José Castro Velarde, casado y católico por la gracia de Dios. Español. Tiene la gracia de tener 6 hijos. Es licenciado en derecho y Administración de Empresas. Máster en doctrina social de la Iglesia y amante de defender la presencia de Dios en la vida pública.
¿Cómo nace la asociación Enraizados y con qué objetivos? ¿Qué supone para usted presidir la asociación?
La Asociación Enraizados en Cristo y en la Sociedad, este es su nombre completo gracias a la propuesta de un buen amigo que fue ratificada por los fundadores, nació en el año 2012 en un momento en que la sociedad civil se había movilizado contra leyes injustas como la ley de destrucción total del matrimonio, mal llamada ley del matrimonio homosexual, y otras leyes ideológicas promovidas por el nefasto gobierno de Zapatero.
Nacimos humildemente para aportar lo que resumimos en nuestro lema: ser una voz de católicos en la vida pública.
Aquel movimiento social fue muy importante pero nosotros queríamos destacar que sin Dios, sin la presencia vivificante de la gracia y sin el reconocimiento por parte de la sociedad de Dios, de su Creador, no se puede construir una sociedad digna del hombre.
Para mí, ser Presidente supone una grave responsabilidad en la medida en que represento a los voluntarios, a los socios, a los colaboradores de esta asociación. Pero es, sobre todo, un motivo de gozo y de alegría porque sinceramente puedo dedicar parte del tiempo de gracia que Dios me ha dado, a trabajar por el bien común de España y el mundo entero.
Además somos una asociación muy participativa donde cualquier voluntario dispuesto, asume una responsabilidad sobre aquella iniciativa que quiera llevar a cabo.
¿Por qué es tan importante defender el bien común en la sociedad?
El bien común es uno de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Se entiende por bien común el bien de todos y de cada uno, el conjunto de circunstancias que ayudan a cada persona, a los organismos que forman la sociedad y a ésta en su conjunto, a alcanzar sus objetivos y lo bueno.
Es un concepto muy distinto al de interés general que propugnan otras doctrinas. En la concepción católica no defendemos un egoísmo sino el bien de todos y de cada uno. Cuando alguien, pensemos en un soldado que da la vida por su patria, tiene que hacer un sacrificio, ese sacrificio por el bien de la sociedad, es también el bien de la persona concreta que lo hace.
Es importante defender el bien común porque a través de él todas las personas, todas las asociaciones que forman la sociedad y la sociedad en su conjunto cumplen con el objetivo para el cual existen. En el bien común todos los bienes individuales y sociales se cumplen.
Por eso San Juan Pablo II, recogiendo una definición ya histórica en la Iglesia, nos recordaba entre otros sitios, en la Christifidelis laici, que la solidaridad, una virtud que a muchos les gusta, no es otra cosa que la perseverante disposición a comprometerse por la búsqueda del bien común, especialmente no en nuestras vidas individuales sino en la vida social y política.
¿Por qué este bien común debe estar supeditado al bien espiritual?
Me gustaría recordar primero que es a la Iglesia a la que le compete principalmente el asunto de la salvación de las personas.
Sentado este principio, no hay que entender este “supeditado” en el sentido de que el bien común no tiene nada que ver con el bien espiritual de las personas y de la sociedad, es decir, el error de pensar que el bien espiritual no forma parte del bien común, cuando la realidad es que la parte fundamental del bien común es aquella que permite a las personas conocer el infinito amor que Dios les tiene y responder al mismo.
Por ello, una preocupación también en la vida social y política debe ser, al menos, no entorpecer que toda persona pueda conocer ese proyecto de amor que Dios tiene para ella. En este sentido, sí podemos decir que dentro del bien común hay que supeditar lo inferior a lo superior, usar el tanto en cuanto de San Ignacio para discernir.
Ejemplos de esta sana preocupación desde la política la tenemos en la Sierva de Dios Isabel La Católica. Y para mi en el ejemplo sorprendente de su nieto Carlos, quien soportaba un dolor de conciencia ante la posibilidad de no ser fiel a la vocación dada por Dios, de cuidar de la salud espiritual de sus súbditos. Por eso animaba a los Obispos y misioneros que mandaba a América para librar a su conciencia del mal de no llevar la fe a aquellos súbditos suyos. ¡Qué categoría moral y qué fe!
Hay que entender que el fin primordial del hombre y por tanto de la sociedad es la salvación de todas las personas. Tener claro este objetivo no es incompatible con respetar que esa salvación se realiza en la Iglesia y respetar por ello el ámbito de responsabilidad de la misma y de su jerarquía y miembros.
Dar prioridad a esa parte espiritual no justifica olvidar la parte llamémosle así material del bien común, pues es obligación también política satisfacer las necesidades básicas de cada hombre y de cada familia. Hay que dar vestido, hay que dar habitación, hay que dar un trabajo digno, etcétera. Sobre todo hay que crear las condiciones para que cada quien se gane dignamente su sustento personal y familiar. Lo espiritual no nos debe hacer olvidar la parte corporal del hombre. Reiterar, en cualquier caso, que no es el Estado quien salva sino Cristo a través de la Iglesia pues fuera de ella no hay salvación.
