6.01.23

Manuel Fernández Muñoz analiza su obra "Eso no estaba en mi libro de historia de los templarios"

Manuel Fernández Muñoz. Escritor y viajero incansable, ha recorrido el mundo y estudiado la espiritualidad de casi todas las religiones, bebiendo de ellas directamente. Ha convivido con chamanes en Sudamérica, estudiado meditación y budismo en la India y ha pertenecido a numerosas escuelas de mística en Argelia, Marruecos, Chipre, Turquía y Siria. Ha colaborado en numerosos programas de radio y televisión, entre los que destacan La Rosa de los Vientos (Onda Cero) y Cuarto Milenio (Cuatro). Ha publicado artículos en prestigiosas revistas, como Enigmas y Año Cero. Autor, entre otros libros, de 50 cuentos para aprender a meditar” (Cydonia). Con Almuzara ha publicado Guía histórica, mística, y misteriosa de Tierra Santa”, “Juicio a Dios” y “El Grial de la Alianza”.

¿Por qué un libro sobre la verdad de los templarios?

Son tantos los bulos que se han escrito sobre los Pobres Caballeros de Cristo que era necesario que de una vez por todas se pusiera en negro sobre blanco la realidad de una orden de caballería que revolucionó la Europa de su época yendo en pos de un sueño: defender los Santos Lugares de la cristiandad.

Hace más de setecientos años Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, acusó formalmente a la orden del Temple de escupir y pisotear la cruz, omitir las palabras de consagración del vino y el pan durante la eucaristía, así como de adorar a un extraño ídolo llamado Baphomet. A día de hoy, y a pesar de que se ha demostrado que esas imputaciones no fueron nada más que mentiras para hacerse con los tesoros de la hermandad blanca, todavía muchos, emulando el ejemplo del monarca galo, se atreven a difundir falsedades sobre unos gentileshombres que no dudaron en despojarse de todo lo que tenían, inclusive su propia identidad, para proteger aquello en lo que creían, el legado de Jesús de Nazaret.

Intentando devolverles el honor que algunos pretenden robarles, decidí escribir “Eso no estaba en mi libro de historia de los Templarios”, de la editorial Almuzara, una obra en la que profundizamos no solo en las valientes gestas de los que posiblemente fueron los más audaces guerreros cristianos, sino también en sus profundas convicciones, en su maravillosa fe, así como en la mística que rodeó toda su existencia.

¿Cómo nacen y con qué finalidad?

Los templarios son hijos de las cruzadas pero no tienen en absoluto la mentalidad de los cruzados de 1099. Recordemos que cuando Godofredo de Bouillon y sus hombres tomaron Jerusalén durante la primera cruzada, no dejaron títere con cabeza. Raimundo de Aguilers, cronista de aquella contienda asegura que: “En las calles y plazas de Jerusalén no se veían más que montones de cabezas, manos y pies cortados. Se derramó tanta sangre en la mezquita que se construyó sobre el Templo de Salomón que los cadáveres pasaban flotando”.

Hugo de Payns, el fundador de los Pobres Caballeros de Cristo, estando de peregrinación en Palestina, vio clara la necesidad de crear un ejército al servicio de Cristo que supliera las faltas de los cruzados aunque se dedicase a defender los Santos Lugares de las manos de cualquiera que quisiera amenazarlos de nuevo.

Cuenta la leyenda que, iluminado por la luna llena, el caballero recordó las palabras que Jesús pronunció cuando estuvo frente a Pilato: “Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado.”(Juan 18:36)

Hugo pensó que ellos, los incipientes caballeros de la Orden del Temple, podrían ser esos ángeles que Jesús mencionó al procurador romano, por lo que resolvió reunir un grupo de hombres notables para formar una milicia que defendiera los intereses del Hijo de Dios en la tierra de su heredad.

Al igual que la regla de san Benito recomendaba Ora et Labora – reza y trabaja –, el muchacho se dio cuenta de que no era suficiente con rezar, sino que también había que trabajar para mantener lo que se había conseguido. El Reino de los Cielos, como antaño, sufría violencia, y los violentos lo arrebataban, mientras que los hijos de Dios se empeñaban en poner la otra mejilla, cediendo cada vez más terreno al enemigo musulmán. Por tanto, maduró en su interior, era necesario que también con violencia los pacíficos defendiesen el país donde Jesús vivió.

A diferencia de los cruzados, que únicamente buscaron fama y fortuna, los que quisieran formar parte de la nueva Militia Christi tendrían que convertirse en poco menos que monjes-guerreros consagrados a la bendita tarea de proteger los Santos Lugares del Reino de los Cielos bajo la atenta mirada del Señor.

Esos “ángeles”, a partir del Concilio de Troyes, llevarán atuendos blancos, símbolo de pureza, además de una cruz patada roja concedida por el papa Eugenio III en 1147 para bordarla en el lateral izquierdo de sus hábitos, un poco por encima del corazón, símbolo de la preciosa sangre que brotó del costado de nuestro Señor.

Nacieron como custodios de reliquias importantes.

Hugo de Payns, de regreso a Francia, le contó el sueño que había tenido a su mentor, San Bernardo de Claraval, uno de los personajes más influyentes de su época, quien posiblemente le recomendó que buscase una reliquiapara legitimar su aspiración.

