La historiadora María Lara Martínez reflexiona sobre su libro Historia de las Guerras de Religión

María Lara Martínez es historiadora y escritora. Doctora Europea por la Universidad de Castilla-La Mancha, y licenciada en Historia por la Universidad de Alcalá, está en posesión del Primer Premio Nacional del Fin de Carrera (Gobierno de España), del Premio Extraordinario y del Premio Uno de la UAH. Es profesora universitaria de Historia Moderna y Antropología. Jurado del Premio Nacional de las Letras Españolas (2012) del MECD, ha desarrollado estancias como Associate y Fellow en Harvard University, así como ha sido Profesora Erasmus Plus y Visitante en Bulgaria, Francia, Georgia, etc., faceta en la que sigue sumando viajes docentes como hispanista en otros territorios, es el caso de Cerdeña y Suecia. Con su hermana, la Profesora Laura Lara, en 2015 recibió el Premio Algaba por su libro Ignacio y la Compañía.

Del castillo a la misión (Ámbito Cultural de El Corte Inglés) y, en 2018, ambas publicaron el best seller Breviario de Historia de España, al que han seguido obras como Princesas en Jeans y Los caballos amarillos. Enfermedades que nadie vio venir. Es experta en el estudio de la brujería ante la Inquisición y voz autorizada en el análisis de la Historia de las religiones. En 2011 María Lara ganó el Premio de Novela Histórica «Ciudad de Valeria» con El velo de la promesa y, en 2014, la saga romana continuó con Memorias de Helena. Su tercera novela es Sin el estigma de Eva, protagonizada por Christine de Pizan. Académica de la Televisión, tiene secciones propias en radio. Realiza el espacio “Vamos a contar verdades” en Todo es Mentira en Cuatro. Es Embajadora de la Marca Ejército, por nombramiento del Ejército de Tierra, y miembro del Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire.

En redes se le puede localizar en: @dramarialara en twitter, @historiahermanaslara en instagram, en facebook María Lara Martínez. 

En esta ocasión analiza su libro Historia de las Guerras de Religión.

¿Por qué decidió escribir un libro sobre las guerras de religión?

Al inicio el objetivo de mi pesquisa era investigar la incredulidad como causa inquisitorial. Trabajé con los legajos del Archivo Diocesano de Cuenca, del Archivo Histórico Nacional, etc., con volúmenes de la Biblioteca Nacional de España, de la Bibliothèque Nationale de France, y de la Bibliothèque Fondation Maison des Sciences de l’Homme, de París. El propósito era explorar causas de ateísmo en los expedientes del Santo Oficio. Pero, como si el ámbito de investigación tuviera apéndices que le permitieran desplazarse por el plano, desde la Historia los personajes fueron caminando hacia la Filosofía.

Cogí las maletas y me fui a Harvard, en Estados Unidos, donde realicé las estancias como Associate y Fellow del Real Colegio. Investigué en la Widener Library de Harvard University y recuperé testimonios primarios de personas incomprendidas del siglo XVII que vivieron en Reino Unido, Francia, Italia, Holanda, América, etc. De hecho, la universidad de Harvard fue fundada en 1636.

¿Por qué empieza con la Guerra de los 30 años? ¿Se puede decir que es la guerra de religión por antonomasia?

Como especialista en Historia Moderna, después del surgimiento de la Reforma con Lutero en 1517, la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) es esencial para conocer las mentalidades de la época de Rembrandt y Rubens, de Cervantes y Velázquez.

En el Renacimiento el Viejo Continente había sufrido numerosos enfrentamientos religiosos que, en el Barroco, estaban lejos de haber encontrado una solución. El tener que hablar de católicos y de protestantes para diferenciar los bandos evidencia cuál era el sustrato del problema. La túnica de la fe estaba rota.

En 1555 la Paz de Augsburgo había acuñado la máxima “cuius regio, eius religio”, de acuerdo al cual según fuera la religión del rey, sería la religión de los súbditos, aunque se los autorizaba a emigrar si no estaban conformes. Ocho años después de la victoria de Carlos V en la batalla de Mühlberg (1547), inmortalizada por Tiziano, Augsburgo fijaría el modelo confesional en una Europa atomizada en Iglesias nacionales desde la aparición del luteranismo y del calvinismo.

