7.02.21

La pintura religiosa, tanto española como extranjera, del siglo XIX en el Museo del Prado

De nuevo deambulamos imaginariamente por las salas Museo del Prado, acompañados por Fernando Álvarez Maruri. La colección de pintura sacra del siglo XIX merece ser comentada en un capítulo aparte.

Muchos expertos opinan que el arte decimonónico ha sido tradicionalmente marginado en el discurso expositivo del museo. ¿Qué información nos puede aportar al respecto?

Nuestra primera pinacoteca nacional atesora más de 2600 cuadros de pintura decimonónica, además de un notable conjunto de esculturas. Desde el punto de vista cuantitativo, el arte del siglo XIX es el que mayor peso tiene dentro de las colecciones del museo. A partir de 1856, se celebraron en España las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes; se trataba de certámenes en los que se premiaba a lo artistas más sobresalientes del momento; las obras más relevantes, según el criterio de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fueron adquiridas por el Estado. En 1898 se inauguró el Museo de Arte Moderno, en una sección de las actuales dependencias del Museo Arqueológico Nacional, en donde el público podía disfrutar de una amplia selección de pinturas y esculturas del siglo XIX y principios del XX. En 1971, esta institución cultural se integró en el Museo del Prado y el arte decimonónico comenzó a exponerse en el Casón del Buen Retiro. En 1997 se cerró esta histórica construcción, que formó parte del complejo palaciego del Buen Retiro, con el fin de someter al edificio a una profunda reforma. Por desgracia, cuando se abrió nuevamente, el Casón del Buen Retiro se destinó a Centro de Estudios del Prado.

Actualmente, en el edificio de Villanueva se exhibe una exigua parte de los fondos decimonónicos; tan solo doce salas, ubicadas en la planta baja, se dedican a la pintura y escultura de este período; este espacio estaba anteriormente destinado a exponer otras partes de la colección. Sería una excelente noticia para los asiduos visitantes del Prado que el arte decimonónico contara con un edificio propio; para tal fin, habría que acondicionar una construcción emblemática de titularidad estatal, de grandes dimensiones y a poder ser en las cercanías del Edificio de Villanueva. Los expertos han barajado principalmente dos opciones: el Palacio de Fomento, actual Ministerio de Agricultura, ubicado en la popularmente conocida como Plaza de Atocha y el Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército, en la Plaza de Cibeles. Parto de la idea de que toda obra de titularidad pública debe ser expuesta en las mejores condiciones posibles; si permanece en los almacenes a la espera de, en el mejor de los casos, ver la luz con motivo de alguna exposición temporal, nos están privando a los ciudadanos de su disfrute. En mi opinión, tanto los ministerios como los organismos militares deben tener su sede en edificios funcionales y modernos, reservándose las construcciones históricas para fines esencialmente culturales.

¿Qué tipo de temas se tocan en la pintura del siglo XIX?; ¿podría citar a los artistas más sobresalientes?

El arte decimonónico del Prado es muy rico y variado en cuanto a su temática. Como punto de partida, podríamos tomar la figura de Francisco de Goya, que vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX. A este aragonés universal es complicado encuadrarlo en un movimiento artístico determinado; sus trabajos finales, pensemos en sus célebres Pinturas Negras, se consideran un claro precedente del impresionismo. En el siglo XIX, el retrato va a alcanzar la mayoría de edad, convirtiéndose en un género artístico de gran relevancia. Empezaremos mencionando alguna de las obras maestras de Goya, ejecutadas en los albores del nuevo siglo, como La Familia de Carlos IV, La Condesa de Chinchón, La maja vestida, La maja desnuda, La marquesa de Santa Cruz y La Duquesa de Abrantes. En la primera mitad del XIX destaca como retratista Vicente López, excelente dibujante que emplea el color con extraordinaria maestría; su hijo, Bernardo López, fue un digno continuador de la carrera de su padre. Antonio María Esquivel, encuadrado en la escuela andaluza del romanticismo, se especializó en los retratos infantiles.

La saga de los Madrazo comenzó con José de Madrazo, excelso representante del neoclasicismo español. Su hijo, Federico de Madrazo, realizó soberbios retratos de sabor romántico. Raimundo de Madrazo pertenece a la tercera generación de artistas y fue, al igual que su padre, un reputado retratista. Tampoco debemos olvidar de citar en esta relación algunas obras de Eduardo Rosales o Mariano Fortuny. Los retratos de Joaquín Sorolla, pintor polifacético donde los haya, ocupan un lugar de honor en las salas del museo. El paisaje es otro de los temas más cultivados por los pintores decimonónicos. Genaro Pérez Villaamil está considerado como el mejor representante del paisajismo romántico. Carlos de Haes es el pintor que cuenta con mayor número de obras en el inventario del Prado. En la segunda mitad del siglo, destacan los preciosistas trabajos de Martín Rico. Tampoco debemos desdeñar los evocadores paisajes realizados por artistas como Luis Rigalt, Ramón Martín Alsina y Antonio Muñoz Degrain. La pintura paisajista de Aureliano de Beruete nos introducen en la modernidad del siglo XX. En las escenas de género, tan del gusto del romanticismo, tenemos que citar a Leonardo Alenza y Nieto; en sus lienzos se reproducen las costumbres populares de la España de aquel tiempo. Tampoco podemos olvidarnos de Valeriano Domínguez Bécquer, hermano del famoso poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer, que supo captar con sus pinceles las esencias del costumbrismo hispano. Si hay un nombre que brilla con luz propia en el panorama artístico de aquel tiempo es el de Mariano Fortuny, que tocó los más diversos géneros en sus espléndidas creaciones. Sin duda, la pintura de historia ocupa un lugar de honor en las colecciones decimonónicas del museo; debemos tener en cuenta que los trabajos más sobresalientes de las Exposiciones Nacionales los adquiría el Estado para enriquecer los fondos del Museo de Arte Moderno. Comenzamos citando la obra cumbre del pintor neoclásico José de Madrazo, en la que se representa La muerte de Viriato.

También Juan Antoni de Ribera forma parte del selecto grupo de pintores neoclásicos que se dedican a representar escenas históricas. En la segunda mitad de la centuria destaca con un brillo especial Eduardo Rosales, autor del espléndido lienzo titulado Doña Isabel la Católica dictando su testamento. José Casado del Alisal, Francisco Sans, Lorenzo Vallés, Manuel Domínguez y Alejandro Ferrant son los autores que mayor renombre adquirieron a la hora de plasmar en sus lienzos acontecimientos históricos relevantes. Mención aparte merece Francisco Pradilla y su magnífico óleo titulado Doña Juana la Loca, de gran fuerza dramática. En las últimas décadas del siglo, destacan pintores historicistas de la categoría de José Moreno Carbonero, Emilio Sala y Antonio Gisbert, con su impactante Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga. Tampoco debemos olvidarnos de la llamada pintura social, muy bien representada en las colecciones del museo pero prácticamente invisible en las salas por falta de espacio para exponerla. El cuadro titulado Aún dicen que el pescado es caro, de Joaquín Sorolla, es el único que cuelga de las paredes del Prado de forma permanente. Algunos pintores de finales del siglo XIX y principios del XX conciben el arte como un instrumento de denuncia frente a las injusticias sociales.

El neoclasicismo, que comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII, continuó a lo largo del XIX. Me gustaría que analizásemos alguna obra en concreto, de las de temática religiosa.

Una de las joyas pictóricas de estilo neoclásico, oculta para el público del museo hasta hace unos años, se titula Jesús en casa de Anás, fechada en 1803. Fue realizada por José de Madrazo, fundador de una dinastía de pintores. En París se convirtió en un aventajadísimo discípulo de Jacques Louis David, artista de formación clásica reputado a nivel internacional. Este lienzo causó la admiración de los críticos del momento, que por supuesto defendían ardientemente los principios del neoclasicismo. En el cuadro se describe la comparecencia de Cristo ante Anás; este episodio del juicio de Jesús se recoge exclusivamente en el evangelio de San Juan, los llamados sinópticos no mencionan el hecho. Anás había sido depuesto hacía más de veinte años como sumo sacerdote; no por ello dejó de influir en las decisiones que tomaba el Sanedrín. En aquel momento, el cargo supremo lo ejercía su yerno Caifás. El proceso estuvo trufado de irregularidades, no se respetaron las mínimas garantías establecidas en la ley que asistían al detenido. Los juicios, sobre todo los relacionados con faltas graves, no se podían celebrar de noche.

El fiscal debía exponer los cargos que se le imputaban al acusado para que éste pudiera defenderse. Por el contrario, el Divino Cautivo tuvo que soportar un interrogatorio totalmente ilegal. El Señor, de forma serena y dando muestras de su infinita sabiduría, alegó que todas sus enseñanzas eran de carácter público y que nunca había impartido su doctrina en lo oculto. Uno de los alguaciles reaccionó de manera airada y golpeó con saña a Jesús. El Redentor, con gran mansedumbre y sin perder la calma en ningún momento, le pidió explicaciones por su violento comportamiento. Finalmente, Cristo fue conducido a casa del sumo sacerdote Caifás. A la hora de diseñar la escena, Madrazo recurre a un fondo oscuro y neutro, enmarcado por dos columnas de fuste estriado, que sirven de punto de fuga. Encima del trono de Anás cuelga un cortinón, de tejido ricamente labrado y angulosos pliegues, que nos ayuda a percibir la profundidad de la estancia. En un segundo plano, escondiéndose detrás de la cortina, hallamos a uno de los traidores, mientras cruza su mirada con otro de los miembros del sanedrín. Todas las figuras que encontramos en la composición se distribuyen de forma armónica y ordenada, ocupando el primer plano, para que el espectador pueda recrearse en los detalles. Los personajes aparecen cortados a la altura de las rodillas, lo cual no era frecuente en las composiciones academicistas, en las que se acostumbraba a representar figuras de cuerpo entero.

