¿Para qué sirve la vida?

¿Para qué sirve la vida?

¿Para qué sirve la vida? Un poeta francés, católico y clarividente, Paul Claudel, nos dejó esta frase certera y rotunda: «¿Para qué sirve la vida si no es para darla?».

En nuestros días asistimos a un empeño por aferrarse a la vida, por evitar morir a toda costa… Parece como si el objetivo supremo fuera permanecer en este mundo el mayor número de años posible…

Pero ¿para qué? Una vida no vale por ser corta o larga, sino por la plenitud, por la intensidad con que es vivida. Vale por la densidad de amor que encierra y por el fruto –visible o no- que produce. Una santa Teresa del Niño Jesús, por ejemplo, que solo vivió 23 años, tuvo una existencia plena y fructífera; ha dejado huella profunda y duradera: «en poco tiempo llenó mucho» (Sab 4,13). Otros, en cambio, viviendo largos años, han conducido una vida vacía y estéril (Sab 3,17).

¿Para qué sirve la vida? Un poeta francés, católico y clarividente, Paul Claudel, nos dejó esta frase certera y rotunda: «¿Para qué sirve la vida si no es para darla?».

Con ella ha puesto la flecha en el verdadero objetivo: ese es el sentido de la vida para un cristiano. Desde que el Hijo de Dios entró en nuestra historia inauguró un nuevo modo de vivir: «El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida» (Mc 10,45).

Nuestra existencia solo vale la pena si la entregamos. Jesús no ha venido a reservarse, a guardar su vida, sino a entregarla. Y el cristiano aprende de Jesús que solo así vale la pena vivir y morir: «El que quiera salvar su vida la perderá» (Mc 8,35).

Dios en su designio sabe si moriremos en la ancianidad o en plena juventud, en nuestro lecho rodeados de cuidados o en soledad y abandono… Pero una cosa es cierta: solo merece la pena vivir gastando la vida, entregándola, donándola por amor.

En la historia de la Iglesia multitud de hijos suyos han entendido que en la persecución había sonado la hora de Dios, y estuvieron prontos al martirio. Otros entendieron que Dios los llamaba a darlo todo con ocasión de guerras, pestes, hambrunas… Se sacrificaron hasta el heroísmo. Muchos dieron literalmente la vida.

La presente pandemia ha hecho sonar también la hora de Dios, el momento de dar lo mejor de ti, es decir, de darlo todo, como Jesús.

Sí, definitivamente, ¿para qué sirve la vida si no es para darla?

 

Julio Alonso Ampuero

2 comentarios

Alberto Martin Pascual
Me ha impactado y mucho el escrito-pensamiento del sacerdote Julio Alonso...porque en interior resuena con gran fuerza.
Soy mayor y casado, y eso me frena ante lo que desearia realizar. Sí, ¿para qué sirve una vida insula, sin otra pretensión que alargar los años sin valor, sin gasto alguno? Se convierte en vida inútil, sin valor...
Cuando la verdadera felicidad aparece, cuando esa vida tuya se entrega por una valor superior... el Amor a los demás. Eso es resucitar con Cristo. Lo demás. Es una vida inútil. Gracias JULIO ALONSO. GRACIAS
14/04/20 8:52 AM
María de las Nieves
Para que sirva la vida solo y exclusivamente para encontrar a nuestro Padre Creador y a su Hijo amado que nos revela la muerte por el pecado y nos concede la vida eterna.
Dios es de vivos y El nos da la vida natural y la vida más allá de pecados ;problemas; impactos económicos ;sociales o políticas.
Tenemos un regalo de poder primero nuestros padres y el Dios de Toda vida incluyendo animales y plantas.No podemos excluir la creación entera es nuestro hogar; alimentos y oxígeno ;somos administradores y debemos cuidarla.
Lo importante es darle sentido a esta nuestra vida encarnada y ver dónde apuntan cada pensamiento nuestro; cada dolor ;cada palabra y sentirnos criaturas hijos del Creador .
Tenemos miedo hoy es el virus ;un accidente ;la muerte de un ser querido.
El señor todo lo puede nosotros somos su regalo agradezcamos todo entregando lo mismo que el Amor nos da ;que es todo .
Recibimos todo de El no para quedarnoslo sino para dar y expandir la belleza de toda creacion.
17/04/20 6:37 PM

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