En la Guerra de los Treinta Años las matanzas se produjeron en nombre de la religión más que en defensa de las fronteras. Al ver los campos llenos de cadáveres y arrasados para las cosechas, entre el hambre y la enfermedad, muchos paisanos de Centroeuropa se preguntaban por qué invocando a Dios se cometían tantas aberraciones.

Los daños causados por esta contienda fueron horribles. En la Primera Guerra Mundial se estima que perecieron 60 millones de personas y en la Segunda, 70 millones. En la de los Treinta Años se calcula que pudieron morir 8 millones de personas; se trata de una cifra inferior a los dos conflictos del siglo XX pero, sin embargo, es un número escalofriante, teniendo en cuenta que no hubo escenarios extraeuropeos. A este factor hay que añadir las limitaciones de las comunicaciones y el escaso desarrollo de la industria militar.

Durante 3 décadas, la población del Sacro Imperio se vio reducida en un 30% a causa de la guerra, del hambre y de la enfermedad. Por citar una muestra de la barbarie, en la actual Alemania los ejércitos suecos destruyeron 2.000 castillos, 18.000 villas y 1.500 pueblos.

¿Por qué recalca el hecho de que los judíos al estar en la diáspora, sin sinagoga, fueron perseguidos?

En los siglos XVI y XVII hubo sujetos pertenecientes a la comunidad sefardita de Ámsterdam que criticaron la tradición rabínica y se mostraron partidarios de la no confesionalidad. En la dialéctica de estos “judíos sin sinagoga” con sus oponentes, los partidarios del hebraísmo tradicional, se perciben muchos matices que ayudan a comprender el papel que estos heterodoxos otorgaban a la religión natural, la cual vendría a ser una filosofía religiosa y ejercería de clave en el Siglo de las Luces. En paralelo, en las notas de Uriel da Costa o Juan de Prado, por citar algunos de los conversos excomulgados en los Países Bajos por sus correligionarios de sinagoga, se percibe el profundo amor que sentían por Sefarad, la patria que habían tenido que abandonar para profesar abiertamente la fe de sus ancestros aun cuando, en la libertad de Holanda, pronto se percatarían de que buscaban una Reforma de la Ley de Abraham. No solo hubo Reforma en el cristianismo, también en el judaísmo en el siglo XVII. Estos individuos se arriesgaron a defender, por encima de su propia subsistencia de su vida, que lo importante en una religión es tener un corazón comprensivo. Pero eso era muy adelantado para aquella etapa de lucha enfervorizada por las ideas de cada comunidad. Fue más fácil que los judíos sin sinagoga se entendieran con los cristianos sin iglesia que con sus paisanos de templo.

¿Al ser España de tradición católica, diferencia entre las guerras de la religión católica y las de las diferentes ramas del protestantismo?

Sí, porque dentro del protestantismo en el siglo XVII se desarrolló la Segunda Reforma, cuyos ideólogos pensaban que la primera Reforma había hecho las cosas a medias, al no romper el vínculo confesional. La Segunda Reforma, con movimientos como los de los colegiantes, los replicantes, etc., además de propugnar la libre interpretación de las Sagradas Escrituras, sostenían que debía haber una libertad de conciencia plena. A lo largo del siglo XVII, en el Viejo Continente, hay ejércitos luchando en las guerras de religión, pero también minorías perseguidas y segregadas que buscaban su espacio, físico o intelectual y, en esencia, trataban de encontrarse a sí mismas. Estas corrientes clandestinas del Barroco pusieron en valor la noción de ley natural pero, paralelamente, la llamada hacia el interior fue continua en estos individuos que reclamaban el libre uso del entendimiento y una religión natural cuyos principios eran inherentes a la propia condición humana.

Se suele aprender en Teología que la fe es el ojo del que mira, la lámpara (o el instrumento que facilita la iluminación) y la luz desplegada en torrente. El propósito de este libroes analizar tendencias de pensamiento de creyentes que consideraron que la religión podía unir más que dividir.