No cabe la menor duda de que los primeros nueve caballeros de Cristo, tras el consejo del monje cisterciense, arribaron a Jerusalén para hacer algo más que rezar y salvaguardar los caminos del ataque de los sarracenos. Incluso desde su nacimiento, no parece que los templarios fuesen una orden de caballería al uso. No eran como los caballeros hospitalarios, que se dedicaban a sanar a los pobres y enfermos. Ni tampoco eran como los canónigos del Santo Sepulcro, que velaban por la seguridad de la iglesia de la Anástasis.

De sus primeros años no se pueden contar que participasen en grandes gestas, ni tampoco que buscasen reclutar nuevos miembros, lo que resulta tremendamente paradójico. Ninguno de los historiadores que reseñaron sus orígenes sugieren que se prodigaran en el auxilio de los más necesitados, ni que sintieran el desprecio que se esperaba hacia los musulmanes, como tampoco que participaran en la defensa de Tiberiades o de Antioquía cuando hizo falta.

Sin embargo, lo que sí conocemos es que esos nueve caballeros, durante casi nueve años, se dedicaron al buscar algo debajo del suelo tanto de la mezquita Al-Aqsa, donde se instalaron, como del Domo de la Roca, al que no dejaban que nadie se acercara, ya fuese judío, cristiano o musulmán.

Con todo, en 1127, Hugo de Payns y cinco de los caballeros iniciales regresaron a Francia quizás con algo que habían encontrado excavando en el subsuelo de la Explanada de las Mezquitas. Posiblemente el Arca de la Alianza. Será a partir de entonces cuando la fama de la Orden se prodigue por toda Europa.

Hay quien afirma que los templarios fueron a Jerusalén buscando tesoros. ¡Eso es absurdo! La mayoría de ellos abandonaron todas sus riquezas en Francia para pasarse nueve años viviendo de las limosnas que les otorgaban tanto los caballeros hospitalarios, los canónigos del Sepulcro, así como por los patriarcas y reyes de Jerusalén. Estoy seguro de que la riqueza que encontraron en el llamado Pozo de Almas, un hipogeo debajo del Domo de la Roca, no tiene nada que ver con oro ni piedras preciosas.

¿Cuál fue su papel en las cruzadas?

Saladino los consideraba “demonios blancos”, puesto que eran los primeros en acudir a la batalla y los últimos en marcharse, luchando como ángeles o diablos dependiendo si el observador era cristiano o musulmán.

El fundamento de la Orden era defender tanto los Santos Lugares como a la población cristiana de los enclaves donde estuvieran amenazados, no amasar riquezas. Sin embargo, el Temple nunca quiso ser una hermandad de monjes mendicantes, ni tampoco de mercenarios que dependieran de los caprichos de unos reyes pagados de sí mismos a los que tener que servir dócilmente para recibir el estipendio acordado.

Al obtener su independencia económica, los caballeros blancos consiguieron también su independencia política, pudiendo quedarse al margen en los conflictos y rencillas que venían enfrentando a las distintas monarquías occidentales.

Sabemos que fueron ellos los últimos en abandonar el País de Jesús durante la toma de Acre en 1291. Y que el último maestre Jacques de Molay se pasó varios años intentando reunir sin éxito a los barones de la cristiandad para intentar recuperar Jerusalén de nuevo.

¿Qué podemos decir de su carácter secreto y esotérico?

Después del Concilio de Troyes, Hugo de Payns le hizo una pregunta a toda Europa: ¿quién está dispuesto a convertirse en un ángel para defender a Cristo? Y la respuesta no se hizo esperar. Tras la bendición del Santo Padre, la fama de la milicia se extendió por todo el mundo conocido y centenares de jóvenes acudieron seducidos por el encanto de portar sobre sus hombros la preciada cruz patada.

Poco a poco, los Militia Christi fueron haciéndose cada vez más numerosos, lo que posiblemente propició que tuvieran que dividirse en dos facciones: la de los iniciados en los secretos de la Orden y la de los militantes de a pie, segundones de buenas familias desconocedores sin embargo de lo que en realidad significaba ser un templario. Externamente nadie podía negar que ambos fuesen clérigos y soldados, pero los primeros además se habían convertido en templos vivos en cuyos corazones permanecía siempre encendida la llama del Señor.

¿Hasta qué punto era incompatible con la ortodoxia católica?

Los Pobres Caballeros de Cristo, durante toda su existencia, estuvieron sometidos a la disciplina de la Iglesia Católica. Vivieron por ella, lucharon por ella y murieron por ella. Pretender otra cosa no es más que repetir una de las villanías que Felipe el Hermoso despreciablemente imputó a los caballeros inmaculados.

Numerosos son los documentos de la época que recogen las declaraciones de algunos supervivientes al asedio de Acre, quienes aseguraron que, lejos de pisotear el madero de Jesús, los templarios solían arrodillarse frente a los restos de la Vera Cruz que custodiaban en sus iglesias, llorando de pasión con mucha mayor fe que la de sus acusadores o correligionarios.

