Cristo en el cine: ¿Por qué ningún guionista superaría una vida tan apasionante como la del Hombre-Dios?

Interesante charla sobre la presencia de Jesucristo en el cine en la iglesia de Montealegre de Barcelona
El joven cineasta Josemaría Anglès será el encargado de abordar este interesante tema. La conferencia tendrá lugar hoy jueves a las 19, 30 en la iglesia de Montealegre de Barcelona.
¿Por qué una charla titulada Jesucristo en el cine?
Porque el cine es el lenguaje universal de nuestro tiempo. Igual que en los otros siglos se pintaban frescos o se hacían iconos para narrar el Evangelio, hoy la pantalla es el gran “retablo” desde el que se transmiten historias. Me parecía bonito mostrar cómo distintos directores han intentado acercarse a la figura más influyente de la historia, y han ido “haciendo suyo” el personaje de Jesús, cada uno subrayando distintos aspectos de su vida y personalidad, y casi siempre con interesantes influencias de la época en que se produjeron esas películas.
¿Es sin duda la vida de Jesús la más apasionante que ha habido?
Totalmente. Ningún guionista ha sido capaz de idear un personaje así: un hombre que es también Dios, que nace pobre y sin apenas dejar absolutamente nada escrito por él mismo, cambia el rumbo de la humanidad, ¡hasta el día de hoy! En Su vida terrena están todos los ingredientes del gran relato: nacimiento humilde, persecución, milagros, traición, pasión, muerte y resurrección. Es la historia que sigue conmoviendo a creyentes y no creyentes.
JRR Tolkien decía que los Evangelios contienen un “cuento de hadas” que abraza toda la esencia de los cuentos de hadas…Pero que, además, ha entrado en la Historia y en el mundo primario. Así, la historia de Cristo es, en realidad, un mito verdadero.
¿Por qué el Evangelio es un pozo inagotable?
Porque cada generación se acerca a él con sus preguntas y encuentra respuestas pertinentes (que en realidad son eternas). El Evangelio no es un texto muerto, es Palabra viva. Por eso vemos cómo en el cine de los años 50 quizás se subrayaba más el enfoque reverencial, mientras que hoy, con series como The Chosen, se nos presenta un Jesús cercano, que ríe y comparte la vida con sus amigos, “los elegidos”. El cine siempre encontrará nuevos puntos de vista, porque en realidad nunca terminaremos de “agotar” del todo el personaje de Jesús.
¿Cuáles serían a su juicio las mejores películas sobre Cristo?
Depende de lo que busquemos. Si hablamos de fuerza espiritual, La Pasión de Cristo de Mel Gibson es insuperable en intensidad. Para algo más sobrio y, cinematográficamente hablando, más “de culto”, La Pasión según San Mateo, de Pasolini, fue todo un hito.
Si queremos un acercamiento más humano y por momentos “desenfadado”, quizás más digerible para el espectador no creyente, The Chosen está haciendo mucho bien en ese aspecto. Y luego hay joyas menos conocidas como El hombre que hacía milagros, una animación en stop-motion que transmite con una delicadeza increíble la cercanía de Jesús. Yo la había visto de pequeño en el colegio, ¡y todavía la recuerdo con cariño!
¿Se podría decir que casi siempre se ha tratado su figura con respeto?
En general, sí. La mayoría de directores se han acercado con cierto temor reverencial, incluso los que no eran creyentes. Es verdad que ha habido enfoques críticos o irónicos, como Jesucristo Superstar, o La vida de Brian, que en realidad no se burla tanto de Jesús como de la religiosidad superficial, pero que en su época levantó mucha polémica, al igual que otras como La última tentación de Cristo.
¿Hasta qué punto es difícil reproducir la vida del Hombre-Dios?
Es lo más difícil que se puede representar en una pantalla. Porque siempre será un intento limitado: ¿cómo mostrar al mismo tiempo la divinidad y la humanidad? ¿Cómo mostrar, con medios audiovisuales, realidades que son espirituales? Ahí entra la genialidad de los cineastas, como en su día de los pintores, escultores, arquitectos, etc.
¿Qué trucos hay para dar al personaje un halo de divinidad?
El cine ha usado muchos recursos: no mostrar el rostro directamente (como en Ben-Hur), utilizar música sacra o silencios solemnes, la luz que envuelve al personaje, la cámara lenta en momentos clave, efectos especiales (en los primeros años del cine, ¡hay cosas realmente graciosas a los ojos del espectador de hoy!)… Son trucos de lenguaje cinematográfico. Y desde luego, a través de los gestos y la mirada del actor.
¿Por qué es conveniente que el actor que haga de Cristo tenga fe?
No es condición obligatoria, pero ayuda. Un actor creyente aporta una verdad interior que se nota en pantalla. Lo vimos con Jonathan Roumie en The Chosen: no interpreta, sino que transmite. Pero también hay ejemplos de actores no creyentes, como Max von Sydow en The Greatest Story Ever Told, que lograron dar un Jesús profundamente respetuoso y convincente. Al final, más que la fe personal, es la honestidad con que se aborde el papel lo que marca la diferencia.
¿En qué medida las imágenes que tenemos de Jesús en el cine pueden ayudarnos a la oración?
En la misma medida que las estampas, cuadros o esculturas, aunque es verdad que, a diferencia de estas, ¡uno normalmente no se pone a ver un vídeo o fragmento de película para rezar justo en ese momento!
Pero en el imaginario sí que puede ayudar, sin duda. Para algunos, la imagen de Jesús que tienen en mente al rezar puede ser la de Robert Powell en Jesús de Nazaret o la de Jim Caviezel en La Pasión.
Por Javier Navascués
4 comentarios
En cambio, los iconos orientales, tan sobrios, tan homogéneos, con siglos de tradición detrás, nos enseñan otra cosa. Nos dicen que para penetrar en el misterio es mejor la vía de la contemplación, de la imagen simbólica y contenida, donde cada gesto, cada línea, está pensado para abrir la mente y el corazón, no para entretener ni dramatizar. Ahí es donde uno puede acercarse a Dios sin que los elementos externos del actor o de la película distorsionen la experiencia espiritual.
En mi opinión, mirar a un icono o una pintura tradicional es como escuchar un silencio sagrado que te guía, mientras que una película te habla en voz alta, pero muchas veces con el eco de la subjetividad humana. Por eso me parece que la tradición visual milenaria tiene mucho que enseñarnos sobre cómo acercarnos al misterio sin deformarlo.
Por eso decimos "Verbo caro factum est", y no "homo Deus fecit".
Parece una tontería, pero no. Hoy la teología se divulga con brocha gorda, y así nos va.
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