En España, en el siglo XVI, en el catolicismo, hubo movimientos dogmáticos, como el afianzamiento de la formación del clero propuesto por el Cardenal Cisneros, y otros casi heréticos, es el caso de la sed de alcanzar la salvación que haría que ciertos grupos buscaran soluciones de tipo místico, como los alumbrados en Castilla. Influía también en esta actitud más intimista el modelo de los practicantes de la devotio moderna, que seguían en los Países Bajos y en parte de Alemania y de Francia las pautas de los Frères de la vie commune (Hermanos de la Vida Común) de Windesheim.

Su religiosidad estaba orientada más hacia el interior, a diferencia de los ritos externos. La oración personal, la lectura de autores espirituales y la meditación comunitaria formaban parte de su día a día. Asimismo, pese a la prohibición, el protestantismo tuvo exponentes en la Península Ibérica en diferentes capas sociales en el siglo XVI: en la élite, con la reina y escritora Margarita de Navarra, y su hija Juana de Albret, y en el pueblo llano con las sevillanas María de Bohórquez e Isabel de Baena, que ardieron en la hoguera por luteranas.

¿Qué fue el libertinismo español?

En todos los países, en el siglo XVII los libertinos tenían que ir metafóricamente con máscara, para esquivar el control de las autoridades. Pero, en España, los pensadores anduvieron con astucia para no ser castigados con el sambenito y la coroza. El libertinismo español fue un movimiento que ha sido catalogado como tal posteriormente, pero que reclamaba la libertad de pensamiento y la experimentación en la ciencia. De la mano de los novatores (innovadores) se abrió camino en España la Ilustración, que llegó de manera secreta a los salones y tertulias repartidas por todo el país, sufriendo represión algunos de los médicos y filósofos adelantados del momento.

También en el libertinismo hay que hablar de otra dimensión menos erudita y más galante que se corresponde con los Don Juanes que hubo en España, más allá del tipo literario de Tirso de Molina, como el mismo Lope de Vega, seductor con hijos que decidió hacerse sacerdote. Y de los libertinos de capa y espada, como Antonio López de Vega, que nada tiene que ver con el anterior, sino que fue jurista, profesor de Cánones y Leyes y secretario del condestable de Castilla, don Bernardino Fernández de Velasco (1609-1652), cargo que reivindicó en la portada de El perfecto señor, su primera obra en prosa, publicada en 1626. No obstante, Lope de Vega, el autor de Fuenteovejuna, se refirió a su casi tocayo en diversas composiciones.

¿Cómo aborda el tema del Santo Oficio, tan atacado por la leyenda negra?

Si hay algo capaz de desbancar los tópicos es la investigación. Así, hoy descubrimos que la quema de las brujas no la ideó la Iglesia, que hubo varones (no solo damas) que urdieron hechizos y que, en los territorios mediterráneos, donde se instituyeron tribunales inquisitoriales en la Edad Moderna- España (1478), Portugal (1531) e Italia (1542)-, la persecución fue inferior a la registrada en Centroeuropa. Una vida vale lo mismo que mil. Sin defender lo injustificable a tenor de las cifras, estos factores llevarían a dar la vuelta a la Leyenda Negra.

¿Cuál fue realmente el desengaño del barroco?

Ante la vida del siglo XVII, la cultura docta estuvo marcada por el pesimismo, de manera que se ha llegado a plantear que “Barroco” y “desengaño” podrían ser sinónimos. En el capítulo relativo a los judíos sin sinagoga, hemos podido ver cómo el desengaño estaba presente en los poemas de Daniel Leví de Barrios en Ámsterdam.

En la Península Ibérica, los autores cantaron la fugacidad de lo terreno y la farsa de los sentidos (bajo la influencia del neoplatonismo). Ante este conflicto entre la apariencia y la realidad, es lógico que surgiera el escepticismo. Para Quevedo la existencia estaba formada por “sucesiones de difunto”: desde los pañales hasta la mortaja. En opinión de Calderón de la Barca, la vida era sueño. En el siglo XIX el existencialismo y el nihilismo beberían en las fuentes del desengaño barroco, de hecho Arthur Schopenhauer (1788-1860) afirmaba que la vida no era propiamente para “saborearla, sino para soportarla y anularla”.