Recordemos que desde la fundación de la hermandad hasta su exterminio, todos los papas respaldaron la labor del Temple. Incluso Clemente V, quien se supone que les dio la espalda cediendo a las amenazas de Felipe el Hermoso, redactaría a escondidas una carta de exculpación, exonerando a los caballeros blancos de los cargos que se emitieron contra ellos. Y no fue poca cosa, habiendo sido amenazado por un rey que ya había asesinado a dos papas, Bonifacio VIII y Benedicto XI.

¿Por qué hay mucha distorsión sobre la verdad histórica de esta sociedad?

En el siglo XVII comenzarán a aflorar en toda Europa movimientos neo-templarios divulgando insólitos manuscritos en los que pretendían hacer creer al vulgo que el conocimiento original que Hugo de Payns encontró debajo del Domo de la Roca seguía vivo a través de diferentes iniciados, los cuales ahora formaban parte de distintas sociedades secretas, entre las que destacaban masones y rosacruces.

Huelga decir que nada de esto era real y que muchos de los grupos pseudo-espirituales que se hicieron llamar templarios jamás defendieron los valores y la fe de quienes pretendían emular.

Como muestra de tanta ignorancia, a mediados del siglo XVIII el mago y escritor Eliphas Levi – Alphonse Louis Constant –, entroncado íntimamente con diversas logias de su época, se dedicará a divulgar la extraña idea, sin base argumental alguna, de que el Baphomet era en realidad la imagen de un macho cabrío barbado, con dos cuernos, senos femeninos, manos humanas y pezuñas de íbice. Una estampa que desafortunadamente ha llegado hasta nuestros días haciendo creer a muchos incautos que el Temple era una hermandad satanista que se dedicó a adorar al diablo y a asesinar a niños pequeños en nombre de Lucifer. Algo tan absurdo como decir que la Tierra es plana.

En lengua provenzal, una baphomería no era nada más que una mezquita, el lugar donde se rendía culto a Mahomet o Baphomet. Es decir, a Mahoma o Mohammed. En la Edad Media, los europeos creían que los musulmanes rendían pleitesía a la cabeza de su profeta, la cual mantenían embalsamada debido que en algunas ciudades como Damasco, Acre, Estambul, Konya y Qairuán se conservaban reliquias de los pelos de la barba de Mahoma en relicarios que solían esconderse en alguna de las paredes laterales del edificio religioso.

Cuando Felipe el Hermoso acusó a los templarios de adorar al Baphomet, lo que realmente estaba diciendo es que se habían convertido al islam. Algo obvio para los cronistas de la época y para los estudiosos de la auténtica orden del Temple, pero totalmente desconocido para los divulgadores de falsos mitos y mentiras a medias.

¿Qué es lo que hace que se preste tanto a la leyenda?

Son tantas las preguntas que los Pobres Caballeros de Cristo dejaron sin contestar, que hoy siguen encandilando a millones de historiadores, buscadores de enigmas y aficionados al misterio, los cuales no han dudado en echarse a los caminos - tanto físicos como literarios -, para recorrer lo que todavía queda de los antiguos pasajes que conducen a los castillos y encomiendas de la Hermandad Blanca, anhelando encontrar en las piedras de sus edificios las huellas de un saber oculto que tal vez el tiempo, aliándose a los caballeros francos, haya respetado y mantenido.

Desde que la cofradía viera la luz, allá por el 1118 o 1119 d.C., las gestas de estos gentileshombres de vestiduras inmaculadas y cruces rojas han corrido como la pólvora tanto por oriente como por occidente. A la vera del fuego del hogar, los ancianos no han dejado de relatar las nobles hazañas de unos extraños monjes-soldados que arribaron a Tierra Santa y a Santiago de Compostela para defender los intereses de la cristiandad, desfaciendo entuertos y amparando a los peregrinos del ataque de los sarracenos y salteadores de caminos.

Poco a poco, la historia fue convirtiéndose en leyenda, y la leyenda acabó entrando en el reino de los mitos, proveyéndolos de un halo de misticismo que ha perdurado hasta nuestros días.

Por lo tanto era muy necesario aclarar qué hay de verdad y qué de mito.

En mi obra: “Eso no estaba en mi libro de historia de los templarios”, de editorial Almuzara, demuestro que la espiritualidad de la Orden del Temple estuvo ligada a las más destacadas reliquias del catolicismo, como el Arca de la Alianza, el Sudario de Cristo, la Lanza de Longinos y la Vera Cruz.

Siempre que Dios está dentro de nosotros, el ser humano puede convertirse en un templo vivo para el Señor. Es decir, en un caballero templario. Pero lo más destacado, lo más novedoso y emocionante será descubrir cómo en las crónicas del Santo Grial se esconden las gestas de estos caballeros blancos, de los reyes y reinas de Jerusalén, así como de los paladines que intentaron encontrar la copa donde se recogió la sangre de Cristo en la Última Cena. Una copa que no puede ser alcanzada porque realmente pertenece al mundo de los sueños, por lo que, para vislumbrarla, tendremos que soñarnos también a nosotros mismos.

