21.02.19

Beatriz Ozores: «Tomen la Biblia y no dejen de leerla y meditarla porque Dios Padre sale amorosamente al encuentro de sus hijos»

Beatriz Ozores Rey, casada y con 3 hijos, estudió Publicidad y Marketing. Es Traductor-Intérprete Jurado de inglés, y Licenciada en Ciencias Religiosas por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Ha dado clases de Biblia en varias parroquias y conventos de clausura. Ha tenido un programa de Biblia “La Tierra Prometida” durante seis años en Radio María. Lo dejó por falta de tiempo pero le ha prometido al Padre Luis Fernando de Prada que vuelve el año que viene. Ha sido invitada a varios programas de “Marcando el Norte”, dirigidos por Javier Paredes. Ha presentado dos libros de Alberto Bárcena: “La Guerra de la Vendée; Una cruzada en la revolución”, “Iglesia y Masonería: Las dos ciudades”. Actualmente está haciendo un programa de Biblia en Mater Mundi.

En esta entrevista nos habla de su amor por las Sagradas Escrituras y nos invita a leer y a meditar diariamente la Palabra de Dios.

¿Dónde nació su amor a las Sagradas Escrituras?

Desde siempre las Sagradas Escrituras me han llamado mucho la atención, pero quizás sólo he sido consciente de ello con el paso de los años. Hubo un momento de esos que una puede calificar como “un antes y un después”. Esto ocurrió hace unos veinte años cuando me apunté a unos Ejercicios Espirituales en la Iglesia de San Francisco de Borja (los Jesuitas de Serrano), en Madrid. Se trataba, evidentemente, de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola, pero en vez de impartirse en cuatro semanas se hacía a lo largo de todo el curso escolar (2001-2002). Cuando me inscribí me dijeron que debía comprometerme a leer y meditar la Biblia todos los días durante una hora. Yo creo que no había leído la Biblia en mi vida pero dije que así lo haría y me fui tan contenta.

Fue a lo largo de esos Ejercicios cuando realmente puedo decir que entré en contacto con la Palabra de Dios de una forma asidua que, sin duda alguna, cambió mi vida. Un día, mientras leía la Parábola del Hijo Pródigo, ocurrió algo muy “especial”: mientras meditaba la vuelta del hijo, en el momento del abrazo con el Padre, pude experimentar que ese hijo era yo misma que había estado comiendo las algarrobas de los cerdos durante una buena temporada y que ahora volvía a “casa”, no de visita, sino a quedarme para siempre. Pude experimentar cómo mi Padre del Cielo se compadeció al verme, corrió a mi encuentro, se me echó al cuello y me cubrió de besos mientras yo bajaba la cabeza porque, al igual que el hijo pródigo, me consideraba indigna de ser llamada hija suya. Pero Él me vistió, me puso un anillo en la mano y sandalias en los pies y, juntos, celebramos un banquete. Desde ese momento ya nunca volví a ser la misma de antes, porque por primera vez experimenté la gratuidad del Amor de Dios.

¿Usted ya practicaba?

Practicaba la religión, pero no la vivía. Fui bautizada al día siguiente de nacer, me eduqué en un colegio de monjas y tuve mis épocas. Épocas de misa diaria, épocas de misa dominical y épocas de no ir a misa. Pero incluso en las épocas en las que no iba a misa jamás dejé de tener una sed inmensa de Dios.

Fue a partir de la experiencia que acabo de relatar cuando comprendí que la religión no era una serie de normas que había aprendido en el colegio o en casa, sino el encuentro con el Dios Vivo, con un Dios que nos ama, que nos ha creado por Amor, que sale a nuestro encuentro porque no se entiende a Sí mismo sin cada uno de nosotros. Me enamoré de Él, comprendí que solo Él podía darme lo que llevaba tantos años buscando y, a partir de ese momento, no es que me propusiera ir a Misa todos los días, sino que ya no podía vivir sin hacerlo. Mi vida ya no tenía sentido sin la Eucaristía diaria, sin la confesión asidua, sin el Rosario… Sólo quería oír hablar de Él y hablar de Él y, sobre todo, hablar con Él.

¿Y qué pasó entonces?

Entonces empecé a leer, a preguntar… Me convertí en la pesadilla de cualquier cura que se cruzaba en mi camino. Y Dios me hizo ver que quería que profundizara más en mi fe, en aquello que creía, en aquello por lo que vivía. Que mi corazón debía ir a la par que mi cabeza. Y comprendí que Él quería que yo estudiase. En aquel entonces estaba pasando unos días en Galicia, así que me fui a ver a un amigo mío, un monje cisterciense al que conocía desde hacía años, y le conté lo que me ocurría. Él me recomendó estudiar teología. Yo pensaba que los estudios de teología eran solo para los curas, como mucho las monjas… pero jamás pensé que los laicos podíamos estudiar también. Había oído hablar muchas veces de formación, pero nunca se me habría ocurrido que pudiera estudiar una carrera religiosa.

Por aquel entonces yo tenía niños pequeños y no tenía tiempo para ir a la Universidad, por lo que mi amigo el monje me recomendó que estudiara Ciencias Religiosas a distancia en Comillas. Al llegar a Madrid lo primero que hice fue ir a matricularme y allí comencé mis estudios con toda la ilusión del mundo. Después de dos años decidí cambiarme a la Universidad de Navarra. Tuve que empezar de nuevo, pero mereció la pena. Fueron cinco años maravillosos en los que yo veía cómo mis inquietudes iban encontrando respuestas.

¿Cómo se decidió a enseñar las Sagradas Escrituras?

En segundo de carrera estudié, entre otras asignaturas, “Introducción al Antiguo Testamento”. Como dije antes, yo no había leído la Biblia entera en mi vida. Del Antiguo Testamento me sonaban pasajes, pero eso era todo. Un día me ocurrió algo mientras estudiaba la historia del rey David. El rey David cometió todos los pecados habidos y por haber, robó, mintió, mató, cometió adulterio, etc. Yo me preguntaba cómo una persona así, tan bestia, podía estar en la Biblia, no entendía nada. Y, en un momento dado, el Señor me mostró que el rey David era yo misma. No digo que el rey David no existiera, sino que esa persona que yo tanto desdeñaba y que tanto me horrorizaba era yo. Vi en mi propia carne todos los pecados cometidos por el rey David, incluso el asesinato. Es cierto que nunca he matado físicamente a nadie, pero el Señor me mostró cómo había matado a tantas personas con la lengua, con la mirada, con el corazón. Yo me quedé tan espantada y, a la vez, tan arrepentida de cosas de las que hasta entonces no era consciente, que le prometí al Señor que dedicaría el resto de mi vida a dar a conocer su Palabra.

Al cabo de unos días una persona que me pidió que diera clases de Biblia en su parroquia. Yo no estaba todavía preparada y, por supuesto, le dije que no, ¡todavía no había terminado de leerme el Antiguo Testamento! Pero a ella le daba igual y me pidió que fuera a hablar con su párroco. Finalmente, para no oírla, me fui a hablar con su párroco, el padre Juan Pedro. ¡Menudo era el padre Juan Pedro, cualquiera le decía que no! Le comenté que estaba todavía en segundo de carrera, que no sabía nada de Biblia, que no sabía hablar, que nunca había dado clases… pero a él le daba igual, cada vez que le decía que no sabía nada me decía: ¿cuándo empiezas?

Y así empecé. Fui allí una mañana de febrero, con el ordenador en la mano, y di mi primera clase a un grupo de catorce personas. En la siguiente clase había el doble, y el doble y el doble y el doble y así hasta hoy. Todavía hoy sigo diciendo que no sé nada, pero cada vez que lo digo me ofrecen más clases, programas de radio y programas de televisión… Está claro que la lógica de Dios no es nuestra lógica y que muchas veces Dios se sirve de personas como yo que no sabemos nada.

Háblenos de la importancia del estudio y ¿qué recomienda a los que quieran empezar a formarse?

El estudio es fundamental. Está claro que Dios no nos pide a todos que hagamos una carrera universitaria, pero sí que nos formemos, cada uno en la medida de sus posibilidades. Hoy día los jóvenes estudian muchísimo, la mayoría de ellos hablan al menos dos o tres idiomas. Hay dobles grados, todo tipo de masters… Sin embargo, damos muy poca importancia a nuestra religión y eso es una pena. Es importante que los católicos sepamos dar razón de nuestra fe, conozcamos la Palabra de Dios, celebremos la Liturgia como es debido.

A los jóvenes les recomiendo que hagan grupos en sus parroquias y que se formen. A los que ya no son tan jóvenes y tienen más tiempo, les recomiendo que estudien. Hoy día se pueden hacer un montón de cursos. Hay cursos a distancia en las Facultades de Teología, cursos que son muy buenos. También se pueden pedir cursos a personas que sepan y que estarían encantadas de darlos. Yo he empezado hace poco a dar un curso de Biblia en Mater Mundi. Es un curso muy básico de Sagrada Escritura que consta de quince capítulos de Antiguo Testamento y quince de Nuevo, y narra la Historia de la Salvación. Cada capítulo se divide en dos partes de veinticinco minutos cada una. Me escriben de algunas parroquias diciéndome que han empezado a hacer el curso con su párroco. Lo que hacen es que ponen el vídeo de veinticinco minutos y después lo comentan con su párroco. Para muchos sacerdotes esto es muy cómodo ya que no suelen tener mucho tiempo para prepararse las cosas, y de esta forma no tienen que dedicarle mucho tiempo a preparar las clases.

Y, por supuesto, recomiendo a todo el mundo, pequeños y grandes, que lean la Biblia y recen con ella todos los días.

¿Por qué es muy peligroso leer la Biblia sin la debida formación?

Del peligro de leer la Biblia sin la debida formación ya nos habla San Pablo: “la letra mata, pero el Espíritu da vida” (2Co 3,6). Por ello, debemos acercarnos a la Biblia con el Espíritu con el que fue escrita y no quedarnos simplemente en la letra, es decir, en su sentido literal. La Biblia es un conjunto de libros escritos a lo largo de varios siglos en lenguas y culturas muy distintas a la nuestra. Esto significa que no podemos acercarnos a la Biblia con nuestra forma de pensar, de ver las cosas, de razonar, sino que debemos intentar entender lo que los autores humanos querían decirnos.