¿Cómo podríamos definir lo que llama el encantamiento en Cervantes?

Las brujas y los fantasmas habitaban en la mente de Cervantes, un hombre de frontera: a caballo de dos civilizaciones, la cristiana y la turca, entre lo lícito y lo subversivo, entre Europa y las Indias, entre la realidad del mapa conocido y esas culturas paradisíacas con las que, en secreto, soñó sin poderlas pisar, pues no se le dio empleo ni licencia para viajar.

Cervantes recrea la duda y la racionalización del misterio. En la Novela Ejemplar El coloquio de los perros (1613), los canes Cipión y Berganza, antes humanos, conocían de primera mano a las temibles Montiela, Camacha y Cañizares. Por enero segaban trigo (ellas, no los canes) y en diciembre cultivaban rosas frescas. Además, remediaban los descuidos de las doncellas, tapaban la honra de las viudas alocadas, mostraban la silueta de los muertos en una uña y tornaban en animales a los varones que no aceptaban sus normas. De igual manera, don Quijote estaba harto de los “encantadores” que amenazaban su entereza y le sustraían el juicio.

En 1616 Cervantes profesaría en la Orden Tercera y en ese año moriría. Si siguiendo la expresión weberiana, la secularización estriba en el “desencantamiento del mundo”, cuando el caballero reniega en el lecho de sus andanzas y alecciona a su sobrina Antonia a no desposar varón atrapado en el séquito de Amadís, ¿no estaría vaticinando Cervantes en el colofón de su obra maestra que, ante el peso de los acontecimientos, el sueño no es más que el refugio de nuestro deseo?

Alude también al monstruo de Goya, nacido de una mente que vio tantos horrores en la guerra.

Tal vez cuando los sentidos nos niegan el auxilio de la naturaleza y la tristeza sumerge nuestro ánimo en sombrías turbulencias, solo nos quede el recurso a la imaginación y al ensueño. Algo así le debió ocurrir a Francisco de Goya, cuya genialidad lo hizo capaz de proyectar en el lienzo, en la plancha o en el papel las tinieblas esparcidas en su mente por la decepción o el desaliento. Él era un patriota y lo tildaban de afrancesado, estaba enfermo, se tuvo que ir al exilio, y conversaba con su amigo Moratín sobre las brujas de Zugarramurdi que, 200 años antes, habían marcado un punto de inflexión en el tratamiento de la brujería no solo en España sino en el mundo. Hay que recalcar que el fin de la caza de brujas se inició en España en el siglo XVII gracias al pacto de silencio de Alonso de Salazar y Frías, el inquisidor razonante.

Y acaba con la distinción entre el ser y el existir, que no son exactamente sinónimos.

La filosofía clásica marcaba que la esencia precede a la existencia, la contemporánea (a grandes rasgos) antepone la existencia. Esa misma pregunta metafísica la podemos trasladar al presente, ¿siempre que se existe se es?, ¿se puede ser sin existir? También en el libro tiene cabida el misterio con profecías castellanas que anticiparon sucesos como la Revolución Francesa.

Por último, ¿a qué se refiere con la expresión el disimulo como supervivencia?

La Profesora Laura Lara Martínez, mi hermana, escribe el prólogo y lo titula “Historia de un antifaz”. Es que en la Edad Moderna el arte del disimulo era una herramienta diplomática. Además fue en el siglo XVII cuando se inventa el traje del doctor de la peste y se hizo usual la máscara que ahora llevamos ante el coronavirus.

En el año de la excomunión judaica en Amsterdam de Prado y Spinoza, en 1656, en Madrid Velázquez pintaba Las Meninas. Los reyes Felipe IV y Mariana de Austria, reflejados al fondo, supervisan los juegos de su hija, la infanta Margarita, con sus amigos y con el mastín. El pintor se asoma por detrás del lienzo en un juego de espejos, pues parece que está pintando al espectador.