Por Javier Navascués

3 comentarios

  
El gato con botas
No se menciona que los templarios también actuaron de banqueros como custodios de los dineros de peregrinos que iban in benían y que generaron una gran riqueza que era la que quería el malhadado rey frances (¡francés, vaya por Dios!).
Para mí el mayor error que ha cometido la Iglesia Católica en su dos mil años fue este de la disolución de los templarios, pues, al acabar con la mayor banca cristiana, dejó campo libre a la hebrea con el resultado que ya sabemos: quinientos años depues, los hebreros financiaron la revolución francesa y el comienzo del fin de la Iglesia Católica.
06/01/23 8:56 PM
  
Federico
Me parece fenomenal que se restituya el buen nombre de los templarios, pero para hacerlo tampoco hay que manchar el nombre de los demás cruzados. Eso de que los demás cruzados sólo buscaban fama y fortuna es sencillamente mentira. Muchos la buscaban y de hecho hicieron barbaridades, pero la gran mayoría acudía a Tierra Santa como peregrinos armados sabiendo que iban a morir allí o en el mejor de los casos volver arruinados. En este sentido, es muy recomendable el libro de Jean Flory sobre la caballería medieval para entender la mentalidad cruzada.
En resumen, aplaudo a este señor por intentar combatir la leyenda negra sobre los templarios. Pero eso no se puede hacer alimentando otra leyenda negra sobre el conjunto de los cruzados.
06/01/23 10:09 PM
  
Miguel
Es tiempo para restaurar las órdenes militares. Demasiados hermanos mueren o sufren por ser católicos, por ir a la iglesia, iglesias profanadas con impunidad incluso en Europa.

Una “agencia de seguridad” bajo el símbolo de la Cruz.

Soy director de seguridad, y si algún párroco necesita asesoría para proteger su templo, estoy a su servicio.
07/01/23 12:42 AM

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4.01.23

La suciedad de las calles de Barcelona, reflejo de la decadencia moral de nuestros días

Barcelona era una de las ciudades más agraciadas de España. Las arterias y venas del centro rebosaban vitalidad. El corazón del casco antiguo bombeaba buen gusto y vestigios de la cristiandad medieval. Los edificios modernistas, filigranas pétreas oníricas, se acicalaban de blanco en un pulso contra la contaminación. El barrio gótico era ciertamente seductor. Había cientos, miles de rincones, que hacían las delicias del turista, nacional e internacional y era el orgullo de los barceloneses. El mediterráneo dulcificaba el rigor invernal, que mutaba en primavera perpetua.

La Barcelona de Colau está tan sucia que a una paloma muerta se le puede velar 6 días en plena Gran Vía

Pero actualmente hay que denunciar que la Barcelona de Colau está muy desaliñada, cada vez más sucia, como nunca lo había estado. Esto se debe a la mala gestión de la alcaldesa, no a los barrenderos, que no tienen ninguna responsabilidad de este desastre. Conozco a una generación de barrenderos de 80 años que contempla con dolor la suciedad de la Barcelona actual.

Bajo la belleza de sus calles se esconde un basural mugriento y destartalado, es la Barcelona que no aparece en las postales. Sucia y muy mal iluminada. Sin duda una gran metáfora de la decadencia moral de nuestra sociedad, en la que mucha gente agoniza con el alma sucia y sin luz en sus vidas.

Los que vivimos en la antigua Barcino padecemos crónicamente la porquería de la ciudad. Exceptuando algunas de las calles principales, hoy epicentro de un parque temático de turismo borreguil, la mayoría de barrios, incluyendo el ensanche, están muy sucios y dejados, parecen tercermundistas.

En Barcelona no se recogen las hojas de los árboles que melancólicas se arrojan al vacío en otoño y se amontonan en una fosa común. Lejos de darle un aspecto poético esta hojarasca zombi y vagabunda, en coalición con la suciedad le da un aspecto bastante desagradable. La abundante basura inquieta en los contenedores repletos sale a tomar la fresca a las aceras. El hedor a orín humano y a excrementos caninos son nauseas del averno en muchas calles del centro. La grasa de los coches, los restos de comida y cartón y los vestigios de alcohol y vomitina impregnan de mugre las aceras y se fosilizan. Las gaviotas carroñeras campan a sus anchas en un guano idílico y las ratas abandonan su confinamiento subterráneo. Pronto se instalaran los jabalíes en nuestras calles.

Esperemos que llueva con abundancia y la ducha celeste haga las labores de los servicios municipales y los efluvios pestilentes se batan en retirada. El turismo de borrachera y la legión de ninis y calaña maleducada, nuevos bárbaros, embadurnan cada día de inmundicia una ciudad que se limpia de manera muy deficiente. Por no hablar de los grafitis que enguarran de manera inmisericorde cualquier bonito portal o cualquier vestigio de belleza.

Este fenómeno es universal, pues ciudades tan espectaculares como Roma tienen determinados barrios, incluso las calles del centro, que parecen una auténtica pocilga. Hoy en día que hay más medios que nunca para limpiar y para la higiene, la dejadez y la suciedad de muchas ciudades es cada vez mayor, reflejo de la decadencia moral de los ciudadanos y sus gobernantes.

