo: toda nuestra visión del pasado (de la República, de la Guerra Civil y del franquismo) y, por consiguiente, del presente.

¿Cuál es la principal mentira histórica que ayuda a sostener el relato?

O dicho con otras palabras: ¿cómo es posible que siga vigente una falacia —la del carácter democrático de la República— que es tan grotesca como si alguien pretendiera, por ejemplo, que el franquismo fue un régimen de democracia liberal? Se ha podido y se puede mantener porque se sostiene sobre otra falacia mucho más general, por no decir universal. Me refiero a la idea de que la izquierda, haga lo que haga y cuente entre sus dirigentes con cuantos plutócratas se quiera, encarna la bondad, la libertad, la justicia y la defensa de los humildes, mientras que la derecha no liberal, haga lo que haga y defienda lo que defienda, encarna exactamente todo lo contrario.

¿Por qué el PSOE rompió el gran Pacto de la Transición?

Lo rompió porque, en realidad, nunca había creído seriamente en él. Sólo lo había aceptado con la boca chica y porque no quedaba más remedio. En el momento en que el franquismo se autodestruye, la correlación de fuerzas era netamente desfavorable tanto para el PSOE como para el conjunto de la izquierda. Por ello, no les quedó más remedio que simular que también ellos daban el gran abrazo de la reconciliación entre las dos Españas. Un abrazo que hubiese sido real si, absolviéndose mutuamente de lo cometido en la guerra, hubiese dejado a las dos Españas en situación de igualdad.

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30.11.21

El historiador Pedro González Cuevas analiza su último libro Mitos y falsedades del antifascismo

Pedro Carlos González Cuevas es historiador y profesor universitario. Es profesor titular de Historia de las Ideas Políticas y de Historia del Pensamiento Español en la UNED. Es autor de importantes obras sobre la derecha y el conservadurismo en España y experto en diferentes figuras como Ramiro de Maeztu, Charles Maurras, Carl Schmitt, Maurice Barrès, José Ortega y Gasset o Gonzalo Fernández de la Mora.

En esta entrevista hablamos sobre su libro Mitos y falsedades del antifascismo, en donde explica como la bandera antifascismo (aunque hoy sea irrelevante el fascismo en España) sirve para legitimar el socialismo real y demonizar a los partidos conservadores.

¿Considera que ante la demagogia e ignorancia imperante era necesario un libro como el suyo para desmitificar esa ensoñación llamada antifascismo?

Sí, creo que este libro es necesario como forma de cuestionar y criticar, desde el punto de vista intelectual e historiográfico, uno de los tópicos más recurrentes y falsos no sólo de la cultura política de las izquierdas, sino del progresismo en general., Cayetana Álvarez de Toledo incluida. La estúpida Ley de Memoria Democrática tiene por fundamento historiográfico los manidos tópicos del antifascismo actual. La violenta campaña organizada por las izquierdas contra VOX en las elecciones autonómicas madrileñas de mayo tuvo por base igualmente el antifascismo. Al final, les salió mal la estrategia y el resultado fue catastrófico para el conjunto de la izquierda, pero es de sospechar que en las elecciones generales próximas, que serán sin duda a cara de perro, las izquierdas volverán a utilizar el espantajo antifascista para demonizar, no sólo a VOX, sino al conjunto de la derecha social y política. De ahí la necesidad, en la medida de mis posibilidades, de someter a crítica y contextualizar los fundamentos de este nuevo/viejo antifascismo.

¿Por qué a las izquierdas, empezando por el estalinismo, les ha resultado tan bien identificar al fascismo con la derecha y el capitalismo?¿Por qué esta demagogia sirve para legitimar en la práctica el socialismo real?