Velázquez lleva la cruz de la Orden de Santiago sobre el pecho, como símbolo de la cotizada limpieza de sangre. Todavía resulta un enigma cómo consiguió la distinción caballeresca. El artista sevillano ingresó en la Orden 3 años después de pintar el lienzo y apenas sobrevivió 9 meses, pues falleció de viruela a los 61 años. ¿Pudo añadir la distinción por la que tanto luchó? Una hipótesis apunta hacia otra mano, la del mismo monarca, pues Felipe IV sabía dibujar y hay referencias a un cuadro en el que aparece pintando.

Pero el arte del disimulo tiene un límite. Prado incumplió su promesa de no reincidir en los mismos delitos de forma que, al saber poco después toda la comunidad que había recaído en sus transgresiones, fue excomulgado en 1657. Mientras tanto, en la Península Ibérica Velázquez siguió desarrollando múltiples oficios en el Alcázar, desde pintor de cámara, a aposentador de palacios y acompañante de futuras reinas porque la guerra entre Francia y España se zanjó en 1659 en el Bidasoa con el intercambio de princesas.

Por Javier Navascués

10 comentarios

  
Scintilla
Cervantes había muerto cuando empezó la Guerra de los Treinta años.
16/03/22 3:08 PM
  
Scintilla
Y que aquello fuera una guerra de religión... Recomiendo la explicación de William Cavanaugh en Imaginación teopolítica para tener una visión menos políticamente correcta.
Meter en el saco del libertinismo (a fin de cuentas, un invento francés) a Lope e incluso a López de Vega me parece, como poco, una falta de respeto hacia estos.
Lo que hicieron los protestantes con la ley natural fue desfigurarla, no ponerla en valor (aj, qué expresión tan fea) como el estado de naturaleza.
¿Cómo que la civilización turca? A Cervantes lo hacen preso los corsarios berberiscos.
Y creo que la fe le enseñaría a entender mejor a Cervantes, tanto El Quijote como el Coloquio, un precioso acertijo mariano y apocalíptico, no apto para profanos.
16/03/22 3:48 PM
  
Carlos Dueñas
No es fácil conocer la religiosidad “de” Cervantes y, como mucho, podemos acceder a la religión “en” Cervantes, es decir, en su obra. Los episodios en que la religión aparece en el Quijote se prestan a muchas lecturas. En general, éstas suelen ser acordes a la religiosidad del crítico o estudioso. Las referencias al rosario, por ejemplo, algunos historiadores y críticos las han interpretado como una burla. De hecho, en la edición portuguesa se eliminó alguna alusión que se juzgó como irrespetuosa o irreverente y en la segunda edición española se suavizó algo. Hay otros autores que están de acuerdo con esta interpretación, pero creen que se trata de pasajes carnavalescos con un carácter lúdico y popular, que no pretenden cuestionar la fe. Existen también investigadores que defienden la total ortodoxia católica y tridentina de Cervantes y no faltan quienes piensan que el autor del Quijote era un erasmista. En fin, hay una cierta tendencia a creer que el más insigne de nuestros escritores pensaba religiosamente como cada uno.

Yo no podría afirmar si Cervantes era o no un hombre religioso ni qué tipo de religiosidad profesaba, pero aprecio en su obra cierto tono burlesco hacia el catolicismo, sin saber con certeza si su intención era jocosa, crítica o de cualquier otro tipo. Es posible que Cervantes fuera muy católico, pero no me parece que su obra pueda considerarse una apología del catolicismo.