Por Javier Navascués

3 comentarios

  
Juan Mariner
La calle, el campo, el bosque, los caminos, las carreteras y los edificios son el reflejo del "ser y sentir" de una gente. La "fiesta" continuará en España hasta que quede un euro en cajón; después, ya veremos... Abuelos y padres se han malgastado lo que les correspondía a hijos y nietos.
04/01/23 11:45 AM
  
Luis
"Hoy la gente es muy limpia", no hay mas que ver como están las calles, dada la educación que tiene mucha gente y su respeto hacia los demás.
04/01/23 1:46 PM
  
Fernando
Llevo sin visitar Barcelona desde 2008. No me seduce para nada el ambiente político que se respira en la Ciudad Condal. Empecé a visitarla en septiembre de 1985; contemplé ilusionado como se transformaba para las míticas Olimpiadas del 92. Todos los españoles de bien apoyábamos a la capital de Cataluña, deseábamos que fuera un digno y bello escaparate de una España moderna y respetuosa a la vez con sus tradiciones. Por desgracia la corrupción política, revestida de populismo progre, se ha instalado en esta bella ciudad. Su "flamante" alcaldesa prefiere apoyar a los movimientos okupas (gorrones sin escrúpulos, usurpadores de la propiedad privada) que al turismo dinamizador de la economía. Barcelona pretende emular a La Habana o Caracas.
04/01/23 5:56 PM

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3.01.23

Adoración Eucarística familiar de los Reyes Magos en Barcelona, antídoto a las cabalgatas paganas

¡Llegan los Reyes Magos! Y con ellos la ya tradicional adoración al Niño Jesús en el Santísimo Sacramento.

El 5 de enero, a las 6 de la tarde, los Reyes Magos subirán desde el Paseo San Juan de Barcelona hasta la parroquia del Corpus Christi de la calle Bailen 175 para adorar al Niño Dios. Esta es la V edición. 

El acto lo organiza la asociación Maternity con el apoyo de las comunidades de Cafarnaúm.

Tenemos la oportunidad de vivir en familia la adoración de los Reyes Magos a Cristo Sacramentado y celebrarlo por todo lo alto con una cabalgata que recupere el verdadero significado de la Navidad.

¡Recuperemos para nuestros hijos la fiesta de la Epifanía!

PD: No olvides traer tu carta, todas serán respondidas por los Reyes Magos de manera personalizada.

¡AYÚDANOS A DIFUNDIR A TOPE!

Tras la adoración habrá misa de la Epifanía.

Miguel Ángel Maestre, presidente de Maternity, valora el sentido de este acto: “Queremos recuperar el verdadero significado de la Epifanía: la adoración al Niño Dios sacramentado y que sea la “cabalgata” de las familias católicas, acercar a nuestros hijos a Cristo Sacramentado. Y así dejar de lado unas cabalgatas cada vez más paganas y laicas y que poco tienen que ver con nuestra fe”.

Por Javier Navascués

2 comentarios

  
Juan
Iniciativa muy loable en estos momentos difíciles.
Os deseo el mayor éxito.
03/01/23 7:23 PM
  
Cos
¡Qué bueno y hermoso!
03/01/23 10:00 PM

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2.01.23

Gratitud a Benedicto XVI por el Summorum Pontificum, que facilitó celebrar la Misa Tradicional

Tras el reciente fallecimiento de Benedicto XVI, más que evaluar todo su pontificado, que ya se está haciendo en esta página, dándole una gran cobertura, prefiero simplemente agradecerle de corazón el motu propio Summorum Pontificum, una carta apostólica que facilitó la celebración en toda la Iglesia de la Misa Tradicional de San Pío V, que si bien nunca estuvo prohibida, si que encontró y encuentra hoy en día cierta oposición en algunos sectores.

Por eso considero que este documento fue un espaldarazo muy importante a la Misa de siempre y su valoración general debe ser muy positiva, como los frutos que se han venido dando desde entonces a este respecto. Igualmente fue inspiración para el encuentro del mismo nombre Summorum Pontificum, que convoca en Roma a diferentes grupos tradicionales y en el que he tenido el honor de participar con mucho fruto espiritual.

Tiempo habrá de valorar más a fondo su pontificado y su aportación a la Iglesia Universal. Es una grandísima figura que tiene muchos entusiastas. Todo el mundo le reconoce ser uno de los grandes teólogos de la Iglesia y es de destacar su notable su evolución con los años a posiciones más conservadoras.

En estos momentos les invito a rezar por su alma y a leer y a meditar dicho documento.

CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE MOTU PROPRIO

SUMMORUM PONTIFICUM DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI

Los sumos pontífices se han preocupado constantemente hasta nuestros días de que la Iglesia de Cristo ofreciese a la Divina Majestad un culto digno de «alabanza y gloria de su nombre» y «para el bien de toda su Santa Iglesia».

Desde tiempo inmemorial, y también para el futuro, es necesario mantener el principio según el cual, «cada Iglesia particular debe concordar con la Iglesia Universal, no sólo en cuanto a la doctrina de la fe y los signos sacramentales sino también en cuanto a los usos universales aceptados por la tradición apostólica y continua. Éstos han de observarse no sólo para evitar errores, sino también para transmitir la integridad de la fe y para que la ley de la oración de la Iglesia se corresponda a su ley de la fe[1].

