A las madres
Día de la madre | Sabine van Erp en Pixabay

A las madres

Mons. Francisco Javier Stegmeier sobre la importancia de las «madres», también para la sociedad

El próximo domingo 14 de mayo celebraremos[i] a nuestras madres, como expresión de reconocimiento, cariño y gratitud a quien, en comunión de amor con el esposo, nos engendró, nos llevó en su seno por nueve meses, nos dio a luz y nos educó a lo largo de la infancia y juventud.

Toda mujer, creada a imagen y semejanza de Dios, tiene por vocación alcanzar su plenitud en la comunión esponsalicia con un varón en el matrimonio y en la fecundidad que la constituye en madre. Quiso Dios que los hijos recibiesen el don de la vida en el seno del matrimonio, constituido por la alianza de amor entre un varón y una mujer, unidos en fidelidad para toda la vida.

Ciertamente, lo mejor que le puede pasar a una persona que se abre a la vida es ser acogido por una familia en la que está la permanente presencia de un padre afectuoso y providente, de una madre entrañablemente amorosa y diligente y de unos hermanos junto a los cuales crecer y educarse.

Y es también verdad que es una gran bendición contar con una madre siempre presente en el hogar durante todo el tiempo de la educación de los niños, desde su nacimiento hasta que se emancipan de la tutela de los padres.

La mejor, insuperable e insustituible escuela es la familia. La familia son los padres y los hermanos, pero también los abuelos, tíos y sobrinos. Los padres son los mejores educadores porque como nadie aman a sus hijos y desean lo mejor para ellos.

Cuando los hijos tienen la bendición de contar con una madre en el hogar, experimentan el bien de crecer bajo su atenta y amorosa mirada. El niño pequeño se cobija en ella cada vez que lo necesite. Ya mayorcito, se va al colegio despedido por el beso cariñoso de su madre. Más todavía, al regresar a casa siente el calor de hogar y el tierno saludo de unos brazos que lo acogen. Apenas abierta la puerta, no por una fría llave, sino por la cálida mano de una madre, el niño o el adolescente puede contarle sus alegrías y sus penas. Y si no lo hace, es la madre quien de inmediato, con fina intuición, descubre en los ojos del hijo la sombra de una tristeza o el destello de un triunfo. Ella con amor lo anima, lo consuela, lo contiene, lo aconseja y, si es necesario, lo corrige.

De verdad, cuando se es pequeño o adolescente –y también cuando se es adulto- no es lo mismo llegar a una casa en dónde está la madre o no lo está.

San Juan Pablo II decía ya hace muchos años que la presencia de la mujer en el hogar «se considere como una contribución al bien común, incluso mediante formas de reconocimiento económico» (Ecclesia in Europa, n 43).

¿Cuánto dinero gasta el Estado en tratar de contralar la delincuencia desatada? ¿O en disminuir el consumo de alcohol y droga en los jóvenes? ¿O en resolver la crisis educacional? ¿Qué costos debemos asumir todos a causa de los cientos de miles de jóvenes –algunos dicen que se acercan al millón- que no quieren estudiar ni trabajar?

Si el Estado asegurara a las madres que trabajan a tiempo completo en el hogar un sueldo que les permitiese vivir dignamente, sin necesidad de salir a trabajar fuera, con toda seguridad sería un gasto muchísimo menor de lo que hoy se gasta en paliar las consecuencias de la crisis del matrimonio, de la familia y de la educación. La presencia de la madre en el hogar es el método más económico de evitar la drogadicción, el alcoholismo, la delincuencia y todos los demás flagelos de la actual sociedad. Diría un economista, es negocio redondo en cuanto a costo – beneficio.

En el Día de la Madre, expresémosle nuestra reconocida gratitud y nuestro amor. También oremos por ella. Encomendémosla al amor del Corazón de Cristo, que bien conoció los cuidados de una Madre, la mejor de todas, María. Y que Ella, la Madre de Jesús, sea Compañera, Amiga, Hermana, Madre e Intercesora para todas las madres. ¡El Señor las bendiga!

 



[i] El día de la madre en Chile es el segundo domingo de mayo

1 comentario

Ildefonso de Toledo
Gracias Don Francisco Javier, Obispo valiente. Esto que usted dice, tan de sentido común, cuán incomprendido y mal visto se ha vuelto gracias al feminismo radical.
12/05/23 1:31 AM

Dejar un comentario



Los comentarios están limitados a 1.500 caracteres. Faltan caracteres.

No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.

Los comentarios aparecerán tras una validación manual previa, lo que puede demorar su aparición.