A mi juicio, el Quijote no es un elogio del idealismo, sino todo lo contrario, es una crítica del mismo y una defensa del realismo. En toda la novela, el idealista don Quijote es incompatible con la realidad, lo que creo que es una muestra del rechazo del idealismo por parte de Cervantes, pero ésta, como cualquier otra interpretación, es obviamente discutible.
16/03/22 4:51 PM
  
Scintilla
Pero no todas las interpretaciones son igualmente verdaderas, Carlos. Y, de hecho, se suele discutir poco sobre asuntos como ese: cada uno dice la suya y que cada cual elija la que más le guste según su tendencia. Y eso no es hacer ni crítica ni ciencia, si me apura.
El problema de fondo que plantea el enfoque de esta señora es el que pesa desde el nefasto Américo Castro sobre el conocimiento de la historia de España (que no sobre su historia, que es la que es, le guste o no a la gente), que parece que hay que leer en clave nicodemita: todo, en los grandes autores, es disimulo, un disimulo religioso. Porque claro, quién, con un mínimo de inteligencia, va a ser católico. Puede que lo diga, pero no lo es. Lo del erasmismo de Cervantes es una estafa como el Everest de grande. Cómo vas a decir que un tío que antes de morir saca un libro para decir que se muere un tío genial, un modelo moral para las generaciones futuras, como por otra parte no había dejado de sugerir en todas sus obras (además de decirnos lo listo que era: dime de qué presumes...), es el modelo del que se viste el hábito de terciario después de haberlas pasado de todos los colores, sabiéndose humilde pecador. El primero es un estafador, un cara. Y el daño que ha hecho la obra Erasmo y España de Bataillon al conocimiento de veras de las letras españolas es gigantesco.
16/03/22 9:12 PM
  
Cos
(...) que lo importante en una religión es tener un corazón comprensivo. Pero eso era muy adelantado para aquella etapa de lucha enfervorizada por las ideas de cada comunidad.
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Entiendo que dicho esto en el contexto de la guerra de los 30 años se lo puede interpretar como una muestra de buena intención, pero como reflexión es muy pobre. Y da la sensación de que subyace detrás la idea de la religiosidad interior bondadosa frente a la religión institucionalizada generadora de intolerancia y arbitrariedades. Creo que sería también una reflexión bastante ingenua desde el punto de vista social y político.

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Estas corrientes clandestinas del Barroco pusieron en valor la noción de ley natural pero, paralelamente, la llamada hacia el interior fue continua en estos individuos que reclamaban el libre uso del entendimiento y una religión natural cuyos principios eran inherentes a la propia condición humana.
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El libre uso del entendimiento es el uso correcto del entendimiento. O el entendimiento se adecúa a la realidad de la cosa o no hay tal entendimiento. Entiendo que la autora tendrá su línea de pensamiento pero no se puede sustraer al fondo de la problemática que subyacía en la cuestión. Otro tanto para la "religión natural" ¿Qué es eso?

Sé de disputas académicas en el ámbito de la medicina en tiempo de los Novatores. La cuestión del galenismo, el galenismo moderado y la nueva medicina. También sé de la condena a Diego Zapata por parte del Tribunal del Santo Oficio. Pero esta condena no fue debida a causa de ninguna disputa científica, sino a una acusación de judaizante que recayó sobre él -algunos apuntan a las luchas palaciegas, creo que a los enemigo de Medinaceli, su valedor-.
En el artículo de la Real Academia de la Historia se puede leer acerca del proceso y de como incluso se le permitió incumplir la pena de destierro, contrariando al Protomedicato y seguir con su carrera.
dbe.rah.es/biografias/15657/diego-mateo-zapata

¿Hubo algún médico al que se le persiguiera por razones estrictamente científicas, no por contrariar artículos de fe, sino por ejemplo por contradecir la física aristotélica? Pregunto, siempre se oyen estas acusaciones generales pero yo no he visto el caso concreto.
17/03/22 1:26 AM
  
Cos
Redondillas al hábito de Fray Pedro de Padilla. De Miguel de Cervantes Saavedra.

Hoy el famoso Padilla
con las muestras de su celo
causa contento en el cielo
y en la tierra maravilla,
porque, llevado del cebo
de amor, temor y consejo,
se despoja el hombre viejo
para vestirse de nuevo.