Entre los pontífices que tuvieron esa preocupación resalta el nombre de San Gregorio Magno, que hizo todo lo posible para que se transmitiera a los nuevos pueblos de Europa tanto la fe católica como los tesoros del culto y de la cultura acumulados por los romanos en los siglos precedentes. Ordenó que fuera definida y conservada la forma de la Sagrada Liturgia relativa tanto al Sacrificio de la Misa como al Oficio Divino, en el modo en que se celebraba en la Urbe. Promovió con la máxima atención la difusión de los monjes y monjas que, actuando según la regla de San Benito, siempre junto al anuncio del Evangelio, ejemplificaron con su vida la saludable máxima de la Regla: «Nada se anteponga a la obra de Dios» (cap. 43). De esa forma, la Sagrada Liturgia, celebrada según el uso romano, no solamente enriqueció la fe y la piedad, sino también la cultura de muchas poblaciones. Consta efectivamente que la liturgia latina de la Iglesia en sus varias formas, en todos los siglos de la era cristiana, ha impulsado en la vida espiritual a numerosos santos y ha reforzado a tantos pueblos en la virtud de la religión y ha fecundado su piedad.

En el transcurso de los siglos, muchos otros pontífices romanos han mostrado una particular solicitud para que la Sagrada Liturgia manifestara de la forma más eficaz esta tarea. Entre ellos destaca san Pío V, que animado por gran celo pastoral tras la exhortación de Concilio de Trento, renovó todo el culto de la Iglesia, revisó la edición de los libros litúrgicos enmendados y, «renovados según la norma de los Padres», los puso en uso en la Iglesia Latina.

Entre los libros litúrgicos del rito romano, resalta el Misal Romano, que tuvo su desarrollo en la ciudad de Roma, y que, poco a poco, con el transcurso de los siglos, tomó formas que tienen gran semejanza con las vigentes en tiempos más recientes.

«Este mismo objetivo fue perseguido por los Romanos Pontífices a lo largo de los siglos siguientes, asegurando la puesta al día, definiendo los ritos y los libros litúrgicos, y emprendiendo, desde el comienzo de este siglo, una reforma más general»[2]. Así actuaron nuestros predecesores Clemente VIII, Urbano VIII, san Pío X [3], Benedicto XV, Pío XII y el beato Juan XXIII.

En tiempos recientes, el Concilio Vaticano II expresó el deseo de que la debida y respetuosa reverencia respecto al culto divino se renovase de nuevo y se adaptase a las necesidades de nuestra época. Movido por este deseo, nuestro predecesor, el Sumo Pontífice Pablo VI, aprobó en 1970 para la Iglesia latina los libros litúrgicos reformados, y en parte renovados. Éstos, traducidos a las diversas lenguas del mundo, fueron acogidos de buen grado por los obispos, sacerdotes y fieles. Juan Pablo II revisó la tercera edición típica del Misal Romano. Así, los Romanos Pontífices se han ocupado de que «esta especie de edificio litúrgico (…) apareciese nuevamente esplendoroso por dignidad y armonía» [4].

En algunas regiones, sin embargo, no pocos fieles adhirieron y siguen adhiriéndose con mucho amor y afecto a las anteriores formas litúrgicas, que habían impregnado su cultura y su espíritu de manera tan profunda, que el Sumo Pontífice Juan Pablo II, movido por la preocupación pastoral respecto a estos fieles, en el año 1984, con el indulto especial «Quattuor abhinc annos», emitido por la Congregación para el Culto Divino, concedió la facultad de usar el Misal Romano editado por el beato Juan XXIII en el año 1962; más tarde, en el año 1988, con la Carta Apostólica «Ecclesia Dei», dada en forma de Motu Proprio, Juan Pablo II exhortó a los obispos a utilizar amplia y generosamente esta facultad en favor de todos los fieles que lo solicitasen.

Después de la consideración por parte de nuestro predecesor Juan Pablo II de las insistentes peticiones de estos fieles, tras haber escuchado a los Padres Cardenales en el consistorio del 22 de marzo de 2006, y haber reflexionado profundamente sobre cada uno de los aspectos de la cuestión, invocando al Espíritu Santo y contando con la ayuda de Dios, con las presente Carta Apostólica establecemos lo siguiente:

Art. 1.- El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la «Lex orandi» («Ley de la oración»), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante, el Misal Romano promulgado por san Pío V, y nuevamente por el beato Juan XXIII, debe considerarse como expresión extraordinaria de la misma «Lex orandi» y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la «Lex orandi» de la Iglesia en modo alguno inducen a una división de la «Lex credendi» («Ley de la fe») de la Iglesia; en efecto, son dos usos del único rito romano.

Por eso es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica delMisal Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que nuunca se ha abrogado, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia. Las condiciones para el uso de este misal establecidas en los documentos anteriores «Quattuor abhinc annis» y «Ecclesia Dei», se sustituirán como se establece a continuación:

Art. 2.- En las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar tanto el Misal Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 como el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo Sacro. Para dicha celebración, siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita permiso alguno, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.

Art. 3.- Las comunidades de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica, tanto de derecho pontificio como diocesano, que deseen celebrar la Santa Misa según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la celebración conventual o «comunitaria» en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los estatutos particulares.

Art 4.- A la celebración de la Santa Misa, a la que se refiere el artículo 2, también pueden ser admitidos —observadas las normas del derecho— los fieles que lo pidan voluntariamente.

Art.5. § 1. En las parroquias donde haya un grupo estable de fieles adherentes a la precedente tradición litúrgica, el párroco acogerá de buen grado su petición de celebrar la Santa Misa según el rito del Misal Romano editado en 1962. Debe procurar que el bien de estos fieles se armonice con la atención pastoral ordinaria de la parroquia, bajo la guía del obispo como establece el can. 392, evitando la discordia y favoreciendo la unidad de toda la Iglesia.