Las Sagradas Escrituras tienen como autor principal a Dios. A su vez, Dios inspiró a los autores humanos de los libros sagrados. Por eso, aunque en un primer momento es necesario conocer el significado literal de la Biblia, es decir, lo que los autores humanos querían decir, no nos podemos quedar ahí. Tenemos que ir más allá, entrar en diálogo con Dios a través de su Palabra, porque como dice la Dei Verbum: “En los Libros Sagrados, el Padre que está en los cielos sale amorosamente al encuentro de sus hijos para hablar con ellos”. Cada vez que rezamos con la Biblia, Dios sale a nuestro encuentro, nos habla, nos enseña, nos corrige, nos alienta… y así entabla un diálogo de amor con nosotros. Antes del pecado original, Dios paseaba con Adán y Eva a la hora de la brisa por el paraíso. Así dice San Ambrosio que “Cuando tomamos con fe las Sagradas Escrituras en nuestras manos, y las leemos con la Iglesia, el hombre vuelve a pasear con Dios en el paraíso.” (Ambrosio d Milán, Cf. Epistula 49, 3: PL 16, 1204 A).

Es importante que no olvidemos que la Biblia debemos leerla, interpretarla y rezarla dentro de la Tradición viva de toda la Iglesia. Tenemos a nuestro alcance un legado riquísimo de Padres, Doctores, exégetas, que nos ayudan y enseñan a profundizar en la Palabra de Dios, tanto en el sentido literal como en el espiritual. Además, tenemos también el Catecismo de la Iglesia Católica y numerosos documentos del Magisterio de la Iglesia que nos enseñan a interpretar las Sagradas Escrituras como debemos hacerlo, ya que el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido.

La Escritura, leída e interpretada dentro del Magisterio de la Iglesia, es el camino que nos lleva al conocimiento de Jesús. Como enseña San Jerónimo: “el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”. Toda la Sagrada Escritura es un libro único, y este libro único es Cristo, “porque toda la Sagrada Escritura habla de Cristo, y toda la Sagrada Escritura se cumple en Cristo” (Hugo de San Víctor, Noe 2,8).

Para vivir de un modo que realmente agrade a Cristo, necesitamos estudiar y meditar la Biblia. Es el único modo de conocer verdaderamente a Jesús. Y, no hay duda, de que el lugar por excelencia de la Palabra de Dios es la Liturgia.

El Antiguo Testamento es todavía una asignatura pendiente para nosotros. Recuerdo que cuando empecé a impartir las clases de Biblia yo no sabía por donde empezar. Le pedí consejo a un profesor de la Universidad de Navarra y me dijo algo que se me quedó grabado: “si Dios empezó por el Antiguo Testamento, ¿por qué no vas a hacer tú lo mismo?”. Así empecé con el Antiguo Testamento y así me encontré con un mundo absolutamente fascinante que recomiendo a todos. Muchas veces oigo decir: “yo no conozco el Antiguo Testamento, pero sí el Nuevo”. Esto es imposible, no se puede conocer el Nuevo Testamento si no se conoce el Antiguo porque todo el Antiguo habla de Cristo y se cumple en Cristo y no se puede conocer el Antiguo Testamento si no se conoce el Nuevo. Lo que no podemos hacer es eliminar el Antiguo Testamento, como ya hizo Marción en el siglo II d.C.

¿Qué condiciones deben darse para que la Palabra de Dios sea eficaz?

En principio, para que la Palabra de Dios sea eficaz debemos acogerla. La principal dificultad que tenemos para ello es nuestra dureza de corazón. Pero no debemos olvidar que “la Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que una espada de doble filo: entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón” (Hebreos 4,12). Es decir, a pesar de nosotros y de nuestra dureza de corazón, el Espíritu Santo continua obrando maravillas porque, como dice San Juan: “sopla donde quiere y oyes su voz pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.” (Juan 3,8)

¿Quiere añadir algo?

Me gustaría animar a todas aquellas personas que han leído este artículo a que tomen la Biblia y no dejen de leerla y meditarla porque, “en los libros sagrados, Dios Padre, que está en los cielos, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para dialogar con ellos”.

 

Javier Navascués Pérez



12 comentarios

  
Ecclesiam
Conviene muchísimo añadir lo dicho por san Pío X en su Catecismo:

¿Puede leerse cualquier traducción vulgar de la Biblia? - Puede
leerse cualquier traducción vulgar de la Biblia, con tal que esté reconocida como fiel por la Iglesia católica y vaya acompañada de explicaciones aprobadas por la misma.

¿Por qué la Iglesia prohíbe las Biblias protestantes? - La Iglesia
prohíbe las Biblias protestantes porque, o están alteradas y contienen
errores, o porque, faltándoles la aprobación y notas declarativas de los
sentidos oscuros, pueden dañar a la fe. Por esto la Iglesia prohíbe hasta las traducciones de la Sagrada Escritura aprobadas antes por ella, pero
reimpresas después sin las explicaciones aprobadas por la misma.
21/02/19 1:07 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
¡Qué maravilla de testimonio! Después de leer esta entrevista ya no puedo ni debo ser la misma persona, es un compromiso que hago conmigo misma.
Muchísimas gracias Beatriz Ozores Rey y Javier Navascués Pérez. Que Dios les pague con creces esta obra de amor tan grande que realizan por nosotros.
21/02/19 4:26 PM
  
Martinna
Muy bien todo lo que dice. Ojalá todas los catequistas fueran como ella. Ayer oí a un teólogo decirnos que había que renovar el mensaje del evangelio porque la gente y los tiempos cambian. Me incomoda escuchar estas opiniones tan bien intencionadas, porque ya soy muy mayor, ya se que eso es engañoso. Creo que tal como lo recibieron y lo predicaron desde el principio es cómo funciona. Actualmente creemos que hemos avanzado cuando en realidad es que no se vive ni se proclama la Palabra de Dios tal cual, no nos dejamos ayudar por el Espíritu Santo, no nos creemos que la Verdad es actual y eficaz para hoy igual que entonces. Lo que hay que cambiar es nuestro corazón y nuestra mente para vivir en presencia de Dios con nosotros.
21/02/19 4:31 PM
  
Javier Martínez
Javier te doy algunos datos que tal vez te puedan ser útiles.

D.Jose Francisco Teijeiro es el párroco de Pushkin la ciudad de los zares a 20 Km de San Petersburgo. Su correo es: [email protected] y su teléfono +7911 2619412 .Este es el que atiende la República de Komi, junto a su coadjutor que ahora está descansando con su madre en Albacete. La labor apostólica en aquellas tierras es muy dura.

D Alejandro Burgos vive en San Petersburgo y es el párroco de la iglesia católica rusa de rito bizantino. Le acaban de aprobar las autoridades civiles esa iglesia. Cuando su Obispo, que está en Siberia, se lo autorice comenzara la construcción de una iglesia de nueva planta en San Petersburgo. Su correo es [email protected] y su teléfono +79112619416

Tengo un blog que me hackearon, y que ya puedo poner noticias; https://sacerdotesrusia.blogspot.com.es De este blog puedes sacar mucha información.



Me ha encantado la entrevista a Beatriz que publicas hoy en Infocatólica.

Si te interesan cosas de la Iglesia Católica en Kazajstán me lo dices. El obispo de Almaty es amigo mío nacido en Monzón de Río Cinca-Huesca.

Un fuerte abrazo,

Javier
21/02/19 5:01 PM
  
Cordá Lac
Me parece una noticia estupenda lo de que vuelve el programa "La Tierra Prometida" a Radio María.
Desgraciadamente sólo unos pocos programas están disponibles en los "podcast". Animo a Radio María a que ponga a disposición todos los programas en los "podcast" y a que los ofrezca en DVD, MP3, etc., y a cualquiera que no conozca el programa le sugiero que los escuche desde el principio para poder "engancharse" cuando se reanude el programa.
21/02/19 5:42 PM
  
Vivi
Dios quiera que vuelvan los tiempos en que los chicos cumplían los seis años de edad y le regalaban "La Biblia para los niños".
Hay que inculcar este hermosísimo hábito desde la infancia.
21/02/19 6:54 PM
  
Beatriz Ozores
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
CORDÁ, todos (140) los programas de “la Tierra Prometida” están disponibles en Ivoox. Adjunto el enlace al primero:
https://www.ivoox.com/13160988
Muchas gracias
22/02/19 1:30 PM
  
Mariaré
Un millón de gracias por el artículo y a Beatriz por su labor y por el enlace al programa de "la Tierra Prometida" para los que no sabíamos que existía.
23/02/19 1:13 AM
  
María
Yo nunca había leido la Biblia, incluso me da la impresión que los curas la desdeñan. Pero la oí a esta señora en R. María, y me bajaba los pcast. Con ella empecé a ver la Biblia de otra forma, entonces me di cuenta que en la Biblia los personajes incluido Abraham no eran perfectos, porque el único perfecto era Jesucristo, pero tenían la mirada en Dios y le consultaban, le escuchaban, y se arrepentían. Además puedes ver los ejemplos clarísimos de lo que está bien y mal, leyendo atentamente. No he dejado de leer la Biblia desde entonces, me da pena que los sacerdotes la desdeñen tanto, como si fuera todo un cuento o algo así
24/02/19 8:44 AM
  
AliceMuñoz
Me gusta mucho el programa, conociendo las escrituras , es bellísimo, Beatriz y su compañero explican de forma tan clara y con tanto amor y entusiasmo, que lo trasmiten a los que lo vemos , a mi se me hace corto el tiempo , y quisiera seguir y seguir escuchando ,espero y confío
en Dios que podamos seguirlo viendo , muchas bendiciones .Fiat, Fiat Fiat
03/11/19 12:48 AM
  
Julio G Ibarra
me encantan mucho la forma de explicar las Sagradas Escrituras,
me gustaría algún día dar estos cursos en mi parroquia de la manera como doña Beatriz lo hace, mil gracias por todo lo que hacen y por todo el tiempo impartido para los demás.
cómo podría contactar a doña Beatriz Ozores?
17/09/20 4:32 AM
  
Juan Carlos Villaverde
Que Dios le bendiga
13/02/22 8:01 AM

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18.02.19

María ensalzó la dignidad de la mujer

La devoción a la Santísima Virgen, como vía para llegar a Nuestro Señor, ha tenido una influencia decisiva en la Historia hasta tal punto que no se puede entender el mundo sin la profundísima huella, benéfica y amorosa, de María en el devenir de los tiempos.