El Divino Cautivo resplandece con un brillo singular, diferenciándose así de aquel grupo de hombres siniestros y oscuros; viste con túnica blanca, color que se asocia a la inocencia, y se cubre con un manto de un azul radiante. Presenta unas facciones de suave modelado y ondulada y rubia cabellera; en su divino rostro se refleja la preocupación, permanece absorto en sus pensamientos. Uno de los soldados de Roma lo mantiene maniatado, reflejándose así la indefensión en la que se encuentra. Como contrapunto a la figura del Salvador, encontramos a su lado al sayón; mantiene el brazo levantado, tensionado, preparado para golpear cruelmente al Hijo de Dios. Es un hombre corpulento, de piel oscura y mirada iracunda; se cubre con un manto ocre, tono con el que se representa la iniquidad. A la izquierda y sentado en su trono, podemos observar al pérfido Anás, tocado con un turbante y levantando un dedo, exigiendo explicaciones al Maestro. El autor se documentó históricamente a la hora de reproducir los uniformes que vestían los soldados romanos de la época de Cristo; sus cascos metálicos añaden una nota de color a la composición general. Uno de aquellos guardianes levanta la mano, como suplicando la compasión del verdugo; éste agarra violentamente al Señor por sus vestiduras y está dispuesto a ensañarse vilmente con el Redentor. Como era tradicional en la pintura neoclásica, en el lienzo de Madrazo se ilumina a los personajes de forma homogénea, evitándose los fuertes contrastes lumínicos tan del gusto barroco.

Usted anteriormente ha citado a Vicente López como uno de los grandes retratistas de la primera mitad del siglo XIX. ¿Posee el museo alguna obra relevante de este autor pero de temática religiosa?

La principal obra de carácter sacro que se conserva en el Prado de este espléndido retratista se titula El sueño de San José y data de 1805. Se especula con la posibilidad de que su destino fuera convertirse en cuadro de altar, tal vez de un oratorio privado. En este lienzo se representa un pasaje de Nuevo Testamento, recogido en el evangelio de San Mateo. Tras la visita de los Magos al Niño Dios, San José recibió un mensaje en sueños en el que un ángel del Señor le pedía que huyera, en compañía de la Virgen y el Niño, a Egipto; el motivo era que el rey Herodes deseaba matar al recién nacido. Amparados en la oscuridad de la noche, la Sagrada Familia emprendió rumbo a la tierra de los faraones. Tuvieron que esperar a que falleciera Herodes el Grande, aquel infanticida que ordenó la matanza de los inocentes, para poder regresar a Nazaret. Para crear la ilusión de perspectiva, se nos presenta a mano derecha una puerta abierta; curiosamente es de día, el cielo luce azul y aparece salpicado de nubes blancas. Las figuras se distribuyen en la composición formando un triángulo, de forma armónica y equilibrada. En la parte superior de la escena, el ángel flota, apoyándose sobre una nube. Adopta una postura un tanto inestable; agita los pies y permanece con los brazos abiertos, señalando con el dedo índice el camino que debe tomar San José.

Despliega sus alas, mientras las telas que le cubren se agitan en el aire. San José es un hombre joven, de rostro sereno y sonrosado que permanece sumido en un profundo sopor. Aparece sentado en un escaño de madera; se apoya en uno de los brazos del asiento, mientras se sujeta la cabeza con la mano; con el otro brazo protege amorosamente al Niño Jesús. La túnica morada y la capa siena son los ropajes con los que tradicionalmente se representa al padre putativo de Jesús. En realidad, el artista ha convertido a San José en la figura central de la escena, en una especie de trono de Dios. Lo habitual en este tipo de representaciones religiosas suele ser que se le represente en la penumbra y en un plano secundario. El Niño duerme plácidamente, ajeno al peligro que le atenaza; siente la amorosa protección de su padre adoptivo. Como nota curiosa, tiene grabado en el pecho un Sagrado Corazón, advocación que no se extendió hasta mediados del siglo XIX. En la zona izquierda de la imagen, la Virgen guarda vigilia, vestida de rosa y cubierta por una capa celeste. Aparece sentada, cruzada de brazos y elevando la vista hacia las alturas, contemplando serenamente la visión celestial del ángel enviado por el Padre Eterno. Desde el punto de vista técnico, el autor recurre a una iluminación homogénea de todo el espacio escénico; apenas existen algunos contrastes lumínicos, tan solo apreciamos las pequeñas sombras producidas por los pliegues de los tejidos. El colorido es intenso, rico y brillante. La belleza idealizada, principio irrenunciable para cualquier pintor neoclásico, está presente en cada detalle de la composición.

La lista de retratistas del siglo XIX con obra en el museo es muy extensa; algunos de estos artistas también se atrevieron a representar temas de carácter sacro. ¿Nos puede poner algún ejemplo de cierta relevancia?

Un caso muy representativo es el de Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina, artista de origen sevillano que llegaría a convertirse en académico de mérito en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y pintor de cámara. Fue miembro fundador del Liceo Artístico Literario de Madrid. Como consecuencia de una enfermedad se quedo casi ciego; sus amigos del liceo madrileño colectaron fondos para socorrerlo en su desgracia. Cuando recupero la vista, en agradecimiento por el apoyo recibido, pintó La caída de Luzbel para que colgase de las paredes del Liceo; la obra data de 1840. Finamente, el Museo del Prado adquirió el cuadro en una subasta. La pinacoteca madrileña cuenta con veinticuatro lienzos de este insigne pintor. En el año 2018, en la sala dedicada a la rotación de obras del siglo XIX, se montó una pequeña exposición en la que el visitante pudo admirar los tres cuadros de temática religiosa de Esquivel que son propiedad del Prado. De esta manera, se puso en valor la pintura sacra del maestro sevillano. En uno de estos lienzos se representa, con la delicadeza y el buen tono característicos del artista, a la Virgen María, el Niño Jesús y el Espíritu Santo con ángeles en el fondo. También es digno de elogio el cuadro titulado El Salvador, donde se nos presenta a la Santísima Trinidad. A Dios Padre se le identifica con un anciano venerable, símbolo de la eternidad. El Espíritu santo adquiere la tradicional forma de paloma. El Salvador de esta composición es un Cristo triunfal, de gran perfección anatómica, que ha vencido a muerte y nos muestra la cruz como símbolo de su victoria.

La caída de Luzbel es un lienzo de grandes dimensiones, en él se nos narra la lucha que se dio en el cielo entre el Maligno y el arcángel San Miguel. A esta verdad de fe se hace referencia en el Antiguo Testamento, concretamente en los textos de los profetas Isaías y Ezequiel. Sin embargo, el pasaje más clarificador al respecto se encuentra en el Apocalipsis, donde se compara a Satanás con el gran dragón. Luzbel, que significa lucero o portador de la luz, era un ángel de extraordinaria belleza. Cometió una gravísima falta al querer igualarse a Dios, su pecado fue de soberbia. Como justo castigo, fue expulsado de los cielos, en compañía de una legión de ángeles rebeldes que siguieron sus pasos. A partir de entonces se le denomina el Ángel caído; también es conocido como Satanás o Satán porque se convirtió en el adversario del ser humano. En el Génesis se le identifica con la serpiente; fue él quien tentó a nuestros primeros padres, prometiéndoles que si comían del fruto prohibido llegarían a ser como Dios. Por su culpa, Adán y Eva fueron expulsados del paraíso terrenal. La encarnación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad y el posterior sacrificio de Cristo en la cruz fueron las vías por las que se redimió del pecado a la humanidad. Esquivel se recrea en el diseño ambiental del lienzo; como decorado de fondo reproduce una luz dorada y envolvente, más intensa y brillante en la parte superior, en la que se eleva el arcángel San Miguel; por el contrario, en la zona baja se cierne la oscuridad, es el mundo de las tinieblas y la oscuridad, el reino del Maligno. Esta obra es deudora de la estética de Murillo; observemos el colorido tan exquisito que emplea el pintor y la suavidad anatómica con la que se nos presenta a San Miguel. El dibujo es de una gran precisión y la iluminación intensa, homogénea y armónica. La figura del arcángel flota en el espacio, ayudado por sus blanca alas extendidas, en un plano cercano al espectador. Sus vestiduras, de delicados tonos pastel, se elevan como movidas por una fuerte brisa. La suavidad de sus facciones, la finura de sus manos y la blancura de su piel son elementos que confieren una gran belleza a la composición. El autor representa a San Miguel de manera novedosa, suprime el casco y espada de la iconografía tradicional, para que el espectador preste mayor atención a los rostros de los personajes. La figura del diablo se sitúa en un plano posterior al del arcángel. Comienza su caída al abismo, su cuerpo ha perdido la estabilidad, como lo demuestra el brusco movimiento de sus piernas y de los vestidos que le cubren. En su rostro se refleja el odio que siente hacia la Providencia: la mirada iracunda, las cejas arqueadas, los cabellos agitados y la boca entreabierta son signos evidentes de que no acepta su derrota. En su viaje a los infiernos mantiene el puño izquierdo apretado, desafiando la bondad infinita del Creador. El cruce de miradas entre San Miguel y Luzbel es muy clarificador de lo que está ocurriendo.

Seguramente, los artistas del Prado especializados en el género historicista también realizaron algunas incursiones en la pintura de temática religiosa. ¿Nos podría poner algún ejemplo al respecto?

En esta ocasión voy a comentar el lienzo titulado Entierro de Santa Cecilia en las catacumbas de Roma. Fue realizado en 1852 por Luis de Madrazo y Kuntz, hijo del pintor neoclásico José de Madrazo, al que anteriormente me he referido de manera extensa; a su vez, fue hermano del magnífico retratista Federico de Madrazo. Este cuadro, pintado en Roma, se puede considerar su obra maestra y uno de los mejores ejemplos de la pintura sacra de aquel momento. En el año 1850 se descubrieron en la ciudad eterna las catacumbas de San Calixto. Este hecho convulsionó no solo la vida religiosa sino también el ambiente artístico de la ciudad de los papas. Se podía contemplar el auténtico escenario en el que los primeros cristianos, que sufrieron persecución y muerte por defender sus creencias, enterraban a los mártires del cristianismo. A la hora de referirnos a Santa Cecilia debemos tener en cuenta que nos movemos en el resbaladizo terreno de la leyenda. Vivió entre los siglos II y III de la era cristiana. Procedía de una familia de la nobleza romana. En su infancia se convirtió al cristianismo y decidió ofrecer su virginidad a Dios. Sus padres la entregaron en Matrimonio a un joven pagano llamado Valerio. Tras los esponsales, en la cámara nupcial, Cecilia comunicó a su esposo que se había consagrado al Señor y que un ángel velaba para que su cuerpo no fuera profanado. Valerio pidió contemplar a aquel enviado del Altísimo que protegía con tanto celo la pureza de su legítima esposa. Como condición previa para que se cumpliese su deseo, el joven romano fue bautizado por el papa Urbano. Cuando regresó junto a Cecilia, se le apareció el ángel y colocó sobre las cabezas de los esposos sendas coronas de rosas y azucenas. Tiburcio, hermano de Valerio, también se convirtió al cristianismo y permaneció célibe. Los hermanos Valerio y Tiburcio fueron condenados a muerte por las autoridades romanas. Finalmente, la propia Cecilia fue martirizada y enterrada por el papa Urbano en la catacumba de Sumo Pontífice Calisto I. Santa Cecilia fue proclamada patrona de los músicos.

