A propósito de Fiducia Supplicans

A propósito de Fiducia Supplicans

Por supuesto, los que tomamos posición en público sobre estos temas podemos cometer errores de opinión y de estilo de comunicación también. Pero si todos nos ponemos de perfil, o hacemos el avestruz, y nadie expresa su opinión en público sobre los posibles errores de la acción de la Jerarquía, específicamente cuando la discusión ha saltado completamente al ámbito de la opinión pública y publicada, haremos un flaco favor a la Iglesia.

Algunos se pueden preguntar por qué hacer públicas las críticas a ciertas comunicaciones del Papa, por cuanto que confusas, porque la corrección filial dentro de la Iglesia debe hacerse en privado.

La realidad es que enlo que respecta a la Fiducia Supplicans las aguas ya se han salido del cauce «privado» y la discusión se ha convertido en algo muy público y notorio. Que yo sepa, nunca en la historia de la Iglesia un documento del Vaticano como Fiducia Supplicans ha causado tanto rechazo público. Hay literalmente cientos de miles de católicos, incluyendo obispos, conferencias episcopales, y hasta grupos de conferencias episcopales, grupos de cientos de sacerdotes, y sacerdotes individuales haciendo críticas constructivas al Papa en las redes sociales.

La discreción no cabe cuando se trata de asuntos importantes que han saltado ya al ámbito completamente público. La crítica o la corrección fraterna excesivamente discreta y prudente recuerda a cómo ha tratado parte de la Jerarquía de la Iglesia los casos de pederastia en el pasado, intentando ocultarlos de la luz pública cuando eran vox populi (y además delitos tipificados).

Además, los creyentes de a pie no estamos en posición de corregir filialmente al Papa «en privado» porque no tenemos acceso a él. Pero sí podemos hacer públicas nuestras opiniones para apoyar a los obispos y sacerdotes que tienen contacto directo con él o con la Jerarquía del Vaticano, y que ya han manifestado públicamente sus críticas, siempre desde el respeto y la caridad. Lo harán más y mejor si se sienten apoyados por gran parte de la iglesia peregrinante.

Por eso creo que, en conciencia, debemos tomar partido públicamente cuando consideramos que algún miembro de la Jerarquía de la Iglesia o el propio Papa comete, en opinión de muchos, lo que parecen errores políticos y cuando (y solo «y cuando») el tema se convierte en una discusión masivamente pública. A lo largo de la historia, los Papas y la Jerarquía han cometido errores políticos graves y públicos que no fueron herejías, sino tonterías (si se me permite simplificar el argumento). Si los creyentes no tomamos partido públicamente en esas discusiones públicas, la Jerarquía puede continuar cometiendo errores políticos graves innecesariamente.

Ha ocurrido en muchas ocasiones, como cuando la Jerarquía apoyaba las Cruzadas (que tal vez para algunos tenían motivaciones políticas), o cuando ha entrado en temas científicos, que por definición están completamente fuera del ámbito de la fe, como la discusión sobre las teorías de Galileo, Darwin, etc., o ahora sobre el origen del cambio climático, o apoyando la obligatoriedad de recibir ciertos tratamientos médicos incluso cuando son experimentales (como las mal llamadas vacunas Covid). O como cuando la Jerarquía apoyó la Inquisición, también para algunos motivada por razones políticas. O como cuando ocultó delitos de flagrante pederastia de algunos sacerdotes.

Por supuesto, los que tomamos posición en público sobre estos temas podemos cometer errores de opinión y de estilo de comunicación también. Pero si todos nos ponemos de perfil, o hacemos el avestruz, y nadie expresa su opinión en público sobre los posibles errores de la acción de la Jerarquía, específicamente cuando la discusión ha saltado completamente al ámbito de la opinión pública y publicada, haremos un flaco favor a la Iglesia.

Los homosexuales y los heterosexuales no se diferencian en nada en lo que respecta a la obligación de vivir en castidad, precepto que deben cumplir los solteros, cualquiera que sea su condición, y los casados (y que por supuesto la mayoría no cumple/cumplimos).

«La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados», como dicta el Código de Derecho Canónico, canon 1055, y el Código de cánones de las Iglesias Orientales, canon 776.

Sin duda, los heterosexuales (casados o no) y los homosexuales que están en situación pública contraria a esta alianza merecen y necesitan que se rece por ellos y recibir la bendición (todos lo necesitamos!). Pero en mi opinión ésta debe ser otorgada individualmente, no en pareja. La bendición en pareja solo por el amor que se tienen dos homosexuales o dos heterosexuales que viven en situación públicamente contraria al canon de la Iglesia, creo que es un error que genera y generará una gran confusión, y abre la puerta a prácticas contrarias a la fe. Bendecir ese amor es bendecir la unión, no solo bendecir a las personas individuales, lo que a los ojos del común de los mortales asemejará dicha bendición a la bendición de un matrimonio.

Recomiendo escuchar con calma este vídeo del Obispo Munilla sobre el tema (sobre la declaración Fiducia Supplicans).

Recomiendo también leer este artículo de que describe una situación concreta muy inmediata y de gran notoriedad, que muestra como desde ya esta declaración Fiducia Supplicans puede dar lugar a prácticas contrarias a la fe.

 

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