Gracias a nuestra Madre del Cielo la figura de la mujer, tan maltratada en lo largo de la Historia, ha recobrado toda la dignidad y esplendor que merece. Nadie ha hecho más que María y la Iglesia por dignificar la figura de la mujer.

En esta entrevistael historiador D. Rafael María Molina Sánchez repasa el penoso papel que tuvo la mujer en las civilizaciones antiguas. Y analiza como la colosal figura de María y su culto marcó un punto de inflexión para dignificar a la mujer y mejorar radicalmente sus condiciones de vida.

¿Hasta que punto ha sido importante la devoción a la Santísima Virgen para ensalzar la dignidad de la mujer en la sociedad?

La devoción a María supuso una auténtica revolución en cuanto a la consideración legal y social de la mujer. Es un hecho que tristemente ha pasado por alto a muchos historiadores, pero que es una realidad absolutamente innegable.

En la Antigüedad la situación de la mujer era durísima y su dignidad era continuamente ultrajada en casi todas las civilizaciones. La poligamia y el repudio (únicamente del hombre hacia la mujer) se hallaban ampliamente extendidos, siendo singularmente frecuentes ambos fenómenos en Persia o el antiguo Egipto, por ejemplo. Lo mismo ocurría en la mayor parte de Asia y en China.

¿Cuál era la situación de la mujer en el mundo clásico?

Era bien triste, pues en realidad, la forma más frecuente de matrimonio en la Antigüedad era por compra, como ocurría en la Antigua Grecia. Según Herodoto éste era también el sistema habitual en Asia. En Galia y Germania la mujer estaba obligada a sacrificarse en la tumba de su esposo, incluyendo muchas veces la muerte en la hoguera.

Aristóteles explica que en los pueblos bárbaros las mujeres eran iguales a los esclavos, confinados a los trabajos más penosos y compradas como ellos. Incluso en la culta Atenas era legal el adulterio únicamente masculino.

En la antigua Roma, considerada la gloria del mundo Antiguo, la condición femenina no era mucho mejor. Sempronio repudió a su mujer por haber ido a los Juegos sin su consentimiento. El historiador Flavio Josefo cuenta que repudió a su mujer, madre de sus tres hijos, porque no le gustaban sus modales. Plutarco explica que la pérdida de la belleza física de las mujeres a causa de la edad o por un aumento súbito de peso era causa para el repudio en multitud de casos.

En la antigua Grecia el célebre dramaturgo Esquilo llama a las mujeres “criaturas insoportables”. Y el célebre médico Hipócrates decía que la mujer “es perversa por naturaleza a la vez que incapaz e imbécil”.

Explíquenos cómo el cristianismo transformó por completo este tristísimo panorama…

Las mujeres estaban presentes acompañando a Jesús y cuidaban de su sustento. Jesús siempre fue muy amable con las mujeres. Voy a citar algunos pocos ejemplos: se compadece de la adúltera y evita su lapidación, secó las lágrimas de la viuda de Naim resucitando a su hijo, conversa amistosamente con la Samaritana y restituye la dignidad a María Magdalena.

Los Evangelios narran como mientras los apóstoles huían del Calvario, las mujeres permanecían al pie de la cruz. Fueron al sepulcro a honrar su cuerpo. Fueron las primeras en recibir la excelsa noticia de la Resurrección.

El ejemplo excelso de humildad, fe y amor de la Santísima Virgen inspiró profundamente a las mujeres de los primeros tiempos del Cristianismo, que aceptaron con resignación en muchas ocasiones el martirio y también aceptaron morir antes que sufrir ataques contra su virginidad o su virtud.

Los hechos de los Apóstoles nos hablan de mujeres célebres por sus limosnas y obras de caridad como Tabita, Fabiola, Domitila o Eustaquia. Estas mujeres restauraron la auténtica dignidad de la mujer y contrarrestaron el mal ejemplo de emperatrices y grandes damas derrochadoras, frívolas y crueles.

Ilustres Padres de la Iglesia como San Agustín, San Juan Crisóstomo o San Basilio fueron convertidos por la influencia y la oración de mujeres, como Mónica o Emilia.

Concretamente, ¿Cómo la Santísima Virgen ennobleció a todas las mujeres que quisieron imitarla?

Lo hizo con las coronas del pudor, de la virtud y de la humildad. La Santísima Virgen fue elevada al rango de Madre de Dios y Madre nuestra. Fue coronada como Reina y Señora de todo lo creado. Todo ello precisamente por su humildad. La figura de la Virgen siempre ha conmovido profundamente a la humanidad y ha otorgado a la mujer la dignidad que merece.

En el matrimonio cristiano la mujer recobró toda su dignidad como ser humano al mismo nivel que el varón y fue reconocida como el pilar de la familia.

Es triste y lamentable que esta evidencia histórica hoy sea negada o menospreciada por muchos en el mundo contemporáneo. Pero sigue siendo la verdad histórica. Autores piadosos del pasado siglo como Joaquín Pérez Sanjulián y otros muchos lo tenían muy presente.

Si se salva la mujer se salva la familia y si se salva la familia se salva la sociedad”.

Javier Navascués Pérez

1 comentario

  
María de las Nieves
Todos los seres humanos llevamos a una mujer en nuestro interior y es tan cierto para cada uno de nosotros tanto varones como mujeres que nos hemos asomado al mundo a través del seno materno de una mujer ,nuestra madre.
En una ocasión en una conferencia el ponente se interrogaba pero que es ser mujer, quién es una mujer.
Ella ,lo primero es su ser de mujer,ser hija ,ser esposa ,compañera ,ser madre y cuidadora hogar ser una excelente profesional.
Si todo ello describe a la mujer La pregunta intencionada es ¿Quién es una mujer.? Y siendo mujer no alcanzo del todo mi ser ontologico.
Modelo real y prototipo es La Virgen María ,la pregunta es María tan explicita .? Quién es ella? La respuesta desde nuestro interior .
18/02/19 11:56 PM

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14.02.19

Apasionante experiencia en un Seminario santo

Hace años mi director espiritual me aconsejó probar una temporada en el Seminario para discernir si el Señor me llamaba a la vida religiosa. Tras la prueba, los Superiores me aseguraron que no era esa la voluntad de Dios y lo acepté con paz y conformidad. Además fue una experiencia maravillosa que marcó mi vida y quiero compartir con ustedes.

Un día inesperado el beneplácito divino, murmullo de suave brisa, susurró un mensaje diáfano. Reverberó en la roca del Sinaí una voz penetrante y amorosa, proveniente de la eternidad. En la esfera terrenal lo revelaba el sereno timbre de voz del Superior, que con suma clemencia y solemne sosiego clausuró mi ciclo de prueba como religioso. Ratificó con convicción los patentes renglones de la voluntad de Dios sobre mí. Afirmó, para confortarme en el desconsuelo, que mi noble actitud en la tentativa no era acreedora de la más leve amonestación.

Fue un período muy bendecido, pero de sabor agridulce, a la sazón regocijado en el lumínico palacio interior, pero también confinado en las tétricas ergástulas de la noche oscura. Para condensar el jugo de estas vivencias, a modo de gota en el océano, voy a relatar, como transcurría una jornada en el Seminario en los días dichosos del primer amor.

Tras la conversión varios sacerdotes timonearon la hermosa galera de mi vida espiritual, con el rostro de Cristo por bandera. Llegó la tormenta y fui herido por el rayo de la gracia. Dejé que el Señor quemase el fastuoso navío de mi seguridad y me llamó a la orilla pronunciando mi nombre. Las cenizas de mi yo fueron arrojadas al mar, como ofrenda expiatoria del que moría al mundo. Arranqué de cuajo, sin anestesia, las raíces de mi querida Zaragoza, familia y amigos. Todo mi mundo fue sepultado en la fosa del pasado. Partí en dirección a Trujillo, Extremadura.

Me sobrecogió la incomparable perspectiva nocturna de la pulcrísima Turgalium romana. Villa de abolengo, pintoresca, pingorotuda y altiva sobre la planicie. Allí sobreviven a la historia y a la tristeza iglesias sobrias, parcos baluartes y palacetes sin alardes, aglutinados en un portentoso conjunto monumental, coronado por la cámara de la Reina, la Plaza Mayor, renacentista, grandiosa, amparada por preciosos pórticos. En su centro emerge la estatua ecuestre de Francisco Pizarro. Nos predica conquistas y heroísmos audaces, como el que iba a emprender.

Despidiendo con respeto y cortesía esta cita con la histórica me adentré en la escuálida estrada, último reducto que unía la civilización con el Seminario, desierto de soledades místicas. La modesta carretera secundaria entre Trujillo y Monroy serpentea venenosa entre los latifundios solitarios, con rasantes toboganes traicioneros, por los despoblados parajes extremeños, un océano monótono de perpetuas encinas, el finis terrae de la melancolía.

Tras consumir media hora de inquietante trayecto un raquítico letrero gobernó el desvío. Y allí irrumpe un precario vallado que da el parabién a una de las mayores fincas de Extremadura. No se podía abarcar con una panorámica de ojo mortal. Incluso un río considerable atravesaba la hacienda. Y dentro de este imponente cortijo de los mimbrales, a modo de palomar teresiano, se hallaba el Seminario, sementera de núbiles menestrales para la abundante mies del Reino.

Recuerdo como hoy la primera impresión cuando rebasé la arcaica recepción. La oscuridad y el silencio amordazaban la noche con sus fauces abiertas. Y en medio del ejido insociable, en el centro de la austera alquería, destellaba el voltaje de la capilla. Solemnemente expuesto el Santísimo Sacramento latía en la noche. Varios seminaristas jóvenes ayunos, enjutos de penitencia, con sotanas de azabache, permanecían hieráticos y extáticos, majestuosos, como querubines ante tan abrasadora presencia.

Entré en la capilla sigilosamente sin provocar el menor ruido y me arrodillé con decoro ante el Rey de esta humilde morada y del Universo. Una breve visita de rigor y encaminé mis pasos en dirección al aposento, pues avanzaban las tinieblas de la noche. El Padre Superior, cual dócil lacayo, portaba gentilmente mi maleta. Antes de despedirse paralizó con firmeza su mirada y disparó a quemarropa una pregunta tan sencilla como profunda: ¿Viene usted a ser santo?