En el lienzo al que nos estamos refiriendo, Madrazo diseña un decorado de fondo sombrío y oscuro; sin embargo, no renuncia a mostrar su erudición reproduciendo pinturas de la época romana. Los personajes se distribuyen de manera armónica, formando una composición triangular de amplia base. En el centro de la escena, el papa Urbano bendice a la joven mártir, mientras sujeta con la otra mano el báculo. La casulla que utiliza es de color morado, el tono que la iglesia utiliza en la misas de difuntos. A su derecha de pontífice encontramos a un joven de túnica marrón que porta la palma de martirio y la corona de flores, símbolo de la virginidad. En la zona baja de la escena, podemos ver al escribano sentado, mientras levanta acta de lo que está sucediendo. Dos muchachas piadosas terminan de amortajar el cuerpo de la santa. Una de ellas, besa la mano de la mártir en señal de respeto. La cabeza de Santa Cecilia aparece apoyada y la mitad de su cuerpo levantado. En el cuello se observa una herida infringida por el verdugo que intentó decapitar sin éxito a la santa. El color dorado de sus cabellos contrasta con la palidez marmórea de su rostro. Viste túnica de un exquisito tono marfileño y un manto bicolor que se desparrama por el suelo. La atención del espectador se centra en el cuerpo inerte de la protagonista del relato sacro. La distribución de las figuras por parte del artista ha sido perfectamente estudiada, buscando el equilibrio de los volúmenes. La composición es a la vez sobria y elegante, con un dibujo preciso y acertados contrastes tonales.

También Eduardo Rosales es un artista muy valorado por la crítica. El cuadro en el que trata, de forma magistral, el tema del testamento de la reina Isabel la Católica está considerado como su obra más emblemática. ¿Conserva el museo algún lienzo de temática religiosa de este autor que sea digno de ser comentado?

Vamos a analizar una de las primeras obras de cierta relevancia salida de los pinceles de Eduardo Rosales. Me estoy refiriendo a Tobías y el ángel, óleo pintado en Roma entre 1858 y 1863. En realidad, es un cuadro inconcluso, que planteó muchos problemas al autor a la hora de abordar la composición del mismo; precisamente esa apariencia de boceto le confiere un encanto especial. Realizó muchos dibujos preparatorios para poder plasmar en el lienzo tan complejo tema. La escena bíblica que se reproduce en este óleo aparece recogida en el Libro de Tobías del Antiguo Testamento. El joven Tobías, hijo de Tobit, se vio obligado a casarse con Sara al ser su pariente más cercano. Esta joven había enviudado siete veces. Lo que ocurrió es que fue poseída por Asmodeo, un demonio que la desea de una manera obsesiva. Antes de que sus esposos yacieran con ella en el lecho nupcial, los asesinaba movido por los celos. Cuando el joven Tobías se pone de viaje para contraer matrimonio, se encuentra en el camino con otro muchacho de nombre Azarías con el que traba amistad; en realidad, se trata del arcángel Rafael que ha adoptado apariencia humana. Azarías le informa a su compañero de la maldición que está pareciendo Sara. Para expulsar definitivamente a Asmodeo y curar la ceguera de su padre Tobit, deberá pescar un pez.

La noche de bodas, cuando el demonio se presenta en el tálamo para asesinarlo, Tobías quema el hígado y el corazón del pez y el humo espanta a Asmodeo para siempre. Con la vejiga del animal consigue curar la ceguera de su padre. Se trata de una composición con una concepción originalísima. Se observa la influencia del nazarenismo, tan presente en la pintura religiosa de la época; este movimiento artístico se inspira en la pintura de la Baja Edad Media y comienzos del Renacimiento y opta por un predominio del dibujo frente al color. Los temas angelicales, como el del óleo que nos ocupa, son muy del agrado de los nazarenos. Rosales crea una composición de carácter ecléctico, combinando ese dibujo preciosista con una pincelada muy suelta y abocetada. Tal vez sin pretenderlo se introduce en la modernidad. La obra está enmarcada en un arco de medio punto. El paisaje del fondo es poco preciso. El colorido que emplea Rosales es muy limitado; predominan la gama de celestes y turquesas que contrastan con las vestimentas marrones de Tobías. El ángel es una delicada figura de suaves caracteres que abraza al joven, más bien se nos antoja un niño. Éste mira con temor al pez, que se asoma con curiosidad por entre las aguas del río.

Los nazarenos fueron un movimiento artístico profundamente espiritual. Deseaban volver a los orígenes del Renacimiento. ¿Podría citar alguna obra de las que atesora el Prado que responda a esta tendencia artística?

Para muchos expertos, el cuadro más espléndido de estilo purista nazareno, de los que se conservan en las colecciones del Prado, se titula Viaje de la Santísima Virgen y de San Juan a Éfeso después de la muerte del Salvador. Esta obra data de 1862, año en que fue premiada con medalla de primera categoría en la Exposición Nacional. Su autor es el pintor murciano Germán Hernández Amores, de quien se conservan en la pinacoteca ocho lienzos, la mayoría de estética grecolatina. Desde el punto de vista técnico, el artista apuesta por un dibujo de extraordinaria precisión, empleando un colorido de gran viveza. Se renuncia expresamente a los efectos de claroscuro, recurriendo a una iluminación homogénea a la vez que artificiosa. Según se nos narra en el Evangelio de San Juan, Jesucristo, mientras permanecía clavado en la cruz y apunto de morir, le pidió al apóstol Juan que se ocupara de su Madre y viceversa. Según cuenta la tradición, María y el discípulo más amado de Jesús, tras la muerte de el Salvador, se trasladaron a Éfeso, en la actual Turquía. Juan se encargó de dirigir la iglesia del lugar, además de escribir su evangelio. A las afueras de la población, la Virgen María estableció su vivienda en una humilde construcción; San Juan acudía con frecuencia a visitarla. Hoy en día se ha convertido en un importante lugar de peregrinación mariana.

En el lienzo se reproduce un mar de aguas turquesas, con bravo oleaje de espumas blancas. En la lejanía, contemplamos un cielo rojizo, plagado de nubes, que nos ayuda a percibir la profundidad de la escena. La barca se abre paso a toda vela, surcando las crespas olas, empujada por un viento poderoso, tal vez se trate del soplo divino. El piloto de la nave, situado en la popa, ha caído en un profundo sopor. El autor nos presenta al durmiente con un cuerpo escultural, de gran perfección anatómica; tal vez para diferenciarse de los personajes sacros, usa vestimentas oscuras; ha abandonado el remo y la embarcación permanece a la deriva. Para evitar el naufragio, dos bellos ángeles empujan de la proa, conduciendo el velero a buen puerto. Estos seres celestiales flotan sobre las aguas y dirigen su mirada a la Santísima Virgen y San Juan. Sus rostros son de una finura extraordinaria; visten con vaporosos tejidos de luminosas tonalidades. Tanto la Madre de Dios como el apóstol permanecen en silencio, sumidos en sus pensamientos más profundos. El vestido de Nuestra Señora es de una tonalidad púrpura y se cubre con el característico manto azul. Sujeta en sus manos la corona de espinas, uno de los símbolos de la Pasión de Cristo. San Juan, por su parte, se cubre con una capa carmesí, que flota movida por el aire, formando ondulados pliegues. Contemplamos un lienzo de gran hondura religiosa que nos ayuda a entender el movimiento romántico en toda su dimensión espiritual.

Descúbranos algún pintor, con obra en el Prado, cuyo nombre sea desconocidopara el público en general, yque destaque por la calidad de sus representaciones religiosas.

Alejo Vera y Estaca, natural de Viñuelas, provincia de Guadalajara, es un ejemplo muy representativo del artista que permanece oculto para el visitante, del que solo se exponen sus magníficos lienzos con ocasión de alguna exposición temporal. Cuenta con un total de siete obras en el inventario del Prado, tres de ellas de temática sacra. En el terreno de la pintura histórica no podemos olvidarnos de su célebre Numancia, en donde con extraordinaria fuerza dramática y una grandiosa puesta en escena reproduce uno de los episodios más heroicos de nuestra historia antigua: la resistencia hasta la muerte de una población celtibérica frente al poderoso ejército de la República de Roma. Por desgracia, este espléndido cuadro se encuentra depositado en la Diputación Provincial de Soria. Al igual que le ocurre a miles de obras de arte, este lienzo de grandes dimensiones forma parte del conocido como Prado disperso. Para esta ocasión he seleccionado una obra titulada Entierro de San Lorenzo en las catacumbas de Roma, fechada en 1862. Fue presentada a una Exposición Nacional y recibió medalla de primera clase. La historia de San Lorenzo es un ejemplo de vida para cualquier cristiano que se precie de serlo. En el siglo III, el emperador Valeriano llevó a cabo cruentas persecuciones contra los seguidores de Cristo. Lorenzo fue uno de los siete diáconos de Roma y estuvo al servicio del Sumo Pontífice San Sixto. Este papa le precedió en el martirio. Según cuenta la tradición, el alcalde de Roma, un hombre avariento y cruel, le exigió que le entregara todas las riquezas que poseyera la primitiva Iglesia. Lorenzo reunió a un nutrido grupo de mendigos harapientos, mutilados y ciegos, viudas y huérfanos desamparados y se los presentó como lo más valioso que poseía la Iglesia de Cristo. El alcalde se sintió burlado por el santo y montó en cólera. Decidió quitarle la vida, no sin antes someterlo a un espantosa tortura: mando quemarlo en una parrilla.

Demostrando su sentido del humor, San Lorenzo comentó que ya se había chamuscado por un lado para que le dieran vuelta. Su heroica valentía supuso un punto de inflexión en la conversión de Roma. Muchos senadores renunciaron a sus creencias paganas y se transformaron en seguidores de Jesús. En las Actas de los Mártires se narra detalladamente como fue el entierro del diácono. El sepelio se llevó a cabo al atardecer. Hipólito, que había recibido el bautismo en calidad de seguidor del santo, y el sacerdote Justino fueron los encargados de recoger el cuerpo; lo envolvieron en una sábana perfumada. El lugar escogido para el enterramiento se encontraba en la Vía Tiburtina. Allí se levantaba la casa de la viuda Ciriaca; aquella vivienda se había convertido en lugar de reunión secreto de los cristianos. En el huerto existía una cripta en donde depositaron el cadáver. En la ceremonia, celebrada por Justino, estuvieron también presentes Ciriaca, la cristiana Flavia e Hipólito. Al fondo de la composición, en la penumbra, contemplamos el sepulcro vacío, coronado por dos bustos pétreos y una lápida. En la estancia se distribuyen diferentes relieves escultóricos que contribuyen a dotar a la escena de un mayor rigor histórico. El autor, con el fin de crear una atmósfera de recogimiento, utiliza hábilmente el juego de luces y sombras. A una de las santas mujeres, se la representa próxima al espectador, de pie y sosteniendo una lámpara encendida en la mano; viste con tonos claros y contempla con tristeza el cadáver.