§ 2. La celebración según el Misal del beato Juan XXIII puede tener lugar en día ferial; los domingos y las festividades puede haber también una celebración de ese tipo.

§ 3. El párroco permita también a los fieles y sacerdotes que lo soliciten la celebración en esta forma extraordinaria en circunstancias particulares, como matrimonios, exequias o celebraciones ocasionales, como por ejemplo las peregrinaciones.

§ 4. Los sacerdotes que utilicen el Misal del beato Juan XXIII deben ser idóneos y no tener ningún impedimento jurídico.

§ 5. En las iglesias que no son parroquiales ni conventuales, es compe­tencia del Rector conceder la licencia más arriba citada.

Art.6. En las misas celebradas con el pueblo según el Misal del beato Juan XXIII, las lecturas pueden ser proclamadas también en lengua vernácula, usando ediciones reconocidas por la Sede Apostólica.

Art.7. Si un grupo de fieles laicos, como los citados en el art. 5, § 1, no ha obtenido satisfacción a sus peticiones por parte del párroco, informe al obispo diocesano. Se invita vivamente al obispo a satisfacer su deseo. Si no puede proveer a esta celebración, el asunto se remita a la Pontificia Comisión «Ecclesia Dei».

Art. 8. El obispo, que desea responder a estas peticiones de los fieles laicos, pero que por diferentes causas no puede hacerlo, puede indicarlo a la Comisión «Ecclesia Dei» para que le aconseje y le ayude.

Art. 9. § 1. El párroco, tras haber considerado todo atentamente, puede conceder la licencia para usar el ritual precedente en la administración de los sacramentos del Bautismo, del Matrimonio, de la Penitencia y de la Unción de Enfermos, si lo requiere el bien de las almas.

§ 2. A los ordinarios se concede la facultad de celebrar el sacramento de la Confirmación usando el precedente Pontifical Romano, siempre que lo requiera el bien de las almas.

§ 3. A los clérigos constituidos «in sacris» es lícito usar el Breviario Romano promulgado por el Beato Juan XXIII en 1962.

Art. 10. El ordinario del lugar, si lo considera oportuno, puede erigir una parroquia personal según la norma del canon 518 para las celebraciones con la forma antigua del rito romano, o nombrar un capellán, observadas las normas del derecho.

Art. 11. La Pontificia Comisión «Ecclesia Dei», erigida por Juan Pablo II en 1988, sigue ejerciendo su misión. [5]

Esta Comisión debe tener la forma, y cumplir las tareas y las normas que el Romano Pontífice quiera atribuirle.

Art. 12. La misma Comisión, además de las facultades de las que ya goza, ejercerála autoridad de la Santa Sede vigilando sobre la observancia y aplicación de estas disposiciones.

Todo cuanto hemos establecido con esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, ordenamos que se considere «establecido y decretado» y que se observe desde el 14 de septiembre de este año, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, sin que obste nada en contrario.

Dado en Roma, en San Pedro, el 7 de julio de 2007, tercer año de mi Pontificado.

BENEDICTUS PP. XVI

NOTAS

[1] Ordenación General del Misal Romano, 3ª ed. 2002, n. 397.

[2] JUAN PABLO II, Carta. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dicembre 1988, 3: AAS 81 (1989), 899

[3] Ibíd.

[4] S. PÍO X, Carta. ap. en forma de Motu proprio, Abhinc duos annos, 23 octubre 1913: AAS 5 (1913), 449-450; cf. JUAN PABLO II, Carta. ap. Vicesimus quintus annus, 3: AAS 81 (1989), 899.

[5] Cf. JUAN PABLO II, Cart. ap. en forma de Motu proprio Ecclesia Dei, 2 julio 1988, 6: AAS 80 (1988), 1498.

4 comentarios

  
Mary Poppins
¡Muchas gracias por este agradecimiento por el motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI, y por poner su texto a disposición de los lectores! Fue el documento y las disposiciones por las que más agradezco al difunto pontífice. RIP.
02/01/23 4:01 PM
  
Carmen
Para mi corto entender, el motu proprio Summorum Pontificum, fue lo más importante que hizo Benedicto XVI. Porque lo más importante es dar a Dios el culto que se le debe. Los teólogos se equivocan muchas veces, incluso los de recta intención.


02/01/23 10:52 PM
  
Enrique
Benedicto XVI nunca dijo que la Misa de San Pío V nunca estuvo prohibida: dijo que nunca fue abrogada. Son cosas muy distintas. Porque sí estuvo prohibida, salvo determinados permisos, desde que se aprobó la Misa llamada de Pablo VI.

Ahora sí está abrogada cualquier costumbre contraria a Traditionis Custodes: es lo que dice el Papa Francisco en el art. 8.