Cual prudente sierpe ha sido,
pues, con nuevo corazón,
en la piedra de Simón
se deja el viejo vestido,
y esta mudanza que hace
lleva tan cierto compás
que en ella asiste lo más
de cuanto a Dios satisface.
Con las obras y la fe
hoy para el cielo se embarca
en mejor jarciada barca
que la que libró a Noé;
y, para hacer tal pasaje,
ha muchos años que ha hecho,
con sano y cristiano pecho,
cristiano matalotaje,
y no teme el mal tempero
ni anegarse en el profundo
porque en el mar d'este mundo
es plático marinero,
y ansí, mirando el aguja
divina, cual se requiere,
si el demonio a orza diere,
él dará al instante a puja.

Y llevando este concierto
con las ondas d'este mar,
a la fin vendrá a parar
a seguro y dulce puerto,
donde, sin áncoras ya,
estará la nave en calma
con la eternidad del alma,
que nunca se acabará.
En una verdad me fundo,
y mi ingenio aquí no yerra,
qu'en siendo sal de la tierra,
habéis de ser luz del mundo:
luz de gracia rodeada
que alumbre nuestro horizonte,
y sobre el Carmelo monte
fuerte ciudad levantada.

Para alcanzar el trofeo
d'estas santas profecías,
tendréis el carro de Elías
con el manto de Eliseo,
y, ardiendo en amor divino,
donde nuestro bien se fragua,
apartando el manto al agua,
por el fuego haréis camino;
porqu'el voto de humildad
promete segura alteza
y castidad y pobreza,
bienes de divinidad,
y ansí los cielos serenos
verán, cuando acabarás,
un cortesano allá más
y en la tierra un sabio menos.
17/03/22 1:35 AM
  
Cos
«El cielo a la Iglesia ofrece», dedicada en esta ocasión a San Jacinto.
"El cielo a la Iglesia ofrece
hoy una piedra tan fina,
que en la corona divina
del mIsmo Dios resplandece".

"Soneto a San Francisco de Asís
Vos, seráfico Padre, y vos, hermoso
retrato de Jesús, sois la pintura
al desnudo pintada, en tal hechura
que Dios nos muestra ser pintor famoso".

Canción a los éxtasis de la beata Madre Teresa de
Jesús.
"Virgen fecunda, Madre venturosa,
cuyos hijos, criados a tus pechos,
sobre sus fuerzas la virtud alzando,
pisan ahora los dorados techos
de la dulce región maravillosa
que está la gloria de su Dios mostrando:
tú que ganaste obrando"

Romancillo a Santa Ana
"madre de una hija
en quien quiso y pudo
mostrar Dios grandezas
sobre humano curso".

(...)
ELEMENTOS RELIGIOSOS EN LA POESÍA DE CERVANTES
https://cvc.cervantes.es/literatura/cervantistas/coloquios/cl_2005/cl_2005_12.pdf
17/03/22 1:46 AM
  
Centurión Cornelio
Puede que la Guerra de los Treinta Años fuese considerada "de religión" por idealistas como el rey Gustavo Adolfo de Suecia o Christian IV de Dinamarca, pero la católica Francia, gobernada por un cardenal (y aliada con el turco), luchaba al lado de las potencias "reformadas" y muchos príncipes protestantes alemanes mantuvieron su lealtad al emperador del Sacro Imperio.
17/03/22 7:39 AM
  