¿Por qué es importante la presencia de Dios en la vida pública?
Esta es una pregunta realmente importante y por la cual también nació Enraizados. A veces los católicos al abordar los grandes debates en la vida pública tratábamos, y muchos aún lo hacen, de evitar que alguien nos identificase como católicos. Parafraseando a Chesterton se sentían obligados a quitarse el sombrero de su fe para debatir en el foro público.
Es indudable que hay que participar en los debates desde la razón, desde la ciencia, pero también ser conscientes de que la luz que brota del Evangelio es una luz potente para poder solucionar los problemas humanos de una forma humana, valga la redundancia, acorde a la dignidad de la persona.
Podemos hacer una analogía con el arte. Para entender mejor cualquier obra de arte, literatura, pintura, música, arquitectura, es bueno conocer a su autor y las circunstancias en que concibió y ejecutó dicha obra. Pues también es necesario reconocer que, para entender en profundidad al hombre y construir una sociedad digna de él, es importante conocer al Creador. Saber por qué creó al hombre y cuál es el fin para el cual lo creó. Cuando aparecen en nuestra vida social y política ciertos problemas, la ayuda de Dios es necesaria en ellos, tanto individual como socialmente, para alcanzar soluciones realmente humanas.
Un ejemplo muy concreto lo tenemos en el intento de construcción europeo. Sus padres fundadores, con las limitaciones de cualquier empresa humana, trataron de cimentar esa unidad con una apertura a la transcendencia. Gracias a ello se pudieron dar pasos importantes. Hoy en día se ha llegado a desterrar a Dios y a la tradición cristiana de la llamada Constitución europea (que no llegó a ver la luz por cierto…). Sin Dios Europa no tiene ningún sentido ni unidad.
¿En qué medida tenemos la obligación de luchar por la justicia social?
La justicia social indudablemente es también una parte importante del bien común. La justicia es dar a cada uno lo suyo y en este sentido, lo primero que hay que dar es la responsabilidad a cada persona de ser dueña de su propio destino. Que nadie nos manipule, que nadie nos adoctrine, que nadie nos trate de comprar con un cheque mensual para que no seamos responsables de nuestra propia libertad, de nuestra propia vida. Dicho esto, indudablemente hay muchas circunstancias injustas que pueden existir y que es necesario remover para crear una auténtica libertad y una auténtica igualdad de oportunidades.
La justicia social implica también que ciertos principios como el de la maximización de beneficios, la libertad de movimientos de los capitales y otros muchos, deben estar armonizados y supeditados por los derechos de las personas. También por el principio de gratuidad que Benedicto XVI en la Caritas in Veritate también reflejó. Es muy importante que al final toda persona vea que la sociedad, el ordenamiento jurídico y también el Estado, velan por su bien. También en materia económica, esto es muy importante.
Igualmente es importante defender nuestra tradición cristiana y nuestros mártires.
En el caso concreto de España y conociendo nuestra historia, sabemos que nuestra patria ha sido grande cuando ha sido fiel al catolicismo. Las mayores empresas que ha llevado a cabo, indudablemente por la gracia de Dios, han sido empresas nacionales pero de carácter religioso. La reconquista del suelo patrio en la Edad Media y la posterior evangelización de América. La defensa de la persona en Europa frente al determinismo protestante, defendiendo por tanto la libertad de todo ser humano. La victoria frente al comunismo en el siglo XX, que hace poco nos han recordado los políticos polacos. Todo ello, ciertamente con algunas sombras en cada uno de estos episodios, no los vamos a negar, ha estado marcado por nuestra tradición cristiana.
España no tiene sentido sin su fe católica. No existiría sin esta fe, por tanto, salvo que queramos destrozarla, como algunos pretenden, o desprestigiar la obra que ha hecho en los siglos pasados, como pretenden otros, tenemos que anclarnos en sus raíces cristianas. Para ello no hay mejor testimonio que el de los mártires, porque son aquellos que lo dieron absolutamente todo, su vida completa, por testimoniar el amor de Dios a los hombres. Son un ejemplo de esperanza como bien recordaba Benedicto XVI al referirse a ellos.
En concreto, Enraizados trabaja por el reconocimiento de la labor de los mártires del siglo XX en España, asesinados la mayor parte de ellos en el transcurso de la guerra pero también durante la República. Hemos editado un primer libro que narra testimonios de perdón, titulado “Hogares de amor y perdón”. Precisamente ahora, en breve, vamos a publicar un segundo libro recopilatorio de frases dichas por los mártires previas a su ejecución, donde perdonaban a sus verdugos y también testimoniaban la realeza de Cristo y su victoria con ese grito tan famoso de ¡Viva Cristo Rey!