El antifascismo comunista fue, de todas formas, como señaló la historiadora Annie Kriegel, un fenómeno intermitente, producto de diversas coyunturas políticas y contextos sociales. En realidad, comenzó con la subida de Hitler al poder en 1933, aunque las diferencias ideológicas del nacional-socialismo con el fascismo italiano eran siderales, y las simpatías de Mussolini iban hacia otras fuerzas políticas alemanas como los Cascos de Acero. Cristalizó en la táctica de los llamados frente populares, sobre todo en Francia y España. Decayó a raíz de la alianza de Hitler y Stalin, con el pacto Ribbentrop/Molotov de 1939. Y resucitó con la invasión alemana de la URSS en 1941. Después de la guerra mundial, el antifascismo fue la ideología oficial de los sistemas comunistas en la Europa oriental y, al menos en parte, de los sistemas liberales en la Europa occidental, sobre todo en Francia, Alemania e Italia; lo cual no impidió la existencia de partidos herederos del nacional-socialismo, como el Partido Nacional-Demócrata y el Partido del Imperio Alemán, o del fascismo, como el Movimiento Social Italiano. En el discurso antifascista de la izquierda comunista, se identificaba el fascismo con la hegemonía del capital financiero y el conjunto de las clases dominantes.

Sin embargo, a partir de los años sesenta y setenta del pasado siglo, como señaló el filósofo italiano Augusto del Noce, el antifascismo experimentó una especie de metamorfosis. Y es que estaba claro que el antifascismo tradicional ya no servía como arma de combate ideológico. Así lo señaló un comunista inteligente, aunque en realidad fuese un reaccionario de izquierdas, el poeta y cineasta Pier Paolo Pasolini: He aquí por qué buena parte del antifascismo actual…es o bien ingenuo y estúpido, o bien presuntuoso y de mala fe, porque presenta o finge presentar batalla a un fenómeno muerto y enterrado, arqueológico, incapaz de asustar a nadie. Es, en definitiva, un antifascismo cómodo y relajado”. Frente a este antifascismo histórico, surgió lo que Del Noce denominó el “fascismo demonológico”, que se identificaba, ante todo, con la antimodernidad, con la defensa de los valores tradicionales, un fenómeno político-cultural de carácter represivo y reactivo. Umberto Eco lo denominó “Ur-Fascismo” o “Fascismo eterno”. Una interpretación que el historiador Emilio Gentile, máximo experto en fascismo italiano en la actualidad, calificó de “ahistoriológico”, mixtificador, antihistórico. Por otra parte, este nuevo antifascismo tenía como objetivo y función, como denunció el filósofo alemán Peter Sloterdijk, salvar el alma de los comunistas, haciendo olvidar a la opinión pública el genocidio de clase provocado por los regímenes comunistas bajo su égida. El genocidio queda monopolizado por los nazis, aunque el de los comunistas fuese más numeroso y duradero. Hoy, los historiadores proclives a la izquierda suelen definir a los comunistas, no con su denominación tradicional e histórica, sino como “antifascistas”, lo cual parece darles un plus de legitimidad, al menos ante su parroquia. No sería extraño que, al paso que vamos, que ETA fuese canonizada por su oposición violenta al régimen de Franco. Lo estamos viendo. Ya existen libros como el de Ramón Buckley, Del sacrificio a la derrota (Siglo XXI. Madrid, 2021) en esa dirección. El blanqueamiento de Bildu es su traducción política.

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29.11.21

Javier de Miguel analiza los aspectos esenciales del libro De Lamennais a Maritain del P. Julio Meinvielle

Javier de Miguel Marqués (1984) es Licenciado en Administración de Empresas, Graduado y doctorando en Derecho y Máster en Asesoría fiscal. Casado y padre de cuatro hijos, a su carrera profesional como asesor fiscal une una década de estudios privados sobre la Doctrina Social de la Iglesia. También acostumbra al estudio asiduo de las infiltraciones de la filosofía moderna en otros campos distintos de la economía, como la Teología, el Derecho, la política y la pedagogía. En el ámbito editorial, es articulista colaborador en medios como Verbo, Periódico La Esperanza, Empenta y Marchando Religión. Asimismo, en su canal de Youtube aglutina vídeos explicativos de determinados aspectos de moral social cristiana. En esta entrevista analiza el libro De Lamennais a Maritain del P. Julio Meinvielle.