Asentí y sonreí ante la escrutadora penumbra del candil. Fascinado y encandilado acuné la noche bajo estos elevados pensamientos durmiendo a ras de suelo húmedo. La celda, otrora cuadra de caballerizas, se pavoneaba de austeridad. Cuatro paredes harapientas, mal vestidas de pobre cal descorchada, un desgastado y avejentado colchón, un armario raído y menesteroso, una infortunada mesita, pobre de solemnidad, sobre un cemento andrajoso, paupérrimo. Y presidiendo todo mi mundo un crucifijo de madera tan modesto como interpelante.

Los capitanes de Viriato

Me costó un imperio levantarme a las seis, hora intempestiva, extemporánea, antinatural, que combatía arduamente en las trincheras de una vida burguesa. Quise hacerlo para seguir el ritmo de los gladiadores de la oración, los seminaristas. Estos aguerridos Capitanes de Viriato, serían meses más tarde hermanos en religión.

Amanecía en Extremadura, un círculo flamígero gigantesco desperezaba la campiña extremeña y otorgaba tímidas rúbricas de calor al relente nocturno. Algunas avecillas insomnes sobrevolaban tiritando entre los sotos belloteros. Un estridente concierto de grillos desvelados en la lejanía y poco más. Busqué la capilla con santa codicia. Me sentía radiante.

Tres horas de oración ante el Santísimo. Rezo de Laudes comunitarios seguidos de meditación y lectura espiritual. Tenía en mi pupitre enfilados grandes clásicos de la espiritualidad jesuita y un libro de Santa Bernardita. Un universo espiritual apasionante, aislando por completo todo vestigio mundano. Santos manuales de ascética que tabicaban dos mundos, separando dos realidades, tapiando un muro infranqueable.

Después la reposición de fuerzas, el desayuno sencillo y compacto, orquestado por una deliciosa lectura espiritual. Desfilaron la gravedad inconfundible del Kempis, documentos eclesiásticos y la apasionante historia de dos mil años de Iglesia, narrada magistralmente por los jesuitas. Seguían quince minutos raquíticos de limpieza dentífrica y enfundarse a la carrera el mono de trabajo para los menesteres de limpieza. Zafarrancho de combate. Unos al fogón cálido, otros a los escusados repelentes y al resto de dependencias conventuales. En el Seminario aprendes a amar la pobreza y los trabajos serviles.

Después resucitamos el latín y el griego, la oratoria, la preceptiva literaria clásica…. Había un gran interés de los noveles seminaristas por las lenguas muertas, más vivas que nunca. Y mucho más por la filosofía clásica, siendo la teología la asignatura príncipe.

Una mañana intensa de sucesión trepidante de clases y cocción de estudio en disciplina pretoriana sin tregua a la molicie. Como premio el momento especial del Rosario comunitario. Era a las cuatro de la tarde y todavía en pie de guerra sin regalar nada sólido al cuerpo. Aunque merecía la pena ese esfuerzo corporal que aligeraba de mente y el corazón y les daba alas. El Santo Rosario se empezaba en la capilla y se podía continuar en ella o bien salir a rezarlo paseando por la bucólica finca. Un servidor elegía esta segunda opción para darle al rezo mariano un toque contemplativo con la creación, un maridaje muy especial.

La finca era rústica, bien parecida en cualquier época del año. Uno se perdía en el laberinto campestre de miles de pequeños caminitos, alfombrados de verde en épocas húmedas y laminados de oro en las secas y se adentraba en los misterios del Rosario y su Misterio. Sentía en cada paso el aliento de la Madre.

Y por fin una apetitosa campana anunciaba la comida. Una pitanza sobria, recia, contundente, castrense. Dieta simple y comida tradicional humeante, sin más adobo que el fruto licuado del olivo. Todo ello era aderezado por una lectura espiritual apasionante, la Biblia comentada de Straubinger, perenne Magisterio de la Iglesia, meditaciones escogidas, hagiografía selecta y en radical contraste noticias de actualidad sobre el caos de nuestro mundo. Como colofón el venerable martirologio, salpicado de sangre, simiente egregia de nuevos cristianos.

Después volaba el tiempo de la convivencia, el único en que podíamos hablar distendidamente con los hermanos. Íbamos en ternas. Unos al fregadero. Los más afortunados tenían la suerte de pasear por la finca. Siempre conversaciones alegres, fluidas y edificantes. O se hable de Dios o no se hable. Racionamientos lógicos, lenguaje escolástico, hilando fino, todo milimétricamente medido. Momentos de gran felicidad estar los hermanos unidos bajo la gigante sombra de un gran ideal, con un vínculo superior al de la sangre y la alcurnia.

Después aseo para prepararse con respeto para la Santa Misa, epicentro del día. Una Misa pausada con calma, devota y una espaciosa acción de gracias. La razón de ser del seminarista, la identificación con ese Cristo glorioso que baja del cielo al altar en un encuentro amoroso.

Posteriormente una hora de estudio, evaporada raudamente y  a la capilla para coronar el día con las completas. Tras la oración nocturna y sus sugerentes himnos que se adentraban en el misterio de la noche se presentaba fatigado el tiempo de descanso. Algunos hermanos aún se inmolaban un poquito más ayudando en la cocina, leyendo o adorando en la capilla. Otros se ofrecían incluso para hacer servicios manuales a los hermanos, como el forrado de libros por ejemplo. Se vivía un gran desprendimiento fraternal y un olvido radical de lo propio.

Y a las once me acostaba rendido, exhausto, pero con la felicidad rebosante en la alcuza de la conciencia, con el regusto del deber cumplido para que la Virgen velase nuestro casto sueño y reparase las fuerzas del guerrero. Añoro los días cautivadores del Seminario donde creía volar en las cumbres de la santidad. Ahora con los pies en el suelo acepto mi pequeñez, pero sigo teniendo por objeto de mi vida el mismo Amor. Hágase tu voluntad, loado mi Señor.

Javier Navascués Pérez

11 comentarios

  
Rosa de Jesus
Hermoso articulo, tendria que ser la aspiracion de todos los catolicos consagrados o no a la vida religiosa llevar una vida penitente, austera y de oracion. Desde ya los que vivimos en el mundo no todos tenemos el tiempo y la capacidad de estudiar y ejercitar las devociones como la liturgia de las horas o la comunion diaria como los monjes o sacerdotes, pero todos podemos rezar los tres rosarios diarios de la corona a Santisima Virgen, todos podemos mortificarnos y hacer penitencias y ayunos, el problema que veo en la gente mundana dentro de nuestra religion es que dicen que la penitencia y el ayuno es cosa de misticos y monjes, no digo hacer un ayuno absoluto si uno trabaja pero siempre puede cuidar de moderar y mortificar la sensualidad de la comida por ejemplo huir de la sensacion de saciedad o evitar gustos o vicios como el cigarrillo o el alcohol, no digo hacer una vigilia de una noche completa pero si desvelarse una hora para rezar el santo rosario en medio del sueño, porque no?, no digo ahislarte a todas las noticias del mundo pero tirar la tv y dejar solo internet como informativo, tomarnos en serio la cruzada por la modestia cristiana sobretodo cuando vamos a la santa misa, tambien la pureza dentro y fuera del matrimonio que no es un juego la vida de intimidad sino solo un medio para servir a la iglesia trayendo hijos de Dios al mundo, vivir en ese preferir siempre la incomodidad, con discrecion y madurez, una sencilla soledad a las noches de salidas con amigos que a veces solo quieren usarnos para sentirse acompañados y que nada ayudan a nuestro progreso espiritual, ni hablar de las discotecas, buscar tener como mejor amigo a nuestro Jesus Crucificado y su Mater dolorosa.

Rezo mucho por esta intencion, y me alegran mucho leer portadas como estas porque demuestra que cada vez mas cristianos estan buscando obedecer a la Virgen y no solo eso, sino ayudar a sus hermanos a desear este fin. En un tiempo en donde la vida monastica se esta extinguiendo necesitamos con urgencia que los pocos fieles, o mejor dicho amigos de Jesus crucificado, aunque esten en el mundo ayuden a ocupar estos sitios que antes guardaban los monjes ayunando, rezando y haciendo penitencia porque hay mucho vacio y necesidad de esto.

El santo Padre Pio de Pietrelcina se convirtio en el monje, sacerdote y estigmatizado mas grande de toda la historia de la Iglesia catolica con la sencilla devocion del santo Rosario, el que llegaba a rezar hasta 50 veces al día, que consuelo y testimonio mas alentador para la gente que vive en el mundo saber que este santo llego a tan altisimo grado de santidad y union con Dios y Maria Santisima solo rezando muchos rosarios, y lo mismo se puede decir de los pastorcillos de Fatima, niños sin estudio ni disiplina monastica.

14/02/19 2:00 PM
  
Martinna
No es fácil entender por qué recetaron que no tenía vocación. Más parece que la tiene usted que muchos clérigos funcionarios que se ven por las iglesias...
14/02/19 2:59 PM
  
Un sacerdote
Precioso testimonio, Javier
Muchas gracias por compartirlo
14/02/19 8:23 PM
  
Miguel Ángel
Javier, muy lindo el relato.
Tengo la impresión, por lo que narras, que sé, y conozco por terceros, el seminario del cual se trata.
En fin, e independiente de eso, lo que narras para mí tiene un tanto de bondadosa ingenuidad, pues el seminario -cualquiera sea-, al igual que cualquier comunidad humana, tiene muchos problemas y grandes cruces. No existe lugar en la tierra donde el "pecado original" no haga sus estragos, pensar lo contrario es ingenuidad.
Por lo que tu relato me parece muy lindo, pero falto de muchos matices y realismo.

Javier: Si lo lee en profundidad y entre líneas, verá que no omito del todo las cruces ni las asperezas de la renuncia, desgarradoras (pero si omito los roces y detalles desedificantes)...pero lo hago de manera consciente y elegante pues me interesa destacar e idealizar poéticamente los buenos recuerdos con objeto de dar gracias a Dios por esa etapa de mi vida.

14/02/19 9:21 PM
  
Juan Pablo Lizcano
Dios mío cuán grande eres .
14/02/19 9:22 PM
  
alma
Pocas veces, un artículo escrito, tiene aroma
14/02/19 10:19 PM
  
moises ben Aram
Sí. Podría decir proque le dijeron que no?
Tengo la sensación, que salvo algún gran escándalo, a todos les dicen que sí.