¿Cuál es el balance de las actividades que han hecho hasta ahora?
El balance realmente lo debe hacer el Señor, que es quien debe juzgarnos.
Estamos insatisfechos en la medida en que hay que reconocer que nuestra sociedad no camina como nos gustaría, al menos desde un punto de vista meramente humano. Se aprueban leyes como la del aborto, y ya las anteriormente vigentes. Los tribunales que tendrían que velar, al menos por cumplir la formalidad de nuestro ordenamiento jurídico, claramente mejorable, se saltan a la torera pronunciamientos de anteriores magistrados. Ciertamente, el panorama no es nada halagüeño y por tanto tenemos que estar insatisfechos en la medida que no hemos conseguido los objetivos. Nos gustaría una sociedad que respetara el orden natural.
Por otra parte sí que es cierto que también se ven ciertas luces en nuestras actividades. Cada una de ellas se encamina a que más católicos den un paso adelante y muestren su fe en la vida pública. En este sentido, tuvo mucho éxito nuestra campaña de Navidad donde proponíamos a nuestros simpatizantes poner distintivos de “Feliz Navidad” en coches, ventanas y sitios públicos. También tuvo muy buena acogida la campaña de difusión de banderas con el Sagrado Corazón de Jesús y el lema “Reinaré en España”, “Viva Cristo Rey”. Son campañas tendentes a que los católicos no tengamos miedo de aportar a la sociedad lo mejor que tenemos, que es, nuestra fe. Nuestra convicción profunda de que Cristo es el Señor de la historia y ya ha vencido y por tanto, podamos ayudar a construir una sociedad lo más digna del hombre posible.
Lo que más me satisface es que cientos de católicos han podido utilizar Enraizados para trabajar por el bien común desde una concepción nítidamente católica. Y lo hacen en varios países de Hispanoamérica y de Europa.
Asimismo varias decenas de miles han podido encontrar en nuestra asociación argumentos, formación, símbolos, propuestas, para que ellos ejerciendo su responsabilidad, actúen como católicos en sus ámbitos propios-
Por último centenares de miles han recibido nuestras campañas que al menos les habrán dado la posibilidad de acercarse a la fe o de formarse mejor en ella.
¿En qué campañas están inmersos actualmente?
Colaboramos con la causa de beatificación de la reina Isabel La Católica que en los últimos años ha tenido un fuerte impulso gracias a la labor del director de la comisión P. José Luis Rubio Willem, pero también gracias a muchos voluntarios y devotos anónimos que a lo largo de estos últimos años han promovido la devoción a la reina. Por ejemplo, el número de misas por su causa se ha multiplicado por 100 ó por más en los últimos años y en la fecha del aniversario de su muerte, 26 de noviembre, se dicen misas por su beatificación en los 5 continentes.
Precisamente este 22 de abril, día de su nacimiento, vamos a celebrar el cumpleaños de Isabel haciendo una peregrinación a Granada que incluye, entre otras actividades, una visita al Monasterio de Santa Isabel La Real, conferencia sobre “La figura de la reina en Granada”, ofrenda floral en la plaza de Isabel La Católica, Misa y Hora Santa en la Capilla Real. Por supuesto, todos estáis invitados a participar.
También tratamos de recuperar nuestra historia a través de la iniciativa “España en la historia”, donde un conjunto de voluntarios van recopilando artículos sobre la misma para darlos a conocer, no con un objeto de erudición sino para que nos empapemos de ese espíritu que ha anidado en nuestra historia y seamos capaces de actualizarlo.
También ofrecemos una serie de cursos recurrentes de diverso contenido, como por ejemplo, el de “Doctrina Social de la Iglesia”, que trata siempre de invitar a los alumnos a la acción. “Matrimonio, Santidad y Sexualidad” que comienza precisamente ahora en febrero. Un curso de “Historia de España” desde un punto de vista filosófico y teológico que cada año va mejorando. Además este año también tendremos un curso de liderazgo.
Otra de nuestras campañas trata de que se dedique a los mártires calles en las localidades donde nacieron o fueron asesinados. Recuperamos su testimonio publicando libros.
También nos hacernos presentes a través de plataformas y grupos de asociaciones como “Neos”, “Women of the World” o la “Federación Europea de Asociaciones de Familias Católicas” (FAFCE por sus siglas en inglés) de las que formamos parte o con quienes colaboramos para hacernos también presentes de forma conjunta ante la sociedad.
Hay numerosas acciones encaminadas a recuperar el matrimonio como unidad indisolubles de hombre y mujer (también civilmente), defender los derechos de la familia especialmente en el ámbito educativo, trabajar por la defensa de la vida en donde estamos tratando de crear una red de municipios por la vida, defender la libertad religiosa y a los cristianos perseguidos. En este ámbito llevamos varios años denunciando la situación en China donde nuestros hermanos están siendo perseguidos cada día.
Por Javier Navascués