La otra dama permanece sentada en un segundo plano, con los dedos entrecruzados y la mirada perdida, utiliza ropajes oscuros y aparece iluminada de manera tenue. La figura de Hipólito aparece a contraluz, con túnica azul oscuro; sujeta el blanco lienzo con el que se cubrirá el cuerpo inerte del mártir. Toda la iluminación se concentra en la figura de San Lorenzo, amortajado con telas de colores radiantes, con el rostro sereno, irradiando una profunda paz espiritual. En la zona izquierda y acompañado de un joven acólito, el sacerdote Justino bendice al santo, vistiendo una capa pluvial carmesí, color que en la Iglesia se asocia con el martirio. Nos encontramos frente a una composición de gran elegancia y sobriedad compositiva. Este lienzo fue seleccionado para formar parte de la exposición temporal titulada Historias Sagradas, en la que también estuvieron presentes El entierro de Santa Cecilia, de Luis Madrazo y El Descendimiento de Domingo Valdivieso, obras que comento en esta entrega sobre la pintura decimonónica sacra del Museo del Prado.

Aprovechando que ha nombrado este cuadro de Domingo Valdivieso, coméntenos algo sobre él, Este tema final de la Pasión de Cristo, el Descendimiento, siempre ha estado presente en la iconografía artística de todos los tiempos.

Domingo Valdivieso y Henarejos fue un pintor murciano premiado en la Exposición Nacional de 1862 con este espléndido y monumental cuadro en el que se representa El Descendimiento. La ambientación de la composición es simplemente magistral. Al fondo, las tinieblas de la noche se ciernen sobre el Gólgota, apenas percibimos la silueta a contraluz de unas edificaciones y dos palmeras cimbreándose. El madero vertical de la cruz en que fue muerto Nuestro Señor y la escalera que se utilizó para poder bajar su sagrado cuerpo aparecen a la izquierda. Las siete figuras sacras se distribuyen armónicamente, formando dos grupos. José de Arimatea aparece agachado a punto de cubrir con la sábana santa el cuerpo del Yacente; Valdivieso nos lo representa como un hombre mayor, de larga y cana barba y cabellera, que utiliza ropajes pardos que tienden a mimetizarse con la madera de la cruz. A este miembro del Sanedrín, los evangelistas lo califican de hombre acaudalado, ilustre, honrado y discípulo de Jesús en secreto, para no escandalizar a las autoridades judías. Discrepó abiertamente con las argucias judiciales empleadas por los otros miembros del Consejo para condenar al Mesías. En un acto de valentía sin precedentes, decidió presentarse ante el gobernador romano Poncio Pilato y pedirle que le entregara el cuerpo de Jesús. Con la ayuda de Nicodemo, lo desclavó de la cruz. Tras envolver al Salvador en el sagrado lienzo lo condujo a un sepulcro cavado en la roca.

Finalmente, hizo rodar la piedra y selló la sepultura. De pie, con las manos abiertas y contemplando con una infinita tristeza a la Madre de Dios, aparece Juan, el amado discípulo de Jesús. Viste túnica verde oscuro y se cubre con una capa de un rojo bermellón, una de las pocas notas de color en esta sombría escena de la Pasión. El grupo de las mujeres está presidido por la Santísima Virgen, con enlutadas vestiduras, se desploma de dolor ante la irreparable pérdida que ha sufrido. La sostienen María de Cleofás y María Salomé que intentan consolarla inútilmente. María Magdalena se sitúa a los pies de Cristo, como si quisiera volvérselos a enjuagar con su larga y dorada cabellera. Junto a ella tiene un esenciero para amortajar el cadáver de su Señor; aparece cabizbaja y con la mirada perdida. Sin duda, lo más espectacular es el cuerpo inerte de Cristo, de blanca morbidez, que yace sobre la sabana en posición horizontal, tan solo cubierto por el paño de pureza. Como signos de la Pasión observamos la herida del costado y las de los pies y manos. La corona de espinas y los clavos nos recuerdan la cruel tortura que padeció nuestro Redentor. Como curiosidad, comentaremos que el pintor Eduardo Rosales, al que anteriormente he mencionado, sirvió de modelo para que su amigo Valdivieso representara al Yacente.

Como usted ha comentado, la pintura histórica es uno de los temas estrella de este siglo. ¿Encontramos algún cuadro en el que se entremezclen hechos históricos con temática religiosa?

La conversión del duque de Gandía, obra maestra de José Moreno Carbonero fechada en 1884, es un ejemplo muy representativo de pintura histórica que también nos transmite un mensaje de tipo religioso. La vida del duque de Gandía, protagonista de la escena, es la historia de una profunda conversión. Francisco de Borja y Aragón desde la infancia sentía atracción por la vida religiosa. Fue enviado a la Corte del emperador Carlos I. Paulatinamente fue acumulando cargos y títulos nobiliarios. Contrajo matrimonio con Leonor de Castro, Caballeriza Mayor de la emperatriz Isabel. La esposa del emperador y la mujer de Francisco de Borja mantuvieron estrechos lazos de amistad. También el duque de Gandía fue nombrado Caballerizo Mayor por la emperatriz. Isabel de Portugal falleció a la temprana edad de 36 años en Toledo. Se trataba de una mujer de extraordinaria belleza, de la que el emperador Carlos se encontraba profundamente enamorado, de hecho no volvió a contraer matrimonio tras su muerte. Se decidió trasladar el cadáver a la Capilla Real de Granada para enterrarlo junto a los restos de los Reyes Católicos.

La comitiva fúnebre, desde Toledo a Granada, fue encabezada por su hijo, el futuro Felipe II. El encargado de organizar el traslado de los restos mortales fue el propio Francisco de Borja. Antes de introducirlo en el sepulcro, como exigían las normas del momento, hubo que abrir el féretro para comprobar la identidad del cuerpo. La que fuera una de las mujeres más hermosas de su tiempo, se había convertido en un cadáver putrefacto y maloliente. Tras las exequias fúnebres, el duque de Gandía pronunció una frase que ha pasado a la historia: “Nunca volveré a servir a señor que se me pueda morir”. Después de enviudar de su esposa Leonor, Francisco de Borja decidió ingresar en la Compañía de Jesús; ya nada le ataba a las cosas de este mundo. En 1641 fue canonizado por el papa Clemente X. Moreno Carbonero recrea con gran realismo este acontecimiento histórico. Una sombría cripta es el lúgubre escenario en el que trascurre la acción. Se accede a la misma a través de una escalera pétrea de diseño gótico, en donde se van distribuyendo apiñados los personajes secundarios. La cancela permanece abierta y por ella penetra la luz que ilumina la estancia en diagonal. Los caballeros que se sitúan de espaldas a la puerta aparecen a contraluz y apenas podemos distinguir sus rostros. Para conseguir este efecto de perspectiva aérea el pintor utiliza una pincelada suelta, abocetada; ocurre los mismo con los frailes que se sitúan detrás del féretro.

La perspectiva aérea o atmosférica es una técnica pictórica que busca crear la ilusión de profundidad, de tal forma que los elementos paisajísticos, objetos y personas se reproducen con mayor detallismo cuanto más próximos están para el espectador y van perdiendo nitidez, de manera gradual, según nos vamos alejando. En la zona baja de la escalera encontramos a una dama enlutada que viste un tejido de raso negro. Llena de pena, se cubre la cara con la mano, sumida en un profundo llanto. El niño que permanece a su lado mira con cara de espanto el cadáver de la emperatriz; posiblemente sea su primer contacto con la muerte. El obispo que celebra la ceremonia religiosa se cubre con una capa pluvial exquisitamente bordada, con los símbolos de la muerte. En la zona central, Francisco de Borja se abraza con inmensa tristeza a un caballero que se cubre con una espléndida armadura. La visión de aquel cuerpo putrefacto ha conmovido de tal forma al duque de Gandía que se ha derrumbado moralmente; aquel hombre, con grandes inquietudes espirituales, es plenamente consciente de la fugacidad de la vida y de como la belleza corporal se destruye tras la muerte. El real ataúd de bronce ha sido abierto para que el cadáver sea de nuevo identificado; descansa cobre un túmulo, revestido con un espléndido paño que lleva bordado el águila imperial. El rostro de la emperatriz aparece cubierto por un finísimo tul que nos permite contemplar las rígidas facciones afectadas por el rigor mortis; la desventurada Isabel ciñe corona de oro, símbolo de su majestad. El caballero que ha abierto la tapa de féretro se tapa con la gorra el rostro, incapaz de soportar el fétido olor a carroña. En este cuadro de grandes dimensiones, Moreno Carbonero hace gala de sus conocimientos históricos a la hora de representar las vestimentas de los distintos personajes y la ambientación general de la escena. Es la época dorada de la pintura histórica, tan promocionada por las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.

¿Existe alguna obra religiosa, de finales del siglo XIX, que destaque de manera especial por su calidad artística?

Como colofón a esta selección de pintura sacra decimonónica del Museo del Prado, comentaré una obra de Enrique Simonet Lombardo, con un título en latín, Flevit super illam, datada en 1892. Se trata de un pintor valenciano que se sentía atraído con fuerza por la vida espiritual. Sus dos obras más emblemáticas son propiedad del Prado. El lienzo titulado Y tenía corazón se encuentra en deposito, desde tiempo inmemorial, en el Museo de Bellas Artes de Málaga. Se representa la autopsia de una bella mujer que yace sobre la camilla de una fría morgue. El médico acaba de extraer su corazón y lo levanta en el aire; es un magnífico ejemplo de lo que se conoció como pintura social y realista. La composición que nos ocupa se basa en un pasaje del Evangelio de San Lucas en el que Cristo profetiza la destrucción de Jerusalén. Las palabras que pronunció Jesús no pueden ser más clarificadoras: “Al acercarse y ver la ciudad, lloró sobre ella mientras decía: ¡Si reconocieras tu también en ese día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos los lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita”. (Lc 19, 41-44). En el año 70 de nuestra era, Tito, hijo del emperador Vespasiano, conquistó Jerusalén y destruyó el Templo, el lugar más sagrado y querido para los israelitas.