Por eso me llama la atención la facilidad con que el autor dice que la Misa de San Pío V "encuentra hoy en día cierta oposición en algunos sectores". No, el problema es otro: es que quien celebre esta Misa (fuera de los supuestos reconocidos en Traditionis Custodes) simplemente desobedece.
03/01/23 12:08 AM
  
Ximo
Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres Enrique. Donde esté la Santa Misa Tradicional... Habrá catolicismo...
03/01/23 1:58 PM

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1.01.23

Rafael María Molina: “España ha sido históricamente una fuerza para el Bien”

El escritor especializado en historia Rafael María Molina, colaborador desde hace años en diversos medios como El Correo de España y Somatemps, así como en otros medios del ámbito religioso, ha publicado, “Batallas olvidadas y claves ocultas de la historia de España” (SND), un libro de casi 700 páginas que recopila la mayoría de sus artículos históricos.

¿Que le ha llevado a la idea de recopilar sus artículos históricos, en El Correo de España y Somatemps, en un libro?

La verdad es que algunas personas me lo sugirieron ya hace tiempo, y finalmente decidí que probablemente era el momento más adecuado para hacerlo. Quiero agradecer sinceramente a Álvaro Romero su predisposición y colaboración para hacer posible la publicación del libro, en una editorial que se está convirtiendo en una referencia en la lucha por la libertad de ideas y la veracidad histórica, como es SND.

En su libro abundan los hechos militares gloriosos pero muy poco conocidos, de la historia de España, ¿no es así?

Si, así es. La historia militar de España está llena de gloria, en todos los continentes. Es normal que cada vez más personas en nuestro país, sobre todo jóvenes sientan un legítimo orgullo de leer sobre soldados españoles luchando con honor; a veces venciendo y a veces no, pero siempre con honor. Leer por ejemplo, sobre los Tercios en Europa, conquistadores y milicianos hispanos en Norteamérica, en los escenarios de las películas del Oeste, sobre las gestas olvidadas de nuestra Reconquista, las proezas navales de los corsarios hispánicos, un apasionante y desconocido tema, sin olvidar las gestas de la División Azul.

De todo ello y de muchos más ejemplos, se habla en el libro. Pero lo más importante es que España ha sido una fuerza para el Bien, para la Fe, mientras otras naciones practicaban la razón de Estado más descarnada.

Pero su libro no es sólo sobre batallas…

Exacto, no son sólo batallas. Nuestra historia está llena de acontecimientos muy importantes, pero también poco conocidos, que muchas veces condicionan nuestro presente. Por eso hablo también de claves ocultas de la historia de España. Así, he incluido también en el libro muchos sucesos sorprendentes pero fundamentales de la política y también de la economía española de los siglos XVIII, XIX y XX, conectándolos con nuestros días.

La lucha intelectual contra los separatismos catalán y vasco es también una de las claves de su libro. Háblenos sobre ello.

Así es, porque se trata de ideologías profundamente nocivas, que se basan en el odio y la mentira. En el libro he intentado desenmascarar con claridad y un lenguaje sencillo de entender numerosos mitos esenciales de estas ideologías, como el 11 de septiembre, las mentiras de Sabino Arana y sus seguidores, la falsa identificación de Carlismo o foralismo con el nacionalismo vasco y muchos otros mitos, así como la hispanidad abrumadora y ocultada de Cataluña y Vascongadas, a través de figuras clave y de muchos episodios históricos, algunos de ellos muy ocultados hoy en día.

Tengo que agradecer en este sentido al maestro y amigo Javier Barraycoa la oportunidad que me brindó de participar en esta lucha intelectual por la verdad, a través del blog Somatemps. También le agradezco a usted por toda su ayuda y apoyo desde que empecé a escribir.

También hace usted mención en su obra de aspectos culturales muy característicamente hispánicos y poco conocidos hoy día.

Así es. Existen ámbitos muy interesantes y sugestivos en la historia de la cultura española, que resultan poco conocidos para el gran público como el bello género de la poesía épica de la Hispanidad, o algunas magníficas crónicas medievales que merecen ser mucho más conocidas. De todo ello se habla en el libro.

Por último, ¿quisiera añadir algo más sobre este libro?

Simplemente que creo que es un libro que puede gustar, incluso tal vez emocionar en algunos momentos a los amantes de la historia de España, a personas que pueden descubrir muchos hechos y a figuras de nuestra historia que son realmente apasionantes. Es verdad que al tratarse de una recopilación de artículos, no hay un hilo argumental único y los acontecimientos y épocas más diversas aparecen juntos, pero lo que se pueda echar en falta en cuanto a coherencia conceptual, puede ganarse en cuanto a agilidad y facilidad de lectura. En cualquier caso los amables lectores juzgarán.

¿Prepara usted algún nuevo proyecto?

Si Dios quiere mi intención es abordar en mi próximo libro la guerra de Cuba, un hecho extremadamente importante para la historia contemporánea de España, del que creo que aún quedan muchos aspectos fundamentales que permanecen desconocidos para el gran público. Sobre todo es muy importante acudir a las fuentes de la época, en las cuáles es mi intención basarme.

Por Javier Navascués

1 comentario

  
Juan Mariner
Hay una tendencia en identificar monarquía borbónica y catolicismo, con banderas constitucionales en los presbiterios de muchas diócesis, con criptoconfesionalidad estatal, blanqueo de la familia real, nacionalismo periféricos en los campanarios de las parroquias, disimulo de la decadencia Y ALEJAMIENTO DE LOS FIELES GALOPANTE. La politiquería acabará por hundirnos más.
01/01/23 1:12 PM

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