Javidaba
Cuando se encuentra en el antepenúltimo párrafo del Cap. XXXVII 1º parte del Quijote "Es el fin y paradero de las letras (y no hablo ahora de las divinas, que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como este ninguno otro se le puede igualar: hablo de las letras humanas56, que es su fin poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo57) entender y hacer que las buenas leyes se guarden. Fin por cierto generoso y alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz58, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida. Y, así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires: «Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad»59; y a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos, 60 fue decirles que cuando entrasen en alguna casa dijesen: «Paz sea en esta casa»61; y otras muchas veces les dijo: «Mi paz os doy, mi paz os dejo; paz sea con vosotros»62, bien como joya y prenda dada y dejada de tal mano, joya que sin ella en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno.", y un par de capítulos después leer la historia de la conversión al cristianismo de la bella Zoraida que para más "inri cristiano" quería llamarse "María" por su devoción a Lela Marién de quién le habló aquella esclava cristiana, hay que tener mucho prejuicio intelectual para dudar de la fe católica de un combatiente español en la galera Marquesa en la Batalla de Lepanto, que se gloría hasta su muerte de haber participado en la "mayor ocasión que vieron los siglos", sintiéndose honrado por haber perdido el uso de su brazo.
Cervantes muestra y demuestra una formación aristotélica y tomista formidables que desmontan todo el postureo erasmista, protestante, etc. con que algunos pretenden celebridad.
Es más, de no haber sido aristotélico, jamás podría haber tenido el éxito que tuvo su obra desde su primera edición, porque el "secreto" del éxito del Quijote a nivel mundial, es que está escrito "en poesía", y esa poesía en que está escrita, es precisamente la que aparece en la Poética de Aristóteles (cito de memoria) "la poesía aventaja a la historia en que mientras ésta narra las cosas como son, la poesía las describe cómo deben ser"
En ese "cómo deben ser", se está señalando hacia el "como están llamados a ser", "como se espera que sean", "como tienen capacidad y "vocación" a ser", tanto el amor por la novia y esposa, el amor por la Patria, el deber hacia los padres ancianos del piadoso Eneas que como dice el mismo Cervantes, (¿cap. XXV de la I parte quizá?) queda como hermoso ejemplo de la piedad filial, el deber de amarse a sí mismo...
A cada paso D. Quijote mira y "exige" con ojos de poeta como diciendo: Tú, ventero de pacotilla, elévate sobre lo que vives y te crees que eres, y conviértete en el Castellano a que estás llamado a ser, que te mira un caballero que quiere ver tu pobre ventorro convertido en Castillo, y de ti depende.
Tú, que bajas del debido señorío que en ti hay, para reducir tu apariencia a una vulgar y hasta putilla Maritornes, álzate en el deber que te tienes a tí misma, que mis ojos te contemplan como estás llamada a ser, noble señora.
Vosotros, viles rebaños incapaces de elevaros sobre vosotros mismos a disciplinados ejércitos en campaña, mirad cómo soy en batalla contra vosotros para que igualados a mí, os restituyáis de vuestra servidumbre animal.
Y vosotros, gigantes Briareos que os conformáis con menear los brazos, ¿qué hacéis parados inánimes?. Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que es sólo un caballero quién vos acomete.
Y vos, rico Aldudo, que por vuestra palabra veo que resarciréis cumplidamente a este pobre niño que siendo vuestro pastor, habéis maltratado injustamente, quedad en el honor que os debéis a vuestra persona y alteza.
Y vosotros pobres malhechores galeotes, redimíos en la simple penitencia de ofrendar vuestra cadena a mi señora Dulcinea.
Y Sus Altezas, mis señores Duque y Duquesa, elevaos sobre vuestro alto estado, no vaya a ser que por reiros de un pobre loco, caigáis en ruindad, bajeza y tontura de capirote, y vuestros altivos palacios cobijen ventorriles chocarrerías.
Y... mejor no sigo, pues bien sé que si el éxito del Quijote en literatura, se debe a que Cervantes presentó a su héroe como "caballero" que vive "en poesía", la "biografía" de ese héroe, recibió las pedradas y palizas a las que me voy haciendo acreedor. Vale.
Una nota final. Si cuando alguien me escuchara alguna vez cantar aquello de:
"Pobrecitos los borrachos
que están en el campo santo,
que Dios los tenga en la gloria
por haber bebido tanto."
me considerara mendaz y falso o disimulado cristiano, ¡caramba!... no voy a decir que le llamaría "tonto", como tampoco llamaré "tontos" a los que descontextualizan unas cuantas palabras del Quijote, para proclamar a su autor, como les da su subjetiva gana.
18/03/22 1:01 AM
  
C6
Señora Autora, el ser y el existir son distintos, son dos realidades metafísicas del ente, que son inseparables y no tienen ninguna relación espaciotemporal. Si hay esencia hay existencia y al reves, si bien son distintas realidades. En el ente concreto van juntas, en la idea no van juntas pero las ideas no existen.
18/03/22 3:26 AM

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