El pueblo judío sufrió el cautiverio y se disperso por todo el mundo. Simonet decidió viajar a Palestina y a Egipto para conocer de primera mano las características geográficas de aquella tierra. Por lo tanto, nos enfrentamos a un cuadro de gran rigor histórico y perfecta ambientación; hasta hace unos pocos años dormía el sueño de los justos en los almacenes del Prado, en unas condiciones de conservación bastante lamentables. El museo, en 2016, organizó una exposición temporal para sacar a la luz la obra de Simonet con motivo del 150 aniversario de su nacimiento y sometió al óleo a una profunda restauración. En esta composición se representa al Señor acompañado de sus discípulos y seguidores. La comitiva se encuentra en las proximidades del Huerto de los Olivos. Desde un altozano pedregoso y lleno de cardos, el Salvador contempla una magnífica panorámica del Templo de Jerusalén. En esta ocasión Cristo lleva una túnica oscura, simbolizando la angustia que experimenta ante la visión de la Ciudad Santa; se presenta el lado más humano del Mesías, capaz de conmoverse ante el dolor del mundo. El autor lo dibuja en una posición oblicua, para que no se le vea con claridad el rostro. El Redentor eleva los brazos, avisando a la urbe de las desgracias que acaecerían sobre ella. El sol está despuntando en el horizonte, tapado parcialmente por nubes. El lucero del alba brilla intensamente en el cielo. La mole pétrea del templo y los edificios anexos resplandecen en la lejanía. Una luz rosácea envuelve toda la escena, ambientación ideal para describir con los pinceles un mensaje apocalíptico.

 

Por Javier Navascués

4 comentarios

  
Luis
Excelente comentario de algunas obras del Prado. El inconveniente es que son "pocos los cuadros" de cada siglo, egoístamente hablando, dado que todo lo que realiza es gratuito y por amor al arte.
07/02/21 2:58 PM
  
c
Muchísimas gracias por sus artículos que nos permiten descubrir a extraordinarios artistas y sus obras, y aprender muchas cosas maravillosas.
07/02/21 6:28 PM
  
Cecilio
Muy buena idea la de mostrarnos la pintura religiosa del museo del Prado y un acierto pleno el que la comente una persona tan entendida y apasionada como Fernando que me ha hecho disfrutar de cada cuadro que ha elegido, con la minuciosidad en la descripción de cada detalle.
He aprendido mucho y, en adelante, veré la pintura con más plenitud.
10/03/21 6:53 PM
  
Adolfo Hernández
Estuve la semana pasada en el Museo del Prado y he podido contemplar la nueva disposición de la pintura del siglo XIX. Ahora se exponen un mayor número de cuadros, aunque para ello haya que colocarlos uno encima de otro; siempre es preferible verlos agrupados y en las alturas a que permanezcan en los almacenes, ocultos para el público. Ahora encontramos algunos lienzos en los que tocan temas sociales, un verdadero descubrimiento para los asiduos visitantes al museo. También son muy interesantes los trabajos realizados por pintores filipinos y los lienzos elaborados por pintoras. De todas las maneras, visitando las salas de pintura y escultura decimonónica, tan solo podemos intuir la grandeza de las colecciones de nuestra pinacoteca nacional.
08/03/22 8:40 PM

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6.02.21

Cine para pensar, un libro de Mª Ángeles Almacellas, con un trasfondo de valores católicos

Mª Ángeles Almacellas es doctora en Filosofía y CC. de la Educación (UCM), licenciada en Filología Hispánica y diplomada en Formación Teológica.Tambiém es experta en “Educación en Virtudes a través del Cine” y profesora de la Escuela de Pensamiento y Creatividad y responsable de “Cine y valores” de la Fundación López Quintás, a cuyo patronato pertenece. Igualmente es crítica de cine y colaboradora de Pantalla 90 y CinemaNet. Es miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC) y vicepresidenta de SIGNIS-España (Asociación Católica Mundial para la Comunicación). Pertenece a los jurados de los premios cinematográficos Alfa y Omega; ¡Qué bello es vivir! y Personaje, de CinemaNet. Autora, entre otros títulos, de Educar con el cine (EIUNSA, 2004), Camino hacia la madurez personal (Desclée De Brouwer, 2009), Seguir educando con el cine (Digital Reasons, 2015) y, en colaboración con Ninfa Watt y Juan Orellana, Manual de crítica de cine (CEU Ediciones, 2019).

¿Por qué un libro titulado Cine para pensar?

Los buenos guiones cinematográficos expresan experiencias humanas muy hondas que nos llevan a la reflexión. Pero interpretarlo hasta sus últimos detalles requiere un referente antropológico bien articulado que nos permita llegar hasta la experiencia profunda que late bajo el argumento de una película.

El buen cine da que pensar, pero antes hay que saber “pensar el cine”.

Si aprendemos a pensar bien y a aplicar una mirada penetrante, nuestra visión trasciende lo superficial para llegar a lo más hondo, no nos quedamos solo en la trama argumental sino que profundizamos hasta la actitud vital de cada personaje y entendemos el sentido profundo de sus actos. Esto constituye una gran lección de sabiduría.

¿En qué medida el cine es un espejo de la vida?

Decía Julián Marías que puede haber una antropología cinematográfica porque el cine es con métodos propios un análisis del hombre una indagación de la vida humana. Y así es, efectivamente, el cine es un espejo de la vida, muestra la realidad del hombre:

a) En sus elecciones y relaciones – Personajes: Cada uno de los seres que figuran en la trama argumental actúan, deciden, se relacionan según un código ético determinado.

b) En su acontecer – Argumento: Sucesión de hechos, episodios, situaciones… que tienen lugar en la película.

c) Desvelando su misterio – Tema: La experiencia humana profunda que subyace bajo el argumento.

Aunque hay que reconocer que no pocos espectadores, cuando ven una película, se quedan solamente en la línea argumental. Ni saben, ni les interesa ir más allá de los hechos y las acciones superficiales. Sin embargo, si uno es capaz de penetrar el argumento para descubrir, a través de él, la historia humana que late en el fondo, gana una visión clara y amplia de aspectos esenciales de la vida misma e incluso descubre formas de orientar su propia existencia. De este modo el cine, como espejo de la vida, constituye toda una lección de sabiduría.

Una vez un joven le dijo a un sacerdote que era muy aburrida la contemplación y este le respondió: ¿qué te crees que haces cuando vas al cine? Un ejemplo que queda muy incompleto por su simplicidad, ya que son dos realidades que no se pueden extrapolar, ¿Qué opina?

Sinceramente pienso que ni ese joven tenía la más remota idea de lo que es la contemplación ni el sacerdote en cuestión tenía ni la más remota idea de lo que es el cine.

En palabras de Teresa de Jesús no es otra cosa oración mental sino tratar de amistad con quien sabemos nos ama. La oración de contemplación no es en absoluto una actitud pasiva irreflexiva y aburrida. Exige participación, actitud de apertura, dejarse impregnar de asombro y llenar de Dios. “No es otra cosa oración sino tratar de amistad con quien sabemos nos ama”, decía santa Teresa. Participar de un encuentro personal con el Dios que se revela en Jesucristo, contemplar a ese Dios en su humanidad, entregándose, confiándose a él, dejarse envolver con su amor…, decir que esto puede ser aburrido es no haberse enterado de nada.

Pero la respuesta del sacerdote no es menos absurda. Cuando sigo la trama argumental de una película, sigo sus peripecias, me involucro, vibro con los personajes, me identifico con ellos o me producen rechazo. Mejor habría hecho el sacerdote en involucrarse con el joven y enseñarle a orar.

El cine de mero entretenimiento, al no hacer pensar al espectador, parece que no aporta nada.

No forzosamente, todo tiene su espacio y su momento. Quizá por la noche, después de una jornada dura de trabajo, cuando la cabeza ya está muy espesa y llena de inquietudes que no acaban de dejar sosiego, sea más recomendable una película entretenida, que distraiga, que sea un regalo para la vista y un reposo para la mente.

Lo importante es que esté bien hecha técnicamente y que el contenido tenga lógica interna, aunque sea una película en cierto modo superficial.

Hay películas, como algunos musicales, por ejemplo, que son puro entretenimiento, pero que son muy agradables de ver. O películas cómicas, que nos hacen pasar dos horas de risas sin ninguna complicación.

¿En ese sentido, como diferenciar el buen cine del cine superficial?

No creo que pueda darse una respuesta genérica. Pienso que el único modo de juzgar es viendo la película. A veces, el nombre del director ya nos da una pista de lo que podemos esperar, pero no lo sabemos a ciencia cierta hasta que la vemos.

También es válido dejarse guiar por la opinión de un crítico que merezca nuestra confianza antes de decidir ir a un cierto cine.

El buen cine, ¿podríamos decir que es el cine para recrearse, para saborearlo?

El cine es considerado el séptimo arte y tiene una cosa muy curiosa y es que en sí encierra todas las artes. La relación del hombre con cualquiera de las artes es una relación participativa, lúdica en el mejor sentido de la palabra. El buen cine nos invita a adentrarnos en él, a participar de la historia fílmica y a saborear su belleza.

Pero incluso el llamado buen cine puede fomentar sutilmente estereotipos anti católicos.

El cine tiene una capacidad de influencia extraordinaria. Desde siempre ha influido en modas, ha influido en gustos, en costumbres, etc. Un cineasta hábil puede perfectamente hacer llegar su mensaje sin que el espectador apenas se aperciba de ello. La capacidad de influencia del cine, de las películas y de las series que ahora están de moda, es tremenda.

En general, en la vida, es muy importante enseñar a las personas, sobre todo a niños y jóvenes, a saber pensar bien, a saber descubrir las artimañas y las añagazas de los manipuladores. Solo una solida formación puede ser el antídoto contra la manipulación. Es un tema muy grave, porque la manipulación bien organizada puede destruir una sociedad.

Concretamente en el ámbito del cine, saber estar alerta ante los manipuladores implica ser espectadores críticos.

Algunos denuncian que hoy en día el cine está muy degradado y que es contracultura.

Yo no creo que el cine esté degradado ni que sea un instrumento de la contracultura. Hay buen cine, cine mediocre y mal cine.

Sin duda es un buen instrumento educativo, pero, por lo mismo, también puede ser un instrumento para la deformación humana.