Javier: Simplemente, tras unos meses de prueba, por considerar que no estaba llamado a la vida religiosa. No todo el mundo está llamado. Escándalos gracias a Dios no vi ninguno.
15/02/19 12:24 AM
  
Miguel Ángel
Muchas gracias Javier por tu respuesta.

Pues estamos de acuerdo entonces, porque como dices: "... (pero si omito los roces y detalles desedificantes)...pero lo hago de manera consciente y elegante pues me interesa destacar e idealizar poéticamente los buenos recuerdos con objeto de dar gracias a Dios por esa etapa de mi vida".
Pues si el objetivo era idealizar poéticamente ese período de tu vida en el seminario lo has logrado, y de buena forma.
Solo quería aportar que la realidad cotidiana de un seminario no es ideal poético, sino una realidad humana marcada por roces y detalles desedificantes.
Saludos.


Javier: De nada Miguel Ángel, la vida tiene mucho más de prosaico que de poético, por eso opto aquí por rescatar esa segunda faceta
15/02/19 6:00 PM
  
María de las Nieves
Un bello escrito y desde la roca del Sinaí la voz eterna no se equivoca y a leer ese llamado a la santidad y vida sobrenatural y sino es a la vida religiosa y es Seminario diocesano de servicio al Señor en favor de su Santa Iglesia y estudiar la carrera de Teologia en seminario o Facultad de Teologis y ser sacerdote ? Aqui estoy Señor para hacer tu Voluntad ,el Señor sigue llamando y ampliándo la conciencia. Orare al Señor en su Divina luz por Ti Javier.
Tú relato vivencial penetra ,así que a seguir y siempre el Señor nos muestra algo nuevo .Gracias.
15/02/19 7:44 PM
  
M.Rosa
No pasa nada,Dios tiene un plan para cada uno,y para ti el del periodista fiel a Él con tus testimonios,entrevistas a personas,que merece la pena escuchar y que defienden las verdades de nuestra fe,haces prestancia a la Iglesia de unos valores incalculables.Sigue la senda y que Dios te bendiga.
16/02/19 1:52 AM
  
Alberto el retrogrado reaccionario y rígido
Maravilloso escrito.

Bueno, en cambio es usted un periodista incansable, que está en todas partes, siempre la servicio de la verdadera Fe y libre para hacerlo sin ataduras.

Me puedo imaginar por qué le dijeron que no. Corren tiempos recios en los que el voto de obediencia puede provocar a uno un conflicto muy grave entra la obediencia y la Verdad. Y sospecho que, al contrario de lo que se puede pensar, hablando poéticamente la obediencia ahora es la "virtud" que prima sobre todo lo demás.Cualquier sospecha de que no se va a ser totalmente obediente es algo que no se valora muy bien hoy en día.

Por eso yo no quise ni oír hablar de ello cuando un buen cura amigo mio me sugirió esa vocación. En tiempos pasados no me hubiera negado a pedirlo a Dios y a intentarlo, por la escasez de vocaciones. Pero ahora se que sería un infierno para mi, dado el estado de la Iglesia y de la Jerarquía. No duraría ni un año. Porque soy retrógrado, rígido y reaccionario. Creo que se me entiende.
17/02/19 7:22 PM

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11.02.19

Carlos III. El primer gobierno antirreligioso de la historia de España

El reinado de Carlos III (1759-1788) ha sido uno de los más decisivos períodos de la historia de España. Su reinado se caracterizó por estar imbuido del espíritu de la “Ilustración”. Se llevaron a cabo reformas de todo tipo, económicas, administrativas, políticas, militares… Pero por desgracia también se llevó a cabo una política que chocaba de frente con la mentalidad católica tan tradicional y consubstancial a la historia y la naturaleza del pueblo español. Y esto es un factor sobre el que no se suele insistir lo suficiente. Y cuando se hace, es para alabar, incluso desde ámbitos católicos, acríticamente una época que marcó el inicio histórico del descenso a los abismos morales en los que estamos en la España de hoy. El historiador Rafael María Molina nos acerca a su figura.

¿El reinado de Carlos III supuso una ruptura con la historia de España en el ámbito religioso?

Así es. La época de Carlos III marca un auténtico punto de inflexión o de ruptura si se prefiere con la historia de España en el plano religioso. Hasta entonces, todos los reyes españoles, desde el tiempo de la conversión de los visigodos al catolicismo, en mayor o menor medida, habían promovido la Religión Católica o luchado por ella, como en la Reconquista. Este fenómeno llegó a su apogeo en los tiempos del Siglo de Oro en los que la Monarquía Hispánica llegó a simbolizar la propia defensa y expansión de la Fe en todos los continentes. En una sociedad que aún era teocéntrica, los españoles de a pie se identificaban totalmente con esa visión y se puede decir que lo dieron todo, empezando por literalmente su sangre y sus bienes para sostener una política cuya base era la defensa de la Fe Católica en primer lugar, en todas partes y contra todos sus enemigos.

Pero todo esto empieza a cambiar drásticamente durante el reinado de Carlos III (1759-1788). Es el primer reinado de la historia de España que mira a la Iglesia con desconfianza, casi como a un enemigo potencial. El primer reinado que trata de inculcar a los españoles una nueva “ideología”, el culto al racionalismo y al conocimiento entendidos como algo distinto y casi ya en oposición a la Religión. El primer reinado donde la influencia masónica sobre el Gobierno será fuerte.

¿Cómo se materializa todo esto?

Por varias vías. En primer lugar Carlos III y sus ministros acentuaron al máximo la política regalista, esto es, intentar situar a la Iglesia bajo el control del Estado. Los gobiernos de Carlos III desarrollarán hasta las últimas consecuencias las posibilidades que les ofrecía el Concordato firmado con el Vaticano por su antecesor Fernando VI en 1753 para controlar el nombramiento de cargos eclesiásticos en España y en su todavía inmenso imperio americano (lo que se conocía como el “Patronato Universal”). La idea era que, si el monarca lo era por derecho divino, supuestamente tenía derecho a situar la Iglesia bajo control a través de sus “regalías” o sea, los derechos absolutos del rey sobre todas las cuestiones referidas a la Iglesia.

¿Cómo se originó la persecucución total durante este reinado a la Compañia de Jesús?

Fue una consecuencia del regalismo y también de la influencia del singular odio ilustrado y masónico (muy visible en los ideólogos franceses de la “Ilustración” como Voltaire o Diderot entre otros) por los jesuitas. En primer lugar, dado que los jesuitas eran la Orden más influyente y la que poseía una mayor riqueza material, la idea de apropiarse de sus bienes, rentas y tierras, era muy atractiva para Carlos III y sus ministros. En segundo lugar, los jesuitas estaban considerados entonces como el principal bastión de la ortodoxia intelectual católica y ponían su fidelidad al Papa por encima de la lealtad a cualquier rey. (Por eso eran tan odiados por los “ilustrados”). Los jesuitas fueron expulsados en la década de 1760 tanto de España, como de Francia y Portugal (países todos donde la influencia “ilustrada” sobre los gobiernos era fuerte). Carlos III, además les culpaba de estar supuestamente implicados en el “motín de Esquilache”, la revuelta popular en Madrid y otras ciudades que en 1766 llegó a poner en peligro la Corona. 1 año más tarde , en 1767 fueron expulsados de España y de su imperio. Pero da la medida del odio real hacia los jesuitas el hecho de que Carlos III no paró hasta conseguir que en 1773 el Papa Clemente XIV, sometido a todo tipo de presiones y amenazas (incluída la de un desembarco español en Italia) disolviera la Orden en todo el mundo. El embajador español en Roma que había logrado este “éxito”, don José Moñino, fue nombrado por Carlos III, conde de Floridablanca, como premio y pronto sería nombrado Primer Ministro por Carlos III.

En el proceso de la expulsión de los jesuitas tuvo también un papel destacado el Conde de Aranda, político aragonés que ejercía en ese momento el puesto de presidente del Consejo de Castilla, lo que le convertía casi en el virtual primer ministro de España. Aranda fue un político muy influenciado por la masonería. Se discute aún si llegó a ser masón pero en cualquier caso llevó a cabo una política promasónica. Era amigo de Voltaire (que le dedicó unos horribles versos calificándolo de heroico vencedor de la “hidra” jesuita). La Corona incautó todos los bienes de los jesuitas. En definitiva, fue una gran victoria masónica.

¿Carlos III era católico?

Hay que dejar claro que Carlos III fue católico. De hecho era católico practicante y desde luego, no fue personalmente masón (de hecho murió en 1788 con los Sacramentos) Pero no fue un católico tradicional sino más bien fue lo que en nuestra época se ha llamado un católico “progresista”. Como ha señalado el experto hispanista John Lynch, el gobierno de Carlos III fue antipapal desde el principio. Ya en sus primeros años de reinado Carlos III defendió públicamente las tesis del abad francés Mesenguy que negaban la infabilidad papal y que estaban condenadas por la Iglesia. Y ya a partir de 1761 un decreto de Carlos III prohibió la publicación de cualquier documento papal en España a menos que contara con el visto bueno previo de la Corona.

El Gobierno prohibió los sínodos eclesiásticos provinciales para impedir que la Iglesia pudiera pactar estrategias de actuación y medidas propias sin el control estatal y estableció la censura previa sobre las pastorales de los obispos. E incluso sobre las homilías de muchos sacerdotes. Hizo un gran intento por secularizar la enseñanza, hasta entonces dominada por los religiosos, regulando los métodos de acceso de los maestros, con el objetivo de limitar al máximo el número de maestros religiosos y crear un cuerpo de maestros laicos, subordinados al Gobierno. Es verdad que hubo alguna medida positiva en el ámbito religioso, básicamente la proclamación de la Inmaculada Concepción como Patrona de España y de las Indias en 1760. (Y se podría añadir que Carlos III ha sido uno de los pocos reyes españoles Borbones que no fue motivo de escándalo por cuestiones relacionadas con la lujuria y la infidelidad conyugal) pero el peso de su política anticlerical fue, por desgracia, enorme.

¿Qué otras medidas laicistas llevó a cabo el gobierno de Carlos III?

Se reformaron las materias para dar más importancia a los contenidos científicos lo cual en parte era saludable pero el auténtico objetivo del Gobierno era secularizar la enseñanza en todos los tramos, incluído el universitario. El gobierno de Carlos III llevó a cabo también numerosas medidas para prohibir o limitar muchas devociones populares y actos religiosos masivos con el argumento de que determinadas devociones, sobretodo las marianas, eran casi idólatras y muchos actos de piedad no eran más que superstición, que hacían perder muchas horas de trabajo a la gente.

