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3.03.22

Ricardo Martín de Almagro: “El Rosario del día 26 tendrá su continuidad en una nueva asociación”

Ricardo Martín de Almagro se graduó en Derecho, ADE y ahora también Economía. Tras especializarse en finanzas y regulación financiera, empezó a trabajar en banca. Además, contribuye como articulista de revistas como La Iberia o Posmodernia y se encuentra redactando dos libros de economía para una editorial de renombre internacional. En el ámbito del apostolado, es uno de los integrantes iniciales de la Juventud Protectora de Las Ermitas de Córdoba, así como organizador del Rosario por la Juventud de España, que tuvo lugar el pasado 26 de febrero en Madrid y valora a continuación.

Es el momento del Rosario, de que la juventud despierte. ¿Cómo calificaría lo vivido el sábado?

Ha sido una respuesta insólita, nunca vista en España. Las previsiones que manejábamos quedaron sobrepasadas y pudimos vivir una jornada de fe, de devoción, de gran emotividad. El evento ha traspasado las fronteras de España gracias a las redes sociales y la cobertura de ciertos medios, siendo seguido con asombro en países de la Hispanidad. Podemos afirmar con rotundidad que el sábado pasado firmamos un éxito sin precedentes, Dios quiso disponer una jornada asombrosa para pedirle a Él y su Madre la intervención por la Juventud de España.

Este año las previsiones de asistencia se desbordaron.

Nuestras expectativas iniciales eran repetir aproximadamente la afluencia que hubo en 2018, cuando se convocó por primera vez. Sin embargo, en vez de ser cerca de mil personas hay fuentes que señalan que triplicamos esa cifra. Todo lo que fuese reunirnos y demostrar públicamente la Fe ya era un éxito, pero gozar además de un respaldo y seguimiento tan amplio ha hecho que la convocatoria fuese todo un triunfo. Un regalo de Dios no solo para los organizadores, sino también para Madrid.

¿Cómo vivió la marcha desde dentro, siendo el maestro de ceremonias de la misma?

En mi caso particular, me encontraba al frente de la marcha para dirigirla y marcar los tiempos y velocidad de esta. Inicialmente, en la Basílica Pontificia de San Miguel, al reunirnos en una plaza pequeña y salir apenas si pude calibrar cuánta gente secundaba el rezo del Santo Rosario. Durante el trayecto apenas si pude ver cuántos éramos por encabezar al grupo. Sin embargo, cuando llegamos a la Gran Vía y bajamos por ella, pude contemplar desde los pies de la Plaza de España cómo una columna de fieles había paralizado el centro de Madrid. Ante esa visión de miles de personas y al frente de ellas la Virgen, no pude sentir otra cosa que admiración y agradecimiento hacia cómo Dios dispone las cosas para que tengan lugar maravillas como la del sábado. No tenía palabras ante semejante hueste lanzando alabanzas al Señor y a la Virgen María.

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