Hay productos cinematográficos muy adecuados para iluminar páginas de la historia, conocer actitudes perversas de muchas personas o sociedades y recibir el testimonio de auténticos héroes en la defensa de los grandes valores. Pensemos por ejemplo en Sophie Scholl. Los últimos días, del director alemán Marc Rothemund (2005). Es una película actual, muy bien documentada y que refiere con fidelidad los hechos que sucedieron. Reflexionando bien el film, haciendo un análisis riguroso, podríamos enumerar algunos de los valores que destacan: verdad, bien, dignidad, patriotismo, familia, confianza en Dios, religiosidad, oración, libertad…

Y es solo un ejemplo. Hay muchas películas actuales llenas de valores. No subproductos, sino películas de una gran calidad.

Háblenos de la importancia de una sólida formación católica para poder discernir y tener criterio.

Bueno, supongo que los no católicos también deben aprender a discernir y a formarse criterios. Nada de lo humano es ajeno a lo cristiano.

Dios creó el mundo y vio que era bueno. No debemos tener miedo ni encerrarnos en una especie de “gueto” moral. Lo esencial de ser cristiano es la adhesión a Jesucristo y eso, evidentemente, da un fundamento a todas nuestras ideas y actitudes vitales. Y supone también la exigencia de “ser perfectos como nuestro Padre es perfecto”. Una exigencia, pero no la exclusividad.

También muchos se quejan de que en el cine actual hay una superficialidad e infantilización de los guiones, de los diálogos…¿está de acuerdo?

No estoy en absoluto de acuerdo. Y no hay más que repasar las películas estrenadas en el último año para comprobar que hemos tenido obras francamente muy buenas, nada superficiales y con personajes de una gran hondura.

Solo por citar algunos títulos estrenados en el 2020: Vida oculta, de Terrence Malick, estrenada en febrero; Entre la razón y la locura (Farhad Safinia), en mayo); El oficial y el espía (Roman Polanski), en enero; Un amigo extraordinario (Marielle Heller), en agosto. Por supuesto hay muchas más películas de calidad que han llegado a nuestras pantallas o a las plataformas en los últimos tiempos.

 

Por Javier Navascués

1 comentario

  
Manu
Un gran libro que puede hacer mucho bien
, al igual que la filosofía de D. Alfonso López Quintás.
06/02/21 9:08 PM

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4.02.21

Ramiro de Maeztu, del regeneracionismo a la tradición católica

José Alsina Calvés, nacido en Ripoll, es licenciado en Biología por la UB, y Master en Historia de las Ciencias y Doctor en Filosofía por la UAB. Catedrático de Instituto jubilado. Fundador y secretario general de la Asociación Sindical del Profesorado de Enseñanza Pública de Cataluña. Autor de diversos libros sobre historia de la ciencia, historia de las ideas y biografías políticas. Director de Nihil Obstat, revista de historia, metapolítica y filosofía. Hasta hace poco presidente de Somatemps, dirige en la actualidad la Catedra Eugeni D’Ors de Pensamiento Hispánico de esta asociación.

En esta entrevista nos habla de su nuevo libro Ramiro de Maeztu, del regeneracionismo a la contrarrevolución. El libro está prologado por el prestigioso intelectual Pedro Carlos González Cuevas.

¿Cuál puede ser, en su opinión el principal atractivo de la figura de Ramiro de Maeztu para el público español del siglo XXI? ¿Qué suscitó en usted el interés por su figura?

Como son dos preguntas, voy a contestar por separado. El interés que pueda tener Maeztu para un lector del siglo XXI es vario. En primer lugar, conocer la propia historia del pensamiento español. En segundo lugar, y en relación con la anterior, el conocer esta historia le permite juzgar mejor los acontecimientos: así, el conocer la influencia del pensamiento de Maeztu en el franquismo nos ayuda a conocer mejor esta etapa de la historia, y dejar de verla como un bloque monolítico (y, desde luego, como una encarnación del mal absoluto). Pero, además, el pensamiento de Maeztu puede ser un punto de referencia importante para la elaboración de un pensamiento Hispanista, que se ofrezca como alternativa a la desmembración de España desde unas coordenadas intelectuales mucho más sólidas que el llamado “constitucionalismo”. Con respecto a la segunda pregunta, mi interés por Maeztu vino del estudio previo a la publicación de mi libro sobre Laín Entralgo, concretamente de la polémica entre Laín y Calvo Serer. Este último era discípulo de Maeztu.

En alguna ocasión Ramiro de Maeztu ha sido calificado como el “Maurras” español, el principal teórico del nacionalismo español moderno. Está usted de acuerdo?

Entre Maeztu y Maurras hay parecidos, pero también grandes diferencias. El último Maeztu, el de Acción Española, y Maurras defienden una monarquía tradicional y católica, pero a partir de cuerpos doctrinales distintos. Maurras era un “católico cultural”, pero agnóstico en materia religiosa. Partiendo de un método positivista, llega a la conclusión de que es el sistema mejor para regir las sociedades, o, al menos, a la francesa. Maeztu, desde su conversión (curiosamente en Inglaterra), es una persona profundamente religiosa, que apuesta por la monarquía católica, no por ser el “mejor” sistema, sino el único verdadero. Quizá el punto de máxima proximidad lo podemos encontrar en la obra de Maeztu La crisis del humanismo. Es cierto que el nombre de Acción Española para la revista que funda Maeztu está inspirado en el movimiento de la Acción Francesa de Maurras, pero la condena de la Iglesia al autor francés hará que Maeztu y sus seguidores tomen distancias.

Tuvo una faceta como periodista, durante su etapa como corresponsal en Londres, que marcó mucho su evolución intelectual. ¿Que puede decirnos al respecto?

Sí, la etapa inglesa es fundamental en la evolución ideológica de Maeztu. Cuando sale de España es un regeneracionista, un patriota español, un critico feroz de la Restauración, pero con ideas vagas, donde se mezcla una especie de darvinismo social con influencias nietchzeanas. En Inglaterra no solamente construye una solida formación intelectual, estudiando a los clásicos y a Kant, sino que se convierte al catolicismo y sienta las bases de lo que podríamos llamar el “clasicismo católico” que inspira una de sus obras más importantes, La crisis del humanismo.

Por cierto, su perspicacia está fuera de duda. A principios de 1915 pronosticó la victoria del bando aliado en la Primera Guerra Mundial, mediante un lento agotamiento de los recursos de Alemania. Incluso puso fecha; dijo que sería a principios de 1919. Acertó casi totalmente.

A pesar de su formación autodidacta (o quizá gracias a ella), Maeztu tiene una solida formación como economista. De hecho, hay un capítulo de mi libro dedicado a sus actividades como periodista económico. Esto le permite hacer predicciones muy acertadas sobre el desenlace de la I Guerra Mundial, y le permitirá también elaborar su teoría del “capitalismo católico”.

¿Como conjugó Maeztu en su pensamiento la defensa de la Hispanidad y su tradición, con la imprescindible adaptación al mundo moderno?

Maeztu nunca defiende una adaptación al mundo moderno. Toda su obra, especialmente La crisis del humanismo, es una crítica radical a la Modernidad y a sus ideológicas. Esto confiere a su obra un especial interés para el momento actual, en plena posmodernidad. Otra cosa es que apoye lo que autores como Alexandr Dugin han llamado “modernización defensiva”. Maeztu cree que España, y por extensión la Hispanidad, deben armarse con la economía, la técnica y la industrialización para combatir con éxito a sus enemigos seculares, pero siempre al servicio de los ideales Hispanos. En su obra Don Quijote, Don Juan y la Celestina, nos dice que Don Quijote (el caballero de la Hispanidad) debe volver al combate, pero no con armas viejas e inservibles, sino con aquellas que le proporciona el saber (la Celestina) para conquistar el Poder (Don Juan). Entonces dejará de ser una figura cómica, y pasará a infundir respeto.

¿Cree que Maeztu es uno de los intelectuales “malditos’ por excelencia, en la España actual?

Más que maldito es alguien olvidado. Maldito puede ser Heidegger, por su militancia temporal en el NSDAP. A Maeztu, como difícilmente se le puede clasificar como “fascista” lo mejor es olvidarlo. La figura de Maeztu es un autentico revulsivo contra la ideología de la “memoria democrática”, que pretende asimilar al franquismo con el nazismo alemán o al fascismo italiano (regímenes, por cierto, muy distintos entre sí). Ante una figura tan incómoda lo mejor es el olvido.

Siendo vasco de Álava defendió el absoluto hispanismo de las Provincias Vascongadas frente a la ruptura con la propia historia vasca que suponía el concepto de Euzkadi

Aunque de joven vivió en Bilbao, la identidad vasca nunca tuvo mucha importancia en su pensamiento. No olvidemos que su madre era inglesa. Se diferencia de otros vascos hispanistas, como Baroja o Unamuno, que vivieron su españolidad a través de su arraigo en la tierra vasca. En su primer libro, Hacia otra España, rechaza de forma categórica al nacionalismo vasco y al catalán, pero defiende que estas regiones, las mas industrializadas, deben volcarse hacia el resto de España y “colonizarlas” económicamente para mutuo beneficio.

Se ha dicho de Ramiro de Maeztu que su actitud vital ante la problemática del ser humano era profundamente pesimista. ¿Es cierto?

Si por pesimista entendemos el rechazo al panfilismo progresista, entonces podemos calificar a Maeztu de pesimista. En La crisis del humanismo hace suyas las afirmaciones medievales que definen al mundo como “un valle de lágrimas” y autodefinen al ser humano como “yo, pecador”. Pero partiendo de estas verdades, que surgen de la observación de la realidad, Maeztu cree posible el triunfo del bien y la construcción de sociedades mejores. El hecho de que diera la vida por sus ideas demuestra que creía en esta posibilidad.

¿Cree que figuras como él, Maurras o Spengler ejercieron una influencia intelectual tan importante como los teóricos marxistas, aunque hoy no se reconozca por ser políticamente incorrectos?

Cada uno de estos autores tuvieron su campo de influencia. En mi libro defiendo que cada una de las diversas etapas del régimen de Franco se puede referenciar con diversas etapas del pensamiento de Maeztu. La mística que emana de su obra Defensa de la Hispanidad fue el principal combustible ideológico y vivencia del bando nacional en la guerra civil, e inspiro la etapa nacional-católica del régimen (después del fracaso de la etapa filofascista de Serrano Suñer). La industrialización y la construcción del Estado del Bienestar de los años sesenta parece inspirada en El sentido reverencial del dinero, y la aproximación a Estados Unidos en Norteamérica desde dentro.