También se limitó el número monasterios contemplativos con el argumento de que eran improductivos. Es llamativo que en todo ello destacaron los ministros más abiertamente másonicos o “librepensadores” como Roda o Campomanes. La Inquisición no fue suprimida pero se limitó estrechamente su actividad. Es cierto que, como es sabido, la Inquisición todavía pudo lograr la condena del famoso intendente Pablo de Olavide, íntimo amigo de Voltaire y Diderot y mano derecha del Conde de Aranda, por sus escritos notoriamente antirreligiosos pero la Institución fue severamente limitada en su actividad por los ministros del rey. Campomanes llegó a preparar una gran “desamortización” o incautación general de los bienes de la Iglesia aunque finalmente el propio rey no se atrevió a ejecutarla, ante los síntomas de una resistencia eclesiástica muy intensa. (Pero sí lo haría parcialmente su hijo Carlos IV y al final se llevaría a cabo totalmente en tiempos de Isabel II)

¿El pueblo seguia siendo masivamente católico o empezaba a ya resultar contaminado de anticlericalismo?

El pueblo español en esta época seguia siendo abrumadoramente católico, como reconocen los historiadores. La asistencia a Misa y la recepción de sacramentos seguía siendo masiva y, como han señalado algunos historiadores, al pueblo , desde luego, le emocionaban mucho más las prédicas de grandes predicadores como Fray Diego de Cádiz que el anticlericalismo del Gobierno. Por eso fue tan importante vista en perspectiva la ofensiva anticlerical de los ministros de Carlos III. Sembraron para las generaciones futuras. Los futuros liberales antirreligiosos de principios del siglo XIX seran hijos intelectuales de la “Ilustración” y de la Revolución Francesa (preparada ideológicamente por la “Ilustración”)

¿Por último que balance haría de este reinado, sobretodo desde el punto de vista religioso?

El reinado de Carlos III se caracterizó por una serie de amplias reformas, algunas de las cuales en los ámbitos económico, administrativo , militar o urbanístico fueron positivas en aquel momento. También se caracterizó por las guerras contra Inglaterra, la última de las cuales, la de 1778-1783 tuvo un balance positivo pues, aunque no se logró reconquistar Gibraltar, si se recuperó la isla de Menorca y algunos territorios en Norteamérica. De hecho, en este reinado el imperio Español de América llegó a su máxima extensión con la conquista o adquisición de California, Luisiana y la pacificación de amplios territorios del sudoeste norteamericano tras duras luchas contra los pueblos indios. Fue el último reinado en el que España, con una gran flota de guerra, tuvo todavía autentico rango de gran potencia internacional.

Todo ello ha hecho que de Carlos III se haya dicho que es una de las pocas figuras de la historia de España que gusta tanto a la derecha (por el relativo esplendor militar y colonial) como a la izquierda (precisamente por sus medidas anticlericales). Y es que el peso, trágico, de la política antirreligiosa es una responsabilidad muy gravosa con la que este reinado carga ante la Historia.

A este respecto, fue muy llamativo lo ocurrido en 1988 cuando el entonces gobierno socialista español presidido por Felipe Gónzalez, conmemoró por todo lo alto el bicentenario de la muerte de Carlos III con cientos de actos, exposiciones, conferencias, libros y actos de todo tipo, incluyendo una serie de televisión sobre el reinado y una película sobre el motín de Esquilache, de la directora Josefina Molina, donde Carlos III y su ministro, el reformista radical Esquilache (de origen italiano) aparecían como unos héroes reformadores. También en esa época se colocó la estatua ecuestre de Carlos III que preside la Puerta del Sol, en el centro geográfico de Madrid y de España.

El gobierno socialista insistió entonces en que ellos, en su decidida política de “modernizar España” (o sea, en la práctica, descristianizarla) eran los sucesores naturales de una figura como Carlos III cuyo empeño de modernización del país en su época, fue idéntico.

Fue, en definitiva el reinado en que, tristemente, el anticlericalismo impulsado desde el poder, hizo su aparición en la historia de España.

 

Javier Navascués Pérez

21 comentarios

  
blaloma
Muy interesante
11/02/19 10:45 AM
  
Javidaba
D. Marcelino Menendez y Pelayo describe la religiosidad de Carlos III, con notas de ridiculez tremenda.
11/02/19 10:48 AM
  
Pedro Amate
También fue el Rey que inauguró el Palacio Real de Madrid. Lo peor fue que su hijo Carlos IV ,y su nieto y bisnieta ,los reyes Fernando VII e Isabel II ,significaron para España la independencia de los Virreinatos Americanos ,y nos quedamos tan sólo con Cuba y Filipinas ; después su tataranieto Alfonso XII ,y la Regencia de su esposa la Reina Maria Cristina de Absburgo - Lorena ,supuso el desastre total para España en ultramar.

Aun así ,en lo religioso nos mantuvimos más o menos estables,y superamos la Primera Guerra Mundial ,que supuso el final del Milenio Preliminar de la Historia de la Iglesia y de la era cristiana ; hasta la II república de 1.931.

En 1.936 ,llegaron los descendientes políticos del Liberal radical ,y masón; el ministro de la Reina Cristina , autodenominado
"Mendizabal ; a completar la obra de muerte y destrucción empezada por el expoliador de la Iglesia y asesino de cientos de curas y frailes en 1.836.

La Guerra Civil : El mayor error de la Historia de España ; error de unos y de otros ,ya que la Guerra,empezó realmente en ,1.934 ,con el golpe de estado de socialistas,anarquistas y separatistas catalanes.

La dictadura franquista, una consecuencia del mayor y gran error de la Historia de España. Y después de la muerte de Franco ,supuso para España en lo religioso y en lo político ,lo que para el resto de la humanidad supuso la Primera y Segunda Guerra Mundial : El final del Milenio Preliminar ,y la Liberación de Satanás por un corto espacio de tiempo, que nos podrá llevar hasta finales del presente siglo.





11/02/19 2:41 PM
  
Sor Lucía
...y el primer buen rey de España.
¡Caramba, que coincidencia!
11/02/19 2:46 PM
  
José Díaz
D. Javier, gracias por reproducir esta entrevista. El reinado de Carlos III está sobrevalorado, también en el campo de sus reformas administrativas y políticas y en el referente a la política exterior.
La entrevista menciona a John Lynch, autor de una historia de "Las revoluciones hispanoamericanas". Según este clásico de la historiografia, durante el reinado de Carlos III las reformas emprendidas en la América española significaron lo que el propio autor ha dado en llamar una "segunda conquista de América", proceso consistente en la implementación de principios inspirados en la política colonial británica y francesa, en virtud de los cuales los virreinatos americanos debían pasar a ser colonias, si no jurídicamente, al menos sí en la práctica. El autor trae a colación citas de personalidades próximas al monarca que se quejaban de que los virreinatos americanos no hubiesen reportado a España los beneficios que otras naciones europeas habían obtenido de sus 'colonias'. Esas mismas personalidades abogaban por transformar la relación de España con sus territorios del Nuevo Mundo para hacerla plantearla en términos de metrópolis colonias, algo completa y radicalmente contrario a la tradición política española. Una de las tesis de Lynch consiste en limitar el impacto de las ideas ilustradas procedentes de Francia y de las potencias anglosajonas y enfatizar, en cambio, el descontento suscitado por las reformas administrativas de Carlos III.
En cuanto a la política exterior, el tópico suele repetir que Carlos III reincorporó a España al gran escenario de las relaciones internacionales de la época, especialmente mediante la participación en algunas contiendas contra Inglaterra, pero siempre del lado de Francia. Pero con ello no se hizo otra cosa que acentuar el seguidismo respecto de los intereses franceses y, además, a un coste altísimo que comprometió fatalmente el reinado de su sucesor. La España heredada por Carlos IV se hallaba bajo una hacienda maltrecha, esquilmada por una política exterior tan costosa como inútil. La política de Floridablanca y Aranda, que asumieron sucesivamente la secretaría del Despacho de Estado después de la muerte de Carlos III, revela la imposibilidad de una política desprovista de recursos, pero también el despropósito de una política exterior que nos había privado de independencia y de lo que los ilustrados y liberales pomposamente llaman 'soberanía'. España quedó a merced de Gran Bretaña y Francia, aliada primero de los Ios ingleses y después de la Francia revolucionaria, con nuestra flota destruída en Trafalgar y nuestra libertad aniquilada por la Grande Armeé del corso anticrístico. La irresuelta y por entonces ya endémica situación de la hacienda real -habló de la primera década del siglo XIX- inspiró las primeras acciones desamortizadoras y expropiatorias contra los bienes de la Iglesia. Así, con la nación entregada a sus enemigos -interiores y exteriores- pudo ser posible que unas Cortes de dudosa legitimidad perpetrasen un golpe de Estado contra nuestra constitución histórica, la conformada por siglos de tradición.
Así, pues, tenemos que algunos o muchos de los grandes males que se cernieron sobre España en los dos últimos siglos responden a procesos que se habían iniciado bajo el reinado de Carlos III. No es casual, por tanto, que un reinado caracterizado por la quiebra de la identificación de la Corona con la Iglesia tuviera, a corto, medio y largo plazo, tales y nefastas consecuencias. Carlos III comprometió seria y gravemente el futuro de España, pero un programa de reformas y una indudable prosperidad económica han cegado y continúan cegando los ojos de historiadores e intelectuales. Gracias, de nuevo, D. Javier, por traer esta entrevista al blog. El Señor y Santa María Inmaculada le bendigan
11/02/19 3:17 PM
  
Chico
Muy triste.
11/02/19 4:54 PM
  
JK
Dice que los jesuitas eran el bastión de la ortodoxia, pero todos sabemos sin embargo que desde hace medio siglo se han convertido en el bastión de la heterodoxia en la Iglesia; esto explica el porqué de la crisis padecida por la Iglesia desde que los jesuitas dieron ese giro radical. Rescatar a la Iglesia tendría que pasar primero por regresar a la ortodoxia a la orden jesuita.
11/02/19 5:21 PM
  
Templario
El seguidismo papista de España siempre ha obtenido la misma respuesta: desprecio, ignominia y agresividad contra España. En ese sentido, España poco debe agradecer a Roma (en el más sentido estricto de la palabra).
11/02/19 6:34 PM
  
Hermenegildo
Vista la deriva que ha tomó la Compañía de Jesús en el siglo XX, igual Carlos III fue un visionario y un adelantado a su tiempo.
11/02/19 7:16 PM
  
Jordi
Religiosamente, fue un rey nefasto, pues limitó la libertad de la Iglesia.