¿Cuál es el doble progreso de la humanidad y el doble cristianismo del que habla el libro?

Lamennais es el prototipo de liberal católico; Maritain va más allá, pues al contrario de lo que se cree habitualmente, es, ante todo, un progresista, y no precisamente moderado. El gran drama de las teorías de estos dos autores es que pretenden un cristianismo puramente naturalista, dando carpetazo a la bíblica y tradicional dicotomía Iglesia-mundo, entendiendo este último, no como el simple contexto secular en que se desarrolla la historia sostenida por la Providencia, sino como el mundo caído y corrompido por el pecado. Por eso, como dice el propio Maritain, “No es sobre el cristianismo como credo religioso y camino hacia la vida eterna la cuestión que aquí se plantea, sino sobre el cristianismo como fermento de la vida social y política de los pueblos y como portador de la esperanza temporal de los hombres”, “energía histórica accionando en el mundo”, al servicio de la evolución de los pueblos”.

¿Cuál sería la fe básica común naturalista?

Maritain tuvo un peso no despreciable en la redacción de la Declaración de Derechos Humanos de 1948. Por supuesto, en su “cristiandad” naturalista, la libertad de conciencia es un derecho básico e inviolable. Lo mismo con las libertades lamennaisianas, que son las libertades liberales condenadas por la Iglesia: de religión, prensa y palabra.

Por otro lado, Maritain abraza un falso providencialismo, cuando defiende que la revolución liberal y anti-cristiana, en cuanto permitida por Dios, ha de proveer necesariamente de bienes mayores fundados precisamente en esa misma revolución. El P. Meinvielle, en otra obra, nos recuerda “que haya una ley divina que permite el mal en vista del mayor bien no se sigue que necesariamente todo progreso del mal que se cumpla en la tierra debe tener también un correspondiente progreso del bien cumplido en la tierra”.

Para Maritain, el Evangelio se pone al servicio de fines meramente naturales, arrancándolo del orden de la Gracia. Es una fe mundana y puramente terrenal, en el progreso del hombre, con el cristianismo naturalizado como motor.

¿Cuál sería por tanto para Maritain la nueva cristiandad, la ciudad natural?

Como el propio Maritain define, es “el nombre profano del ideal de cristiandad”, “un mundo de hombres libres, penetrados en su substancia profana por un cristianismo real y viviente, un mundo donde la inspiración del Evangelio oriente la vida común hacia un humanismo heroico”. Es decir, una ciudad que ignora su estado caído, pues confía en sus propias fuerzas, para dar a luz un ideal que ni siquiera es cristiano. Ya no hablamos siquiera de un mal medio para un buen fin. Tanto los fines (ciudad profana, no cristiana), como los medios (propias fuerzas humanas) están gravemente desviados de la doctrina cristiana.

El Papa Gregorio XVI, reprueba en Mirari Vos “los deseos de aquellos que intentan separar la Iglesia y el Estado y romper la mutua concordia del sacerdocio con el imperio. Consta en verdad, que los amadores de la falsa libertad se estremecieron ante la concordia, que siempre dio magníficos resultados, entre las cosas sagradas y civiles”. Esta reprobación es perfectamente reproducible en el caso de Maritain.

¿Quiénes serían, por tanto, los constructores de la nueva cristiandad?

El P. Meinvielle afirma agudamente que, mientras que “La ciudad cristiana es obra del Estado –entendido latu sensu como autoridad política, no como Estado moderno- y de la Iglesia felizmente concertados”. Pero Maritain concibe una ciudad meramente temporal, que incumbe exclusivamente a los laicos, no desempeñando la Iglesia ningún papel en la misma, y contradiciendo así la afirmación de San Pío X, “No se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la sociedad si la Iglesia nο pone los cimientos y dirige lοs trabajos”. La nueva cristiandad, así, se auto-santifica. La Gracia se convierte en la “energía interna”, es decir, es inmanente y procede del propio hombre.

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