¿Cree que sería buena idea que los partidos y movimientos de tendencia patriótica e identitaria, deberían tener la valentía de reivindicar intelectualmente como referencias a figuras como Maeztu o Maurras?

En la obra de Maeztu, como es normal, hay elementos propios de su época y su momento, pero hay otros de validez permanente. Su crítica a la Modernidad, su defensa de una sociedad corporativa y su defensa de la Hispanidad podrían ser elementos a reivindicar por cualquier movimiento patriótico e Hispanista.

¿Cree que en cierto modo el auge actual de lo que el Sistema llama la “extrema derecha” en Europa, es en cierta medida, el triunfo de las ideas de intelectuales como Ramiro de Maeztu?

En estos movimientos las influencias de Maeztu son lejanas, aunque pueden apreciarse convergencias. Su núcleo intelectual hay que buscarlo en la revisión de los fascismos históricos, que se produce en Francia y en Italia a finales de la década de los sesenta, y que toma cuerpo en una serie de asociaciones, editoriales y revistas. Un autor muy representativo es el francés Alain de Benoist. Es curioso que en sus últimos escritos este autor aboga por el “principio de subsidiariedad” y la necesidad de “cuerpos intermedios”.

¿Qué puede decirnos de las principales novedades de la revista La Emboscadura?

El próximo número de La Emboscadura, ya en prensa, esta dedicado a la Globalización. Concretamente su dossier central lleva de título “La Globalización contra las patrias”. Incluye, entre otras, una entrevista con la diputada de Vox, Rocío de Meer, y otra con Paloma Hernández, animadora del canal hispanista de You Tube “Fortunata y Jacinta”.

1 comentario

  
Chico
Vamos a ver si vamos imponiendo en España una intelectualidad catolica recia, pues la necesitamos mas que el aire. El actual mundo intelectual español es inmanentistas cerrado y por eso huele mal a podrido. Tenemos que cristianizar la intelectualidsd española pues todo viene de la razon iluminada por la Fe catolica.
05/02/21 3:13 AM

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3.02.21

Campaña 40 días por la vida en Barcelona (iniciativa contra los más 50 millones de abortos en el mundo)

Miquel Blanc, informático de sistemas, adorador nocturno y uno de los pioneros de Emaús nos habla de la campaña que tendrá lugar del 17 de febrero al 28 de marzo en Barcelona y de la que es coordinador.

¿En qué consiste esencialmente la campaña?

La campaña de 40 días por la vida, consiste en 40 días de oración y ayuno delante de una clínica abortista, de 08:00h AM hasta las 20:00h PM, delante de la clínica EMECE, Carrer Anglí 39, 08017 Barcelona. (En EEUU las vigilias son de 24h)

Háblenos del origen mundial de la organización.

40 days of live, es una organización católica americana que se inició en 2004 por un grupo local en College Station, Texas.

¿Cuántas campañas se hacen al año?

Normalmente se hacen dos campañas al año, una en otoño, coincidiendo el final de campaña con el 28 de diciembre (Santos inocentes) y en primavera coincidiendo con Cuaresma (Inicio el miércoles de ceniza).

¿Qué ayuda reciben de la organización?

Desde 40 days for live, nos facilitan todo el soporte logístico. Esta es la 5ª campaña que se hace en Barcelona.

En Barcelona el apostolado próvida está aún por eclosionar.

Ahora hay varios grupos de rescatadores frente a las 7 clínicas que operan en Barcelona. Está el hogar de María, casa Guadalupe, Maternity y poco más.

Desde 40 días por la vida, quieren liderar una iniciativa próvida potente en Barcelona.

El punto de partida son las campañas. Estamos hablando con cada uno de los agentes próvida de Barcelona para integrarlos (Rescatadores, Matérnity, con el Hogar de María, museo de la vida, parroquias, etc)

¿Cuál es el principal objetivo?

Como principal objetivo, perseguimos que el apostolado próvida sea una verdadera realidad en Barcelona y algún día podamos tener 7 campañas en marcha, una por cada clínica abortista que opera en Barcelona. Debemos organizarnos muy bien, sabiendo que nos enfrentamos directamente al demonio. Es claramente un problema espiritual.

El holocausto y genocidio del aborto, sin duda, la injusticia y la tragedia más difícil a la que la iglesia se ha enfrentado jamás. Si no la enfrentamos como se está haciendo en Usa, el aborto terminará con nuestra Civilización.

¿Por qué ahora en Cuaresma estamos unidos en más de 500 ciudades de todo el mundo, bajo la bandera de “40 days for life” (organización católica) con el Rosario y el ayuno?

Para implorar a nuestra Madre, la Santísima Virgen, por el fin de la mayor injusticia de toda la historia de la humanidad. Con 50 millones de no nacidos asesinados cada año en todo el mundo (OMS).

El cielo no nos asistirá si no nos ve esforzarnos y pelear (con las armas de los soldados de Cristo), si no nos ve clamar por el fin del aborto. No conocemos mejor arma que la que nos propone 40 días por la vida. Llevamos demasiado tiempo entretenidos, dormidos, adocenados. No hay ni tiempo ni margen.

40 días por la vida, es una propuesta capaz de unir a todos para que María interceda delante del único que puede mover los corazones, abrir los ojos, y despertar a tantos dormidos. Y así finalmente lo haga. Que será cuando Él quiera. Y el clamor por el fin del aborto será entonces imparable.

¿Nos podría dar la web y sus cuentas en las redes?

Desde Usa: https://www.40daysforlife.com

https://twitter.com/40diesperlavida

https://www.instagram.com/40diesperlavida/

https://www.facebook.com/40diesperlavida

[email protected]

¿Cómo se puede colaborar?

Apuntándose a una o más horas a la semana en:

https://www.40daysforlife.com/barcelona

¿Qué frutos esperan conseguir?

El fin de la mayor injusticia de todos los tiempos, un crimen que clama al cielo, más de 50 millones de no nacidos asesinados cada año en todo el mundo.

Javier Navascués

1 comentario

  
Chico
En mi subconsciente hay un rechazo que conscientemente no lo quiero. Y es..... Por que en Madrid se hace eso mismo en una fecha y en Barcelona en otra. Y es que inconcientemente me sale un rechazo a iglesia contaminada de ..... ya me entendeis. Cuando se mezclan cosas luego se crea mucho malestar y suspicacias. Pero como no voy a alegrarme por esto y por la Iglesia qye esta en Cataluñ asi como me alegro con la que esta en Aragon y en la India
04/02/21 4:48 AM

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2.02.21

La Basílica de la Merced y su importancia clave en la historia de Barcelona según su rector, el P. Fermín Delgado, O. de. M

Foto: Guillem Simón

El P. Fermín Delgado, O. de. M, es el rector de la Basílica de la Merced de Barcelona. En esta entrevista nos habla de su vocación mercedaria y de la importancia que ha tenido la Basílica en la historia de Barcelona.

¿Cómo nace su vocación sacerdotal y religiosa?

Nací en el seno de una familia cristiana en la que ya desde la más tierna infancia era algo natural asistir a Misa los domingos y rezar en casa. Cuando tenía 3 años y acababa de aprender a andar, solía “fugarme” del banco de la iglesia en el que estaban mis padres para correr por los pasillos del templo y acabar al lado de D. Teógenes, el cura, que estaba en el altar celebrando la Misa y me miraba sonriendo. ¡Quién iba a decir que años más tarde iba a ser yo quien hiciera lo que él!… Es posible que por aquel entonces esa actitud e imagen del bueno de D. Teógenes se me quedara grabada en algún rincón de mi alma y aflorara con el paso del tiempo. La semilla que Dios pone en el corazón tarde o temprano germina si es cuidada, y mi familia fue una buena tierra de cultivo. Eso sí, cuando mi padre me “echaba el guante” me llevaba algún cachete en el culo. Reconozco que era muy inquieto.

¿Qué es lo que más le atrajo de la Orden de la Merced?

Yo entré en el seminario mercedario a los 12 años, en Reus, que es la ciudad en donde vivía. Tuve un primo mayor que yo que lo visitó porque pensaba entrar en él, pero al final no lo hizo. No sé por qué, quedó el eco de este hecho dentro de mí y pedí a mis padres conocerlo. Salí tan contento de la visita y del ambiente que en él había, que quise ingresar el septiembre siguiente con el inicio del nuevo curso. Y hasta ahora…. Dios se vale a veces de causas indirectas para llegar a lo más íntimo. En mi caso, inicialmente, me encantó el ambiente de deporte y de estudio del centro que visité; más tarde comienzas a conocer mejor la Orden y valorar otras cosas que acaban seduciéndote más que las iniciales hasta dejar tu vida en ellas. La Orden de la Merced tiene 800 años de una historia riquísima, y su carisma es muy hermoso y actual pues se ocupa de los pobres y los marginados, tal vez del estrato más bajo de estos últimos que son aquellos que ni tienen libertad propia. Por eso me atrajo la Orden de la Merced, así como el ejemplo de muchos buenos frailes que se entregaron a Dios y a los más débiles en cuerpo y alma.

¿De qué manera redimen cautivos hoy en día?

De muchas maneras. Los cautivos siguen existiendo, pero sus grilletes ya no son de hierro colado. Las cadenas de hoy en día son más invisibles, pero posiblemente más sólidas y esclavizadoras que las de antaño: la miseria material y moral (que es la peor), las dependencias modernas, la falta de acceso a educación y a la cultura, la explotación a la que se ven sometidas las personas más débiles, la soledad,…

Los mercedarios intentamos ayudar a estas víctimas a encontrase consigo mismas y a encontrar a Dios, pues una cosa va de la mano de la otra. ¿Cómo lo hacemos?. En primer lugar procurando llevar una vida personal coherente con lo que deberíamos ser y con lo que Dios y la Iglesia esperan de nosotros, con el fin de poder darnos a los demás. Nadie puede ofrecer aquello que no tiene. Y en segundo lugar, intentando llevar la presencia de Cristo en nuestras misiones: países del tercer mundo, parroquias en barrios humildes de las ciudades, como capellanes de prisiones, en nuestros centros de reinserción, en la atención de las familias de los presos, en nuestro apoyo a quienes salen de la cárcel, en nuestros centros de acogida de mujeres explotadas sexualmente y víctimas de este repugnante tráfico humano,…

¿En qué destinos ha estado hasta ahora?