La Ilustración fue una idolatría del Dios relojero, de la masonería esotérica, del magnetismo animal de Mesmer, de los utopistas del enciclopedismo, y del racionalismo mecanicista propio de los autómatas... el siglo XVIII fue una época de mucho quimerista e iluminado ilustrado, todo muy rígido, frío, ortopédico y metálico... no es raro que diera en contrapartida, la masonería esotérica y revolucionaria, para tener algo de vida y calor...
11/02/19 9:33 PM
  
Palas Atenea
El reinado de Carlos III coincide con la Evangelización de la Alta California por los franciscanos y ya se acusan una serie de malos entendidos entre los misioneros y los poderes civiles y militares.
11/02/19 11:06 PM
  
yomismo
"(Y se podría añadir que Carlos III ha sido uno de los pocos reyes españoles Borbones que no fue motivo de escándalo por cuestiones relacionadas con la lujuria y la infidelidad conyugal)"

En realidad, esto era lo normal en los primeros borbones españoles. Es a partir de los sucesores de Carlos III cuando el comportamiento de los reyes en relación con el matrimonio empieza a dejar bastante que desear.
11/02/19 11:12 PM
  
lindor covas
Templario...

Que ingrato y desagradecido , pues ninguna nación recibio tanto de Roma , como la Española .
11/02/19 11:45 PM
  
Hermenegildo
"Pero no fue un católico tradicional sino más bien fue lo que en nuestra época se ha llamado un católico “progresista”."

Es la primera vez que oigo algo así. Precisamente, Carlos III fue un rey muy devoto en el sentido más tradicional, de Misa y rezo diario. Confesaba y comulgaba en todas las Pascuas (entonces no existía la comunión diaria). Nunca fue infiel a su mujer y cuando enviudó no volvió a casarse ni se le conoció otra relación amorosa.

El Catedrático Roberto Fernández Díaz lo resume muy bien: "Carlos fue un rey muy devoto, con un sentido providencialista de la vida ciertamente acusado. Su pensamiento, su lenguaje y sus actos estuvieron siempre impregnados por la religión católica. Aunque no puede decirse que fuera un beato, resultó desde luego un creyente fervoroso, con gran devoción por la Inmaculada Concepción y por San Jenaro (patrón de Nápoles). De misa y rezo diarios, era un hombre preocupado por actuar según los dictados de la Iglesia para conseguir así la eterna salvación de su alma, asunto que consideraba de prioritario interés en su vida. Esta profunda religiosidad, sin embargo, no fue obstáculo para dejar bien sentado que, en el concierto temporal, el soberano era el único al que todos los súbditos debían obedecer, incluidos los eclesiásticos."
12/02/19 12:42 AM
  
Joaquín
Hermenegildo: comprendo que te sorprenda que se califique a Carlos III de "cristiano progresista", pero la verdad es la verdad. Con Carlos III, por primera vez en la historia de España, aparecieron ministros ateos o casi ateos (Campomanes es el ejemplo más claro, pero hay otros muchos), y que fue con su reinado cuando se inició la destrucción de la España católica. Si los cristianos progresistas de hoy dicen "personalmente me opongo al aborto pero no creo que deba estar prohibido por ley", el cristiano progresista del siglo XVIII (Carlos III) diría "personalmente me opongo a la impiedad religiosa pero no creo que se deba perseguir y creo que la religión católica es verdadera pero no creo que las leyes deban reflejar eso". Por sus frutos los conoceréis, dijo el Señor, y en el caso de Carlos III los frutos son clarísimos, por muy devoto que aparentara ser.
12/02/19 2:34 PM
  
Hermenegildo
Joaquín: estáis pintando la España de Carlos III como si fuera la de la II República. La España de Carlos III siguió siendo tan católica como siempre y se evangelizaron amplios territorios de América, sólo que el rey quiso tener a la Iglesia más sujeta a su autoridad temporal, pero nada comparado con lo que ocurría entonces en el resto de Europa.

Calificar a los personajes de la época como "progresistas" o "conservadores" es un gran anacronismo.
12/02/19 11:54 PM
  
Chico
Santo Tomás en filosofía había dejado de ser tenido en cuenta. El de siempre quiero decir. Y se metió un tomismos agua Chi nado. Y la ilustración se adueñó de los guías en EspañA . Y así vino el desastre que fue en aumento hasta nuestros días.
13/02/19 2:31 PM
  
lindor covas
Hermenegildo...

Exacto. Y creo que el más apretó a la Iglesia , fue el Emperador de Austria José II.
13/02/19 2:36 PM
  
Chico
Los Clérigos de aquel tiempo no estaban a la altura que se requería para ser Guías de los cristianos. Y entonces.... vino poco a poco la debacle. ! Ay, si hubiera existido InfoCatólica en aquel tiempo! . Otros gallos nos cantarían ahora.
13/02/19 9:13 PM
  
Chico
Los Borbones han sido nefastos para el cristianismo español
13/02/19 9:46 PM
  
Sócrates
"...monarca lo era por derecho divino..."
¿ Cuándo, dónde y cómo le dío dios ese "derecho"?
14/02/19 1:48 AM

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7.02.19

Entrevista a José Antonio Gallego, uno de los mayores expertos en el Cura Merino

Tras el artículo publicado en Infocatólica sobre el Cura Merino varias personas, fascinadas por su figura, me sugirieron profundizar más en este personaje entrevistando a un experto. Gracias a Dios he podido contactar con José Antonio Gallego, considerado uno de los mayores especialistas en este insigne personaje y autor del libro: ‘El Cura Merino; el vendaval de Castilla’

Presentación del entrevistado

José Antonio Gallego (Madrid, 1954), es funcionario de carrera e historiador vocacional, dedicado desde hace casi cuarenta años al estudio del Carlismo, dentro del cual, con el paso del tiempo, se especializó en la Primera Guerra Carlista y su desarrollo en Castilla la Vieja. Sus primeras publicaciones en la prestigiosa revista de historia contemporánea Aportes, comenzaron en su núm. 20 con el trabajo: “Un nombre para la historia: Carlos Luis O’Donnell Joris” (1992), al que siguieron “D. Antonio Tallada, su última expedición y los sargentos de Tabarca” (núm. 33, 1197); “El fuerte de Cañete y la batalla de Carboneras” (núm. 34, 1997); “La acción de Los Arcos. Navarra (13/XI/1833) (núm. 37, 1998); “La batalla de Villafranca de Montes de Oca. Burgos (13/XI/1833)” (núm. 58, 2005); “Los primeros años del infante don Sebastián Gabriel de Borbón y de Braganza: entre la política y la pintura” (núm. 71, 2009), y “La expedición Sanz (14 a 24 de septiembre de 1834)” (núm. 87, 2015).

Ha publicado también, entre otros artículos, en la revista Verbo: “El espíritu de la Guerra de la Independencia” (núm. 465-466, 2008), trabajo en el que adelantaba su idea sobre el libro que hoy nos ocupa. Además, entre otros libros ha publicado: El levantamiento carlista de Castilla la Vieja (Actas. Madrid, 2002) y D. José Álvarez de Toledo y Dubois. Apuntes biográficos de un aventurero decimonónico (Ciudadela. Madrid, 2012) y colaboró en el libro A los 175 años del carlismo. Una revisión de la Tradición Política Hispánica (Itinerarios. Madrid, 2011) con la ponencia “El carlismo en Castilla la Vieja". En la actualidad es miembro del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España, y se le puede considerar uno de los mayores expertos en carlismo castellano.

José Antonio Gallego, ha estudiado a fondo la vida del Cura Merino.

El Cura Merino, un bravo sacerdote en defensa de España en la Guerra de la Independencia…

En la guerra contra el francés, no solo combatió Jerónimo Merino, la participación del clero fue extraordinariamente alta, hasta el punto de que la Junta Central firmaría el Sevilla el 26 de abril de 1809 el decreto por el que sancionaba la creación de las <<Partidas de Cruzada>>, que se uniformaron con una gran cruz roja en el pecho al estilo de las cruzadas medievales. Estas partidas, a veces solo formadas por frailes que habían tenido que huir de sus conventos, sufrieron varias transformaciones debidas a su regulación que terminaron por hacerlas desaparecer, pero hemos de decir que normalmente las mandaron sacerdotes o frailes y desde luego Merino fue durante los primeros años de la guerra <<Comandante de Partida de Cruzada>> y la acabaría como brigadier de Caballería al frente de un regimiento de infantería y otro de caballería creados por él y como comandante militar de la provincia de Burgos. Pero además Jerónimo Merino y Cob, <<el Cura Merino>> o <<el Cura de Villoviado>>, combatió en la Campaña Realista de 1821 y 1823 y la Primera Guerra Carlista, llegando a ser mariscal de campo del ejército de D. Carlos, comandante general de Castilla la Vieja condecorado con tres cruces de San Fernando (la primera recibida durante la Guerra de la Independencia), pero también llegando a morir en el exilio.

¿Fueron guerras justas?

No podemos por falta de espacio ni tan siquiera intentar esbozar la doctrina de la <<guerra justa>>, pero sí podemos apuntar que fue San Agustín uno de los primeros teólogos que intentó conciliar las enseñanzas de Jesús con la defensa de un imperio que, en gran parte, era cristiano y que intentaba sobrevivir al asalto de unos bárbaros paganos y sanguinarios. En el siglo XIX no se combatía a bárbaros paganos, el combate era todavía de mayor calado. El Orden Político Cristiano se veía atacado por los defensores de una nueva forma de concebir el mundo, una forma en la que Dios ya no tendría cabida. En el Orden Político Cristiano, los Gobiernos, cualquiera que sea su forma, detentan la <<potestas>> y reconocen a la Iglesia la <<auctoritas>>. Las ideas que entonces atacaban ese Orden y que hoy han vencido, entendían y entienden que ambas corresponden al Estado, moderno en esencia, es decir, revolucionario y anticristiano, que niega a Dios cualquier influencia moral en la vida de la comunidad de los hombres. Merino, como muchos otros, siempre entendió que luchaba por la causa de Dios y estaba legitimado a usar la fuerza. Por eso podemos recordar ahora unas palabras de San Agustín en La Ciudad de Dios: <<no mata quien presta su ministerio obedeciendo al que manda, así como la espada es instrumento del que la usa; por consiguiente, no violan este precepto, “no matarás”, los que por orden de Dios declararon guerras o representando la potestad pública y obrando según el imperio de la justicia castigaron a los facinerosos, y perversos quitándoles la vida>>.

