Patagonia TV, primer medio que entra en la Casa Madre de los Heraldos del Evangelio en São Paulo

Fernando García es un director de televisión con más de 50 años de experiencia en el mundo audiovisual y en la producción de programas de televisión en Chile. Ha recorrido el país cientos de veces, adentrándose en cada rincón de este largo territorio y conociendo a muchos personajes, como troperos, arrieros, recolectoras de mariscos, curanderos, entre otros.
En el proyecto de los Heraldos del Evangelio, Fernando fue el Director, camarógrafo y dronista. Junto a él trabajó también María José Winter, productora general y socia en la productora, además de conductora de televisión. Viajó a Brasil junto a ellos, Gonzalo Pavez, cámara dos y montajista y Gustavo Villarrubia, productor periodístico, guionista y coordinador del proyecto.
Háblenos de Patagonia TV y de su labor en este medio…
Patagonia TV es una productora con más de 30 años de experiencia explorando Chile y el mundo.
Nacimos recorriendo nuestro país desde lo más profundo del altiplano hasta el extremo sur de la Patagonia, adentrándonos en rutas desconocidas, visibilizando realidades poco contadas y conectando con personajes únicos.
Con el tiempo, nuestro trabajo trascendió fronteras. Desde hace más de cinco años, llevamos nuestras cámaras por Sudamérica, el Caribe y Europa, siempre con la misma esencia: contar historias con profundidad, capturar la belleza de los paisajes y transmitir la emoción de cada viaje. Nuestro lenguaje audiovisual busca que el espectador no solo vea, sino que sienta.
¿Por qué decidieron hacer un reportaje en la casa madre de los Heraldos en Brasil?
Siempre nos ha motivado contar historias inéditas y mostrar realidades a las que pocos tienen acceso. Cuando, después de cuatro años de insistencia, obtuvimos el “sí” para grabar en la casa madre de los Heraldos del Evangelio, supimos que era una oportunidad histórica.
Ser los primeros en entrar nos permitía no solo registrar imágenes únicas, sino también acercarnos a comprender desde adentro la vida y motivaciones de una comunidad que para muchos sigue siendo enigmática.
¿Qué supuso para ustedes ser el primer medio en entrar a grabar?
Fue un gran privilegio y también una gran responsabilidad. No se trataba solo de entrar con una cámara, sino de entender y reflejar con respeto la vida de personas que han elegido un camino radicalmente distinto al que propone la sociedad actual: lejos del ruido, de las ciudades y del mundo digital.
La experiencia nos exigió sensibilidad, paciencia y capacidad de observación para transmitir esa atmósfera única.
¿Cómo les ha enriquecido a nivel humano y espiritual la experiencia?
Creo que hablo por todo el equipo cuando digo que esta experiencia nos tocó profundamente. Pasar diez días inmersos en silencio, participando de ceremonias solemnes y respirando un ambiente de recogimiento, se sintió como un retiro espiritual. Nos alejó de lo mundano y nos conectó con una parte más esencial y reflexiva de nosotros mismos. Fue imposible no salir transformados.
Nuestra rutina iba de la mano con la rutina en el monasterio. Nos levantábamos al alba para grabar el toque de campanas, los seguíamos en sus oraciones matutinas, en las misas diarias, en los cortejos hacia las comidas y en sus adoraciones al Santísimo en la noche.
¿Cuál es el misterio que encierran esas paredes?
Encierran vocación, fe y disciplina, pero también humanidad. Tras los hábitos y la solemnidad, encontramos jóvenes alegres, de espíritu generoso, que dedican su vida al servicio del prójimo.
Aunque desde fuera pueda percibirse como un entorno rígido y lleno de reglas, la verdad es que allí se vive con un profundo sentido de propósito: visitan enfermos, acompañan a los más necesitados y dedican largas horas a escuchar a quienes buscan consuelo espiritual.
Incluso ha habido miembros del equipo muy tocados interiormente…
Sí, absolutamente. Aunque uno no comparta cada aspecto de lo que ve, es imposible no dejarse afectar por la fuerza espiritual del lugar. Después de diez días, el ritmo lento, la solemnidad y el sentido de trascendencia te envuelven. Muchos en el equipo nos descubrimos cuestionándonos cosas y sintiendo que, de alguna forma, habíamos sido parte de algo especial.
Además, en estos días, más allá de grabar, también tuvimos la oportunidad de conocer a muchos de estos sacerdotes y monjes, les preguntamos de sus vidas, de sus vocaciones, nos respondieron tan abiertamente y de un modo tan íntimo que se transformaron en amigos y confidentes.
¿Cómo se percibe esa coherencia de vida y autenticidad?
Se percibe en los gestos cotidianos, en la mirada limpia, en la calma con la que afrontan cada momento. No es una alegría superficial, sino una paz que proviene de tener un propósito claro y de vivir en total coherencia con él. Esa autenticidad es difícil de fingir, y es quizás lo más poderoso que transmite la comunidad.
Nosotros lo apreciabamos en gestos simples. Se acordaban de nuestros gustos y nos preparaban comida especial, nos atendían y se preocupaban todo el tiempo de nuestro bienestar. Cómo olvidar cuando María José, la productora del equipo, le comentó a una de las monjas que le encantaba el acai, una fruta típica del Amazonas. Al desayuno siguiente, lo prepararon especialmente para nosotros y nos tenían grandes cantidades de acai recién hecho.
La profunda alegría interior de cada miembro de los Heraldos es un gran testimonio…
Exactamente. Esa alegría es la prueba más evidente de que han encontrado un sentido profundo a su existencia. Viven con convicción y sin aparentar, y esa paz interior se refleja en su trato, en su sonrisa y en la serenidad con la que encaran cada día.
¿Por qué es necesario que haya grupos como los Heraldos que custodien la esencia de la cristiandad?
Porque en un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso y donde a menudo prima lo efímero, estos grupos preservan una dimensión espiritual que recuerda lo esencial: la fe, la disciplina, el servicio y la comunidad.
No se trata sólo de custodiar tradiciones religiosas, sino de mantener viva una forma de vida que invita a la introspección, a la generosidad y a mirar más allá de uno mismo.
¿Cuándo saldrá el reportaje y por qué recomienda verlo?
El reportaje debería ver la luz en unos tres meses aproximadamente. Tenemos horas de material que requieren un trabajo minucioso de montaje y postproducción para transmitir fielmente lo vivido.
Lo recomiendo no solo a quienes tengan interés religioso, sino a cualquiera que quiera asomarse a una realidad distinta. En una época marcada por la prisa y el individualismo, este documental ofrece una ventana a un mundo que nos invita a detenernos y reflexionar sobre qué es lo que realmente importa.
Por Javier Navascués
8 comentarios
Esperare con entusiasmo la difusión del documental.
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