Tras mi ordenación sacerdotal, en 1992, fui destinado a nuestro monasterio de El Puig de Santa María (Valencia). En 1993 me enviaron a Zaragoza, donde me fue encomendada la responsabilidad de ser maestro de postulantes. En 1997 me enviaron a Barcelona donde fui vicario en nuestra parroquia de San Pedro Nolasco. En 1999 fui destinado a Reus como capellán del psiquiátrico de Villablanca, en Vilaseca, y como responsable de la pastoral juvenil y vocacional de mi provincia mercedaria de Aragón. En 2003 fui destinado al Hogar Mercedario situado en el barrio de Valle Hebrón (Barcelona). Aquí se me encomendó la parroquia de la Virgen de Nazaret y las tareas inherentes al Hogar, centro de referencia en la reinserción social de personas que cumplen pena de prisión. En este destino estuve durante 15 años, hasta el año 2018. Este año fui destinado nuevamente a nuestra comunidad de plaza Castilla y se me encomendó el cuidado pastoral de la Basílica de la Merced, hasta hoy…

¿Qué supuso ser nombrado Rector de la Basílica de la Merced?

En primer lugar, un gran honor dado que los mercedarios no regresábamos a nuestra Casa Madre desde 1836; y en segundo lugar una gran responsabilidad, dada la confianza que el Sr. Cardenal ha depositado en la Orden de la Merced y a la que tratamos de responder estando a la altura de lo que se espera de nosotros, y también porque se trata de una iglesia muy importante en esta diócesis al albergar a la Patrona de la ciudad y en la que se fijan muchas miradas, con retos continuos. A veces resulta una sensación algo pesada, pero gracias a la ayuda del Señor, de la Virgen, de mis compañeros mercedarios, de los voluntarios que están cada día ayudándome en esta labor y a la colaboración de la Hermandad de la Merced y de todos los que aman a la Mare de Déu, todo se hace más llevadero. El sostenimiento de la Basílica es mérito de muchas personas que dan lo mejor de sí mismas de manera silenciosa. Aquí no hay espacio para los individualismos.

¿Cuáles son los principales apostolados que se dan en la Basílica?

El primero y el más importante es el inherente a su realidad como Santuario. Ello comporta acoger a los visitantes y peregrinos, cuidar y divulgar la devoción a la Virgen de la Merced (estamos preparando una celebración dedicada a las “Mercès”), celebrar los sacramentos y estar a disposición de quienes los necesitan, mostrarse accesible para quienes deseen algún tipo de ayuda u orientación espiritual,… y preparar con esmero la celebración de las fiestas en honor de la Mare de Déu de la Mercè (el 24 de septiembre), así como otras del calendario mercedario. También podríamos incluir en este apostolado el cuidado de la Basílica como tesoro histórico-artístico, velando por la salud del propio edificio y de todas sus instalaciones. Tenemos como reto en este momento la renovación de todo su sistema eléctrico y la restauración de la cúpula del edificio, como elementos más urgentes.

El segundo, atender a la dimensión de la Basílica como parroquia, con sus horarios de despacho, celebraciones litúrgicas cuidadas, atención pastoral de los feligreses de nuestro barrio, cuidar nuestra relación con las parroquias del arciprestazgo asumiendo las responsabilidades que en este ámbito nos correspondan, …

En tercer lugar, la atención hacia las personas necesitadas de ayuda. La Basílica invierte unos 10.000€ al año en ayudas materiales a las personas y familias pobres. Ayudamos con alimentos dos veces al mes a más de 20 familias, hemos creado un ropero bastante completo, hemos construido una ducha con WC y lavabo para el aseo de las personas sin hogar. Nuestro voluntariado de Cáritas sale cada sábado por la tarde por las calles de la zona para atender a quienes duermen en la calle: charlamos con ellos, nos interesamos por sus problemas, les damos ropa y cena caliente, rezamos con ellos si son personas de fe,… Y ayudamos a algunas personas en sus gastos de farmacia, gas…

También colaboramos en la pastoral penitenciaria con nuestra fundación Obra Mercedaria, que atiende a las personas que cumplen pena de prisión, auxilia a sus familias, a los pobres,… También trata de prevenir la caída en la delincuencia y acompaña a quienes salen de la cárcel para encontrar su lugar en la sociedad y a reencontrase con Dios y consigo mismos. Cada año donamos a la fundación unos 1000€ y colaboramos con ella en la organización de eventos que ayuden a darse a conocer y recaudar fondos. También atendemos y ayudamos a personas que han pasado por el Hogar Mercedario y que siguen necesitando algo de apoyo y ayuda.

De igual manera, tenemos muy presente a las misiones. Nuestra Orden está en los 5 continentes y, concretamente, nuestra provincia mercedaria de Aragón tiene misioneros en Mozambique, Venezuela, Guatemala, El Salvador y Panamá. Colaboramos económicamente con ellos y procuramos que se conozca su entregado trabajo para que quienes lo deseen, colaboren con ellos. Colaboramos con nuestro programa de apadrinamiento infantil gracias al cual muchos niños y jóvenes de Guatemala, Panamá, Mozambique y El Salvador pueden permanecer escolarizados, formarse culturalmente, dominar un oficio o incluso acceder a la universidad. A cambio, sus familias reciben una ayuda alimenticia para que les resulte rentable tener al niño/a en la escuela y no trabajando en la calle.

También desempeñamos un apostolado cultural que trata de abrir las puertas de la Basílica a todas las personas interesadas en el mundo de la cultura. Organizamos conciertos de órgano, de música clásica y coral, tenemos en proyecto un ciclo de conferencias con especialistas de diversos ámbitos. Estamos intentando que surja una coral propia de la Basílica…

Otro Apostolado es el de las peregrinaciones, que es muy importante porque nos permite llegar a muchas personas que tal vez no tengan una relación directa con la Basílica. Todos los años solemos organizar con la ayuda de nuestra agencia, Ruth Travel, dos Peregrinaciones (una de tipo mariano y otra a Tierra Santa o a algún otro santuario de interés) y un viaje al extranjero. Puedo asegurar que es una puerta que facilita mucho el contacto con personas que a veces viven de espaldas a la Iglesia por prejuicios que desaparecen cuando nos conocen más a fondo. Pienso que es algo que ninguna parroquia debería desestimar. En estos tiempos hay que aprovechar todas las vías a nuestro alcance para evangelizar y los viajes y las Peregrinaciones son un medio sorprendente. Incluso el mismo sacerdote es evangelizado por las personas que le acompañan y que con frecuencia le sorprenden positivamente. El mundo de los viajes permite incluso originar amistades que duran toda la vida y propician auténticas conversiones.

La Basílica, aunque importante queda fuera a veces de las rutas turísticas….

Efectivamente, la Basílica de la Mercè quedaba en las rutas turísticas de la ciudad como un elemento de segunda fila; como algo que se visitaba si sobraba tiempo o como último elemento de la ruta del gótico dada su situación en la ciudad, algo alejada de lo más céntrico de la ciudad.

Queremos que esto cambie y por ello hemos invertido medios y esfuerzos para adecentar la Basílica por dentro, de manera que pueda mostrar todo su esplendor. Hemos impreso nuevos folletos turísticos en diferentes lenguas. Hemos llegado a un acuerdo con una empresa turística para ofrecer visitas guiadas por profesionales perfectamente formados, algunas de las cuales son nocturnas y culminan con una audición de órgano.

También hemos mejorado nuestros cauces de comunicación y llegan a más personas las noticias de los eventos culturales celebrados en la Basílica, que procura abrir sus puertas a todos los barceloneses.

Por desgracia, muchos de estos planes están en situación de “pausa” hasta que termine la pandemia. Esperamos que entre todos podamos superar esta situación de crisis y volver a dar vida a la ciudad y nuestra basilica con nuestra oferta turística, que es de calidad.

Por Javier Navascués

9 comentarios

  
Mercedario
Muchas gracias por visibilizar a nuestra Orden, y gracias al P. Fermín por haberlo presentado tan bien. Que vivamos fielmente la vocación recibida de Dios a través de Nuestra Madre de la Merced y transmitida por nuestros Santos y antepasados.
02/02/21 1:00 PM
  
GLORIA CASACUBERTA
excelente reportaje ,una entrevista real y autentica

Claro que acabaremos llenando la Basilica¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
02/02/21 8:59 PM
  
Gonçal Pellicena
Muchas gracias por el reportaje. Una gran persona y un gran sacerdote el Padre Fermín!
02/02/21 10:27 PM
  
Joan Luque
Las siglas de la Orden de la Merced son OdM. OM es de la Orden de los Minimos
02/02/21 10:31 PM
  
Claudio
Así debieran ser nuestros obispos diocesanos y cardenales.
Gracias, padre Fermín, por su testimonio.
02/02/21 11:15 PM
  
David
Hay que reconocer que con la llegada del P. Fermín, la Basílica está esplendorosa: limpieza, iluminación, amplio horario de apertura, seguridad... Da gusto visitar a nuestra Patrona. Es sorprendente la cantidad de iniciativas pastorales (en cada visita descubres una nueva!). Profundamente agradecido, reciba mi más sentida enhorabuena y mi oración
03/02/21 12:13 AM
  
Scintilla
Digno ejemplo de su orden, que aquí en Mallorca también es un primor por su cuidado del culto a Dios y el de los más necesitados en el cuerpo y el espíritu.
03/02/21 8:51 AM
  
etherland

Pues si ya no es metal lo que atenaza manos y tobillos, ya no son cautivos ...

En lugar del ejercicio de la "neolengua" que consistía en destruir palabras para aminorar lenguajes, pensamientos y conceptos, ahora habrá que hacer todo lo contrario; crear otras para nuevas realidades.

En el mismo párrafo, hay cuestiones que serán más o menos discutibles, pero yo no me creo NADA lo que comenta del difícil acceso a la cultura y educación. Desconfío siempre de novedades pero hay cosas que sí han pasado al sumidero de la historia y ese discurso lo es.

Y es que en la era de la democracia de la cultura, donde cualquier libro o partitura (clásica, moderna) está al alcance de un click; en el tiempo de la universalidad de las comunicaciones, cuando ya existen más smartphones que personas, esa afirmación es del todo incorrecta.

Más aún, solo hace falta darse una vuelta por el mundo (ya real, ya virtual) para darse cuenta que en la actualidad la ignorancia ya no es un pecado, sino que muchas veces es deseada y hasta glosada. Hoy quien es ignorante los es por propia voluntad.

Que la ignorancia se convierta en fuerza si sería otro peligro,
03/02/21 2:10 PM
  
Padre Carlos Yepes
Una basilica muy linda y con mucha historia para visityar en Barcelona , por suerte tuve la suerte de visitarle y quedarme un rato a orar.



padrecarlosyepes.com
07/02/21 10:42 PM

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