¿Fueron las guerrillas españolas las que causaron la mayor parte de bajas sufridas por el ejército de Napoleón en España?


Siempre ha sido objeto de debate entre los especialistas la importancia que tuvieron las guerrillas en la guerra contra Napoleón. Desde luego sería absurdo sostener que el peso principal de la guerra recayó sobre las guerrillas, olvidándose del ejército regular, del ejército inglés e incluso de sus auxiliares portugueses. Eso no quiere decir que las guerrillas no contribuyeran eficazmente a su derrota, cortando vías de suministros, rompiendo sus comunicaciones, aislando guarniciones y de vez en cuando, causándoles alguna derrota de cierta importancia. Y Merino, no cabe duda alguna, fue uno de los tres más importantes guerrilleros de aquella contienda, convirtiendo lo que inicialmente fueron una simple amalgama de voluntarios sin instrucción ni uniforme y mal armados con escopetas, hachas y palos, en unidades perfectamente instruidas y uniformadas que podían competir sin complejo con la mejor del ejército regular, a cuyas filas fueron incorporadas al final de la guerra.

¿Qué motivó su salida a campaña?

Ciertamente, al final de la guerra Merino se había convertido en una celebridad, una celebridad que no tardó demasiado, nada más definirse doctrinalmente en la Campaña Realista, en ser el objeto del odio más furibundo, por lo que era y representaba. Se escribieron crueles libelos contra él, pero como no se sostenían, sus enemigos más hábiles empezaron a construir un personaje novelesco, al que sutilmente despojaron de toda motivación altruista, religiosa o patriótica, y justificar todos sus esfuerzos en el odio y la venganza. Haber salido al campo de batalla por venganza contra unos franceses que le hicieron cargar con fardo de pasada carga, ya fuese de instrumentos musicales o armas o por la violación de su hermana Bernarda, no se sostienen documentalmente. Combatió a los franceses por lo mismo que la mayoría de los españoles, por que eran además de invasores, furibundos jacobinos.

¿Entonces todo lo que se nos ha contado de Merino es mentira?

Naturalmente en ese personaje más novelesco que histórico, se reseñaban algunas verdades, como lo magnifico jinete y tirador que era, su generosidad y frugalidad, pero también muchas mentiras como su crueldad o su amistad con <<el Empecinado>>, algo totalmente falso, de hecho nunca se cayeron bien ni colaboraron. Vamos a relatar, aunque sea muy sucintamente, una de sus más importantes victorias que nos servirá de ejemplo para retratar su severidad, no crueldad, sus dotes como guerrillero y su humanidad cuando ya la severidad era innecesaria. Para ello primero tenemos que referir que, el día 21 de mayo de 1812, un destacamento francés guiado por el comisario afrancesado José Moreno, apresó en Grado del Pico a gran parte de los miembros de la Junta Superior Gubernativa de Burgos y Soria y su escolta, de los cuales tres vocales y un empleado fueron conducidos a Soria donde fueron ejecutados. Merino, consciente de la gravedad de que tal acción quedara sin castigo, por el peligro en el que entonces pondría a todos los pueblos que quedarían inermes ante las represalias francesas, decidió actuar en consecuencia.

El 16 de abril, tuvo noticia de que, 700 polacos de infantería y 40 caballos de Húsares españoles y Lanceros polacos de la guarnición de Aranda de Duero habían salido a recoger provisiones por los pueblos del contorno, y decidió atacarles, lo que hizo en las cercanías de Hontoria de Valdearados, al frente de 600 infantes y 300 caballos, tropas que eran las únicas de las que entonces pudo disponer por ser las que se encontraban en Araúzo de Miel. Merino hizo a los imperiales <<sesenta y tres muertos, 97 heridos, 509 prisioneros, entre ellos un teniente coronel y 11 oficiales”. De los 509 hombres apresados, Merino mandó, según sus propias palabras, <<pasar por las armas 110 prisioneros, detallados en esta forma: 20 por cada vocal de la superior junta, 10 por cada dependiente y soldados que me asesinaron en Aranda, e igual número por el cura de Hontoria de Valdearados, al que habiéndole preso en su casa, mataron en la refriega>>. Reservándose los 12 oficiales, mejor dicho, el jefe y los 11 oficiales, para canjearlos por el comisario Moreno. Dicho canje no se pudo conseguir, respetando entonces, a pesar de sus amenazas, la vida de aquellos 12 hombres. Como decíamos en este relato se resume su valía y forma de actuar. Pero, tal vez, la mayor manipulación sea el haberle reducido a esa etapa de su vida, olvidándose de los 12 años en los que fue sacerdote en Villoviado, manipulando los cuatro años que fue canónigo en la catedral de Valencia e ignorando su lucha en la Campaña Realista o Primera Guerra Carlista.

¿Por qué murió en el exilio y precisamente en Francia?

Como antes decía, una de las mayores tergiversaciones que se ha hecho con Merino, no por los historiadores más importantes claro está, pero sí en el sinfín de pequeñas reseñas biográficas que de él se hicieron, ha sido ignorar su lucha en la Campaña de 1821-23 y la Primera Guerra Carlista. Recordemos que la fractura de España, aunque naturalmente la lucha doctrinal era anterior, se produce con la proclamación de la Constitución de 1812, en la que, en su artículo 3º, se establecía que la <<soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales>>. Ese exclusivamente arrebataba a la Corona su función histórica y lo que es más grave, a la Iglesia su <<auctoritas>>.

El regreso de Fernando VII convirtió en 1814 en papel mojado aquella profunda trasformación, pero los revolucionarios no descansaron y consiguieron, entre otras cosas, gracias a la debilidad del rey, el triunfo de los sublevados en Cabezas de San Juan y la imposición, por la fuerza, de la Constitución de Cádiz en 1820. Muchos fueron los que se sublevaron contra esta situación, entre ellos Jerónimo Merino y a partir de 1821 sostuvieron una nueva guerra, guerra que empezó a decidirse en 1823 con la entrada en España de los llamados <<Cien Miguel Hijos de San Luis>> que combinados con los <<realistas>> españoles, unos 40.000 que formaron el llamado <<Ejército de la Fe>>, consiguiendo derrotar a los revolucionarios.

Merino colaboró entonces con los franceses, porque lo que importaba no era su nacionalidad sino que defendían, y su brigada formó parte de su avance por la derecha, tomando posesión de ciudades como Palencia, Valladolid y Cáceres y obteniendo importantes victorias, como la obtenida precisamente contra los hombres de <<el Empecinado>> en Moraleja el día 9 de junio de 1823. Los revolucionarios más radicales fueron derrotados, pero los <<moderados>> capitalizaron un triunfo que no había sido suyo, consiguiendo sin luchar, a base de conspiraciones e intrigas palaciegas lo que no habían conseguido con las armas.

A la muerte de Fernando VII un nuevo enfrentamiento civil era inevitable. Porque la cuestión carlista era mucho más que una cuestión dinástica, que lo fue, sino también un nuevo enfrentamiento entre esas dos formas de ver el mundo. En torno a D. Carlos se reunirían los defensores de ese Orden Político Cristiano que se resistía a perecer. Y Merino, por supuesto, estuvo entre ellos. Combatió siempre en condiciones especialmente duras en sus sierras y bosques habituales con centro en la comarca de Pinares, pues el grueso del ejército carlista combatía en otros frentes.

Aún así, obtuvo algunas victorias importantes, como la obtenida en Torregalindo el día 25 de julio de 1835 y la conseguida en Tierra Estella el 9 de febrero de 1838, permitiéndose también colaborar al frente de su brigada, en la defensa de Morella junto a Ramón Cabrera, entre el 23 de julio y el 31 de agosto de 1838. La traición de Vergara le llevó al exilio con más de 70 años, pero no olvidemos que en Francia como en España, Merino tenía correligionarios y admiradores, legitimistas franceses y exiliados españoles, de los cuales, un puñado, fueron internados con él en Alençon. Además, siempre tuvo el consuelo de la Religión, pues oía Misa diariamente y el cariño de D. Carlos, pero al fin y al cabo era el exilio para un anciano y la tristeza terminaría por llevarle a la tumba. Hoy en día descansa en España, en Lerma, tras que un grupo de buenos burgaleses encabezados por el carlista José María Codón, consiguiera la repatriación de su cadáver en los años sesenta del siglo pasado.

 

Javier Navascués Pérez

2 comentarios

  
Paciano
"pero sí podemos apuntar que fue San Agustín uno de los primeros teólogos que intentó conciliar las enseñanzas de Jesús con la defensa de un imperio que, en gran parte, era cristiano y que intentaba sobrevivir al asalto de unos bárbaros paganos y sanguinarios. "

No he podido leer más y eso que la cosa apuntaba muy interesante.

San Agustín, en "La ciudad de Dios", lo que refuta es que la caida de Roma en el 410 por Alarico se deba al abandono de la religión pagana y a la falta de protección del Dios cristiano. Los paganos estaban, y en abundancia, dentro y fuera del imperio. Pero también había cristianos fuera y dentro del imperio. Además, y precisamente San Agustín, usa como uno de los argumentos principales contra los PAGANOS ROMANOS, que los godos usaron de una misericordia inaudita por ser precisamente CRISTIANOS (arrianos, pero cristianos), y respetaron a todos aquellos que se acogieron a sagrado en las basilicas y templos cristianos.

Para más inri, Alarico aunque de ascendencia goda, era ciudadano romano, educado desde su infancia en el imperio romano y además cristiano. Alarico tendría bastante más de romano que de godo, pero supo establecer alianzas con los godos - muchos de los cuales también estarían medio romanizados - para conseguir lo que le interesaba, un territorio para ellos solitos.

El rollo de que la caida de Roma se debe a una invasión militar de culturas paganas totalmente ajenas a ella es una falacia y un error de bulto.
07/02/19 1:52 PM
  
gringo
Fusilar prisioneros desarmados por lo que han hecho otros, es un crimen por más que quieran disfrazarlo con otros nombres.
12/02/19 9:47 AM

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