Beatriz Silva McNamara analiza su libro El Camino: 12 lecciones para nuestro peregrinaje espiritual

Beatriz Silva McNamara nació en Madrid en 1.958 donde creció e hizo sus estudios de Derecho y Master en Derecho Comunitario, en el Centro de Estudios Universitarios San Pablo (C.E.U.). Desde 1.985 vive en EEUU y ella y su marido tienen seis hijos.

Asistente administrativa en la Agregaduría de Defensa en Washington D.C., profesora de español y además con una activa participación en distintos voluntariados: colaboradora en la Asociación de San Vicente de Paúl de asistencia a los más necesitados, consejera en el Centro de ayuda a mujeres embarazadas (AIM Women´s Center) y tutora y miembro del grupo para evangelización de jóvenes en la Universidad Franciscana de Steubenville en Ohio. Además, durante los últimos veinte años, ella y su marido, han participado en el programa de preparación para el Sacramento del matrimonio en su parroquia.

En esta ocasión le entrevistamos sobre su libro “El Camino: 12 lecciones para nuestro peregrinaje espiritual” (Libro bilingüe inglés/español).

¿Por qué decidió escribir un libro sobre el Camino de Santiago?

En el verano del 2017 mi marido Ron, yo y tres de nuestros seis hijos, finalmente conseguimos hacer realidad uno de nuestros sueños y andar en diez días 280 km. del Camino Francés, desde Astorga a Santiago de Compostela.

Esta experiencia compartida con familia y tantos peregrinos que nos encontramos en nuestro caminar hacia nuestro destino final, Santiago de Compostela, estuvo tan llena de lecciones útiles y necesarias para nuestro peregrinar en la vida que, tras volver a casa, me sentí llamada a compartir mis vivencias.

Mucho se ha escrito sobre el Camino. ¿Qué es lo que tiene su libro de especial?

Naturalmente se han escrito volúmenes por expertos durante siglos acerca del Camino de Santiago, su historia, su transcendencia espiritual, las magníficas iglesias y capillas, pueblos y ciudades que forman parte hoy de las distintas rutas que llevan a Santiago.

Yo no soy una experta teóloga o historiadora, pero si soy hija, esposa, madre, hermana y amiga católica y como tal escribo con gran humildad con la esperanza de que todo aquello que yo experimenté y aprendí, pueda servir para animar al menos a uno de mis compañeros peregrinando en el camino de la vida, hacia nuestro destino final: ¡La Vida Eterna!

Es curioso que comparte con los lectores 12 lecciones, curiosamente el número de los apóstoles.

Sí, el número 12 es de gran relevancia en nuestra vida cristiana y en términos bíblicos significa “elección”.

Por eso se habla de las 12 tribus de Israel, esto quiere decir que eran tribus “elegidas”; también se agrupan en 12 los profetas menores del Antiguo Testamento. El Evangelio menciona 12 apóstoles de Jesús, “los elegidos” del Señor. El Apocalipsis habla de 12 estrellas que coronan a la Mujer (la Santísima Virgen), 12 puertas de Jerusalén, 12 ángeles, 12 frutos del árbol de la vida … y 12 fue el número de lecciones “elegidas o seleccionadas” por mí, que encontré en las pequeñas anotaciones de mi libreta tras finalizar el Camino.

¿De todas las lecciones cuál considera la más esencial de todas?

De todas las lecciones aprendidas, para mi sin lugar a dudas la más destacada, fue el darme cuenta de que lo más importante en la vida para continuar caminando, a pesar de las dificultades, es el saber con certitud “a donde vamos”.

En el Camino, todos los peregrinos no tienen duda, no existe necesidad de preguntar a donde nos dirigimos, todos vamos a Santiago y para llegar, nos hemos preparado y hemos invertido mucho tiempo, dinero etc. Y estamos dispuestos a poner todo el esfuerzo necesario para llegar allí.

Por el contrario, al poco de comenzar a caminar y conversar con otros peregrinos, me percaté rápidamente de como en “el camino de la vida” muchas personas hoy en día no saben a donde van. Así, cuando llegan las dificultades, ¿cómo pueden enfrentarse a ellas, si no saben ni a dónde van?

En primer lugar se percibe que es una peregrinación hecha con sus seres queridos. ¿Va especialmente encaminado a vivirlo en familia o puede servir también para el que lo haga en solitario?

Como usted bien dice, nosotros llevábamos planeando el hacerlo en familia y así lo hicimos, pero naturalmente el Camino puede también andarse, y a menudo se hace, en solitario. Nosotros de hecho durante los días que caminamos tuvimos también muchos periodos de andar en solitario, que también son muy necesarios, tal como ocurre en la vida misma.

Son maravillosos momentos de reflexión, oración, tiempo de observar la majestuosa naturaleza y arquitectura, que en nuestras vidas tan ajetreadas a veces no encontramos la oportunidad de hacerlo.

¿En qué momento la experiencia de recorrer pintorescos pueblecitos y bellos paisajes se transforma en una experiencia interior?

Para mí personalmente, creo que desde que comencé a caminar, dado que ya iba preparada a participar en esta peregrinación y a seguir los pasos que tantos peregrinos que nos han precedido, nos han marcado durante siglos.

Para otros, mas ajenos a la realidad espiritual y al sentido cristiano de este Camino, comienza mas adelante. Algunos no empiezan a ver este sentido hasta volver a la vida cotidiana, pero todo peregrino, aun no comprendiéndolo del todo, se siente tocado o transformado de alguna manera por esta experiencia.

¿Por qué el peregrinar es una metáfora de la vida?

El peregrinar es una metáfora de la vida misma porque esta vida no es nuestro destino final. En esta vida todos somos peregrinos hacia nuestro destino final: ¡La Vida Eterna, en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo!

¿Qué es lo que tiene el Camino de Santiago que durante siglos y siglos sigue atrayendo a peregrinos de todo el mundo y siempre es nuevo?

El Camino de Santiago, como dices, es antiguo y es nuevo. Es como el mensaje del Evangelio que nunca pasa. Es un camino que nos hace pensar y meditar sobre quienes somos, de donde venimos y a donde vamos, y así encontrar el sentido de nuestras vidas para poder vivirlas con plenitud. No sin sufrimientos o dificultades, pero si sabiendo a donde vamos y que el camino y nuestro destino final, merece todo nuestro esfuerzo.

Por tanto, ¿Con qué actitud hay que hacer el Camino?

El Camino hay que hacerlo con una actitud de búsqueda y humildad. De estar abierto a encontrar, a conocer y a compartir con peregrinos. Estar abierto a descubrir por qué durante siglos tantos peregrinos han estado dispuestos a poner esfuerzo y hasta dar sus vidas, por llegar a la tumba de uno de los 12 apóstoles de Jesucristo: Santiago el Mayor -el primero en dar su vida por Nuestro Señor-. Estar dispuesto y abierto a descubrir, junto al gozo de vivir esta experiencia maravillosa de visitar pueblos, ciudades y paisajes de gran belleza, también la sabiduría de aprender a reflexionar sobre Aquel que nos ha creado a nosotros y todo aquello que nos encontramos en el Camino, y que nos ha dado el don de participar en su espectacular creación-.

Por último, ¿Qué hay que hacer para que lo vivido esos días fructifique durante todo el año y no sea un sentimiento pasajero, que se evapore al volver a la rutina?

Por mi propia experiencia yo diría, tal como mi hijo Timothy me recomendó a mí, lleva una libreta y haz pequeñas anotaciones al final de cada día, que más adelante puedas revisar. Elige alguna oración durante el Camino que sepas que puede ayudarte después del mismo a continuar tu peregrinaje en la vida. Y por supuesto, no te olvides a diario de pedir la intercesión de la Santísima Virgen -Nuestra Madre-, de Santiago y de tantos peregrinos que nos han precedido y que pusieron sus pies exactamente donde ahora pisamos nosotros y que nos quieren guiar allí donde ellos se encuentran ahora: La Vida Eterna. ¡Buen Camino!

Por Javier Navascués

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